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¿Muros… o puentes?

¿Muros… o puentes?

por Roberto Passo

En el año 1954, para ser más preciso en el mes de junio, a los 18 años y por primera vez entraba en un templo evangélico. Tenia todos los temores propios de un judío; temor a encontrarme con un grupo de antisemitas, que me acusaran de que mis antecesores mataron a Jesús, etc. Este es el pensamiento en general de los judíos.

Tenia temor a que algún Goin (un no judío, algún gentil) se burlara de mí por ser judío, temor a que me obligaran compulsivamente a «convertirme al cristianismo», como lo recuerda aún todo judío que vivió los tiempos de la inquisición en España, en 1492. Entonces, la reina Isabel («la Católica»), instigada por su sacerdote confesor Torquemada, obligaba a los judíos a escuchar los sermones en las iglesias católicas y los obligaban a cristianizarse. Debían abandonar su judaísmo o eran expulsados de España y otros países, confiscándoles todos sus bienes. Muchos judíos sefardíes salieron de España, otros simularon convertirse (a éstos se los llamaba «marranos»). ¡Cuántas desconfianzas y barreras; cuánto rencor y resentimiento arrastra cada judío «en su aguda tradición oral de los 2.500 años de antisemitismo»!

Contrariamente a lo que esperaba de los goins, mi sorpresa creció cuando escuché el sermón; hablaba de Isaac, como se llamaba mi abuelo, de Ester, como mi abuela. La experiencia mayor me cuando recitaron «Romanos 1.16: «porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego»

Esto sí que no lo esperaba. (Nosotros los judíos; tan despreciados! ¡Que se diga: «al judío primeramente»! Eso fue un impacto que llenó mi alma de emoción. Luego se completaría el gozo con el amor de los hermanos al saludamos y orar por los descendientes judíos. Es muy cierto el dicho: «la mitad del mensaje se predica desde el pulpito; la otra mitad se lo comparte en el atrio».

En nuestro ministerio a los judíos nos damos cuenta que hay palabras que son muros y otras que son puentes. Hay palabras que traen recuerdos muy tristes y se asocian a circunstancias muy traumatizarte para el pueblo elegido. Hay otras, en cambio, que al pasar por el oído de un judío le tocan la cuerda de su corazón de una forma especial. Se deben usar ciertas palabras y la actitud franca y amorosa; tender puentes para que «El velo de sus ojos se descorra y puedan ver al Mesías».

LAS PALABRAS

Por ejemplo, no usamos la palabra cruz (se asocia con los cruzados, aquellos que participaban de las cruzadas medievales «para rescatar la Tierra Santa de manos infieles). Usamos la palabra madero. No usamos la palabra convertir o alguna similar (eso le significa, de acuerdo al contexto católico, que debe abandonar si judaísmo) y esto es lo que jamás dejaría un judío en general. Esto significa, lisa y llanamente, traicionar a su Dios, a su tierra, a sus mártires, a su pueblo, a sus padres. Nosotros usamos la frase Volver a Dios, o completarse. No queremos que deje de ser judío, como Jesús no dejó de serlo ni ninguno de sus discípulos. No usamos iglesia, sino templo, o congregación. No decimos Jehová sino Adonai («mi señor». Recuerde que ningún judío de ninguna época llamó a Dios por su nombre). Antiguo y Nuevo Pacto, en lugar de Antiguo y Nuevo Testamento. En vez de Cristo o Jesucristo, decimos Mesías. Esto no es negar a Cristo sino tratar de comunicar mejor, sin herir susceptibilidades. En vez de evangelizar, usamos testificar. El puente se tiende hacia el judío cuando comprendemos cabalmente lo que dijo el Apóstol Pablo: «Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos» (1 Co. 9.20). Para testificar al pueblo judío hay que conocer su historia, sus luchas, su idiosincrasia. Es necesario desarrollar una plena identificación con el solo hecho de saludarlos. ¡Shalom! (paz). Al judío, el idioma hebreo le suena como campanitas de cristal.

