Lo Superlativo del Amor

(1 Samuel 18:1-4; 2 Samuel 1:25-27)

INTRODUCCIÓN:

Cuando hablamos del día del “amor y la amistad”, aunque quisiéramos tener las mejores palabras para expresárselas a alguien que es objeto de nuestros sentimientos, no siempre podemos hablar con total libertad porque a lo mejor no hemos sido correspondidos con un auténtico amor. El asunto es que hay muchas personas que han sido decepcionadas por el amor que no han recibido y ya no creen en él. Hay parajes que viven por apariencia. Que hace rato se separaron, aunque estén juntas, porque se les “acabó el amor”. Y es por el desengaño que se ha tenido en el amor que algunos toman decisiones radicales para no querer saber más nada de aquello que una vez les ofendió.

Se cuenta que una vez una mujer divorciada fue al joyero con un pedido inusual. Quería que le hicieran un par de aretes, inscritos con la siguiente frase: “Con todo mi amor”. Uno de los aretes debía llevar las palabras “con todo”, y el otro arete debía decir “mi amor”. Después de producir el diseño, el joyero se atrevió a preguntarle a su cliente por qué deseaba algo tan original. La mujer divorciada respondió: “Es para ayudarme a recordar que, la próxima vez que alguien me diga esa frase, debo dejar que entre por un oído y salga por el otro”.

Bueno, aunque es cierto que existe el desencanto amoroso, hay amores que perduran. Hay amistades auténticas. La historia que tenemos para hoy es única en la Biblia. El amor y la amistad que nacieron en David y Jonatán es un ejemplo que sí existe los amores reales, las amistades genuinas. Cuando David oyó de la muerte de Saúl y su hijo Jonatán, escribió una de las endechas más sentidas de toda la Biblia. En medio de su gran dolor tuvo la inspiración para decir: “Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres”. Semejante declaración nos pone de manifiesto la existencia de un amor maravilloso. Que hay sentimientos fieles capaces de arrancar una comparación como esta. Así que esa clase de amor maravilloso vale la pena describirlo, anunciarlo, predicarlo y vivirlo. De eso se trata nuestro tema hoy.

I. LA AMISTAD ENTRE JONATÁN Y DAVID NOS REVELA LA PUREZA DE UN AMOR VERDADERO

1. “El alma de Jonatán quedó ligada con la de David…” (18:1).

Este texto, junto con el que sirve de base para nuestro tema, ha sido la bandera de la “agenda gay” para imponer su aberrante desviación sexual. El amor que sintió David por Jonatán no puede tomarse para justificar la condición de hombres y mujeres que buscan algún asidero bíblico que acepte su corrompida naturaleza homosexual. La Biblia no abre ninguna puerta que apoye este desorden y relajo moral, en todo caso lo condena, y convoca a los hombres desviados a arrepentirse (Ro. 1:27). El que los dos hayan quedado “ligados”, y que se amaran como así mismo, es la manera de decir que todo aquello es el efecto de la gracia divina que produce en los auténticos creyentes (y ambos lo eran), el amarse hasta llegar a ser de un corazón y un alma. Así como se calificó a los primeros creyentes. Las amistades reales no son comunes, menos al estilo de David y Jonatán. No es fácil tener un verdadero amigo, pero tampoco es imposible. La vivencia entre Jonatán y David es un verdadero clásico sobre la amistad. Son un ejemplo de lealtad y de mantener el pacto. Es la transparencia de un amor auténtico.

2. “…y lo amó Jonatán como a sí mismo” v.1b.

En el amor de David y Jonatán hubo pureza desde su mismo origen. ¿Por qué Jonatán llegó amar de esta manera a David? Bueno, Jonatán conoció a David como un hombre muy valiente, pues fue el único que se enfrentó a Goliat, por lo tanto desarrolló por él una profunda admiración. Esa osadía de traer la cabeza del más temido filisteo tuvo que despertar por David un amor como un soldado ama a otro. El coraje de David cautivó a este otro guerrero, tanto que llegó a amarlo como se aman dos hombres valerosos. La pureza de ese amor quedó demostrado cuando Jonatán, quien por razones lógicas era el heredero del trono, hizo algo que reflejaba un corazón sin egoísmo ni envidia, pues “se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte” (v. 4). La conclusión de Jonatán sería que si un héroe como David, que podía confiar en Dios así y salir victorioso, merecía su más puro amor. Así que el amor de ellos fue sacrificial (v. 1), comprometido (v. 3) y honesto (19:1-2). Una de las características que distingue un verdadero amor es su pureza, su intensidad y su sacrificio porque “todo lo cree”, como dice 1 Corintios 13.

