Biblia

Peligro desapercibido

Peligro desapercibido

por Christopher Shaw

Una actitud de vigilancia ayudará a detener el inevitable proceso de alejamiento gradual

Versículo: Hebreos 2:1

2:1 Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo.

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La exhortación a prestar mucha atención a lo que se nos ha hablado persigue una meta muy clara: «no sea que nos desviemos». El sentido de la palabra, en el original, indica un proceso imperceptible, del que no somos realmente conscientes. Me gusta la traducción que han escogido para la Reina Valera Contemporánea: «no sea que nos extraviemos». Nadie sale a una caminata con la expresa intensión de extraviarse. Es posible, sin embargo, que en la etapa inicial el entusiasmo por la aventura nos haya llevado a no prestarle atención al camino que seguíamos por el bosque. A la vuelta, fatigados y con ansias de regresar al lugar del descanso, simplemente seguimos lo que creíamos era el camino que recorrimos de ida. No obstante, luego de caminar un buen tiempo comenzamos a notar que algunos de los paisajes no nos resultan familiares. Nuestros pasos se tornan más dubitativos, hasta que nos detenemos y consultamos con nuestros compañeros. Nos percatamos de que la sensación de desorientación es generalizada. Nos hemos extraviado del sendero y, ahora, estamos perdidos. Otra imagen también nos puede ayudar a entender el proceso que desea evitar el autor de Hebreos. En ocasiones he gozado de unas vacaciones en la playa. Cuando el agua del mar está en calma resulta divertida la experiencia de flotar en el mar. Muchas veces, sin embargo, las olas esconden fuertes corrientes. Si permanezco por un buen tiempo flotando en el agua, simplemente disfrutando del momento, es posible que cuando levante la cabeza descubra que el mar me ha arrastrado a una buena distancia del lugar donde entré. Ya no reconozco la posición en la playa donde dejé a mi familia. Nadie se aparta de la Palabra en un solo instante. ¿De que nos advierte el autor? Nadie se aparta de la Palabra en un solo instante. Más bien, el apartarse es el fruto de un lento e imperceptible proceso en el que permito que la cultura, mis amigos, mis tareas y otros aspectos de la vida erosionen mis convicciones. No soy consciente del proceso, por lo que paulatinamente se instala en mi corazón una frialdad y una indiferencia a la vida espiritual que me lleva a que Dios sea apenas un adorno religioso. El salmista nos indica la clase de actitud a la que nos impulsa el autor de Hebreos: «Yo te he buscado de todo corazón; ¡no dejes que me aparte de tus mandamientos! En mi corazón he atesorado tus palabras, para no pecar contra ti» (Salmos 119.10-11 – RVC). Observe la intensidad del compromiso asumido. Subraye su desesperación por no caer en pecado. Tome nota de la disciplina ejercida para sembrar la Palabra en lo profundo de su corazón. Debemos recordar la advertencia que Jesús le dejó a sus tres cansados discípulos, en el jardín de Getsemaní. «Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil» (Mateo 26.41 – NTV). ¡Prestemos diligente atención a lo que se nos ha dicho, no sea que nos extraviemos!  

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