Para testificarles hay que ir de lo conocido a lo desconocido; tenga en cuenta que sólo un 20% de los judíos son religiosos y conocen la Biblia. Hay que empezar enseñándoles el Antiguo Pacto, y luego decirles que el Nuevo Pacto está escondido en el Antiguo; que es el cumplimiento y el complemento. Nosotros les decimos que Jesús no vino a traer una nueva religión sino una nueva relación del hombre

LA PARTE ESPIRITUAL

Para el judío, la oración es una actividad conocida; enseñarles a orar, haciendo que ellos repitan la oración, es una experiencia extraordinaria. Conviene comenzar la oración con algo así: «Dios de Abraham, de Isaac y Jacob…». Señalemos en la oración algunos hechos que Dios hizo con Israel, como por ejemplo: que los sacó de la tierra de Egipto, que abrió el mar para que Israel pasara en seco, etc..

Reconocer frente al judío el regalo que recibieron del pueblo judío (las raíces de nuestra fe, la Biblia, los primeros misioneros, la primitiva iglesia. Jesús nuestro salvador y Mesías) es algo muy recomendable para hacer. También el tener una actitud franca; no de «abogado» sino como testigo de Dios; interés por sus problemas, el no ser compulsivos. Es muy provechoso practicar con el judío un evangelio personal, tener paciencia y orar «para que el Espíritu le descorra el velo».

Hablar de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas es de mucho valor para un judío; recuérdele que todo lo que está compartiendo tuvo origen judío.

Hay más de 300 profecías en relación a la venida del Mesías que muestran claramente, con Isaías 9.6-8, «que el Mesías nacería, que sería Dios y que su influencia será universal». Coteje con la persona judía estas profecías y su cumplimiento. Si puede, use una versión en castellano de una editorial hebrea (no le subraye la Biblia, eso es un sacrilegio).

La venida del Mesías en los ambientes judíos tiene varias interpretaciones. No lodos los judíos creen y piensan lo mismo. Hay un dicho entre ellos: «donde hay 3 judíos hay 5 opiniones». Y así es. Unos piensan que las características sociales de esta época no coinciden con la venida del Mesías (usan el pasaje Isaías 2.1-4) por lo tanto el Mesías no ha llegado, otros dicen que es el Estado de Israel y que, entonces, ya está desde hace 40 años. Están también los que dicen que ha venido y que está escondido en algún sitio. Según esta comente, cuando se den las condiciones de paz y justicia, se manifestará. Mientras tanto los Rabinos siguen discutiendo sobre «quién es judío».

¿QUE HACE QUE UN JUDIO SEA TAL?

El judaísmo no es una raza; los hay de distintos colores y razas: judíos blancos (ashkenasim), judíos morochos (sefardíes) negros o etíopes (falachan), etc. La religión no determina quien es judío ya que hay muchos ateos. Tampoco se es judío por haber nacido necesariamente en Israel (esos son los sabrás). En la diáspora (dispersión por todo el mundo) se calcula que hay unos 11 millones de descendientes de judíos. Se es judío por «ser descendiente de Abraham por parte de madre».

LOS JUDÍOS Y LA CONTROVERSIA

Los impedimentos para que el judío acepte al Mesías son varios. Señalaré los más fuertes que son, en general, los presentados como argumentos para no aceptar a Jesús como el Mesías prometido a Israel.• «El Mesías no vino, no nacerá de una mujer. No es posible». Aquí debemos citar las profecías y hablar de la soberanía de Dios. El nacimiento de Isaac fue un milagro, Abraham y Sara eran ancianos sin posibilidad de tener hijos. Dios realizó una obra genética allí.

• «Jesús no es Dios». Citar Génesis 1.26; «hagamos» menciona a Dios como Elohim (unidad compuesta. Heb. echad ). El «Yo soy» de Éxodo 3.14 lo comparamos con Juan 8.52-59. Usemos también las profecías de Isaías 9.6-8 y 7.14. Hágale la pregunta de Proverbios 30.4.

• «Los cristianos son todos antisemitas» (antisemita es sinónimo de «antijudío»). Dígale que no podemos juzgar a todos por unos pocos que eran religiosos sólo de nombre.

Los verdaderos cristianos aman al pueblo judío y saben que es el pueblo elegido por Dios. Hubieron cristianos que arriesgaron sus vidas por proteger a los judíos de los nazis. Por ejemplo. Come ten Boom, el rey de Dinamarca y otros. Hubo y hay cristianos que odian a los judíos, pero muchos de ellos no son realmente cristianos.

