Biblia

¿Pesebre o mesón?

¿Pesebre o mesón?

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Lucas 2:1-20

LA REALIDAD SOCIAL

La realidad sociopolítica que le toca vivir al hombre en cualquier época no modifica los planes de Dios, sino que, por el contrario, es un instrumento para cumplirlos (v.1-5). Luego de una penosa marcha próxima a los días del alumbramiento, mientras que el niño llega, José y María buscan en Belén un lugar donde puedan alojarse y que posea las mínimas comodidades que el caso requiere.

No son los únicos que han venido a cumplir con el edicto de empadronamiento, pero sin duda han sido de los últimos. El viaje fue más largo de lo acostumbrado debido a la gravidez de María; más lento, con más paradas para descansar, han llegado con el tiempo justo. El niño no puede esperar: “los días se cumplieron”, la hora ha llegado y los demás viajeros se han adelantado, han ocupado los cuartos del mesón, las habitaciones de las casas de sus familiares. No hay lugar para ellos en el mesón. Pero no es que no hay lugar solo para ellos. Muchos esa noche han dormido con el cielo estrellado como techo. No son los únicos. Lo tremendo, lo inadmisible, lo que no cabe en nuestra mente es que no hay lugar para el niño en el mesón. María, madre previsora, lleva todo lo necesario para atender al niño, y de su alforja José extrae un pañal. Mientras ella envuelve al niño, él amontona un montón de paja blanda simulando una cuna. La alegría del alumbramiento hace olvidar la dura realidad que les rodea. El lugar sucio y maloliente, nauseabundo, no se percibe. La atmósfera casi asfixiante ya no molesta. Dios ha pintado en Belén el anuncio del poder del Evangelio. Esa realidad social nos muestra una gloriosa…

LA REALIDAD ESPIRITUAL

1. El nacimiento de Cristo fue distinto en cuanto a sus destinatarios. El mensaje fue dado primeramente a los pastores, quienes eran despreciados por los religiosos por estar en contacto con animales y a veces no guardar las fiestas, atareados en su trabajo que no permitía descanso. Normalmente olían igual que las bestias que cuidaban. Nadie deseaba su compañía. Sin embargo, “lo débil… lo menospreciado escogió Dios (1ª Cor. 1:27-28) para anunciar su gran mensaje. EL DESTINO DEL ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS ES NUESTRA ESPERANZA EN NAVIDAD.

2. El nacimiento de Cristo fue distinto en cuanto a su contexto. Cuando un niño nacía, los habitantes de las aldeas tocaban canciones suaves, sencillas pero tiernas. Sin embargo, nadie conocía la situación, no había sido un nacimiento “en el pueblo o del pueblo”. Fueron los habitantes del cielo quienes en una multitud visible “alababan a Dios” anunciando su buena voluntad para con los hombres; para hombres como los que habitaban en el mesón y las aldeas de alrededor.  LA PRESENCIA DE ESTA HUESTE CELESTIAL EN EL NACIMIENTO DE JESÚS ES NUESTRA SEGURIDAD EN NAVIDAD.

3. El nacimiento de Cristo fue distinto en cuanto a su propósito. Cuando el ángel del Señor calmó el temor de los pastores con “noticias de gran gozo” para todo el pueblo, que había nacido “un Salvador que es Cristo el Señor”, les dio una señal muy precisa, inequívoca, segura como toda buena señal. Y era ésta: no solo encontrar un neonato en pañales, algo común, lógico y esperado, sino “acostado en un pesebre”, la más trascendental de las realidades de la Navidad: el Salvador, el Cristo, el Señor acostado en un pesebre… y ese pesebre es un símbolo de lo que soy yo y sos vos. Cristo hizo de un lugar sucio, nauseabundo, junto al cual no se puede estar, un bello lugar que se recuerda con gozo, donde se respira el perfume de la gracia de Dios, un lugar que nos cautiva. Es el milagro transformador de la presencia de Jesús en el interior de un hombre. Un pesebre como era yo, como eras vos, sucio por el pecado, nauseabundo por nuestros hechos, asfixiante por nuestra triste realidad, hecho algo bello por Cristo. Lo que yo era, en sus manos lo formó e hizo algo bello y lo transformó. Sin duda ésa ha sido la experiencia navideña de la cruz de Cristo: él me transformó cuando dejé que él naciera en mi interior. No es la Navidad la que me salva, pero ella me lleva a la cruz donde obtengo el perdón. No es el pesebre el altar donde fue ofrecido mi Cristo, pero es un símbolo de su cruz. EL PESEBRE EN EL NACIMIENTO DE JESÚS ES EL SÍMBOLO DE NUESTRA SALVACIÓN EN NAVIDAD.

