Osama Bin Diablo, Parte I: ¡Huyamos por nuestra vida!
por Marco A. Vega
Quizás uno de los mayores retos que enfrenta un líder de jóvenes es tener que luchar con varios elementos propios de su identidad de líder de jóvenes. Entre ellos el mayor problema que enfrenta, además de la presión por ser líder y de la responsabilidad de sus muchachos, es tener que luchar con un personaje conocido en el mundo posmoderno como el «líder del terrorismo», específicamente el pecado sexual entre nuestros adolescentes.
Osama Bin DiabloTerrorismo posmoderno: El pecado sexual, primera parte: «Huyamos por nuestra vida»
Quizás uno de los mayores retos que enfrenta un líder de jóvenes es tener que luchar con varios elementos propios de su identidad de líder de jóvenes. En primer lugar, si es soltero tiene la presión de que todos en la iglesia lo quieren ver casado, santificado, sin mancha, inmaculado y de ser posible que nunca cometa errores. En segundo lugar, se le suma la responsabilidad de velar sobre el comportamiento de cada uno de los muchachos a su cargo, no importa el número, se sabe que tiene la responsabilidad de cuidarlos y enseñarles todo lo referente a todo. Hablo en términos absolutos porque esa es la realidad.
Pero el mayor problema que enfrenta, además de la presión por ser líder y de la responsabilidad de sus muchachos, es tener que luchar con un personaje conocido en el mundo posmoderno como el «líder del terrorismo». Solo que en el caso de las iglesias ese líder del terrorismo es específicamente el pecado sexual entre nuestros adolescentes. Un descuido, un paso en falso, un consejo no escuchado, o alguna otra de estas pequeñas bombas de tiempo puede ser capaz de destruir vidas por completo, de hacernos ver niñas dando a luz otras niñas y de ver niños convirtiéndose prematuramente en supuestos hombres de la noche a la mañana. Puede ser capaz de romper hogares, destruir corazones, desvanecer sueños e ilusiones. Por eso lo he nombrado «Osama Bin Diablo, terrorismo posmoderno», porque una vez que ataca a la sexualidad del joven solo hay que esperar unos cuantos días para comenzar a contar cuantas fueron las victimas (noviazgos, familias, hijos sin padre, ministerios).
A lo largo de la vida hemos visto muchas historias tristes, adolescentes que se refugian en la sensualidad porque les hicieron creer que sus cuerpos no eran importantes, muchachos sumergidos en la pornografía o en la masturbación porque al fin y al cabo todos lo hacen. Y por otra parte, como consecuencia, pastores de jóvenes frustrados porque sienten que enseñaron todo lo que debían haber enseñado y aun así el comportamiento de la juventud a su cargo no fue el esperado.
Es evidente que mucho del problema está en la falta de formación sexual que tienen los adolescentes en sus propios hogares (en la mayoría nunca se toca el tema, y si lo hacen, es degenerado en un tabú o en libertinaje). Añadida a esto tenemos la inadecuada o falta de preparación con respecto al tema en sus escuelas o colegios (que es donde más pasan tiempo y en teoría donde más aprenden. En muchas escuelas secundarias, en algunos países de Latinoamérica, lo que se enseña es «el sexo seguro» y no la abstinencia. Y para agravar más la situación, la iglesia llega a ser el ente condenatorio para todos sus problemas y dudas (lo que provoca que el joven con problemas no sienta la libertad de evacuar todas sus inquietudes para conseguir la orientación sanadora).
Por ejemplo, un adolescente conoce por primera vez una revista pornográfica en su colegio (caso normal en nuestros tiempos), luego mira a sus padres con cierta desconfianza porque ellos nunca le hablaron al respecto y para colmo de males entra a la iglesia y la receta del día es: ¡Eso es pecado!, ¡va al infierno el que tal haga! Es cierto, es pecado, pero también está claro que el muchacho no dejará su pecado solo porque sepa que es pecado ya que en muchos casos el pecado mismo ha desecho parte de su credibilidad en sí mismo, en el sistema, en el mundo y algunas veces en Dios.
