Pastor de Jóvenes 007
por Antonio de la Vega
Generalmente en la vida se buscan recetas, especialmente las que más dejan resultados positivos, recetas de comida, para conquistar amores, para lograr el éxito. Corremos tras de ellas para ver si podemos desafiar y enfrentar al mundo. Esto me recuerda al agente 007, especialista en armas extrañas (mentirosas y exageradas en muchos casos), pero siempre poderosas.
Viene a mi mente que el pastor de jóvenes tiene la oportunidad de ser un pastor 007 y utilizar las armas (verdaderas y poderosas), que el Señor nos ha dado para cumplir la misión. Una de las armas mas poderosas que tiene es la santidad.
Cuando por primera vez leí el versículo: sin santidad nadie vera al Señor, dije inmediatamente: ¡es imposible! En primer lugar, ¿Quién no peca? y en segundo lugar, ¿Cómo ver a Dios sin morir?. Y para colmos tenia 20 años, o sea, estaba en la flor de la vida, o mejor dicho en el matorral de los enredos de la juventud. Porque aunque quería ser santo me costaba mucho esfuerzo lograrlo, no entendía que la santidad no se logra por meritos propios pero si se mantiene, que la santidad no era un asunto de volar, hablar diferente, sonreír todo el día o simular un gozo inexistente.
Sin santidad nadie vera al Señor, no solo era un desafío a mantener algo que ya me habían entregado, sino era algo mas que eso. Dios me hizo santo por que Él quiso hacerme santo, en otras palabras, Dios me escogió, me consagró, me apartó o me separó según su equivalente en hebreo qodes o en griego hagios, por Su sola voluntad.
La santidad evidencia dos cosas:
1. Lo que Jesús hizo por nosotros.
2. El desafío que nos hace el Señor de vivir de acuerdo al regalo o en otras palabras: el desafío que nos hace el Señor para que utilicemos las armas.
Con el tiempo, por la gracia de Dios. Fui nombrado pastor de jóvenes. Quería ser santo para lograr ser un modelo a los demás muchachos que me escuchaba predicar y también para ver a Dios al acabar mi carrera. Pero con el transcurrir del tiempo me fui dando cuenta de un fenómeno que ocurría constantemente, cada vez que apretaba el gatillo de las armas o intentaba santificarme (apartarme del mal, consagrarme a Dios, vivir honrando a Dios con mi vida), descubría que siempre a pesar de mis esfuerzos fallaba de vez en cuando, con algún pensamiento, con alguna actitud, con algún comportamiento. Evidentemente la frustración que se sentía era fuerte, porque tenía el temor de no llegar a ver a Dios.
Las reuniones comenzaron a crecer en cantidad de personas y consagración a Dios, los cultos evangelisticos eran todo un mar de jóvenes nuevos entregando sus corazones al Señor y fue allí, precisamente allí cuando pude ver al Señor, no físicamente, pero si en los tantos jóvenes llorando frente al altar, en la sonrisa que expresaban cuando les abrazaba, en el consuelo que sentían cuando oraba por ellos. Y entendí lo que no entendía, cualquier persona que haga un esfuerzo por honrar a Dios con su vida, va a ver a Dios en su camino, en su camino diario, va a ver a Dios paso a paso.
Lo curioso fue que yo esperaba ver a Dios al final de mi historia sin percatarme de que momento a momento Jesús vivía mostrándose de mil formas. Alguien dijo una vez: «Mezquino espiritual es aquel que no aprovecha las oportunidades presentes por anhelar las oportunidades futuras» y eso me estaba pasando a mi.
Descubrí que utilizar el arma de la santidad tenía muchas ventajas:
1. Me daba una sensación de tranquilidad espiritual.El solo hecho de intentar honrar a Dios con cada situación de la vida era sinónimo de vivir en santidad, apartado del mal. Cuando Jesús dijo a Pedro que sin santidad nadie vería al Señor, Pedro en ese momento no era precisamente el monumento a la santidad pero lo ESTABA VIENDO, estaba de pie frente a Jesús, frente a Dios, frente a la misma santidad pura.
2. Estaba viviendo en la naturaleza misma de Dios.Dios es santo, santo, santo, y nos compartió de su naturaleza.
3. Veía a Dios en cada paso de la vida.No tenia que esperar a morir para ver a Dios. Lo veía a cada paso, en cada situación, en el comportamiento de la gente, en las lagrimas de gratitud, en la sanidad. Por supuesto que espero ver a Dios personalmente, cara a cara, pero mientras tanto el invisible se muestra en la vida misma. Aprende a descubrirlo en los brazos de un hermano, en el perdón de una madre, en el llanto de un amigo.
4. Era un excelente ejemplo a los que me escuchaban.Excelentes pastores, tendrán excelentes reuniones de jóvenes y líderes, eso es muy general, creo seria mejor decir: pastores que buscan la santidad, tendrán grupos de jóvenes amantes de la santidad.
Jóven Líder, Copyright 2004.