¡No quiero terminar seco!
por Dr. Howard Rice
Cualquiera que sea la forma de nuestra propia vida espiritual, la tarea de mantener viva nuestra alma es la actividad más importante que podemos llevar a cabo como lideres. Sin enriquecer nuestra alma podemos secarnos y hacernos inmunes a las palabras y actos que forman el corazón de la obra.
Nadie que se encuentra en el ministerio es inmune a la triste realidad de comprometer sus sueños y traicionar su alto llamamiento. Sín embargo, existe esperanza para aquel que se ha propuesto no permitir que su alma se seque y llegue al cinismo. Solamente aquellas actividades que alimentan el alma nos van a mantener vivos espiritualmente. Las que siguen son algunas disciplinas espirituales que nadie debería pasar por alto.
1. Una disciplina espiritual eficaz es llevar un diario. Escribir nuestros pensamientos con frecuencia regular nos permite examinar qué asuntos se repiten en nuestra vida. Si nos descubrimos a nosotros mismos en medio de un tiempo de oscuridad cuando Dios parece distante y el trabajo resulta dolorosamente duro, revisar el diario en las páginas de otros momentos, puede servirnos de gran ayuda. Podemos descubrir patrones, tales como un tiempo en particular del año o algún nivel de actividad pastoral que causa ese tiempo de decaimiento. Por ejemplo, aunque no podemos evitar celebrar la Navidad, el recuerdo de navidades dolorosas en nuestra niñez puede que sea la fuente de gran dolor para nosotros en un tiempo del año cuando los demás parecen felices. Este conocimiento puede ayudarnos a pasar por la confusión de esos días oscuros.
Ese diario también nos permite esa mirada retrospectiva hacia los momentos en que nuestra fe parecía más genuina, la vida de oración más profunda y el ministerio más satisfactorio. Esos momentos ofrecen bendición y fortaleza en los días oscuros. Nadie vive en lo alto de la montaña todo el tiempo, pero releer las páginas del diario pueden afectar de forma significativa nuestro sentido de equilibrio. El diario nos recuerda los patrones de subidas y bajadas presentes en cada vida.
2. Otra disciplina espiritual útil es la de mantener un balance entre trabajo y recreación. Cuando encontramos placer en la recreación, bien sea en los deportes o en la actividad solitaria de cuidar del jardín, o en alguna tarea artística o artesanal, hemos encontrado la clave para evitar quedar absorbidos en el trabajo. Muchos pastores cometen el error de equiparar estar ocupados con ser fieles. No existe tal correlación. Estar muy ocupado puede ser una manera de querer evitar una situación que necesita atención. La actividad recreativa puede renovarnos, recargar nuestra batería espiritual, y hacer que seamos mejores pastores. Por supuesto, destinar tiempo para la recreación puede forzarnos a decir no a otras actividades.
3. Cuidarse a sí mismo es una disciplina espiritual que se practica diciendo no. Para algunas personas decir no parece como un acto de traición al Señor. Por el contrario, semejante acto puede señalar nuestra disposición de cuidarnos a nosotros mismos. Otra forma de cuidar de nosotros mismos involucra cuidar de nuestro cuerpo. Proteger nuestro cuerpo puede ser una forma de disciplina espiritual. Nuestro cuerpo es un don de Dios. Practicar actividades que destruyen nuestro cuerpo significa que fallamos en apreciar este don. Una dieta nutritiva, y ejercicio y descanso adecuado son formas en que cuidamos de nuestro cuerpo. Hay una relación directa entre cuidar de nuestro cuerpo y cuidar de nuestra alma.
4. La oración tiene una íntima relación con nuestro cuerpo. La fatiga o lentitud que vienen por comer en exceso nos dificulta para orar bien. La oración es el corazón de la vida cristiana. Necesitamos mantener viva esa disciplina en una forma apropiada. Todos los ministros se benefician mucho de esta disciplina privada, pero la forma puede diferir bastante de uno a otro. Algunos pastores descubrirán el gozo de la oración silenciosa, sin palabras audibles. Otros se benefician más al seguir un libro de oraciones, leyendo las grandes oraciones de los santos de Dios como una ayuda para su oración personal. Otros a su vez usarán pinturas, imágenes u otros objetos para ayudarse a tener un sentido de la presencia de Dios. También nos beneficiamos de los pequeños grupos de oración en los que podemos orar en voz alta sin preocuparnos de lo que los miembros puedan pensar.
