Abram ya había recibido varias promesas acerca de su descendencia, pero aun no tenía hijos. Había tratado de adoptar a Eliezer como su hijo, pero había recibido la palabra de Dios indicando que de su cuerpo saldría su simiente (15:4). El pacto ya se había formalizado con referencias adicionales a que tendría hijos en abundancia, pero no se había visto el cumplimiento todavía. ¿Qué hacer ahora?
EL NACIMIENTO DE ISMAEL 16:1–16
Esta cuestión atenazaba a Sarai también, y a ella se le ocurrió una solución. Por ese entonces, poseía a una esclava egipcia, cuyo nombre era Agar. Es probable que hubiera regresado con Abram y Sarai cuando volvieron de Egipto, a donde habían huido por causa del hambre en Canaán (12:10). El hecho de que abandonaran la tierra prometida en tiempos de necesidad, puede ser interpretado como falta de fe. ¿Sería que estaban a punto de cosechar el pago por ella?
Sarai ofreció a Abram su sierva como concubina para que de ella tuviera un hijo (16:1–2). Esta sugerencia estaba de acuerdo con las costumbres de aquel entonces. Según ellas, el fruto de tal unión sería considerado como hijo de la esposa legal. Pero Dios repudia lo que no es de su agrado aunque sea algo aceptable en una determinada cultura. Abram tomó a Agar como mujer, se llegó a ella, y ella concibió. “Cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora” (16:3–4).
Al darse cuenta Sarai de esa actitud, le reclamó a Abram, y luego con el permiso de él, la volvió a su estado de esclava. Sarai la afligía de tal manera, que Agar optó por escapar (16:4–6).
Estando en el desierto, la halló el ángel de Jehová y le ordenó regresar a su señora y someterse a ella (16:7–9). Además, le hizo promesas de gran magnitud:
- Su descendencia sería incontable (16:10).
- Daría a luz un hijo, cuyo nombre sería Ismael, que significa “Dios oye” (16:11).
- Su hijo sería un hombre fiero, “su mano será contra todos” (16:12a).
- La mano de todos también sería contra él (16:12b).
- El habitaría delante de todos sus hermanos (16:12c).
Los pueblos árabes descienden de Ismael. Es bien conocido el conflicto permanente entre ellos y los judíos, y parece que no tendrá solución sino hasta que venga Cristo a establecer su reino milenial.
LLAMO EL NOMBRE DE JEHOVA QUE
CON ELLA HABLABA:
TU ERES DIOS QUE VE (EL ROI) 16:13
Ese nombre con que se llama a Dios es muy importante, no sólo por el significado dado arriba, sino por el hecho de que ella identificó al ángel de Jehová como Dios. En el versículo 10, él usó una prerrogativa de la deidad al decir: “Multiplicaré tanto tu descendencia”. Sólo Dios puede hacer esto. Esto es lo que se llama una teofanía, o automanifestación de Dios. Generalmente el término se asocia con la aparición de la segunda persona de la Trinidad antes de su encarnación. Véanse otros ejemplos de teofanías en Génesis 21:17–21; 22:11–18; Exodo 3:2; Jueces 2:1–4. Es interesante notar que no se menciona la aparición del ángel de Jehová después de la encarnación de Jesucristo.
Cuando nació el niño, Abram le puso el nombre sugerido por el ángel de Jehová. Tenía aquél ochenta y seis años “cuando Agar dio a luz a Ismael” (16:15–16).
LA REVELACION DE EL SHADAI 17:1–8
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, le apareció Jehová diciendo estas palabras: “Yo soy el Dios Todopoderoso” (17:1–2). El término en hebreo es “El Shadai”. “El” es un nombre común para designar a Dios. Se asocia con poder o fuerza, y cuando aparece como prefijo o sufijo, en casos como “Elohim” (1:1) o “Ismael” (16:11), se refiere a Dios. “Shadai” es un derivado de una palabra afín que quiere decir “montaña”. De modo que el cuadro presentado aquí es el del Todopoderoso parado firmemente sobre una montaña.
En medio de esta aparición de Dios, Abram se postra sobre su rostro, demostrando así una actitud de reverencia digna de ser emulada por todo creyente en el Señor (17:3). “El Shadai” vuelve a repetir a Abram varias de las provisiones del pacto hecho con él anteriormente, y asigna al patriarca otro nombre, Abraham, que quiere decir “padre de muchedumbre de gentes” (17:4–8).
