Los imprevistos
por Antonio de la Vega
Casi puedo mirarlo, sentado con la pluma en la mano, dispuesto a escribir. ¿Qué será esta vez?, ¿Quién será el elegido?, silenciosamente mira desde su ventana, busca, investiga y te encuentra a tí.
Comienza entonces su escrito, quizás con la fecha de hoy para registrarlo en la historia, lo más interesante es que todo lo que escribe se cumple, todo lo que piensa se hace. Nada es por casualidad, nada al azar, todo lo que escribe lo ha pensado cuidadosamente mientras por su ventana mira y busca su pluma como toda buena pluma no tiene borrador, todo lo que ella escribe debe quedar registrado, casi puedo mirar que después de cada escrito hace una pregunta y deja un par de renglones para registrar posteriormente la respuesta. Por otro lado, busca al segundo, porque generalmente necesita dos o más para completar su registro y lo encuentra, ya son dos: tú y ese otro segundo, casualmente estaba un poco cerca tuyo, quizás demasiado cerca, el escritor bien podría unirlos en una sola historia. ¡Y efectivamente, que sería uno sin el otro!.
En la parte superior del libro puedo leer: «el tiempo de las oportunidades» él se inclina sobre el papel, mira por segunda vez desde su ventana y comienza Día 4to del mes décimo del año 2003 Juan «el segundo» está solo, triste, ha perdido algo valioso en su vida, quizás lo más valioso, ha perdido la esperanza, tiene tantos problemas que ya no puede pensar, se ha quedado solo, rodeado de gente, pero solo, sonriendole a todos, pero triste, con apariencia de vivo, pero muerto muy en el fondo del corazón queda un hilo de ilusión que pende de la nada del recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue él no necesita sermones, palabras desafiantes, super cultos de ministración, mucho menos exhortaciones, es de los que «supuestamente», ya todo lo ha oído, ya todo lo sabe, ya todo lo ha vivido y al final qué? Tú «el primer elegido», estás bien, un poco cansado, quizás un poco atareado por el trabajo, la casa, el estudio, con poco tiempo en realidad. Es de los que dice: ¡nunca me alcanza el tiempo para nada¡, ¡tengo tanto que hacer¡, ¡ahora no puedo, tal vés mañana¡ pero eres el elegido el escritor continua: ¡le confiaré al corazón de mi elegido la necesidad de hablar con Juan «él segundo» y escucharlo, sé que está muy ocupado, pero ha designado dentro de sus muchas tareas un tiempo, lo llama «el tiempo de los imprevistos», es esa cantidad de tiempo que tiene reservada para cuando el deber lo llame, sobre todo cuando el deber viene dado desde la ventana del escritor.
Por esas cosas curiosas de la vida, tú y Juan misteriosamente se encuentran, tú con la carga, Juan con la necesidad y ese ese, es precisamente el momento en que el escritor de nuevo toma su pluma y sobre los dos renglones que había dejado en blanco se dispone a escribir la respuesta, la pregunta es clara: ¿cuál será la reacción de cada uno?, ¿escucharás tú a Juan, o no tienes tiempo?, ¿ecuchará Juan el consejo, o no ha aprendido a escuchar la voz de Dios?, en fin efesios 2,10 cita: « pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduvieramos en ellas. ¡Claro, ese es el punto!, el encuentro entre tú y Juan, Dios «el escritor» lo preparó de antemano, como la vez en que el indigente te pidió alimento, como cuando sentiste la tristeza de un amigo y no hiciste nada al respecto, como cuando te resentiste con tu madre y tuviste todo el día para pedirle perdón pero el orgullo pudo más, como el momento en que tú amiga se quedó sin trabajo, por ende, sin alimento y descubriste que tenías el dinero para ayudarle pero por alguna curiosa razón se te olvidó.
Hoy, como ayer, el escritor está afinando su pluma, ya le puso la fecha a la hoja para registrarlo en la historia, quizás vuelvas a ser el elegido, porque Dios sigue siendo «el Dios de las oportunidades», es el momento de reinvindicarse, de demostrar que tienes tiempo para «los imprevistos», que han sido escritos de antemano. No sea que te pase como el jóven en Marcos 14,51 «pero cierto joven lo seguía, cubierto el cuerpo con una sábana. Lo prendieron, pero él, dejando la sábana, huyo desnudo». La historia de él escrita es vergonzosa, será recordado por siempre como el jóven que ante las oportunidades huye desnudo, gracias a Dios no se menciona su nombre. Pero el tuyo sí. Ef. 5,15 Miren con diligencia como andan, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo porque los días son malos. Nunca sabrás el alcance tan positivo que tus palabras o tus actos tendrán cuando Dios te presenta la oportunidad para decirlas o realizarlos.