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Pacto de oración

Pacto de oración

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Santiago 4:2-3 – “…Combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites“.

Doy gracias a Dios que de aquí a un tiempo la iglesia latinoamericana, ha estado experimentando una visitación del Espíritu Santo, en diferentes países que la componen, como por ejemplo: El Salvador, Guatemala, Colombia, Argentina, etc. Sin embargo, hay muchos otros países donde esperamos que el Señor nos visite y produzca un avivamiento, igual o “mejor” que los países mencionados. Esto ha producido que una gran cantidad de pastores y líderes han viajado a dichos lugares con el fin de importar estos avivamientos a sus naciones, cosa que a la larga ha traído más frustración que bendición , debido a que no se logran tener los resultados esperados.

¿Qué estará moviendo el corazón de Dios en los países, donde ahora en pleno siglo XXI están gozando de una visitación del Espíritu?

La respuesta no radica en un favoritismo de parte de Dios, ni tampoco en que estas naciones han copiado lo que otros están haciendo, en cuanto a metodologías y a estrategias se refiere, más bien son países que han estado dispuestos a pagar el precio de la santidad, de la búsqueda del rostro de Dios en oración, son naciones que se han arrepentido de sus pecados, tanto de omisión como de comisión.

A modo de ejemplo quiero mencionar una localidad de Los Estados Unidos de América, llamada Pensacola, donde se produjo una visitación del Espíritu. Muchos hermanos, pastores y líderes en general, con el afán de llevar “la unción” a sus ciudades de origen, viajaron a Pensacola, aparte de traer la “risa santa”, siguen con sus congregaciones vacías, o simplemente no han conseguido aumentar significativamente la cantidad de creyentes en sus iglesias. Lo que no sabían estos hermanos, es que los hermanos de Pensacola, erigieron “un monte” de oración, donde comenzaron a gemir en la presencia de Dios, pidiéndole perdón por sus pecados y los pecados de su nación, oraron día y noche, persistentemente hasta ver cumplidos sus sueños de ver una ciudad sumergida en el Espíritu Santo.

Creo que el error radica en pretender subirnos a un “monte ajeno”, es decir, imitar metodologías u estrategias, que muchas veces, no tienen nada que ver con nuestras culturas, entonces cuando no vemos los resultados comenzamos a preguntarnos: ¿Será que Dios se habrá olvidado de nosotros?. ¿será que no se han dado aún las condiciones para que ello ocurra?. ¿Qué estará moviendo el corazón Dios en los países, donde ahora en pleno siglo XXI están gozando de una visitación del Espíritu?. ¿será que el pueblo de Dios en mi país no ha pagado el precio de vivir en santidad y en perfecta comunión con Dios?.

Son muchas las interrogantes que surgen en vista de que no hemos visto resultados concretos, a pesar de los intentos que la iglesia ha hecho para que esto sea así.

Si estudiamos los avivamientos que han ocurrido a través de la historia de la iglesia, nos daremos cuenta que existen algunos factores comunes que los impulsaron, a pesar que se han dado en tiempos diferentes, circunstancias diferentes, culturas diferentes, manifestaciones diferentes, etc. Simplemente porque Dios en su palabra nos señala que siempre el tiene cosas nuevas para aquellos que le aman: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor. 2:9) Veamos cuales son estos factores:

1. UNA GRAN HAMBRE DE DIOS. (Sal. 27:8; 42)

Todos los pioneros de los avivamientos fueron y han sido guiados por una gran hambre de Dios: ya no quieren conocer acerca de Dios, sino que anhelan “conocer a Dios”; no oír acerca de Dios, sino “oír a Dios”. Quieren conocer a Dios en su totalidad; de allí el origen del término “evangelio completo”. ,

Actualmente estamos en una época de complejidad religiosa. Es muy raro encontrar la sencillez de Cristo; ésta ha sido reemplazada por planes, métodos, organizaciones, y un mundo de actividades frenéticas que se llevan todo nuestro tiempo y atención, pero que no satisfacen los anhelos del alma.

Mientras cualquiera de nosotros se considere completo y de que: “lo estoy haciendo bien en mí congregación”, sin ninguna necesidad, habremos bloqueado todo intento de Dios de obrar en y mediante nosotros.

Él hace que los ricos se vayan pobres; pero los pobres, los que tienen hambre de Él (Mt. 5: 3,6), los que voluntariamente se declaran “mendigos”, quienes como Moisés anhelan ver a Dios “cara a cara”, a ellos Él les permite la demostración de su presencia.

