Los cambios que cuentan, 5 pasos hacia un nuevo futuro
por Leith Anderson
Una práctica guía de cinco pasos para planificar cambios significativos tanto en la vida personal como ministerial.
Proverbios 14:15; Salmo 127
Los cambios planeados deben darse a través de un proceso de pasos múltiples. Yo recomiendo cinco:
Defina el problema.
¿Cuál es el problema? ¿Cuál es el verdadero problema? ¿Puede resumirse en una sola frase? ¿Todos están de acuerdo en que ese es el problema?
Definir el problema puede ser un trabajo duro. Ponerlo por escrito demanda disciplina. Llegar a un acuerdo toma tiempo. Pero sin esa definición y sin ese acuerdo, es probable que no se llegue a una buena decisión, y puede que sea imposible la planificación exitosa.
Obtenga los datos.
Una vez que se ha definido el problema, el siguiente paso es reunir los datos para ser lo más objetivo posible. Rara vez es posible conseguir todos los datos para garantizar una exactitud del 100%; esto toma demasiado tiempo y hay información que sencillamente no está disponible. Al igual que los miembros de un jurado, debemos considerar lo que tenemos a fin de tomar nuestra mejor decisión «más allá de cualquier duda razonable».
Generalmente, el paso de encontrar los datos comienza con una lista de tareas de investigación. Realizar estas tareas a menudo lleva un plazo más largo del previsto, porque descubrimos cuán poco sabíamos al comienzo. Esto continúa hasta que se hayan recopilado suficientes datos para sustentar una decisión cómoda con posibilidad de éxito.
Considere las alternativas.
A través del proceso de definir el problema y de obtener los datos, las alternativas aparecerán de manera natural. Normalmente, las nuevas alternativas dan lugar a una nueva investigación, y la nueva investigación da lugar a nuevas alternativas. Si bien es necesario orar por sabiduría y dirección divina a lo largo de todo el camino, en esta etapa es crucial. Las alternativas deben ser probadas contra los estándares de las Escrituras, los principios de moralidad, los requerimientos de la organización, el costo, y los datos recopilados.
Tome la decisión.
Sin embargo, a pesar del deseo de todos por llegar a este punto, la decisión puede ser muy difícil ¿Quién debe decidir? ¿La mayoría, ya que operamos democráticamente? ¿Dios, ya que operamos teocráticamente? ¿Las personas que llevaron a cabo la investigación, ya que sabían más? ¿Las personas que implementarán la decisión, ya que son las responsables? ¿Aquellas personas que resulten más afectadas por la decisión, ya que tienen más qué ganar o qué perder?
Es mucho mejor elegir a aquellas personas que oran fervientemente, que piensan con claridad, que trabajan duro, y que toman decisiones sabias. Si reciben la autoridad del cuerpo, las personas mejor calificadas serán las que con mayor probabilidad tomarán buenas decisiones que serán aceptadas por la organización.
¡Hágalo!
La implementación es el paso final y crítico. Reconozca que algunos no asumirán una decisión sino hasta que de hecho participen en ella, así que debe haber una demora mínima entre decidir y hacer. No espere a que todos estén de acuerdo.
Para comentar
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¿Qué investigación necesita conducir para ayudar a formular la visión?
¿Quiénes en su iglesia son las personas más calificadas para guiarlos hacia el futuro? Si no forman parte de juntas o de comités, ¿de qué manera se puede aprovechar su sabiduría?
Tomado del Manual de Formación de Líderes, Desarrollo Cristiano Internacional, 1999.
Apuntes Pastorales Volumen XVII, número 1 / octubre-diciembre 1999 Todos los derechos reservados