Nuevo Letanía de Nuestro Señor Don Quijote (Glosa a la Letanía de Rubén Darío), por Francisco Vaquerizo Moreno
Nuevo Letanía de Nuestro Señor Don Quijote (Glosa a la Letanía de Rubén Darío), por Francisco Vaquerizo Moreno
Se celebra este año el IV Centenario de la publicación de la Segunda Parte del Quijote y, con tal motivo, os presento esta “Nueva letanía…”. Es un poema escrito siguiendo la estructura formal del de Rubén Darío e intentando reflejar ese aire modernista tan escandalosamente musical, sonoro, vibrante y esteticista. Arropado por el gran lírico nicaragüense, rindo homenaje a don Miguel de Cervantes a quien tanto debemos todos los escritores de lengua castellana. Un cordial y entrañable saludo, incluso a los que nunca os dais por aludidos cuando envío mis poéticas comunicaciones. Feliz año. Francisco.
Nuevo Letanía de Nuestro Señor Don Quijote (Glosa a la Letanía de Rubén Darío), por Francisco Vaquerizo Moreno
Rey de los hidalgos, estrella colgada
en el ojal claro de la madrugada,
dueño empedernido de toda ilusión,
caballero invicto de la bonhomía
al que el orbe entero rinde pleitesía
desde lo más hondo de su corazón.
Adalid insigne de las andaduras,
que purificaste todas las tristuras
por la gracia inmensa de tu caridad,
con la lanza en ristre contra los agravios,
y contra los necios y contra los sabios
y contra los fueros de la autoridad.
Paradigma egregio de la fantasía,
que honraste en extremo la Caballería,
a ti la alabanza sea y el honor;
a ti los aplausos y las excelencias
con que algunos lavan sus malas conciencias
por haber dudado de tu condición.
Tú no necesitas mentiras piadosas,
ni floridos versos ni floridas prosas,
porque eres tú mismo fragante florón
y el modo más cierto de llegar a honrarte,
es seguir tus pasos, alzar tu estandarte
y dejar los cuentos para otra ocasión.
Divino Quijote, cuya vida es sueño,
que oteas el mundo desde Clavileño
– brillante centella, dulce exhalación -,
aparca tu máquina por unos instantes
y escucha las preces de los mendicantes
que en ti ponen alma, vida y corazón.
Ruega por nosotros, implora clemencia
por nuestra pigricia, por nuestra inconsciencia,
por nuestros pecados contra la ilusión,
para que, dejando dengues y pamplinas,
lejos de claveles y de clavelinas,
alcanzar podamos tu gracia y perdón.
Ruega por nosotros, que nos entregamos
al primer envite, porque no escuchamos
de tu gran ejemplo la interpelación,
y que Hamlet deje sobre tu memoria
sus vacilaciones, para mayor gloria
de todos los príncipes que en el mundo son.
Ruega fervoroso, juicioso, estudioso,
ruega firme, alegre, feroz, bondadoso,
por nos intercede, suplica por nos,
pues vamos ajenos al rumbo debido,
sin ley, sin medida, sin freno, sin tino,
sin meta, sin alma, sin credo y sin Dios.
De tantas penurias, de tantas ruindades,
de quienes, subidos a sus vanidades,
nos venden recetas para la ocasión;
de las conferencias a tanto el minuto,
de las procesiones con san Sisebuto,
de los recitales
y juegos florales,
líbranos, Señor.
De ciertos mendigos,
de inciertos amigos,
de incultos doctores y falsos testigos,
de fieles borregos,
de míseros legos
para quienes nada tiene solución,
de los nocherniegos,
líbranos, Señor.
Adalid invicto de las fantasías,
defensor a ultranza de las utopías,
capitán augusto de la soledad,
contra la ignorancia, contra la evidencia,
contra la barbarie, contra la apariencia,
contra las ruindades de la sociedad.
Ora por nosotros, Señor de los sueños,
haz que recojamos tus nobles empeños
y que proclamemos tu revolución,
ya que, a buena gente, nadie hasta el momento,
ha igualado nunca tu predicamento
porque te guiaba la mano de Dios.