2. UN AMOR HACIA LOS DEMÁS.

Nuestra relación sería monástico si fuese marcada solamente por nuestro amor hacia Dios: Dios desea que no lo amemos solamente a Él, sino que nos amemos unos a otros también.

-Hay amor entre nosotros?, ¿Hacia nuestros hermanos y hermanas?, ¿Hacia los oprimidos?, ¿Los pecadores?, ¿Los antisociales?. ¿Los heridos?, ¿Los ricos y los poderosos?, ¿Los bajos y los necesitados?, ¿Los que son distintos a nosotros?, ¿Somos conocidos en nuestra comunidad por nuestro amor?.

3. UNA ENTREGA TOTAL A LA PALABRA DE DIOS. (2Tim. 2:15)

Debemos creer que el Espíritu Santo no ha de ir donde su Palabra no va. Grandes problemas se han originado con “personalidades” que enfatizan .y enseñan como verdades cosas que no se encuentran en la Palabra escrita.

Toda experiencia debe ser corroborada por la Palabra de Dios, a riesgo de ser criticados por quienes son propulsores de la “teología experimental”, que buscan en las Escrituras solamente aquello que les respalde sus experiencias subjetivas.

Siempre se criticará a quienes insistan en que toda experiencia debe ser corroborada por la Palabra de Dios. Sin embargo, este crítica hermanos, debe ser considerada como una medalla al valor. Las Escrituras nos advierten a no dejarnos llevar por todo viento de doctrina. (Ef 4:14)

Elmer Seymour un pionero del avivamiento de 1906 en calle Azuza, en Los Ángeles E.E.U.U., responde’ a quienes le criticaron al respecto en el ejemplar de “Fe Apostólica” de septiembre de 1907:

“Medimos todo por la Palabra. Toda experiencia tiene que ser medida por la Biblia. Algunos dicen que estamos yendo al extremo, y si nos hemos pegado demasiado a la Palabra, lo hemos de resolver con el Señor cuando nos encontremos con Él en el cielo”.

4. UNA ENTREGA A RESTAURAR LA IGLESIA NEO TESTAMENTARIA.

Ya que anhelamos una visitación del Espíritu Santo para nuestra ciudad, no debemos gastar el tiempo y las energías en afinar y reparar ¡a maquinaria existente de tradiciones eclesiásticas, Debemos desear una sola cosa: Volver a establecer la iglesia descrita en el Nuevo Testamento, más bien se trata de aplicar a nuestros tiempos los mismos principios que a ella la sustentaron.

Debemos comprender que la restauración no pertenece a un grupo congregacional en particular, sino a un compromiso asumido como iglesia local..

La promesa de Joel 2:28, repetida por Pedro en el día de Pentecostés en Hechos 2:17. es: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Santo Espíritu sobre toda carne.

Esta visitación del Espíritu puede ser comparada a lluvia que viene del cielo.

Las lluvias que Dios enviaba sobre Canaán eran tanto lluvias tempranas y lluvias tardías (Joel 2:23) Las lluvias de otoño o las lluvias tempranas de octubre-noviembre eran para ablandar la tierra dura y seca para permitir que la semilla fuese sembrada. Después vienen las grandes lluvias del invierno en diciembre, enero y febrero. Finalmente llegan las lluvias tardías de abril, las más apreciadas porque maduran el fruto y acortan el período de aridez del verano. La lluvia tardía se halla ‘ relacionada con el período de madurez de la cosecha.

¿Cuál es nuestra fuente de agua, espiritual, para estos últimos días? ¿Estamos edificando la iglesia por nuestro propio esfuerzo?. ¿Por nuestras estrategias inteligentes, planes bien delineados, metodologías de iglecrecimiento, etc.?

¿O hay una fuente mejor?. ¿Un derramamiento del Espíritu de Dios sobre toda carne humana? Los avivamientos pasados tienen que hacernos pensar que han sido como la lluvia temprana. Que ha llenado al cuerpo de Cristo con un sentido restaurado de identidad bíblica y de misión. Cada uno de ellos ha insistido en la llenura del Espíritu Santo para cumplir la misión encomendada por Cristo. Es el Espíritu de Dios que forzó a los creyentes del pasado a desistir de un cristianismo pasivo y buscar personalmente una experiencia continua y vital con el Dios viviente.