¡PENSEMOS! |
¿Qué quiere decir el nombre Ismael? ¿Qué lecciones prácticas se desprenden de la revelación de Dios a Agar como El Roi? ¿Qué grupo de naciones descienden de Ismael? ¿Cree que los árabes tienen algún derecho a apoderarse de Palestina? ¿Cuántos años transcurrieron entre el nacimiento de Ismael y la revelación de Dios a Abram como “El Shadai”? ¿Por qué usó Dios ese nombre en ese momento? ¿Cuál es el significado del nuevo nombre de Abram? |
La señal del pacto 17:9–27
Dios ya había aclarado la parte del pacto que le correspondía a él, pero ¿cuál sería la parte del hombre? “Será circuncidado todo varón de entre vosotros” (17:9–10)
Las condiciones de la circuncisión (17:10–27)
- Habían de circuncidar la carne de su prepucio (17:11).
- Se llevaría a cabo a la edad de ocho días (17:12a).
- Incluía a todo varón (17:12b).
- El nacido en casa (17:12c).
- El comprado por dinero, aunque no fuera de su linaje (17:12d).
- Sería un pacto perpetuo (17:13).
- El incircunciso sería cortado de su pueblo (17:14).
Es menester entender que la circuncisión era una señal. Simbolizaba la purificación de la fuente de vida, pero no tenía en sí misma ningún poder purificador. Los descendientes de Abraham han fallado en comprender esto, lo cual siempre les ha ocasionado problemas graves. Jeremías 4:4, Deuteronomio 10:16 y 30:6 hablan de la importancia de la circuncisión del corazón. En Hechos 15:2 se señala que unos judaizantes querían imponer la circuncisión como condición de la salvación.
Sarai también experimentó un cambio de nombre. De allí en adelante sería Sara (17:15). El cambio es menos significativo que el de Abraham. Sarai significa “mi princesa”, mientras Sara quiere decir “princesa”. En ese mismo contexto, por primera vez, Dios especifica que Sara tendría un hijo, y que el pacto se establecería con él (17:16–21). Sara también sería madre de naciones y reyes vendrían de ella (17:16). Esta promesa es parecida a la que Dios hizo a Abraham en 17:6, en lo que se refiere a las naciones y reyes provenientes de Isaac, pero no es igual, porque las naciones y los reyes árabes provienen sólo de Abraham, no de Sara.
El ruego del patriarca a favor de Ismael en 17:18 fue oído. Esto no quiere decir que el pacto se cumpliría a través de Ismael, sino que él también recibiría bendición. Vea la respuesta en 17:20. Al terminar de emitir las promesas referentes a Sara y su hijo Isaac, de inmediato Abraham obedeció el mandato de Dios acerca de la circuncisión. El mismo día fueron circuncidados él y todos los varones de su casa, incluyendo tanto a los nacidos allí como a los que habían sido comprados (17:23–27).
LA DESTRUCCION DE SODOMA Y GOMORRA 18:1–19:38
Un día estaba Abraham sentado a la puerta de su tienda en el calor del día, y le apareció Jehová. Al alzar sus ojos miró a tres hombres junto a él, corrió para recibirlos, se postró en tierra, y les rogó que no se alejaran de su siervo (18:1–4).
Con la ayuda de Sara, Abraham les preparó un banquete, lo puso delante de ellos, y lo comieron debajo de un árbol (18:4–8). Le preguntaron por Sara su mujer y les contestó que estaba allí en la tienda (18:9).
Jehová le prometió que “según el tiempo de la vida” él volvería, y Sara tendría un hijo. Estando Sara a la puerta de la tienda, oyó eso, y se rió (18:10–12). Parece que su risa fue de incredulidad, debido a la edad avanzada de ella y de Abraham. Tal cosa no le agradó al Señor, y le preguntó a Abraham por qué se había reído Sara. Sin embargo, le repitió la promesa de que tendría un hijo “según el tiempo de la vida”. Sara negó haberse reído, pero Dios la corrigió diciendo: “No es así, sino que te has reído” (18:13–15).
¿HAY PARA DIOS ALGUNA COSA DIFICIL?
Los visitantes de Abraham se levantaron y se encaminaron hacia Sodoma en compañía de Abraham. Puesto que él sería una nación grande y fuente de bendición para muchos pueblos (18:16–17), Jehová decidió no encubrir de Abraham lo que estaba a punto de hacer. Véanse otros pasajes que mencionan al patriarca como amigo de Dios (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8 y Santiago 2:23).
