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Los momentos privados del ministerio

Los momentos privados del ministerio

por Gordon MacDonald

La vida privada del líder de una iglesia no debe ser tiempo de segunda clase; es una oportunidad para «apartarse y descansar».

En el delicioso libro de Walter Trobisch Yo me casé contigo, se registra una intensa conversación entre el autor y la esposa de Daniel, un pastor africano. Ellos, Walter y Esther, están sentados a la mesa en el hogar de ella esperando a que Daniel se les una después de un servicio de domingo a la mañana en el cual Walter dio una charla sobre el matrimonio. Ahora están sentados frente a una magnífica comida preparada por Ester. Pero el problema es Daniel: El no está allí. Y el hecho irrita a Ester en forma creciente, sabiendo que su marido está simplemente afuera conversando con miembros de la iglesia que no se deciden a marcharse. El parece no darse cuenta de que está ignorando a su invitado y ofendiendo a una esposa molesta que ha hecho lo mejor que pudo para proveer una hospitalidad genuina.

Incapaz de ignorar los signos de la frustración de ella, Trobisch le dice a Esther:

-Tú sufres y sientes vergüenza por mí-.

Después de recuperar su compostura, ella responde:

-Amo mucho a Daniel, pero no es un hombre puntual. No me molesta trabajar duro, pero deseo planear mi día y tener orden en mis tareas. El es un hombre que actúa por impulso. Es un pastor excelente. La gente lo quiere mucho, pero temo que también se aprovechan de él-.

En la base de la preocupación de Ester está el problema del tiempo. Ella y Daniel disienten en cómo usarlo adecuadamente. ¿El resultado? Cada vez son más ineficaces en hacer las cosas con las cuales se habían comprometido originalmente, y el problema del tiempo está comenzando a tener un efecto corrosivo en su relación matrimonial.

Cuando lo entendemos y administramos correctamente, el tiempo es, fácilmente, uno de nuestros mejores amigos. Cuando no lo apreciamos y lo manejamos mal se convierte en un enemigo formidable. Peter Drucker, entre otros, ha explicado con toda claridad que el asunto del tiempo está en la base misma de la efectividad que tenga uno como líder y administrador. En su libro, El ejecutivo efectivo, nos recuerda (con cuidado) que el tiempo es a) Inelástico, no puede ser estirado; b) Irremplazable, no puede ser reclamado; c) Indispensable, las cosas no pueden hacerse sin él.

El ministerio de Jesús en la tierra destaca algunos principios útiles acerca del uso general del tiempo. No es nada nuevo el señalar que Jesús no mostró jamás signos de estar apurado, presionando o jugando a lo que llamamos «agarrar la pelota». Mientras que seguramente El estaba a veces físicamente cansado, nunca se mostró emocionalmente frustrado a causa de la falta de tiempo, algo que vemos muy a menudo en el actual ministerio cristiano.

Leemos que Jesús ignoró a grandes multitudes para hablar extensamente con doce hombres. Lo vemos durmiendo en un bote, salteando una comida para hablar con una mujer e interrumpiendo un encuentro con una gran cantidad de adultos para estar con niños. Interesantes usos del tiempo.

Seguramente, al ver la forma extraña en que Jesús invertía las horas de su vida, algunos debieron mover negativamente su cabeza. Nunca se equivocó en el uso de su tiempo y su ministerio fue de apenas treinta y tres años. No deberíamos olvidarnos nunca de esto.

MITOS SOBRE EL TIEMPO ENTRE LOS LÍDERES CRISTIANOS

Debemos explicar ciertos mitos sobre el tiempo; mitos que nos hemos estado enseñando mutuamente durante muchos años.

Mito 1- Somos individualmente responsables de la salvación del mundo entero.

Pueden reírse por lo absurdo de esto, pero muchos de nosotros actuamos como si creyéramos realmente esta afirmación sin sentido. La fuente del mito yace en nuestro empuje para igualar el poder que, imaginamos. Dios nos dio.

Además, no nos gusta que nos dejen fuera de lo que otros están haciendo. Así nos encontramos queriendo hablaren cada conferencia denominacional, ser miembros de cada junta que nos invita, consultados por cada asunto que encara nuestro grupo y queriendo ser amigos de cada luminaria en nuestro horizonte.

Sucumba al mito y el final trágico llega cuando, con desaliento, usted se da cuenta que nunca conoce a suficientes personas, que nunca podrá asistir a todas las conferencias y que nunca encontrará tiempo para ir a todas las reuniones de la junta. Lentamente nos damos cuenta que no podemos salvar a todo el mundo, pero en cambio, podemos hacer una buena muesca en nuestro mundo.