II. LA AMISTAD ENTRE JONATÁN Y DAVID NOS REVELA LA HUMILDAD DEL AMOR VERDADERO

1. “Tú reinarás sobre Israel…” (1 Sam. 23:17).

Jonatán sabía que David ya había sido ungido como rey por Samuel. Ahora está consciente que habrá una transferencia y no una sucesión de reinado. Que ahora el reinado sería tomado de la casa de Saúl y dado a la casa de David. ¿Cuál sería la actitud de un heredero a la corona al saber que será privado de ese honor porque lo que le pertenece ha sido dado a alguien que ni siquiera es su familia? Bueno, si usted considera que eso sería una gran decepción, mezclado con una gran afrente, entonces está en capacidad de ver la nobleza de un hombre como Jonatán. Lo más natural era que el joven príncipe pudiera haber sentido envidia y luego odio contra David, porque él le iba a sustituir. Pero en lugar de eso le dijo: “tú reinarás sobre Israel…”. Jonatán no buscaba lo suyo. Como la encarnación del verdadero amor, Jonatán no tuvo envidia de su supuesto rival, no fue jactancioso por ser el heredero de la nobleza, y tampoco se envaneció cuando supo que David llevaría la corona que un día adornaría su propia frente. Los amores egoístas están destinados al fracaso. Quien solo piensa en sí mismo y no el bienestar del otro, no ama en verdad. Hay que ser humilde.

2. “…yo seré segundo después de ti…” v. 17b.

¿No es esto contradictorio? Quién puede hacer esto si no alguien que tiene un amor desprovisto de toda complacencia personal. El alma de Jonatán tenía una pureza tan grande que se levantaba como el águila, según David le describiría después. Esto hace ver que Jonatán era un hombre feliz al ceder su honor de esta manera. Su actitud era tan parecida a la Juan el Bautista, quien al preguntársele si era el Cristo, no sólo lo negó, sino que dijo: “Es necesario que él crezca y yo mengue”. Jonatán no tuvo problema en reconocer que David sería el rey, y él, con toda humildad, aceptaría ser el segundo. Quiero decir que esta amistad no es común. No hay muchos hombres que sean capaces de hacerse a un lado para ceder el paso a aquellos que nos superarían en lo que somos. Esta sociedad tan competitiva no da lugar a eso. Pero una señal del amor verdadero es que nunca querrá ser el primero. Sufre mucho una relación donde uno de los cónyuges no cede y siempre quiere ser la “estrella” del equipo. La individualidad le hace daño al amor. El auténtico amor se esconde para que el otro luzca. Busca siempre la felicidad del otro. No busca lo suyo propio, sino la del otro.

III. LA AMISTAD ENTRE JONATÁN Y DAVID NOS REVELA LA LEALTAD DEL VERDADERO AMOR

1. “Saúl mi padre procura matarte… cuídate hasta la mañana” (19:2).

El odio que desarrolló Saúl por David contrastaba enormemente por el amor de Jonatán. Este príncipe fue leal sosteniéndose frente esa obstinada oposición de su padre. El ambicionado rey de Israel no podía soportar la idea que otro tomara el lugar que egoístamente retenía para sí, aunque no mereciera conservarlo. Ninguna cosa deseaba más que la que la muerte de David. Así que al ver a su hijo protegiendo a David estaba sumamente enojado. Ahora también el sería objeto de sus celos y de su locura. Pero la lealtad del amigo se sobrepuso a la más perversa y adversa condición. Los verdaderos amigos son fieles. Los que traicionan, delatan y desechan, no pueden contarse como amigos. El amor leal no busca su propio bien, si no el de la persona amada. Así actuaba Jonatán para con David: “Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, porque ninguna cosa ha cometido contra ti, y porque sus obras han sido muy buenas para contigo…” (v. 4). El amor verdadero es leal. Su lealtad se basa en el cuidado, protección y reconocimiento. Habla bien del otro. Lo levanta, lo enaltece.