Ahora en pleno siglo XXI, ¿No es tiempo para la lluvia tardía, la lluvia que madura la cosecha final ? (Amós 9:13).

Creo oír a Dios diciendo a la iglesia :

“Si se humillan y buscan mi rostro como lo hicieron sus padres en tiempos pasados, Yo derramaré la lluvia tardía sobre ustedes. Lo que he propuesto hacer en este siglo es tan abundante que los avivamientos ya ocurridos han de parecer como ¡Otra pequeña llovizna en comparación a la visitación que he de enviar. Desechen toda dependencia en el hombre, y en las habilidades de la carne. Remueven su corazón hacia Mí, Yo les visitare…

Espero que como de Pastores, líderes o miembros de la iglesia de la ciudad, en la cual Dios nos tiene, sometamos nuestros corazones para despertarnos otra vez al llamamiento que Dios nos hace, de ser un pueblo con:

1. Hambre del Señor.

2. Un amor genuino hacía los demás.

3. Una entrega a su Palabra.

4. Una entrega a restaurar la iglesia neotestamentaria.

Que el Señor obre entre nosotros de tal forma que los avivamientos pasados, sean una simple llovizna pasajera en comparación a lo que Él da al mandarnos la lluvia tardía en los años postreros, amén.

Ahora bien, si tomamos en consideración lo que dijimos a un comienzo , citando a Santiago (4:2, 3), en relación al quehacer de la obra, deducimos dos cosas

1. El intento frenético de hacer cosas que se llevan todo nuestro tiempo y atención: actividades, eventos, campañas, estrategias, etc. No alcanzando lo deseado porque: no pedimos (Stgo. 4:2).

2. Y cuando pedirnos, pedimos mal, con fines egoístas ( .. gastar en vuestros deleites Stgo. 4:3) , por ejemplo: demostrar los logros de “mí ministerio”, satisfacción personal, énfasis en las añadiduras (” … Mas buscad primeramente el reino de Dios … y todas estas cosas os serán añadidas Mt. 6:33).

Si tomamos en cuenta estos principios, quizás podríamos tener la respuesta (o por lo menor parte de ella), del por qué no hemos logrado ser más efectivos en el trabajo que como iglesia de la ciudad hemos venido desarrollando.

Entonces debemos crear estrategias de oración y mecanismos por los cuales podamos medir los resultados de ella, por favor, no malinterpretemos, no estoy diciendo que usted no ora con su congregación, o en forma personal, lo que estoy diciendo es que tenemos que concertarnos como iglesia local, en el poder del acuerdo que estableció el Señor en su Palabra: ” Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Jesús: Mt. 18:19)

¿Cómo lo hicieron los hombres de Dios en el pasado?:

A continuación mencionaremos algunos personajes bíblicos que oraron con efectividad, con dirección, recibiendo respuesta a sus peticiones, porque lograron discernir la voluntad de Dios para sus tiempos:

Salomón. (2Cro. 6: 16, 17) “Ahora ,pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le has prometido diciendo: … Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David”.

Salomón al momento de consagrar el templo le pide a Dios que cumpla lo que le había prometido a David, su padre, es decir, comienza a “reclamar” cumplimiento de las cosas que Dios mismo había dicho.

Nehemías. (1: 8) “Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo:… ” Este líder le recuerda a Dios la palabra dicha a Moisés y reclama en oración su cumplimiento.

Daniel. (9:2, 3) ” … en el año primero de su reinado yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta. Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”

Daniel mientras escudriñaba en las Escrituras descubre una palabra de Dios dicha al profeta Jeremías, con relación al cautiverio babilónico, ya había llegado el tiempo de su cumplimiento, y comienza a orar reclamando a Dios que cumpliese los dichos de su boca.

Podríamos seguir citando una serie de personajes de la Escritura, pero creo que estos son suficientes para damos cuenta que aquí se esconde un principio que: Dios ha determinado, en su voluntad, lo que Él quiere para una nación, pueblo o ciudad; aún antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3, 4), solo espera a hombres diligentes en escudriñar las Escrituras, que descubran Su Corazón por medio de la oración y entiendan cuales son los planes u propósitos que debemos de cumplir como iglesia.

A continuación citaré una serie de pasajes proféticos de la Escritura, que a mí juicio son promesas de Dios que aún no se han cumplido, las cuales debemos de orar para que el Señor nos las conceda para nosotros en esta ciudad-.