Mito 2 – El tiempo se está acabando; queda muy poco de él.

¿Corro el riesgo de ser desechado por parte de mis preciados amigos en la fe cuando me aparto públicamente de las filas de aquellos que piensan que la «medianoche» está sobre nosotros y no hay un instante que perder? He dejado de admirar al hombre con impulso. Ahora mi admiración apunta cada vez más a la persona que, como el granjero, ha aprendido a tener paciencia; que las mejores cosas crecen con tiempo y todo lo que podemos hacer es seguir la secuencia lógica de plantar, cultivar y cosechar. No se puede aumentar la cosecha por apurarse frenéticamente.

He sido empujada toda mi vida por los que predicen que la destrucción del mundo está a la vuelta de la esquina. Si yo hubiera respondido a sus predicciones, sería un hombre de todavía mediana edad pero ya desperdiciado. Si bien estoy seguro de que la destrucción del mundo o el regreso inminente de Cristo podrían ocurrir hoy, también estoy dispuesto a actuar como si tuviera otros mil años por delante.

Mito 3 – Un pastor debe estar disponible constantemente para cualquier emergencia.

Cuando era un pastor joven, fui criado con la idea de que un llamado al ministerio significaba que mi tiempo le pertenecía día y noche a la congregación, cincuenta y dos semanas por año. Con mucha frecuencia escuché murmullos de admiración refiriéndose al hombre dedicado que nunca se toma un día libre, que rara vez se va de vacaciones y que está accesible al instante. Hubo un tiempo en que creí realmente en esta clase de vida, y me sentía culpable porque me resentía ante sus exigencias.

Creo todavía en una disponibilidad razonable como pastor. Pero ya no tengo más el miedo a desconectarme de mi gente cuando llega el momento de buscar soledad o tiempo con mi familia o momentos gozosos de vivir en este

mundo maravilloso. En mis veinte años de pastor en tres congregaciones, solamente me he enfrentado a unas pocas situaciones en las cuales mi presencia fue requerida al instante.

El pastor no es el único ministro en una congregación con laicos comprometidos. Recordé este hecho en una reciente velada. Mientras que yo conducía nuestro servicio de mitad de semana, cuatro de nuestros ancianos pastores estaban ungiendo y orando por un paciente en el hospital y dos ancianos y sus esposas estaban pasando la noche con un hombre que se estaba muriendo de cáncer. En ninguno de los dos casos se requirió mi presencia.

Mito 4 – El descanso, la recreación, los pasatiempos son usos poco dignos (de segunda clase) del tiempo.

¿Recuerdan ustedes la pregunta intimidante que se nos hacía a muchos de nosotros cuando éramos jóvenes?: «Si Jesús viniera cuando estás haciéndolo (viendo una película, besando a tu novia, o haraganeando con tu barra de amigos en el bar), ¿Querrías que te encontrara en esa situación?

Esa pregunta, aparentemente dejada en la adolescencia, tiene una forma persistente de proyectarse en la madurez. Puede surgir de la conciencia cuando nos preguntamos qué pensaría Jesús si viniera y nos encontrara jugando a la paleta, pescando en el río, asistiendo a un concierto o, sueño de sueños, viendo el mejor partido del fútbol nacional.

¿Por qué tanta inquietud en cuanto al descanso, la recreación y los pasatiempos? Porque hemos clasificado, sin querer, nuestro tiempo como «bueno», «mejor» o «el mejor».

Pensamos que el ministerio es tiempo de primera clase y todas las demás actividades son de segunda o de tercera. ¡Falso! Yo no creo que sea así. En primer lugar, el Dios de la Biblia está tan complacido cuando sus hijos juegan como cuando trabajan. En segundo lugar. El sabe que si sus hombres tienen la medida debida de esparcimiento, tendrán más y mejor tiempo ministerial.

Mito 5 – Es atractivo, hasta heroico, desgastarse, sufrir un colapso y aun estallar en sus relaciones si puede probar que su amigo, su esposa o su congregación lo han dejado por su trabajo ministerial.

Aunque no quisiera despreciar al santo que ha dado su vida por causa del evangelio, también es correcto llegar a la vejez con un ministerio que se va completando, que llega «in creciendo» con un gran cúmulo de sabiduría y experiencia que será transmitida a la siguiente generación. Necesitamos el ejemplo del hombre que lo ha dejado todo y «lo ha seguido a El», pero necesitamos también el modelo del hombre que ha mantenido un buen matrimonio, discipulado a hijos e hijas piadosos y que tiene algo que decir desde la respetable plataforma de la vejez.