YO SE QUE MANDARA A SUS HIJOS
Y A SU CASA DESPUES DE SI
QUE GUARDEN EL CAMINO DE JEHOVA. 18:19
Mientras Abraham y sus visitantes caminaban juntos, Jehová le contó que el clamor contra Sodoma y Gomorra aumentaba más y más debido a sus graves pecados. Los acompañantes se fueron y Abraham quedó a solas con Jehová. Había cosas que tenían que hablar sin testigos (18:20–22).
Abraham quería saber si Dios destruiría al justo con el impío. En escala descendente, comenzando con cincuenta personas y bajando a diez, Abraham quería saber si Dios salvaría a la ciudad tomando en cuenta a los justos que estuvieran en ella. Cuando llegó al número menor, Jehová respondió: “No la destruiré por amor a los diez” (18:23–32).
Se fue Jehová y Abraham regresó a su lugar (18:33). Es evidente que no se hallaron diez justos en las ciudades amenazadas.
¡PENSEMOS! |
¿Qué le parece a usted la pregunta de Abraham? ¿Destruye Dios al justo por culpa del impío? Apunte todos los ejemplos bíblicos que conozca. |
A la caída de la tarde llegaron dos ángeles a Sodoma. Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad y los invitó a hospedarse en su casa. Ellos respondieron que se quedarían en la calle, pero Lot insistió y aceptaron entrar en ella, donde les sirvieron un gran banquete.
Antes de que los ángeles se acostaran, los habitantes perversos y corruptos de la ciudad rodearon la casa, pidiendo conocer a los forasteros (19:4–5). El término usado aquí se refiere en la Biblia a tener relaciones sexuales. En este contexto, es evidente que se hace referencia a relaciones homosexuales. Debido a ese pecado, fueron destruidas Sodoma y Gomorra. Para conocer mejor la actitud de Dios acerca de este pecado, véanse Levítico 18:22, Romanos 1:26–27 y 1 Corintios 6:9.
Aunque Lot ofreció en lugar de los forasteros a sus dos hijas para que los hombres hicieran con ellas lo que les pareciera, los malvados rehusaron e insistieron en tener a los varones. Lot resistió, pero fue duramente maltratado. Sus paisanos intentaron romper la puerta, pero los varones intervinieron milagrosamente salvando a Lot y protegiéndose a sí mismos de semejante abuso. Los malvados quedaron ciegos, imposibilitados de encontrar la puerta (19:6–11).
Los varones anunciaron a Lot que iban a destruir la ciudad por orden de Jehová, pero le dieron oportunidad de salvar a sus hijos, yernos e hijas. Lot rogó a sus futuros yernos, a los que habían de tomar a sus hijas, que lo acompañaran, “pero pareció a sus yernos como que se burlaba” (19:12–14).
¡PENSEMOS! |
Lea cuidadosamente Génesis 19:1–14. Califique la espiritualidad de Lot y apunte todas sus observaciones. |
No obstante el carácter de Lot, él, su mujer y sus dos hijas se salvaron por la misericordia de Dios y la diligencia de los ángeles, quienes literalmente los sacaron de la ciudad. Les advirtieron que no vieran para atrás ni pararan en la llanura, sino que escaparan al monte para no perecer (19:15–17).
Lot rogó a los ángeles que le permitieran huir a una ciudad cercana en vez de ir al monte. Su petición fue concedida y enseguida comenzó la destrucción de Sodoma y Gomorra. Llovió sobre ellas azufre y fuego procedentes de Jehová y todo fue raído, incluyendo las ciudades, la llanura y los moradores (19:18–25).
LA MUJER DE LOT VOLTEO PARA MIRAR ATRAS
Y SE CONVIRTIO EN ESTATUA DE SAL
LA HISTORICIDAD DE ESTE EVENTO
SE COMPRUEBA EN LUCAS 17:28–32.
Al parecer Abraham intercedía constantemente a favor de Lot y su familia mientras se llevaba a cabo este juicio. Al subir de mañana a su acostumbrado lugar de oración, vio el humo que se elevaba “de la tierra como el humo de un horno” (19:27–28). Génesis 19:29 hace constar que Lot se salvó en parte por la intercesión de Abraham.
El pasaje termina con el triste caso de incesto que cometió Lot con sus dos hijas (19:30–36). Aunque ellas tomaron la iniciativa, él no queda exento de culpa. Durmió con cada una de ellas en estado de ebriedad después de tomar el vino que le ofrecieron. Sin embargo, pudo haberse rehusado a beber. Es probable que sus hijas se hubieran contaminado por las costumbres de la gente de Sodoma.