1. Que el Señor cumpla su Palabra dicha por medio de¡ profeta Amós (3:7), con relación a que revele sus planes (secretos), a sus siervos los profetas que Él tiene para nuestra ciudad : “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”.

2. Que el Señor cumpla su Palabra dicha por medio del profeta Isaías (49: 17-19), en relación a que levante a una “nueva generación” de edificadores y saque del medio de su pueblo a los destruidores y asoladores de la obra: “Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y asoladores saldrán de ti. Alza tus ojos alrededor, y mira: todos estos se han reunido, han venido a ti.. Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos”.

3. Que el Señor cumpla su Palabra dicha por medio del profeta Amós (9:13), con relación la siembra y la cosecha. Que levante a una “generación relámpago”, de “conquista”, que apresurará el cumplimiento de la “Gran Comisión ” en nuestra ciudad : “He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador-, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán

4. Que el Señor cumpla su Palabra dicha por medio del profeta Malaquías (4:6), en relación a la restauración de las familias de la tierra (comenzando por su iglesia): “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”.

5. Que el Señor derribe las fortalezas que se han levantado en medio de su pueblo, que nos han dificultado andar en santidad de vida.

a. Fortaleza de pecado: Arrepentimiento y conversión (volvernos de nuestros malos caminos), procurar andar en santidad de vida.

b. Fortaleza de desunión: Unidad en el cuerpo de Cristo, en propósitos, con una mentalidad del Reino de Dios, y no de nuestras propias realidades ministeriales. Que exista una verdadera unidad del Espíritu : “…solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. (Ef. 4:3)

c. Fortaleza de rebelión: Creer en los hombres que Dios levanta y tener lealtad hacia ellos, demostrando obediencia y sometimiento, con un espíritu de siervo: “El poder corrompe, el servicio engrandece”.

d. Fortaleza de religiosidad: Ser cristianos prácticos y no solo místicos, por un verdadero conocimiento de Dios: “Porque misericordia quiero y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”. (Oseas 4:6)

“Jehová, ¿Quién habitará en tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aún jurando en daño suyo, no por eso cambia, Quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas no resbalará jamás “. ,’SaL 15)

Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad,- no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea no se extraviará (Isaías 35:8)

6. Que el Señor nos dé denuedo para predicar su Palabra , y nos respalde por medio de : “sanidades, señales y prodigios”, en el Nombre de Jesús. (Hechos 4:29)

7. Que el Señor cumpla su palabra dicha por medio del profeta Isaías (cap. 60), en relación a que El traerá prosperidad a su pueblo, que nos redima de la esclavitud de deudas y miserias, para vivir en la libertad de la bendición de Dios, sujetos bajo la promesa hecha a nuestro padre Abraham: “…Y te bendeciré, y engrandecerá tu nombre, y serás bendición”. (Gen. 12:2)

8. Declarar la victoria de Jesucristo sobre los principados y potestades que operan en la ciudad: “… Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz “. (CoL 2:15 ). Desalojándolos en su nombre: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará “. (Lc. 10: 19)

Estas son una serie de declaraciones proféticas que aunque tuvieron un alcance para el pueblo de Israel, apuntaban al futuro de la iglesia del día de hoy. Son profecías que teológicamente se les ha dado el nombre de : “Profecías de doble referencia “, es decir, de doble alcance.

Creo que en este contexto encaja bien otro principio que dejó el Señor en relación a la oración, que se encuentra en el evangelio de Lucas 18:1-8, que reza así:

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ti¡ respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual tenía a él diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré .justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Básicamente el principio que deja de manifiesto el Señor es “El orar con Tenacidad”,es decir, la insistencia, o perseverancia que deben tener aquellos que oran a Dios pidiendo algo.

Noten que la viuda fue una y otra vez ante el juez injusto a presentar su petición, y ¡ojo! Su petición fue la misma : -¡pedir justicia!, al otro día vuelve, y ¿qué pide?, ¿dinero?, ¿bienes? , ¡por supuesto que no!, insiste en su misma petición, ¿hasta cuando?, la Biblia dice que insiste hasta recibir respuesta de parte del juez injusto.

¿Nos damos cuenta de la importancia de orar por objetivos claros y específicos? ¿La importancia de ser tenaces en nuestras oraciones?

Podemos orar cada vez que nos reunimos, pero por cosas diferentes, sin esperar respuesta. Muchas veces de una semana a otra nos olvidamos por las cosas que oramos.