Tengo una gran preocupación por las dos posiciones que surgen cuando se trata el tema de la sexualidad en los adolescentes. Los conservadores deciden no tocar el tema porque el altar es sagrado como para estar hablando de esas cosas. Y tenemos a los condenatorios, que entienden perfectamente Gálatas 5.20 en cuanto a las consecuencias de los frutos de la carne y a eso se reduce su predicación hacia la juventud.
Este artículo no tratará específicamente sobre la pornografía, masturbación, lascivia, relaciones sexuales prematrimoniales o fornicación, (dichos temas los estudiaré en los artículos siguientes). El enfoque de este artículo se debe a la experiencia de una de las líderes de jóvenes de mi iglesia, a la cual nombraré Blanca. Ella estaba ampliamente informada con respecto al tema, sus consecuencias, sus causas, las consideraciones fisiológicas, sus perspectivas bíblicas, e incluso enseñaba sobre ello. Fue doloroso que con solo diecisiete años de edad haya quedado embarazada. Posteriormente a su caída declaró: «¡Sabía todos los conceptos filosóficos pero no los prácticos! ¡Sabía tanto que al final no supe nada!» (Esto suena a escribas y fariseos. ¿No le parece?). El caso de Blanca nos invita a reflexionar en dos direcciones. Primero, como líderes necesitamos cuidarnos a nosotros mismos de ser presa de la sensualidad y servir al pecado con nuestra sexualidad; y segundo, necesitamos tener principios claros y prácticos que nos ayuden con nuestro ministerio de formar hombres y mujeres temerosos de Dios con dominio propio. El presente artículo se enfocará en la primera dirección. La segunda dirección para nuestra reflexión se trabajará en el segundo artículo de esta serie.
Mi oración es poder transmitir los conceptos prácticos para que puedas «huir o escapar por tu vida» cuando te enfrentes a estos ataques terroristas que pueden acabar con la integridad de tu vida y con la de muchas otras personas, a las cuales amas.
Para ello voy a examinar en la Biblia la experiencia de dos hombres de Dios. Ellos experimentaron el mismo ataque solo que uno salió victorioso y el otro, al cual hoy se le recuerda como el hombre conforme al corazón de Dios, fracasó, cometió un pecado abominable que lo llevó a otros.
Efectivamente, son José y David. La pregunta es: ¿Por qué uno fracasó y el otro no? En el caso de David la historia se encuentra en el Segundo libro de Samuel capitulo 11 y en el caso de José está en Génesis capítulo 39. En ambos casos la tentación es la misma. Los dos enfrentaron la presión sexual frente a una hermosa mujer. Para hacerlo más dramático las historias dejan entrever que no se trataba de simples mujeres, humilditas, agraciadas, sino de mujeres con cuerpos esculturales y con rostros hermosos. Y como para hacer más severo el nivel de dificultad, las dos mujeres están delante de los ojos de los hombres de Dios, una, usando todas sus armas de seducción, y la otra ¡como Dios la trajo al mundo!, completamente desnuda (espero que no se la imagine; solo la situación, por favor).
He tratado de visualizarme en medio de semejantes situaciones y le aseguro que no es nada sencillo; no se trataba solo de reprender al diablo o en este caso a la diabla. Se trataba de tomar acciones. A la luz de las actitudes y las acciones que ambos tomaron y no tomaron para enfrentar la situación he descubierto algunos principios que pueden ayudarnos a «escapar por nuestra vida»:
1. La posición de privilegio puede ser una trampa si creemos que ella nos protege de pecar.David estaba muy confiado porque era el rey, el líder, el hombre maduro de Dios y además con la característica única en la Biblia de ser: «un hombre conforme al corazón de Dios» a diferencia de José que era un simple servidor en casa ajena. Recuerde que los que caen en pecado son los que están bien ya que nadie que ha caído puede caer. El que cae es el que está arriba, «el que piensa estar firme mire que no caiga» (1 Co 10.12). Este texto se refiere a los que están bien, firmes o por lo menos a los que creen estarlo. El orgullo puede ser la antesala de alguna zona cero.
