No vuelvo a lo mismo
Predicas Cristianas | Estudios Biblicos
Juan 4:1-42
Introducción:
Las escrituras relata un suceso narrado por el Apóstol Juan sobre una visita necesaria de Jesús a un lugar llamado Samaria. Según Juan 4.3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
Jesús desde Judea se dirigía a Galilea, pero tuvo la necesidad de pasar por samaria en un lugar llamado Sicar, ciudad de Samaria, en la tierra heredada por José de su padre Jacob antes de morir. La biblia registra que este lugar fue comprado por Jacob después del encuentro que tuvo con su hermano Esaú. Génesis 33.18 Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad. 19Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas. 20Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel. El pozo de Jacob era un lugar de suma importancia ya que de ahí era el sustento de todos los que necesitaban el agua para poder sobrevivir en medio de los lugares desérticos en que se desenvolvían. Al pasar el tiempo José hijo de Jacob heredo este lugar ya que Jacob amaba mas a José que a sus demás hijos, por esta razón dio a su hijo este importante lugar, para preservarle la vida en el tiempo de sequía.
SAMARITANOS: Término que en el Nuevo Testamento señala a los habitantes de • Samaria, raza mixta que resultó de la fusión del remanente israelita con los gentiles que los asirios llevaron a la región después de la caída de Israel (722 a.C.). La historia de los samaritanos no se conoce en su totalidad. Hay pocas referencias históricas a ellos y su propia literatura es de fecha reciente. Según el punto de vista judío, los samaritanos son descendientes de los gentiles que los asirios llevaron a Israel después de la conquista y la deportación de los israelitas (2 Reyes 17–18).
Rivalidad entre Judíos y Samaritanos
Rivalidad que comenzó durante el reinado del rey Josías. Este rey y sus fieles recorrieron toda Samaria destruyendo los ídolos de los lugares altos (2 Reyes 23:19 Y todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel para provocar a ira, las quitó también Josías, e hizo de ellas como había hecho en Bet-el.), apoyando así la influencia de los israelitas que quedaban en Samaria y de sus sacerdotes. Mucho tiempo después había aún samaritanos que iban a Jerusalén para asistir al culto en el Templo (Jeremías. 41:4 Sucedió además, un día después que mató a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún, que venían unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba y rotas las ropas, y rasguñados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová).
La mujer Samaritana
La mujer samaritana fue la causa principal y el medio usado para que esta rivalidad llegara a su fin. No solamente dicha rivalidad, sino que Jesús estaba interesado en sanar un gran problema que asediaba la vida de la samaritana, y a muchos en tiempos presentes. La manera que Jesús se introduce hacia la mujer es a través del agua y la sed como se esperaba, al lado del pozo a la hora sexta que en el horario actual vendría a ser las 12 pm, le dice dame de beber.
“Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Ella le contesto: La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Jesús le responde con una pregunta: 10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. Jesús está consciente que lo importante no es que ella le brinde agua, sino que ella le pidiera a Jesús que le diese de esa agua viva.” Cuando Jesús se refiere a agua viva, habla acerca de una transformación causada por el poder del Espíritu santo.
“La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? No es cuestionable que la mujer reaccionara de esta forma ya que Jesús en si no tenía un envase para sacar el agua, además como ella agrego, el pozo era bastante hondo 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; la sed es la necesidad de beber o tomar agua, lo interesante es que la sed es insaciable, una vez que se toma agua, la sed es calmada pero luego la sed surge en todos los seres humanos. 14 más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer muy interesada le contesta: 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.” Hasta aquí todo marchaba bien, es donde: “Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.”
Jesús le saca a luz sus pecados, 5 maridos había tenido y el que tenía en su actualidad no era de ella. Quiere decir que esta mujer tenía un problema de irrumpir en la relación matrimonial de parejas, ya que el término marido refiere a un esposo. Aquí está el gran problema de ella, que no fue una vez que ella cometía el mismo pecado sino que varias veces. Como la sed, se tiene sed una vez, se bebe agua para calmar la sed, pero más tarde vuelve a reaparecer la sed. Por eso Jesús le dijo que si ella bebiera del agua viva, jamás ni nunca tendría sed. La mujer sorprendida “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.”
Ella se refería al el monte santo de los samaritanos, (Gerizim) aunque el templo que erigieron allí lo destruyó Juan Hircano en el año 129 a.C. Ellos siguieron considerándolo el lugar de adoración, en competencia con el templo de Jerusalén, erigido en el monte Sión. La actual comunidad samaritana (la antigua Siquem) sigue celebrando allí la fiesta de la Pascua según el antiguo rito (con inmolación de corderos). No obstante a eso: ” Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Lo importante no era el lugar si el monte Gerizim o el monte de Jerusalén, sino el adorar a Dios en espíritu. Los samaritanos adoraban lo que no sabían ya que ellos inventaron su propia religión, mientras que los judíos habían recibido direcciones divinas y profecías que apuntaban a un Mesías que traería salvación a la humanidad. Ella tuvo el privilegio de hablarle.
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: lo impactante de todo esto es que ella acepta a Jesús como el Mesías esperado.”
Aquí en este verso hay algo que me fascina, y es que la preocupación de ella y el motivo por la que fue al pozo fue a buscar agua, olvidando eso soltó su cántaro (su preocupación) y se fue y se lo dijo a los hombres. Muchas veces las preocupaciones son tan grandes que obviamos importantes responsabilidades que como cristianos tenemos, como el predicar las grandezas que Dios hace cada día.
“Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. 39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.”
La samaritana es un ejemplo de la vida que muchos llevamos y vivimos. Mientras estudiaba me di cuenta que yo mismo he atravesado situaciones similares, aunque tal vez no he hecho lo mismo que ella de irrumpir en relaciones, pero muchas veces decido dejar de hacer algo que se que está mal delante de Dios. Como lo es: cambiar mi carácter, ser más disciplinado, un sin número de cosas y aunque trato de superarlo siempre vuelvo a lo mismo, a caer en la misma trampa que el enemigo pone en mi caminar. Al leer esta historia bíblica agradezco a Dios y su palabra que de la misma manera que la samaritana recibió sanidad interna, yo la he recibido y ahora puedo ayudar a otros a que crean en lo que la Biblia dice, lo mismo que hizo la samaritana, que hablo a aquellos y como ella muchos creyeron en Jesús como el salvador del mundo, como el Cristo.