2. “Lo que deseare tu alma, haré por ti” (20:4).

Cuando David supo de la muerte de Jonatán, y escribió su endecha conocida como “el Arco de Jonatán”, diciendo: “Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres” (2 Sam. 1:26), tenía razones poderosas para hablar de esta manera tan superlativa del amor. ¿En qué estaba pensando David cuando escribió semejante declaración? ¿Qué había pasado con sus sentimientos hacía las mujeres que le llevó a esta encumbrada declaración? Al parecer David no le fue muy bien con las mujeres que tuvo. Las decepciones amorosas le hicieron evaluar la calidad de un verdadero amor. Así que al ver lo que fue capaz de hacer Jonatán por él, llegó a esta osada y muy sentida conclusión. Al leer una historia como esta, ¿no debiéramos fomentar en nosotros el deseo, no tanto de tener un amigo así, sino más bien ser un amigo como lo fue Jonatán para con David? Cuando una amistad viene de ambos lados, el gozo llega a ser muto. Somos muy dados a esperar más de la amistad de otros, pero no somos dados a dar de nosotros mismos. No puede darse una amistad real si solo espero recibir. David amaba a Jonatán como Jonatán amaba a David. El amor egoísta es dañito.

IV. LA AMISTAD ENTRE JONATÁN Y DAVID NOS REVELA QUE EL AMOR NUNCA DEJA DE SER

“Y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre…” (20:15).

Los amores reales no se acaban nunca. La promesa de amarse y cuidarse debe sostener a ambos hasta el final de la jornada. Jonatán y David habían hecho un pacto de lealtad que incluía el cuidado de la familia. Esto no era la costumbre entre la sucesión de reyes. Lo que solía pasar era que el nuevo monarca exterminaba la familia del antiguo rey. Pero el corazón de David jamás podía compararse ni con el de Saúl ni con los que vinieron después de él. Simplemente era tan noble que fue calificado como un hombre conforme al corazón de Dios.

Jonatán sabía que David sería rey y le pidió que siempre cuidara de su familia. David nunca olvidó su promesa. ¿Qué sucedió con esta promesa? Cuando David doblegó a todos sus enemigos, preguntó por algún familiar de Jonatán para hacerle bien. Se le notificó de Mefi-boset, quien todavía vivía, pero era lisiado porque su nodriza lo dejó caer cuando huía en la guerra contra Saúl. Al final el hijo de Jonatán fue invitado a comer en la casa real (2 Sam. 9:7-13). Y curiosamente el rey no comería hasta que estuviera presente Mefi-boset. De modo, pues, que aquel cuyo nombre significa “el que esparce la vergüenza”, ahora es uno de los invitados a la mesa del rey. Todo esto fue hecho por el amor que se juraron Jonatán y David. ¿Puede imaginarse la escena? David no daría inicio al rito de la comida hasta que llegara el hijo de Jonatán. El amor nunca de ser. Este es el superlativo mayor. Los amores que se acaban rápido, o que se extinguen con el tiempo, nunca existieron.

CONCLUSIÓN:

La expresión de David: “Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres”, no significa un menosprecio al amor que se tenga por una mujer, pues como dice el dicho: “A ellas, ni con el pétalo de una rosa”. Cuando hay un amor real, donde interviene la pureza, la humildad y la lealtad, ese amor es especial. Pero tenemos que ir más allá de esta declaración sentimental de David en su endecha por su amigo, porque sí hay un amor más maravilloso que el de las mujeres. David nos muestra que hay un amor “superlativo”. Jonatán es una figura de Cristo. Por lo tanto, y visto bajo una tipología, el amor a Cristo está por encima del de las mujeres.

La amistad con Jesús no tiene comparación. Él llena todas las áreas que ninguna otra relación llena. Los hombres y mujeres nos fallan, pero Cristo, el amigo fiel, jamás lo hace. Él satisface el alma vacía. La esencia de su amor se resume en lo que él hizo como Amigo por nosotros: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13). Cristo es lo superlativo del amor. Acepte hoy ese amor. No hay otro amor más maravilloso que el de Cristo. Recíbalo ahora mismo como su Salvador. Ámelo superlativamente.

Fuente: www.centraldesermones.com