Texto del evangelio Mt 6,19-23 – tu cuerpo estará luminoso
Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
19. «No se amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
20. Amontónense más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
21. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22. «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
23. pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Reflexión: Mt 6,19-23
Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!

Mateo 6,19-23 tu cuerpo estará luminoso
¿Cómo hacer para convencernos que no vale la pena acumular nada en este mundo? Nada, absolutamente nada nos podremos llevar, ni nos servirá en el Cielo. Nos guste o no, hemos de darnos cuenta que aquí estamos de paso, estamos peregrinando, como el Pueblo escogido, por el desierto. Ellos estuvieron 40 años, conducidos por Moisés, nosotros pasaremos toda nuestra vida, que pueden ser más o menos años, pero en cualquier caso estaremos de paso…Y todo lo que nos parece una increíble diferencia entre lo que unos y otros vivimos, es nada comparado a la Eternidad. Lo hemos dicho antes, los tiempos de Dios son completamente distintos a los nuestros. Nuestras vidas, por más largas que puedan parecernos, pasan como un abrir y cerrar de ojos.
Ayer conocía un hermano Cursillista, fundador de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) en Mollendo, puerto y balneario de Arequipa (al sur del Perú). La situación nos hacía reflexionar inevitablemente en nuestra fugaz vida y no dejaba de tener un matiz jocoso, pues mi interlocutor me comentaba todo el esfuerzo que había desplegado para volver a reunir a los miembros de la JOC, y como cuando finalmente lo logró, los encerró en un recinto, obligándoles a prometer que se empeñarían en revivir esta agrupación, para dejarlos salir, ya que esta había evitado que muchos de ellos se pierdan sin remedio.
Lo gracioso es que mi amigo Mario tiene a la sazón 76 años, y aunque acaba de escribir un libro y está empeñado en publicar muy pronto otro, lo que habla de su perseverancia en la vida cristiana, ya que ambos libros constituyen testimonios de fe, es claro que ni a él ni a sus amigos podría considerárseles integrantes de una agrupación juvenil como las siglas JOC lo sugieren.
Pero exactamente como pasa el tiempo y se van borrando los recuerdos en nuestras frágiles memorias, todo lo que un día atesoramos se escurre como agua entre nuestros dedos. No hay nada que nos podamos llevar y cuando lleguemos a la ancianidad, habrá muy poca diferencia entre el rico y el pobre: ambos, por un tiempo seguramente, necesitaremos que nos lleven, que nos traigan, que nos den de comer, que nos tengan paciencia, que nos aseen y nos pongan pañales, hasta que dejemos en forma definitiva este mundo.
Por lo tanto, ¿qué ganamos esforzándonos en tener 2, 3 o más casas, una gran cuenta bancaria y varios coches, si al final no podremos hacernos cargo ni de nosotros mismos y si nos tocan hijos mal agradecidos o muy “prácticos y modernos”, antes que tener que lidiar con todo esto y terminar cambiando pañales a sus padres, aseándolos y dándoles de comer, nos enviarán a un asilo e incluso, olvidándose de lo que somos, considerarán la posibilidad de hacernos aplicar una inyección letal “para que no suframos”, como solíamos hacer antes con los animales domésticos.
Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
¿Cómo hacer para que los jóvenes no sigan obsesionados en acumular, en tener cuanto antes toda la riqueza que les permita “disfrutar de la vida”? ¿Es que debemos esforzarnos por disfrutar esta vida, a cualquier precio? ¿Es que estamos aquí para alcanzar esta meta? Nadie en su sano juicio podría oponerse a que alguien disfrute de la vida. Si fuéramos nosotros, qué mejor. Pero hacer de este el propósito de la vida, sin lugar a dudas constituye un error de enfoque. Quien así piensa, está ciego; tiene un ojo malo; está confundido; se ha equivocado de perspectiva. Camina a oscuras.
Desde el punto de vista cristiano, desde el punto de vista que el Señor hoy nos revela, no estamos aquí para disfrutar, lo que no quiere decir que disfrutar sea malo. El Señor ni si quiera se ocupa de ello. Estamos aquí para amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Solo amando estaremos acumulando tesoros donde no entra el ladrón, ni la polilla. Estos son los tesoros que cuentan y nos ganarán la Vida Eterna. Son los únicos que interesan. Los demás son efímeros y no valen nada comparados a los tesoros del Cielo. ¡No nos dejemos engañar!
Estamos de paso por este mundo, por más largo que nos parezca el tiempo que logramos vivir. Procuremos los Bienes del Cielo, que ninguno de los que acumulemos aquí nos servirán para nada allí, ni si quiera nuestros cuerpos. Dios y el Dinero son incompatibles, así que elijamos de una vez a Dios, que el Dinero solo nos llevará a la perdición. Elegido el Camino, dejemos que sea Cristo quien lo ilumine a través de la oración, la Eucaristía, la Virgen María y el Espíritu Santo. Que amar sea nuestra consigna.
Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Oremos:
Padre Santo, permite que sea Cristo Jesús el que ilumine nuestras vidas con su palabra. Que no nos dejemos tentar y engañar por las riquezas, el placer, la comodidad, la soberbia y las ilusiones de este mundo.…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

Mateo 6,19-23 tu cuerpo estará luminoso
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