Haz una lista honesta y enumera las situaciones en las que tú puedes ser vulnerable y no se exponga a ellas. Recuerde que el título de líder al fin y al cabo no le servirá de colchón cuando se caiga del «edificio».
Somos capaces de hacer cualquier cosa, sea buena o mala, por ello es necesario tener siempre un corazón de servicio, sincero consigo mismo, atento a los posibles ataques y humillado ante Dios (es decir, siempre motivados a que el satisfecho sea Dios). ¡El que piensa que nunca va a caer ya cayó!
2. Estar en el lugar equivocado por decisión de Dios no es lo mismo que estar en el lugar equivocado por decisión propia.David estaba en su palacio justo en el momento en que su ejército combatía contra los amonitas. David era un hombre de guerra, líder y rey; su deber era estar en la batalla. Pero no fue así, por decisión propia estaba en el lugar equivocado. En el caso de José estaba en el lugar equivocado (siendo esclavo con llamamiento de líder) pero por disposición de Dios. Básicamente estaba donde tenía que estar.
A veces quienes han caído dicen frases como estas: «¡Yo sabía que no tenía que quedarme a solas en la casa de ella, sabiendo que no había nadie!» «¡Era lógico que si salíamos mucho, tarde o temprano él me llevaría a un lugar solitario!» «¡Mejor hubiera sido que a esa chica la hubiera atendido una líder mujer!», «¡Solo a mí se me ocurre dar consejería en mi casa!». Todos estos son lugares equivocados por decisión propia.
3. El pensamiento lascivo tras la mirada mata, pero el pensamiento de temor a Dios libera.Todo en la vida comienza por un pensamiento. David miró a Betsabé mientras ella se bañaba y pensó. José miró a «doña Potifara» toda seductora y créame, también pensó. Pero, ¿qué fue lo que pensaron?…
En el relato sobre David el cronista bíblico sugiere que él se recreó viéndola desde su terraza, no podía dejar de verla, la codició (codiciar es: desear vehementemente alguna cosa o también se describe como un apetito desordenado de ), e inmediatamente preguntó y envió por ella. No se detuvo a analizar las consecuencias de sus acciones, él pensó lascivamente, deseó y luego actuó. Actuar impulsado por el pensamiento lascivo puede traer resultados catastróficos. Definitivamente, ciertas veces, el título nos hace creer que podemos darnos ciertos «gustos» que otros no pueden.
En el caso de José solo miró una vez y luego pensó: «Si cedo, Dios no quedará para nada agradado y sí muy ofendido» Pensó con temor a Dios. No se permitió la oportunidad de «jugar con el pecado» o «coquetear con lo malo», sabía de lo que podía ser capaz, hizo un análisis de las posibles pérdidas y dijo: «¿Cómo pues, haría yo este gran mal y pecaría contra Dios?» Génesis 39.9 y no le dio cabida al pensamiento lascivo. Note bien que el centro de su preocupación es Dios, no él mismo. Como resultado de sus pensamientos ¡huyó!.
Proverbios 6.27 nos ayuda a reflexionar al respecto: «¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan?» Creo que el espíritu humillado que teníamos cuando recientemente habíamos conocido a Cristo, con el tiempo, si lo descuidamos, se puede convertir en un espíritu altivo y arrogante, e imposibilitado de rendirse a los deseos de Dios. Es bueno que nos cuidemos y cuando constantemente queramos alzar vuelo «aterricemos».
4. No es solo correr lo que importa sino saber hacia dónde.José valientemente huyó, ¡corrió por su vida! Quiero pensar que la razón por la que corrió fue porque sentía que si se quedaba en el lugar podía fallar. ¿Para qué correr si estaba completamente seguro de que nada iba a pasar?
La idea implícita aquí es desarrollar nuestra capacidad de adelantarnos a lo que es claro, que por cierto, en algunos casos no es tan claro. Una mirada sensual, una conversación que se sale de tono, una caricia comprometedora, una indirecta tan directa que no parece indirecta, en fin, existen en estos ataques terroristas mil y una formas de lograr el objetivo de destruir la integridad de tu vida por completo y por defecto destruir todo lo que esté alrededor. Con esto perfectamente podemos ver madres llorando, pastores descorazonados, hermanos tristes, padres enfadados y Dios, como siempre, hablando con la esperanza de que alguien escuche.