Como pastor de mí ciudad y miembro del cuerpo de Cristo, creo que el Señor me ha dado esta palabra, por lo tanto, propongo lo siguiente:

1. Que se ore por objetivos claros, ya sea usando la lista en cuestión -u otra que surja de entre la iglesia.

2. Que se creen mecanismos para medir los resultados de las oraciones.

3. Que exista un compromiso de iglesia local, a involucrar a los intercesores de cada congregación a orar por lo mismo (en los cultos de oración de cada cual)

4. Que se disponga de un tiempo de 10 a 15 minutos (o más), en los cultos principales (domingo u sábado), para orar por dichos objetivos. Sugiero que se redacten las peticiones de tal forma que se puedan leer en voz alta, ya sea por el pastor o el coordinador de turno, para que la congregación confirme con amenes.

5. Que nos comprometamos a incluir estas peticiones en nuestros devocionales personales.

6. Que se deje de hacer cualquier actividad hasta no tener objetivos claros, que en forma unánimes y con la confirmación del Señor, se lleven adelante como iglesia de la ciudad.

CONCLUSIÓN

Hermanos amados, compañeros de milicia…, les invito a considerar y a reflexionar sobre todo lo que he expuesto en estas páginas, que tienen el único propósito de animarles a que nos atrevamos de ir más allá, en cuanto al compromiso que tenemos, como pastores de la ciudad; permítanme esta humilde propuesta de alguien que ama al Señor, como ustedes le aman, de alguien que anhela de ver cumplido el sueño de nuestros antepasados, quienes profetizaron que toda la tierra sería llena de la gloria de Jehová: ¿Por qué no podemos ser nosotros quienes muevan la mano de Dios a favor de nuestra ciudad, pueblo o nación?

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman “. (1 Corintios 2:9)

Aprendemos entonces, de estas escrituras a las que nos hemos estado refiriendo, que la ocasión inmediata, el objeto, y la fuente interna de todo el juicio terrible que está viniendo, es la propia iglesia profesante. Ella debería haber sido el testigo de Dios en la tierra, la epístola de Cristo conocida y leída de todos los hombres; pero, habiéndose corrompido, es esta iglesia profesante la que principalmente y definitivamente hace descender la ira de Dios. ¡OH! queridos amigos, no puede haber un asunto más solemne que esto, que no sólo Israel y la bestia caerán bajo el juicio, sino que, según la propia palabra de Dios, la iglesia profesante quedará bajo la misma condenación. Yo aplico aquí la palabra ‘iglesia’ a la Cristiandad, a lo que profesa llevar el nombre de Cristo. Está el mismo testimonio en la epístola de Juan, “así ahora han surgido muchos anticristos” (1a Juan 2: 18). Yo no tengo ninguna duda de que el Anticristo se levantará entre los Judíos, y él será una manifestación plena de ese espíritu de Anticristo que aún ahora niega al Padre y al Hijo, y también niega que Jesús es el Cristo. Es, de hecho, muy espantoso pensar en esa apostasía que lleva un carácter religioso, tal como ella lo hace; la negación de la verdad Cristiana es lo que caracteriza a los muchos Anticristos, y aunque habrá una apostasía plena, aún así será una apostasía desde las doctrinas de la Cristiandad. ¡Cuán pronto entró el espíritu de esto! ¡Cuán prontamente hubo allí una causa para decir que, “todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Filipenses 2: 21)! Que el Señor pueda, en su gracia, abrir los ojos de Sus santos, para que vean el tono y el carácter real de éstos últimos días malos, y para recordar que, aunque Él ha tenido larga paciencia mientras Él está recogiendo fuera las almas para salvación, y en este sentido para tener “entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación” (2a. Pedro 3: 15) -que Su juicio, aunque demorado, no se cambia; porque la palabra ha salido de Su boca, y el único remedio para el presente mal está en el juicio.