Si hay inspiración en un Enrique Martyn y en un David Brainerd, quienes murieron ambos siendo jóvenes, hay mucho también que decir a favor de un Stanley Jones y de un L. Nelson Bell quienes murieron en sus ochenta, dejando un depósito de discernimiento disciplinado y acumulado.

Mito 6- La familia del líder cristiano renuncia automáticamente a sus derechos al liderazgo espiritual y familiar de su padre (o madre).

Una generación anterior de misioneros dejaban frecuentemente a sus hijos al cuidado de otros y se iban a otras partes del mundo. Trabajaban bajo la ilusión de que si ellos eran fieles al ministerio, Dios les garantizaría el crecimiento y desarrollo de sus hijos. Desgraciadamente, una porción significativa de estas personas encontraron que no era así.

Los que estamos en el ministerio cristiano no deberíamos tener familia si no nos comprometemos a cuidarlos y a criarlos adecuadamente nosotros. No es algo que les corresponde a otros. A los comienzos de mi vida pastoral me acerqué a un viejo predicador y le pregunté, «¿Qué es lo más importante: Mi familia o la obra del Señor?» Su respuesta aún permanece en mí: «Cordón, tu familia es la obra del Señor».

Recuerdo a un joven seminarista que fue a un pastor mayor a preguntarle si podría predicarle a él y a la que sería su esposa, en algún momento en su noche de bodas, después de la celebración, como un símbolo de las prioridades en su matrimonio. El pastor viejo, sabiamente, le dijo que su idea era absurda y que hay mejores cosas de las que pueden ocuparse una novia y un novio en su noche de bodas.

Cuando se es una persona en el ministerio y se trata de aprovechar todo el tiempo para el Señor, encontraremos muchas actividades, materiales y recursos disponibles para ocupar todo el tiempo. Cosas para hacer en el Reino no faltan. Pero otra dimensión de nuestras vidas andará mendigando.

Es la cuestión de cómo usamos la cantidad de tiempo privado que nos pertenece.

Un ejecutivo me dijo: «Estoy alarmado en cuanto a la pobreza de calidad de mi tiempo fuera de mi trabajo. Pareciera como que todo lo que hago es correr a esta o aquella reunión. Casi no tengo tiempo para sentarme tranquilamente y conversar con mi mujer, de ponerme al día con mis propios sentimientos. Francamente, estamos ambos tan cansados con este correr incesante que hasta la dimensión sexual de nuestras vidas se está resintiendo. Estamos perpetuamente exhaustos.»

Este es un punto donde los pastores, los hombres de negocios y los médicos tienen un problema similar. Nuestro trabajo y las exigencias que pesan sobre nosotros parecen expandirse hasta ocupar todo el tiempo que poseemos. Y mientras permitamos que esto suceda, estaremos siempre preguntándonos dónde y cuándo termina todo esto.

El mundo del tiempo privado

Creo en la necesidad de tener un calendario. Mi esposa y yo hemos tenido un calendario general durante muchos años. Seis a ocho semanas por adelantado escribimos en letra de imprenta los diversos tipos de tiempo privado. Los ponemos en el calendario antes que los eventos de la iglesia comiencen a aparecer.

¿Cuáles son algunos de los momentos de descanso necesarios para nosotros en el ministerio? ¿Les sorprendería si yo les dijera que mi primera necesidad como persona es tener tiempo en soledad? Esto incluye soledad espiritual, cuando puedo comulgar con Dios como lo hizo Cristo mismo, pero también incluye tiempo para pensar, para hacer ejercicio, y para estar conmigo mismo. Cuando estamos constantemente en medio del ruido y de la vorágine de personas y programas, nos es muy difícil aun meditar o pensar, y la falta de tiempo para hacer estas cosas inhiben nuestro crecimiento.

Con cierta regularidad introduzco en mi horario un día en el cual estar solo para caminar, sentarme o remar en una canoa por el río. Cuan vitalmente importante es estar silencioso por un rato. En los tiempos en soledad, mi mente y mi espíritu se convierten nuevamente en una fuente de ideas y posibilidades. Soy capaz de catalogar los asuntos con los cuales estoy luchando personalmente, ya sean cuestiones de fe, trabajo o relaciones.