La oración es un ejercicio de fe. Cada vez que oramos estamos procurando comunicarnos con el Dios de amor que se interesa por nosotros. En la oración damos por supuesta la presencia de Dios a quien buscamos para pedir ayuda para nosotros y nuestros amados. Nuestras oraciones son en sí mismas ayudas para la fe. La mayoría de los pastores practican con regularidad la oración de intercesión. No debemos descuidar la oración por nosotros mismos y nuestra familia a causa de nuestro deseo de ayudar a otros.
5. Entre las primeras en mi lista de disciplinas espirituales está celebrar la Cena del Señor. Para muchos cristianos de todas las denominaciones, la Cena del Señor es clave para la espiritualidad. ¿Cómo pueden los pastores recibir bendición de la Cena del Señor y a la vez dirigir la celebración? Estamos tan absortos cuidando de todos lo detalles y de que todo vaya saliendo bien que no recibimos los beneficios espirituales de esta ordenanza de Cristo. Los pastores pueden salir bendecidos de la celebración de la cena en dos maneras. Una, nos beneficiamos de la celebración frecuente. Si la celebramos a menudo, llega a ser parte de nosotros y entonces no nos preocupemos de qué tan bien la realizamos y los errores llegan a ser mínimos. Nuestra meta debe ser participar de la experiencia junto con todos los demás celebrantes. Dos, todo pastor se beneficia de aquellas ocasiones en que recibe la cena cuando otro pastor está oficiando en su iglesia o él asiste a la celebración en otra ciudad.
6. La otra disciplina primordial de la vida espiritual es la lectura de las Escrituras. La Biblia es una fuente importante de fortaleza solamente si la usamos para algo más que como fuente potencial de material para sermones. Todos los pastores necesitan descubrir la Biblia como un libro que nos nutre espiritualmente. Si la Biblia llega a ser un instrumento para nuestro encuentro con el Dios vivo, entonces crecemos al leerla. Sin embargo, si mientas leemos la Biblia estamos pensando acerca de un sermón o de una clase bíblica obtendremos solamente un valor utilitario. Todo pastor necesita recuperar la práctica de reflexionar y meditar en las Escrituras como se han acercado a ella los cristianos por siglos. Ese método de meditación de leer las Escrituras nos lleva a determinar el mensaje de Dios para nosotros hoy. El enfoque viene a ser el encuentro entre el lector y el texto. El propósito de este método no es aprender más sino encontrarnos con el Dios vivo.
Las disciplinas espirituales permiten a los ministros ser responsables de amarse a sí mismos. Amarse a uno mismo, en vez de ser una señal de egoísmo, es un aviso de que nos tomamos seriamente la necesidad de cultivar y desarrollar todo nuestro ser como un instrumento para servir a Dios. Debemos cuidar de todo nuestro ser de la mejor manera con el fin de servir eficazmente. Aquellas personas que están siempre sujetas al deber, pero que no sienten gozo es probable que no lleven a nadie a valorar y a apreciar el evangelio. Al celebrar el don que convierte a cada ser humano alguien único y especial, descubriremos que cuidar de nosotros mismos es un acto de fidelidad a Dios.
Todos los que son parte de las profesiones de ayuda a los demás necesitan alguna clase de disciplina para poder seguir adelante. La acción de ayudar a otros puede ser agotadora si no nos agenciamos de alguna manera de renovar nuestras fuerzas internas. Estas disciplinas equipan a las personas para un ministerio más eficaz al ayudarnos a conservarnos más saludables. No todas las disciplinas se practican fácilmente, y a algunas de ellas nos resistimos porque no vemos que vayan con nuestra personalidad. Esa resistencia puede ser una pista importante para ver si una determinada disciplina nos conviene. Por el otro lado, podemos sentirnos incómodos por un tiempo hasta que la disciplina se convierte en algo habitual para nosotros. Algunas disciplinas requieren tiempo a fin de tocar nuestro corazón y ayudarnos a crecer más en la persona que Dios quiere que seamos. Podemos hallar difícil discernir si nuestra lucha con una disciplina dada es una indicación de que debemos dejarlo o continuar practicando. Un director espiritual o guía puede ayudarnos a discernirlo.
Cualquiera que sea la forma de nuestra propia vida espiritual, la tarea de mantener viva nuestra alma es la actividad más importante que podemos llevar a cabo como pastores. Sin enriquecer nuestra alma podemos secarnos y hacernos inmunes a las palabras y actos que forman el corazón de la obra pastoral. Podemos terminar amargados y siendo unos cínicos mientras que predicamos acerca de la paz y la esperanza. Establecer nuestro propio crecimiento espiritual como una elevada prioridad no es egoísmo. Cuando crecemos en la fe, llegamos a ser mucho mejores para otros.
Se tomó y adaptó de El pastor como guía espiritual, de Howard Rice, Editorial Portavoz. Se usa con permiso.