Desde el mismo comienzo vemos que entran los principios de corrupción. El testimonio para Dios falló. La cizaña fue sembrada, así la cosecha se estropeó en el campo; el misterio de iniquidad estaba en acción. En el mensaje a Laodicea encontramos al Señor mostrando los principios malignos que entraron al comienzo produciendo el doble carácter encontrado en Laodicea. El objeto para el que la semilla había sido sembrada en el campo fue estropeado. En lugar de ser testigo para Dios, la iglesia dice, “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Encontramos, de esta forma, que hay dos puntos de importancia especial como características de esta iglesia de Laodicea -gran pretensión por las riquezas espirituales en sí misma, y ni frío ni caliente con respecto a Cristo. En primer lugar, hay gran pretensión por las riquezas espirituales; pero entonces con respecto a la vida, ellos tenían la forma de ella, pero no el poder -“no eres ni frío ni caliente” (Versión Moderna). No es odio positivo a Cristo, pero no es celo positivo por Cristo. Es la iglesia que sigue en la comodidad exterior y la mundanalidad, y haciendo, al mismo tiempo, grandes pretensiones de riquezas espirituales, que son una señal segura de pobreza; porque, siempre que veamos una gran profesión tal de poseer dentro de sí misma las riquezas de Dios, estaremos seguros de encontrar pobreza. ¿Y por qué? Porque esas riquezas sólo se pueden encontrar en Cristo. Cuando la iglesia dice, “Yo soy rico, y me he enriquecido [haciéndose a sí misma el vaso de gracia, en lugar de Cristo], y de ninguna cosa tengo necesidad”, alardea de riquezas dentro de sí misma. Haciendo así, de esta forma, ni pone su “amén” a las promesas de Dios en Cristo Jesús, ni es el testigo verdadero y fiel para Dios. La iglesia deja de ser esto, aparta la mirada de Cristo como la única fuente; y cuando se toma a sí misma para ser el vaso de riquezas, entonces ella necesariamente se vuelve un testigo falso en lugar de uno verdadero. Porque en el momento en que yo digo que la iglesia es todo esto o todo aquello, o que la iglesia es lo que yo estoy mirando y no a Cristo, el ojo es apartado completamente de Cristo hacia la iglesia; yo la estoy mirando a ELLA en lugar de a Él, no obstante lo mucho que yo pueda pretender honrarlo a Él. La fidelidad de Dios no es el asunto aquí, sino nuestro fracaso. Esto es de la mayor importancia, como guarda contra la decepción.

En Filadelfia, ellos no estaban poseyendo todo con lo que ellos fueron dotados en Cristo: ellos tenían poca fuerza, y todo lo que el Señor pudo decir de ellos fue, que ellos habían guardado Su palabra, y no habían negado Su nombre. Mientras había pobreza palpable en la iglesia, Cristo estaba se estaba deleitando en ellos, y podía decir, yo soy para ti, y yo estoy viniendo para ti. Yo haré que “los de la sinagoga de Satanás. . .sepan que yo te he amado” (Apocalipsis 3: 9 – Versión Moderna). Pero hay directamente pretensión de riquezas en sí misma, cuando la iglesia está tomando las riquezas y está dándose crédito con ellas, en lugar de que Cristo esté deleitándose en ella, hay una expresión de repugnancia positiva -“te vomitaré de mi boca”. Y si miramos la iglesia profesante en el día presente, veremos cómo ella está entrando en este estado, rica en sí misma. Cuando yo no encuentro sino muy poca fuerza, mientras la palabra es guardada y Su nombre no es negado, entonces puedo decir, ‘Anímense; el Señor está viniendo pronto’. Porque reconocer que yo soy pobre y que no tengo sino poca fuerza, no es necesariamente incredulidad en Cristo; no está necesariamente negando lo que tenemos en Él para nuestro uso cuando nos apoyamos en Él para obtener fuerza porque nosotros no tenemos ninguna. Es el cuerpo obteniendo la plenitud desde la Cabeza. Pero cuando encuentro en una iglesia este pensamiento de plenitud y riquezas en sí misma, entonces digo, ustedes están avanzando hacia Laodicea cuyo fin es ser vomitada de la boca de Cristo. La iglesia de Laodicea, teniendo el pensamiento de plenitud y riquezas dentro de ella, era absolutamente ignorante de su estado ante Dios -“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Por consiguiente, dice el Señor, “yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”.