HIJO MIO, SI LOS PECADORES
TE QUISIEREN ENGAÑAR, NO CONSIENTAS.
PROVERBIOS 1:10
De ese terrible pecado nació un hijo a cada una de las hijas de Lot. Sus nombres fueron Moab y Ben-ami y sus descendientes formaron otros tantos pueblos. Los moabitas moraban al oriente del Mar Muerto y los amonitas al noreste del mismo (19:37–38). Ambos llegaron a ser enemigos de los israelitas (2 Crónicas 20:10–11).
Abraham y Abimelec 20:1–18
El capítulo veinte de Génesis es otro relato de la tendencia de Abraham a caer en la maldad debido a la presión. Salió de Mamre para plantar su tienda en Gerar, cuyo rey era Abimelec. Una vez más mintió acerca de Sara, diciendo que era su hermana. Aquí hay evidencia de que ambos participaron en la mentira (20:1–5).
Por eso, Abimelec la tomó por mujer, pero Dios vino al rey en sueños y le informó que había tomado la esposa de otro (20:3–5). Además le advirtió que si no la devolvía, moriría junto con todos los suyos. En 20:9–10 se narra el triste caso de un siervo de Dios siendo reprendido por un rey pagano. Abraham alega en su defensa algo que no es más que una simple excusa y finalmente ora por el monarca y Dios “sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos” (20:11–18).
ISAAC 21:1–25:18
De acuerdo al tiempo anunciado, Jehová visitó a Sara, quien concibió y dio a luz a un hijo, a quien Abraham llamó Isaac (21:1–3). Su nombre quiere decir se ríe. Conforme al pacto abrahámico (17:12), fue circuncidado a los ocho días de nacido (21:4). El relato bíblico dice que Abraham tenía cien años cuando nació su heredero (21:5). Su nacimiento trajo profundo gozo al patriarca y su esposa (21:6–8).
Ismael se burlaba de Isaac y Sara pidió a Abraham que echara del hogar a Agar con su hijo. Tal súplica entristeció al padre, pero Dios le dijo: “No te parezca grave a causa del muchacho y tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (21:9–12). En esta ocasión, el Señor vuelve a confirmarle la promesa de hacer una nación de Ismael, porque también era descendiente de Abraham (21:13, compare con 17:20).
Al día siguiente, muy de mañana, Abraham despidió a Agar y su hijo. Andando en el desierto de Beerseba, se les acabó el agua que tenían. La mujer echó al muchacho debajo de un arbusto y se apartó a distancia de un tiro de flecha para no presenciar su muerte (21:14–16). El niño comenzó a llorar. Dios lo escuchó y apareció un ángel del Señor para consolarla y asegurarle que él haría una nación del muchacho. De inmediato hallaron agua cerca. Ismael creció y llegó a ser tirador de arco. Su madre le buscó esposa de la tierra de Egipto (21:17–21).
En aquel mismo tiempo, Abimelec y Ficol, príncipe de su ejército, hablaron a Abraham diciendo:
DIOS ESTA CONTIGO EN TODO CUANTO HACES
GENESIS 21:22
Abimelec quiso hacer pacto con Abraham y le pidió que no le faltara a él, ni a su hijo, ni a su nieto, sino que los favoreciera tal como el rey lo había hecho con el patriarca. Este se hizo con toda formalidad, pero no sin que Abraham reconviniera a Abimelec por un pozo que sus siervos le habían quitado (21:23–34). Este pacto se realizó en Beerseba, que quiere decir “pozo de siete, o del juramento” (21:31).
La presentación de Isaac como ofrenda 22:1–24
Después de esperar tantos años para recibir la promesa de su simiente, Dios probó a Abraham al máximo. Le pidió que tomara a su hijo, su “único”, y lo llevara a la tierra de Moriah para ofrecerlo en holocausto (22:1–2). Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13), pero a veces envía o permite pruebas para probarnos.
Abraham se fue obedientemente, llevando leña para el fuego pero sin cordero. Después de caminar tres días, vio el lugar de lejos, y dejando allí a sus criados, siguió solo con Isaac. Mientras caminaban, el hijo dijo a su padre: “He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (22:3–7).
Y RESPONDIO ABRAHAM: DIOS SE PROVEERA
DE CORDERO PARA EL HOLOCAUSTO.