Naturalmente, este tiempo en soledad se amplía para incluir a nuestras esposas. En nuestro hogar, pensamos que nuestro matrimonio es un don para nuestra congregación siendo un modelo de relación cristiana. En consecuencia, mi esposa y yo hemos comprendido la importancia de aprovechar al máximo las oportunidades de conversar juntos, de modo que nuestra relación permanece sana y entera. Buscamos tener tiempo a solas, hablar diariamente sobre lo que cada uno ha hecho durante el día. A este encuentro lo llamamos nuestro tiempo de devoción marital; y, porque creemos que es importante tenerlo no bien llego a casa, generalmente la llamo a mi esposa cuando salgo de la oficina.

Estos mismos principios se aplican a nuestros dos hijos adolescentes, por lo que también nos esforzamos para estar con ellos.

La hora de la comida es inviolable en nuestros horarios, y a pesar de que somos todos personas muy ocupadas, todos sabemos que la familia tiene una cita cada día a la hora de la cena por el término de una hora. «Como por un descuido», cuando estamos reunidos en esa hora, el teléfono está siempre descolgado. También manejamos así el teléfono durante momentos de discusión familiar, en períodos cuando el estudio o la meditación son extremadamente necesarios, etc. Hemos aprendido a no dejar que el teléfono nos esclavice.

Mi esposa y yo hemos aprendido ya hace varios años que necesitábamos tener la disciplina de lo que he llamado tiempo de devoción marital. Nuestros hijos han sido bondadosos al reconocer la necesidad que tenemos de esto y se han evitado muchas interrupciones innecesarias cuando Mamá y Papá están charlando a solas. A causa de que mi esposa ha centrado principalmente su vida en el hogar como esposa y madre, el tiempo de devoción marital es una necesidad mayor aun, de esa manera puedo yo compartir y participar con ella las cosas que he estado haciendo afuera en el mundo, las cuales ella ha hecho posible manteniendo la base del hogar.

Hemos aprendido la ley del tiempo de calidad, cuando estamos reunidos como familia o en pareja, ponemos atención en que nuestra actitud mental sea aguda y alerta, en cómo nos vestimos y en nuestro trato mutuo.

Estas son las cosas que hubiéramos hecho por los miembros de la iglesia, ¿Por qué no por nuestra gente más cercana? Yo solía tener el hábito de «desarmarme» los lunes a la mañana e ir a tomar el desayuno sin afeitarme, sin lavarme y generalmente en pijamas. Mi señora me señaló que si yo me vestía para Dios y para la congregación como lo hacía los domingos, ¿Qué es lo que yo le comunicaba a ella por la forma en que me vestía o no me vestía los lunes a la mañana? No necesité mucho para entender.

Demasiados hijos y esposas ven al líder cristiano después de un día de trabajo, cuando él o ella están exhaustos y no les queda nada de fuerza para dar. Hemos tratado de organizamos de modo de brindamos parte de nuestro mejor tiempo cada mes cuando nuestras mentes, emociones y cuerpos están alertas y vivos.

Hemos debido aprender a conjugar nuestros pasatiempos con las necesidades de la familia. Ya tempranamente caí en la cuenta, en mi vida familiar, que no podía ir en pos de una vida recreacional con mis amigos y aun tener suficiente cantidades de tiempo para ir en pos de una segunda vida recreacional con mis hijos. En consecuencia, elegí ya entonces hacer cosas en las cuales mis hijos me pudieran acompañar: Remo en canoa, camping, caminatas y otras actividades donde nuestro ejercicio y el estar juntos pudieran extenderse al máximo. Temo que demasiados padres gastan cantidades enormes de energía en las canchas de tenis, de golf y en gimnasios con otros adultos y luego se preguntan por qué nunca tienen el tiempo apropiado para sus hijos. Admito, con el propósito de ser transparente, que me ha sido fácil adoptar esta doctrina ya que soy un pésimo jugador de tenis y rara vez convertí algún gol (aun jugando con los niños de la iglesia).

Es una antiquísima ad venencia: Conócete a ti mismo. Pero tan significativa como ésta es la propuesta: Conoce tu tiempo. Si no lo conocemos no podemos administrarlo; difícil es en ese caso rendir cuenta del tiempo e innecesaria y trágicamente malgastado. Eso no puede complacer a Dios; ello no puede llevar al máximo nuestra efectividad como líderes espirituales. Pero aprendiendo cómo disponer del tiempo privado en nuestras vidas, podemos aumentar las posibilidades de ser más capaces (alertas), más efectivos, y en consecuencia, ser la clase de personas que Dios quiere que seamos y que nuestras congregaciones necesitan.

Apuntes Pastorales

Volumen V Número 2