Biblia

Los argumentos del religioso (el judío) en contra de una religión de corazón (segunda parte)

Los argumentos del religioso (el judío) en contra de una religión de corazón (segunda parte)

por Alpha-Omega Ministries, Inc.

Texto bíblico: Romanos 3.1–8


Punto 2. (3.3–4) Incredulidad—Religiosidad—Salvación: La pregunta es: «Si usted dice que algunos judíos no creen y están condenados, ¿no anula eso las promesas de Dios y hace al Padre mentiroso?» O en otras palabras: «¿Qué ocurre si algunos no creen y rechazan la Palabra de Dios? ¿Su incredulidad causará que Dios anule su Palabra y promesas?»


»Dios le prometió a los judíos un lugar y privilegios especiales a través de Abraham y su descendencia (lea Juan 4.22). Si algunos judíos no creen en las promesas de Dios y el Padre los condena, ¿no es eso romper la promesa que le hizo a Abraham y a su descendencia? ¿No es eso anular su Palabra y Pacto, y hacerlo mentiroso? La Palabra de Dios podría no sólo basarse en una religión de corazón y en un carácter moral.


»Tiene que haber algo más, algo externo—un ritual (circuncisión, bautismo, ser miembro de una iglesia)—que muestre que somos religiosos (los judíos). Si practicamos el ritual, entonces Dios se verá obligado a aceptarnos. Él ha prometido aceptarnos y no va a faltar a su Palabra.»


La aplicación de esta pregunta preocupa a cada religioso. El religioso que analiza posee la misma objeción y pregunta: «Si usted dice que algunos religiosos no creen y están condenados, ¿no anula eso la Palabra de Dios y lo hace mentiroso? La Palabra de Dios le concede a la persona religiosa privilegios especiales y la esperanza de vida eterna. Las Escrituras nos dicen que creamos en Cristo y que poseamos su Palabra, bautizarnos y unirnos a una comunidad de la iglesia. Si hacemos eso y aun así Dios nos condena, ¿no está Dios anulando su Palabra y mintiendo?»


¡De ninguna manera!


Dios se mantendrá fiel; su Palabra y promesa de salvación permanecerá aun si una persona miente acerca de creer y de dar su corazón al servicio de Jesús.


Dios confirmará su Palabra; se demostrará que él ha permanecido justo y fiel en lo que ha dicho. Él aun así salvará a cualquier persona que entregue su corazón a Jesús y lo obedezca.


De hecho, Dios vencerá; él confirmará su Palabra de otra forma. Juzgará a todo aquel que profesa falsamente, que lo juzgue y acuse de ser infiel y anular su Palabra.


El mismo David dijo que Dios juzgaría al hombre infiel y desobediente (Sal 51.4). David había pecado en gran manera; no guardo los mandamientos de Dios, por eso, Dios lo juzgó y lo acusó de su pecado. David hizo lo correcto: confesó su pecado, se arrepintió y empezó a vivir en forma apropiada. Pero David hizo algo más: declaró que la acusación y juicio de Dios en contra de él fue justa, que se justificaba perfectamente a Dios. Y Dios lo fue, ya que él siempre es justo, y siempre se justifica lo que dice y hace.


Analicemos dos aspectos:

  • Dios no es infiel, él nunca rompe o anula su Palabra cuando rechaza a un religioso. El religioso que posee la Palabra de Dios y pertenece a una iglesia pero no obedece la Palabra de Dios no es aceptable ante él. Dios lo que busca es rectitud, no religiosidad. Dios lo que desea es una rectitud interna, no una religión externa. Dios quiere un corazón que no sólo posea la Biblia, sino que también guarde sus mandamientos. Él desea un renacimiento espiritual, una nueva creación, una persona que realmente haya nacido de nuevo. Nuestro Padre quiere un corazón y vida que se concentre en Cristo y que guarde sus mandamientos. La única persona que es aceptable ante Dios es aquella que ha entregado su corazón y vida a Cristo, que viva rectamente y que confíe en Dios para aceptar su fe en Cristo (Ro 2.28–29.)
  • Dios nunca anula su Palabra o promesas; él nunca ha sido ni será un mentiroso. Dios le ha prometido a los hombres salvación y vida eterna. Incluso si no existiera una sola persona que creyera en las promesas de Dios, estas siempre permanecerían. Aun así, él salvaría a cualquier persona que hiciera lo que él dijo. El problema es que las personas no quieren hacer lo que Dios dice, ni venir a él como él demanda. Dios demanda que las personas entreguen sus corazones y vidas a su Hijo Jesucristo. Dios pide que las personas vivan por Cristo, que lo adoren y obedezcan. Sin embargo, esto es muy difícil para los hombres. Ellos quieren una salvación más fácil, quieren ser capaces de hacer algo. Desean alcanzar la salvación y, entonces, ser libres de vivir como quieren, darle a Dios cierta atención aquí y allá. Por eso, las personas prefieren salvarse por el hecho de ser religiosos: por bautizarse, por unirse a una iglesia, por comprar una Biblia, para luego ser libres de vivir sus propias vidas. Sin embargo, esto no es suficiente para Dios; con eso no se está cumpliendo con todo lo que Dios pide; no es entregar el corazón y la vida de uno a Jesucristo para obedecerlo, adorarlo y servirle. Por tanto, Dios…
    • acusa al religioso con pecado.
    • juzga y condena al religioso.

  • Ahora fíjese en otro aspecto. Dios cumple su Palabra cuando juzga a los religiosos. Dios le ha dicho a los hombres cómo vivir y qué ocurriría si fallan. Por eso, él es «justificado en tus palabras» al proseguir su objetivo y al juzgar a los religiosos.


    Dios no anula ni falta a su Palabra. La cumplirá enteramente.

  • Dios es justificado en el cumplimiento de su Palabra al hacer exactamente lo que dijo, es decir, al aceptar a las personas solamente como él afirmó y al juzgarlos si ellos no vienen a él como él demanda.

  • Estudio adicional #1 (3.3) La incredulidad de los hombres


    Este aspecto es uno de las dos decepciones más grandes y comunes de los hombres—que la incredulidad no sólo provoca que algo sea ineficaz, sino que se anule. Una persona puede decir: «Si niego algo, lo ignoro, rehuso aceptarlo, lo alejo de mi mente, no existirá, no ocurrirá.» Algunos hasta perciben a la Palabra de Dios de esta forma. Creen que pueden negar y rechazar una parte de ella y así no ocurrirá. Aceptan las Escrituras que enfatizan el amor de Dios y les permite vivir como ellos desean. No obstante, rechazan las Escrituras que acentúan el poder sobrenatural y sorprendente de Dios y la desesperante necesidad del hombre para ser salvado del pecado, muerte e infierno eterno. Desprecian las Escrituras que le demandan al hombre vivir responsablemente. Lea Salmos 111.7; Mateo 5.18; Lucas 21.33; 2 Timoteo


    Estudio adicional #2 (3.4) Juzgar—juicio


    Las personas juzgan a Dios. Lo juzgan por ser verdadero o falso. Lo juzgan ya sea si existe o no. Juzgan su Palabra. Pero al final, Dios terminará juzgando a las personas. Vencerá a todos aquellos que lo juzgaron al decir que él era menos de lo que él es y menos de lo que él dijo. Lea Ezequiel 12.25; Romanos 2.2


    Usado con permiso,


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