22:4–8
Llegaron al sitio indicado. Abraham edificó un altar, ató al muchacho, lo puso sobre él, y alzó su mano para degollar a su hijo. Cuando estaba a punto de descargar el puñal sobre el joven, oyó la voz del ángel de Jehová que le impidió llevar a cabo el sacrificio. Abraham alzó sus ojos y vio a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos, “y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (22:9–13).
Y LLAMO ABRAHAM EL NOMBRE DE
AQUEL LUGAR, “JEHOVA PROVEERA”.
El ángel de Jehová llamó la segunda vez a Abraham y reconfirmó con él el pacto, añadiendo ahora que multiplicaría su descendencia como la arena del mar. La repetición vino en esa ocasión por el acto de obediencia de parte de Abraham de no rehusar al Señor su único hijo (22:15–18).
Volvió Abraham a Beerseba y habitó allí. Después de estas cosas, supo que a su hermano Nacor le habían nacido hijos, entre ellos Betuel, padre de Rebeca (22:19–24).
¡PENSEMOS! |
Repase el capítulo 22 de Génesis y apunte todos los tipos bíblicos que encuentre allí. Compárelo con Juan 3:16 y Hebreos 11:17–19. Explique el evangelio a la luz de esa experiencia de Abraham. |
Muerte y sepultura de Sara 23:1–20
Sara murió en Hebrón cuando tenía ciento veintisiete años de edad. Abraham hizo duelo por ella y cuando terminó de velarla y llorar por su muerte, comenzó a negociar con los heteos para comprarles una propiedad para enterrarla. Los hijos de Het eran descendientes de Cam y Canaán (Génesis 10:15). Abraham se presentó delante de ellos con la debida cortesía, identificándose como “extranjero y forastero”, y les rogó venderle la cueva de Macpela (23:1–9). Ellos por su parte, le ofrecieron regalársela, pero Abraham insistió en comprarla. Al fin se la vendieron, pero no sólo la cueva, sino toda la heredad, en cuatrocientos siclos de plata. Para aquel entonces era un precio bastante alto. Se hizo el pago en presencia de testigos, y Abraham quedó como dueño de la heredad y la cueva (23:10–20).
La compra de la heredad es señal de que Abraham nunca consideró la posibilidad de volver a Mesopotamia para enterrar a su esposa, sino que demostró fe en la promesa de Dios de darle la tierra a él y a sus descendientes.
Sara no fue la única en ser sepultada en la cueva de Macpela, sino que sirvió también de tumba para Abraham, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob.
La Esposa para Isaac 24:1–67
Siendo ya viejo Abraham, llamó a uno de sus criados, el que gobernaba sobre todo lo que tenía, y le hizo jurar que viajaría a su tierra para encontrar allí mujer para Isaac
El criado quería saber qué hacer en caso de que la mujer no quisiera regresar con él, indicando que sería mejor que Isaac fuera allá en persona, pero Abraham le ordenó que por ningún motivo volvería su hijo a esa tierra (24:1–8). La respuesta enfática de Abraham referente al regreso de su hijo a Mesopotamia se basa en todo lo que había ocurrido. La promesa acerca de la tierra tomaba en cuenta a los descendientes de Abraham. “¿Cómo se podría haber llevado a cabo si el hijo se casara en Mesopotamia?
Según la costumbre de aquel entonces, el criado puso su mano debajo del muslo de Abraham su señor, y juró cumplir sus órdenes. Luego tomó diez camellos de su amo y toda clase de regalos, y llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor (24:9–10).
Cuando Eliezer llegó a su destino, oró al Señor que la doncella a quien él pidiera agua, la diese a él y a sus camellos. Apareció una muchacha muy hermosa que en efecto hizo todo lo que él le había pedido a Dios. Dar de deber a diez camellos significaba mucho esfuerzo, porque esos animales toman mucha agua. Luego, el criado le dio unas joyas de gran valor, y le preguntó acerca de su familia. Ella le dijo que era hija de Betuel, hijo de Nacor y de su esposa Milca (24:11–24). Además, le informó que había mucho forraje en su casa y lugar para posar (24:25).
EL HOMBRE ENTONCES SE INCLINO,
Y ADORO A JEHOVA.
Por intervención de Rebeca, Eliezer y los hombres que lo acompañaban fueron invitados a pasar la noche en casa de Betuel.