Pero lo verdaderamente importante fue que José corrió en dirección opuesta a la tentación, a diferencia de David que corrió hacia la tentación. En muchos casos la tentación no busca a las personas, ellas buscan a la tentación.
5. Es doloroso decirle no al pecado, pero es aun más doloroso y devastador decirle sí.Hay algo claro, negarse al pecado, sobre todo al que ataca con nuestra sexualidad, produce cierto dolor, precisamente en el orgullo, en la carne, en las pasiones, en el hombre interior que te gritan: ¡ADELANTE! y por la pérdida del placer. Es un dolor que los muy religiosos intentan esconder tras miles de versículos y teología que en buena lid, no arrancan el deseo inherente del ser humano. ¡Nacimos para desear!. El deseo es parte de nuestra naturaleza. Es claro que el deseo con las motivaciones equivocadas nos lleva al pecado.
Con todo esto quiero decir que negarse al pecado sexual casi siempre cuesta, pero a la luz comparativa de las consecuencias, decir sí puede resultarnos aun muchísimo más costoso. No solo por las pérdidas ministeriales, la confianza de los padres y de los líderes, y el daño causado por «rebote» a otros que en teoría no tenían por qué ser dañados, sino, sobre todo, porque nuestra relación con Dios se rompe, lo ofendemos a él, y añadido a esto queda el gran riesgo de que nuestra conciencia se endurezca.
6. Si hablas, te liberas, de lo contrario podrías explotar y quedar como una hoguera.José, cuando tuvo que enfrentar el acoso sexual y escapar de la última trampa, no tuvo a quién contarle todas las presiones que él sufrió y los sentimientos que posiblemente se despertaron en él. David, por su parte, en lugar de confrontar sus pensamientos, sentimientos y acciones con la sabiduría de un amigo, busca, por todos los medios, encubrir su pecado. Envía una carta a Joab en manos del mismo Urías para que propicie la muerte de Urías (esposo de la mujer que tomó) y firmada, pienso yo, con su sello particular: «¡Atentamente: !El siervo de Jehová, hombre conforme al corazón de Dios !» Con esto quiero decir que David, además de no buscar un amigo cercano a quien contarle todos sus conflictos personales, no tuvo la más mínima intención de arrepentimiento sino hasta que fue confrontado por el profeta Natán. El cronista bíblico termina esta narración con el desenlace fatal que provocaron las acciones de David.
Por eso, es imperativo que, como líderes de jóvenes, contemos con un mentor, un amigo, un líder o consejero, un padre espiritual o como quieran llamarlo a quien le rindamos cuentas. Al fin y al cabo, la etiqueta no es lo que importa sino los oídos y las palabras que puedan prestarnos. Ellos nos pueden dar soluciones certeras en cuanto a cómo deberíamos enfrentar los ataques terroristas del pecado sexual. No es necesario caer en pecado para buscar ayuda. Es preciso que estemos conscientes de que somos capaces de desviarnos del camino y por ende de que tener un amigo que nos aconseje en el momento oportuno, no es una opción. El pecado comienza en el espíritu de nuestra mente. Pensamientos expresados o desahogados a tiempo podrían salvarnos de muchas situaciones destructivas.
Para concluir, amigo, pastor de jóvenes, no te desanimes, este desafío de destruir este tipo de terrorismo es nuestra batalla diaria, y comienza con nosotros mismos. Somos nosotros lo que tenemos que vivir la contracultura del reino de Dios. Es cuando vivimos en el temor de Dios que nuestra vida será capaz de ser modelo para la de nuestros jóvenes. Retomando el caso de Blanca, no es asunto de qué tan amplio sea nuestro dominio del tema, sino de qué tanto dependemos de la gracia de Dios para escapar de uno mismo, de nuestro propio pecado. Nadie es capaz de hacerlo solo.
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