• «¿Dónde estaba Dios cuando murieron 6 millones de judíos? (en JAMI tenemos un tratado que explica esto). Debe serle sincero y decirle que no sabemos todo el misterio del sufrimiento humano, pero lo aceptamos en la seguridad de que Dios tiene un propósito. El es sabio, es justo, es amor y no hace nada caprichosa ni injustamente. Leer Isaías 55.8-9: nuestra mente es finita y no puede comprender la mente infinita de Dios. Les damos el ejemplo del alfarero (Jer. 18.1-8). El Estado de Israel es fruto del sufrimiento.

• «Ustedes quieren que deje de ser judío y eso no lo dejaré por nada del mundo». El judío cree que al aceptar al Mesías dejará de ser judío y esto realmente es muy grave; se sentirá traidor a su pueblo, a su Dios y a sus mártires. Debemos decir al judío que al aceptar al Mesías no deja de ser judío sino que se completa. Uno puede hablarle de cómo Dios comenzó con Abraham y luego hizo pactos progresivos con Israel; pactos que ellos que no cumplieron. El prometió un último y perfecto pacto con Israel (Jer. 31.31-33). Cumpliéndose el tiempo, vino el Mesías. Explicar Calatas 4.4, donde de esta manera la fe de Abraham se cumple con la venida del Mesías y el judío, sin dejar de ser tal, pasa a ser judío mesiánico. El Rabino Pablo no dejó de ser judío Ro. 11.1-2 Co. 11.22.

La religión judía es más antigua que el cristianismo. El Mesías ya estaba en el diseño de Dios. El tiene un plan salvador desde la eternidad hasta la eternidad y dijo: «Yo soy», eso declaraba su preexistencia. Jesús usó varias veces, en un contexto judío, el «Yo soy» que mostraba su preexistencia; «antes que Abraham fuera yo soy» dijo (Jn. 8.57-58).

Hay una gran cantidad de judíos que son ateos; ellos dicen que la Biblia es leyenda. Son más fáciles para testificar que un gentil ateo pues toda la historia de Israel es la historia del amor de Dios. Le señalamos al judío ateo cómo puede él comprobar científicamente el origen de Israel, la identidad judía, la preservación hasta nuestros días, aun cuando los imperios poderosos como Babilonia, Egipto, MedoPersa y otros han desaparecido. «No tienen argumento», les digo, «hay que tener mucha fe para no creer en Dios» después de todo lo que le vimos hacer con Israel.

LOS JUDÍOS DE NUESTRO CONTINENTE

En América Latina, Latina hay 800.000 judíos. En EE.UU. 6.000.000. Se calcula que en Argentina hay un 10% de judíos que aceptaron al Mesías. Los rabinos calculan que 500 judíos en EE.UU. aceptan a Jesús como su Mesías anualmente. Es la hora especial para Israel. Hay un genuino despertar de las iglesias cristianas por reconocer, amar y testificar a los judíos. Hay un interés marcado entre las comunidades judías en relación a la lectura del Nuevo Pacto y de Jesús.Al relacionamos con personas judías, sería muy bueno tratarlos como le aconsejaron los ancianos a Roboam: «sí te condujeres humanamente con este pueblo y les agradares, y les hablares buenas palabras, ellos te servirán siempre» (2 Cr. 10.6-7).

Cada judío es un testigo de la fidelidad de Dios. Debemos quitar los muros que nos separan y mostrar que Jesús vino a derribar divisiones para hacer, de los dos pueblos, un pueblo solo; tender un puente de amor y reconocimiento.

Martín Luther King, pastor bautista y Premio Nobel de la Paz, dijo: «Plantaré el manzano y le ayudaré a crecer, aun cuando no me recueste debajo de su sombra ni coma de su fruto, lo plantaré». Dios tiene un plan final para Israel: «ser, en medio de las tierras, bendición a todas las naciones». Será ese remanente de judíos, los que reconozcan al Mesías, quienes evangelizarán en la última y gran cosecha en Medio Oriente. Plantemos el manzano con visión de futuro en relación a lo que será Israel.

El autor es director de la Junta Americana de Misiones a Israel que provee los siguientes materiales de ayuda en la evangelización al pueblo judío: Tratados, Nuevos testamentos (edición profecías), Manuales, Casetos para testificar adecuadamente a judíos. Programas radiales (casetos), Cantos en hebreo (casetos). Audiovisual de Israel, Cursos sobre cómo evangelizara tos judíos.

Apuntes PastoralesVolumen VI – Número 3