Labán, hermano de Rebeca, dio paja y forraje a los camellos, y agua para que Eliezer y los hombres que con él venían se lavaran lo pies. También le dieron de comer, pero antes de hacerlo, el criado les contó cómo Jehová lo había guiado en su camino y les declaró el propósito que lo había traído. A continuación preguntó a la familia cuál era su voluntad acerca del asunto (24:26–49).
Labán y Betuel respondieron en forma afirmativa y dieron crédito a Jehová por la manera en que había guiado todo el asunto (24:50–51). El siervo también adoró al Señor al recibir una respuesta tan maravillosa (24:52). La entrega de alhajas de gran valor como dote matrimonial era una costumbre.
La participación de Labán en esta decisión estaba de acuerdo con las tradiciones de entonces. En esa sociedad, el hermano y el padre de la novia la entregaban en matrimonio.
La respuesta de fe de parte de Betuel y Labán da la idea de que Abraham tenía cierto conocimiento de que la fe se hallaba presente en esa parte de su familia. Probablemente por eso quería escoger esposa para su hijo de entre sus parientes y no de entre las mujeres cananeas. Véase 2 Corintios 6:14.
Satisfechos, comieron, bebieron y durmieron. A la mañana siguiente el criado intentó emprender el viaje de regreso. Le suplicaron que permaneciera entre ellos por un plazo de diez días, pero él insistió en retirarse. Entonces dejaron a Rebeca decidir el asunto. Como ella estuvo de acuerdo en irse, la despidieron enviando con ella a su nodriza. Antes de emprender el viaje, pronunciaron sobre Rebeca la siguiente bendición: “Sé madre de millares de millares. Y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos” (24:53–60). Entonces se levantó Rebeca con sus doncellas y siguieron al siervo de Abraham (24:61).
A su regreso, el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Isaac “tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló después de la muerte de su madre” (24:62–67).
¡PENSEMOS! |
Reflexione sobre esta hermosa historia. ¿Qué lecciones espirituales se desprenden? Apunte todas sus observaciones. ¿Cuál es la frase que el criado repite con más frecuencia? |
Los Ultimos Días de Abraham 25:1–18
“Abraham tomó otra mujer”, dice Génesis 25:1. Su nombre era Cetura. En 1 Crónicas 1:32 hay una referencia a ella como concubina, y en Génesis 25:6 se menciona que tuvo “hijos de sus concubinas”. Parece que Abraham creía en el matrimonio monógamo porque tuvo relaciones con Agar sólo por insistencia de Sara y en la narración bíblica de su biografía, no se hace referencia a otras mujeres en su vida. Hay la posibilidad de que Cetura fuese la mujer con la cual se casó legalmente después de la muerte de Sara, y que la llamen concubina porque él no quiso elevar a nadie al nivel de la madre de Isaac, el hijo de la promesa.
De ese matrimonio nacieron seis hijos. Es posible que al volver a casarse, Abraham estuviera pensando en la promesa de 17:4 de que sería padre de una muchedumbre de gentes o naciones. De estos últimos hijos se formaron muchas otras naciones a través de los años.
Abraham dio todo lo que tenía a Isaac, y envió a los otros hijos lejos de él, probablemente para evitar que se disputaran entre sí la posesión de Canaán. Isaac era el heredero único de esa tierra. Pero Abraham no envió a sus otros hijos con las manos vacías. Les dio dones, probablemente lo necesario para establecerse en otros lugares (25:2–6).
Abraham murió cuando tenía ciento sententa y cinco años. Para entonces, sus nietos Jacob y Esaú ya tenían quince años. Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron en la cueva de Macpela (25:7–10). La presencia de Ismael indica que había habido una reconciliación entre él y su hermano.
Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo de manera muy especial a Isaac, quien se fue a vivir “junto al pozo del Viviente que me ve” (25:11), donde se había aparecido El Roi (Dios que ve) a Agar (16:7–14) y a donde Isaac solía ir a meditar (24:62–63). De modo que vivió en un lugar muy especial, precisamente donde Dios había contestado su oración.
Las Generaciones de Ismael 25:12–18
La razón de que se mencione otra vez a Ismael obedece al hecho de que era hijo de Abraham y había recibido la promesa de que Dios haría de él una gran nación (21:18). Sus descendientes se establecieron en el centro y parte norcentral de Arabia, al este de todos sus hermanos. Ismael murió a los ciento treinta y siete años (25:12–18). No se dice nada de su fe, pero es posible que la hubiese adquirido debido a la relación con su padre.
Collins, A. (1992). Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ comenzó todo (Génesis) (60). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.