No retroceder
por Christopher Shaw
El retroceder es la consecuencia de una decisión de desistir de cometido propuesto
Versículo: Hebreos 10:37-38
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10:37 Pues dentro de muy poco tiempo, «el que ha de venir vendrá, y no tardará.10:38 Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado.»
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El que persevera no considera la posibilidad de volverse atrás, ni de desistir en lo que está haciendo. Posee una convicción que quienes están a su alrededor se sienten tentados a tildar de obstinación. Pero esta insistencia tiene sus raíces firmemente arraigadas en la persuasión de que Dios tendrá la última palabra en la situación puntual que afronta. El autor de Hebreos nos anima a recordar que el Señor no tardará en responder. En poco tiempo vendrá su intervención, pero debemos recalcar que lo que no es tardanza para el Señor, muchas veces tiene sabor a demora para nosotros. Cuando Jesús mandó a los discípulos a cruzar al otro lado del mar, él se quedó en un monte orando. Los discípulos tenían el viento de frente y remaron toda la noche. El Señor bien podría haber llegado para aliviarlos a la primera, segunda o tercera vigilia de la noche. No obstante, llegó en la cuarta (entre las 3 y las 6 de la madrugada), cuando ya estaban plenamente fatigados. ¿Por qué escogió esta hora? Seguramente porque el tiempo transcurrido les dio amplias oportunidades para ejercitar su confianza en el Señor. Nuestra tarea no es controlar el tiempo del cumplimiento, sino mantenernos fieles el tiempo que sea necesario.En realidad, el factor tiempo no es de nuestra incumbencia. Es un asunto que está completamente en las manos de Dios. Solamente él entiende cuál es el momento más propicio para obrar a nuestro favor. Muchos elementos, que nosotros desconocemos, deben primeramente acomodarse antes de que él intervenga en una situación. Nunca lograremos entender bien los parámetros que él emplea, pero sí podemos aferrarnos a la convicción de que el tiempo en el que se manifiesta es el más apropiado. Dios no hace las cosas con mediocridad, ni tampoco improvisa. Si llega a la madrugada, entonces esa es la mejor hora para su arribo. Lo que a nosotros nos compete es la perseverancia. Es decir, insistir en que anhelamos su intervención en determinada circunstancia. Nuestro clamor debe continuar. Con súplicas y muchos ruegos prolongamos nuestra petición a favor de la situación que afrontamos. Podemos experimentar momentos de desánimo por el camino, pero lo que es inaceptable es que decidamos volvernos atrás. Esta es una clara alusión a la actitud de los israelitas en el desierto. Ante cada dificultad volteaban la mirada hacia la tierra que habían dejado, Egipto. En algunas ocasiones, hasta intentaron organizar el regreso, aunque ello significara reemplazar la figura de Moisés. Dios no se agradó con esa actitud, y tampoco lo encuentra aceptable en este tiempo. Los que retroceden no pertenecen a ese grupo de intrépidos héroes y heroínas de la fe que han marcado la diferencia a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Debemos afianzar en nosotros mismos la firme decisión de no volver atrás, sin importar lo que pueda ocurrir en el camino. Con esa actitud, no solamente cosecharemos la recompensa que Dios tiene reservada para nosotros, sino que también agradaremos al Señor. Tal como hiciera con su propio Hijo, también a nosotros nos declarará: «Ustedes son mis hijos, de quienes estoy bien satisfecho».
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