La iglesia no estaba mirando al Señor para estas cosas, y, por consiguiente, carecía de cada una de ellas. El oro es la justicia divina -el gran contraste con la justicia humana- y es eso lo que caracteriza la posición y las riquezas y el fundamento de los santos. Las “vestiduras blancas” son las obras de los santos, que son los frutos de creer en la justicia divina. Ellos son consecuentes con la posesión de la justicia divina. La justicia humana es una cosa bastante distinta de la justicia de los santos; porque la justicia de los santos fluye de corazones puestos en libertad por la justicia divina. Si miramos a un faquir en India, o a un derviche en Turquía; nosotros encontramos bastantes obras, pero nunca nada que esté fundado en la redención. Las obras del Espíritu fluyen del Espíritu que ha sido el sello de la justicia divina al alma; estas obras santas son los frutos del Espíritu Santo en nosotros. Aquí, entonces, lo que les faltaba a los de Laodicea eran “vestiduras blancas”. Por consiguiente, ellos no habían obtenido ni siquiera la justicia de los santos, porque, estando sin la justicia divina, no podían tener ninguna justicia espiritual práctica, ninguna obra santa; tal como se ha dicho que “el lino fino blanco es la perfecta justicia de los santos”(Versión Moderna). Ellos también estaban carentes de “colirio”; porque estaban tan ciegos como la naturaleza podría estar para las cosas de Dios, y sin el discernimiento espiritual en ninguna cosa, y aún así estaban diciendo, “Vemos”: por consiguiente su pecado permanecía. De esta forma, no teniendo ni la justicia divina ni los consecuentes frutos del Espíritu, y permaneciendo todavía en la ceguera de la naturaleza, Laodicea carecía de todo. Había abundancia de pretensión, mientras faltaba todo lo que era real ante Dios, y todo lo que era ficticio estaba allí.

Pero el Señor aún no desiste de todo trato con ellos; sino que aquí en Laodicea el Señor toma un carácter externo; porque cuando la iglesia nominal se ha colocado prácticamente en una posición judía, entonces el Señor toma Su posición afuera, y llama a almas individuales que están adentro: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz…”. El Señor desea obtener atención; Él quiere ser admitido. Él advierte a la iglesia de lo que está viniendo sobre ella -del juicio positivo; pero hasta que ese juicio se ejecute, Él necesariamente sigue en el ejercicio de Su propia gracia bendita. Pero sus objetos son los individuos, porque la iglesia es abandonada. “Si alguno. . .abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, él conmigo”; él tendrá su porción en mi mesa. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono”.

Ahora, observen, aparentemente ésta es una gran promesa; pero me parece que la más pequeña, puesto que es simplemente un lugar en la gloria celestial. A ellos no se les habla de ninguna asociación especial con Cristo, tal como encontramos en la promesa a Pérgamo, o incluso al fiel en Sardis o en Tiatira. Ni es ningún pensamiento de cercanía individual, exclusivamente la porción de la Esposa, revelada como un motivo. Reinar con Cristo es simplemente la manifestación pública del galardón y la gloria, que es una cosa muy diferente de la intimidad secreta del “maná escondido” y de la “piedrecita blanca”. La llamada a la puerta fue oída, y por medio de la gracia fue obedecida; y ellos suben a la gloria celestial. Ellos han vencido, y, por consiguiente, ciertamente deben tener su galardón, “que se siente conmigo en mi trono”. Éstos también tienen su parte en la “primera resurrección”, y, como tal, reinan con Cristo. Pero otro tanto se podría decir de los dos testigos. Ellos subieron, “y sus enemigos los vieron” (Apocalipsis 11: 12). Ellos se sientan en tronos; ellos tienen su galardón, pero el galardón sólo se suma al hecho de que tienen su lugar en la gloria. Pero no está la misma intimidad, no está el deleite especial, no está el gozo Filadelfiano de Cristo teniendo a la iglesia por causa de ella, y la iglesia que tiene a Cristo por causa de Él. No obstante, ellos obtienen su lugar en la gloria.

El testimonio solemne del Señor es, que la iglesia profesante va a ser vomitada de Su boca; y esto debemos entenderlo claramente, con más dolor en nuestros corazones que el juicio del mundo, teniendo un carácter mucho más terrible para el corazón que el juicio del propio Anticristo, porque es algo que repugna a Cristo -que es nauseabundo para Él- debido al hecho de haber tenido esta, un tipo de relación exterior con Él. Y de ahí la importancia de esto, si pensamos acerca de aquello en medio del cual estamos. Y al hablar de la iglesia profesante en el día en el que vivimos, me refiero a lo que normalmente se llama la Cristiandad, llevando el nombre de Cristo, pero negándolo en sus obras. Encontramos al corazón, los pensamientos y la naturaleza de Cristo, rechazando eso absolutamente, como repugnante, la cual había estado profesando de tener una posición relacionada con Él mismo.

