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Lo que ocurrió cuando dos obispos afirmaron que Jesús era adoptado

Lo que ocurrió cuando dos obispos afirmaron que Jesús era adoptado

Por: Gaudium Press

Sería ingenuo pensar que los movimientos históricos se dan por mera espontaneidad. En verdad un conocimiento histórico más profundo de los hechos nos puede demostrar que la fuerza motriz del hombre, y como consecuencia de la historia, está en las pasiones humanas.

Estas, si están bien dirigidas y reguladas, pueden hacer de los hombres verdaderos héroes, en el sentido más fiel y verdadero de la palabra. Entre tanto, si las pasiones fueran mal conducidas pueden desencadenar verdaderas revoluciones.
 
Por revolución entendemos un movimiento de cosas opuesto a su correcto fin, una subversión de valores y de conceptos, que puede producir verdaderas catástrofes en la sociedad. Ese movimiento tiene como motor y eje de sus operaciones dos pasiones:
 
"Dos nociones concebidas como valores metafísicos expresan bien el espíritu de la revolución: igualdad absoluta, libertad completa. Y dos son las pasiones que más la sirven: el orgullo y la sensualidad. […]
 
"La persona orgullosa, sujeta a la autoridad de otra, odia primeramente el yugo que en concreto pesa sobre ella. […]
 
"A la par del orgullo generador de todo igualitarismo, la sensualidad, en el más amplio sentido del término, es causante del liberalismo. Es en estas tristes profundidades que se encuentra la junción entre esos dos principios metafísicos de la revolución, la igualdad y la libertad, contradictorios en tantos puntos de vista." [1]
 
Apliquemos esas palabras al hecho histórico objeto del presente artículo para que el lector pueda concluir cuál fue el factor que llevó al surgimiento de la herejía adopcionista.
 
La historia: Elipanto de Toledo y Félix de Urgel
 
Elipanto, de la raza goda, fue arzobispo metropolitano de Toledo, que se encontraba bajo el dominio mahometano. Y fue desde esta sede que infelizmente hizo propagar su veneno. La historia lo describe como un hombre de gran genio, apasionado y elocuente.

No supo usar tales aptitudes para la propagación de la Iglesia, y por el contrario, debido a su arrogancia y orgullo, las usó para propagar la heterodoxia.
 
Félix de Urgel, obispo de esta misma ciudad, es el segundo defensor de esa herejía. Compañero de Elipanto, a pesar de ser español era súbdito de Carlomagno, una vez que la ciudad de Urgel acababa de ser dominada por los Francos.
 
La herejía
 
La herejía adopcionista es en el fondo una reaparición del nestorianismo (que afirmaba la dupla personalidad de Nuestro Señor), como el propio Papa de la época, Adriano I, señalaba. Esa afirmación se da porque, al admitir una dupla filiación en Cristo (una por naturalidad y otra por adopción), admite también una doble personalidad:
 
"Admite, pues en Cristo dos filiaciones, y aquí está el error, pues la filiación va con la persona, y habiendo dos filiaciones, lógicamente se sigue que habrá también dos personas, lo que es puro nestorianismo. […] El adoptar a alguien por hijo supone dos personas distintas: la que adopta y la que es adoptada; hijo natural e hijo adoptivo con relación a un mismo padre son cosas que se excluyen en un mismo sujeto" [2].
 
La afirmación adopcionista es, por tanto un absurdo teológico, pues como la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo está unida íntimamente con la propia Persona del Verbo, no puede haber una doble filiación, como nos enseña Ott:
 
"La humanidad de Cristo vino a ser, por la unión hipostática una parte, en cierto modo de la persona del Logos y, por Él, es adorada en y con el Logos. Ella es en sí misma objeto de adoración." [3]
 
La herejía adopcionista aparece por primera vez en los escritos de Elipanto, cuando refutaba un error de cierto Miguécio que divulgaba el sabelianismo.