Habrá al final mayor relación entre el Judaísmo y la Cristiandad nominal de la que las personas generalmente suponen. El cordero con dos cuernos, el falso profeta del Apocalipsis asumiendo el carácter del Mesías, actuarán en manos del emperador romano. Desde el mismo comienzo la corrupción en la iglesia ha tenido este doble carácter, de idolatría, el culto a los ángeles, etc., y el Judaísmo. Tomemos el libro a los Colosenses: “Cuidado, no sea que haya quien os lleve cautivos, por medio de su filosofía y vana argucia”(Colosenses 2: 8 – Versión Moderna) o que “os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Colosenses 2: 16); y nuevamente, “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles” (Colosenses 2: 18). Tomemos entonces el libro a los Gálatas: por la sugerencia de los Judíos, ellos estaban observando los días, los meses, los tiempos, y los años. La tendencia ha sido siempre mezclar la Cristiandad con el Judaísmo; y cuando el Judaísmo es puesto de lado por Dios, esto no es nada mejor que el paganismo (Ver Gálatas 4 : 8 – 10). La religión carnal, el culto a los ángeles de los Gentiles, la filosofía y la vana argucia, por un lado y el Judaísmo de guardar los días, los meses y los años, por el otro, habían entrado en la iglesia al comienzo y fueron la ocasión para la advertencia de Pablo en contra de volverse atrás a los pobres rudimentos y a esa esclavitud judía de la que ellos habían sido gratuitamente libertados.

Como él dice, “Mas ahora, conociendo a Dios, . . ., ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?” (Gálatas 4: 9). Dios había tomado la carne en Israel, para demostrar que no había nada bueno en ellos; Él le había permitido al judío seguir la tendencia de la religión del hombre, dándoles la ley y las ordenanzas, y la ropa suntuosa, y los edificios vistosos, con el sonido de trompetas y lo semejante. Pero ahora Cristo ha venido; y Él es “el fin de la ley para justicia”(Romanos 10: 4 – Versión Moderna), por medio de lo cual los Gálatas fueron libertados de toda su ignorancia irreligiosa y dioses falsos. Pero entonces ellos vuelven atrás, y, abrazando el Judaísmo, ellos realmente volvieron atrás nuevamente, como aún vivos en la vida de la carne, en este mundo, en el viejo paganismo, el espíritu de lo que es la religión de la carne. Como se supone, Dios puede haber usado estas cosas para probar al hombre hasta que la Simiente prometida viniera. Pero ahora esto tiene su propio carácter, como antes en el paganismo, sin Dios en ninguna manera -la justicia de la carne, que echará mano de cualquier cosa que le dará una forma de cubierta razonable. Por consiguiente la marea de corrupción que se instaló en el comienzo -este retroceso a los pobres rudimentos- religiosidad en la carne, que se establecerá a sí misma en las ordenanzas, buscando cualquier cosa en vez de colirio, seguirá aumentando hasta el fin, siendo todo un solo principio; y así se une con lo que es formalmente el Judaísmo, y el Judaísmo con esto en un carácter idólatra pleno. El engaño del día presente es el Judaísmo; es aquello que se satisface con cualquier cosa que tome la forma sin el poder de la piedad.

Es ese principio de idolatría babilónica que finalmente gobernará por medio de la bestia. El espíritu de infidelidad aceptará cualquier cosa excepto la reivindicación de la verdad; aceptará el Judaísmo como tal, y aceptará el sistema babilónico como tal. Y la consecuencia será, que los judíos incrédulos serán seducidos por el poder babilónico, tomando la forma de Judaísmo en el Este, mientras en el Oeste será la idolatría babilónica declarada. Y es muy solemne pensar que este mundo, a través del cual estamos caminando, va a ser la escena de todas estas cosas. Y no obstante lo mucho que la iglesia profesante puede ser ahora el orgullo y la jactancia del hombre, al final será vomitada de la boca de Cristo como tal, con cada pretensión, incluso con su pretensión de tener el pleno poder del Espíritu Santo, pero con nada que le dé a Cristo Su valor, sino atribuyéndose todo el valor a sí misma, dándose crédito a sí misma con esto.

Que el Señor pueda guardarnos en la condición Filadelfiana -puede ser con muy poca fuerza- sin embargo, guardando la palabra de Su paciencia, y en el goce consciente de asociación perfecta con Él, quién ha puesto ante nosotros una puerta abierta, y la mantendrá abierta hasta que Él venga y nos tome a Él.