LA REALIDAD PERSONAL

Pero, ¿qué ha sucedido? ¿Cuántas navidades ya han pasado, cuánta experiencia acumulada a través de los años? ¿Qué significado tiene el nacimiento de Jesús? ¿qué lugar ocupa en mi corazón? ¿…O es acaso que la vida me ha ido desplazando por la aldea de este mundo y mi pesebre ya no es un pesebre, sino que ahora se ha convertido en un confortable, espacioso, perfumado y amigable mesón, con cuartos agradables, donde, lamentablemente, no hay lugar para él?

Todo ha cambiado desde aquel entonces, cuando Cristo me limpió con su presencia. Luego me creí dueño del lugar, olvidando que el que había nacido en mi interior también era Señor. Me creí con derecho de construir por mi cuenta, de ampliar, edificando cuartos para mi comodidad, a lo cual le dedico tiempo y afecto, sobre todo afecto… y no tengo tiempo, ni siquiera afecto para él.

Echemos abajo las paredes divisorias, volvamos al primitivo pesebre que él transformó y vivamos en humildad, a fin de poder volver a experimentar la esperanza, la seguridad y la salvación que Cristo hizo nacer en nuestro interior. Entonces Dios volverá a oír de nuestro corazón un canto para El: “Gloria a Dios en las alturas porque en mi pesebre puso paz y su buena voluntad.”

Bendición de lo alto: Su paz, la palabra nos dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús”. Cuando la paz de Dios invade nuestro interior, desplaza la ansiedad de la mente y la angustia del corazón. El profeta Isaías lo expresa con otras palabras: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” – Isaías 26:3- El orden es el mismo, “porque en Dios ha confiado, su vida es guardada en completa paz” Esto nos permite tener una disposición y estado interior ideal para practicar la:

Meditación en Su Persona: “Por lo demás…en esto pensad”. Muchas veces se utiliza este versículo como un elemento de la técnica llamada “pensamiento positivo”. Sin experimentar los vs. 6 y 7 se pretende aplicar como “una cataplasma o aspirina espiritual.” Si alguien tiene problemas con sus malos pensamientos, por ejemplo, se le puede llegar a decir: -“Debes contrarrestar los malos pensamientos con buenos pensamientos, practica el vs.8, piensa en cosas puras.”- utilizando el versículo como un método de autoayuda, prescindiendo de la intervención de Dios. Este mandamiento “funciona” si Dios primeramente “Guardó, con su paz, mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús”. Este versículo nos habla tanto del fruto del Espíritu, como de la misma persona del Señor Jesucristo. Luego el Espíritu Santo sembrará en mi interior el deseo de la:

Participación: El apóstol nos recuerda que hay dos elementos importantes en la vida a tener en cuenta antes de “hacer” o ponernos a trabajar:

Su enseñanza, “Lo que aprendisteis y recibisteis…“. No podemos participar en el servicio al Señor sin haber aprendido con la mente y recibido en el corazón su Palabra. Además Pablo esgrime:

Su ejemplo de vida para imitar, “… y oísteis y vistes en mi…”El apóstol no era un teórico, junto con su enseñanza mostraba la coherencia de su vida, también antes lo había hecho con los ancianos de Efeso. “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo…”- Hch. 20:18-21, 26-27, 31, 33-35

¡Grande es la motivación de servir al Señor del discípulo cuando la enseñanza viene sustentada por el ejemplo de vida del maestro!

Cuando aún estamos disfrutando el primer milagro su produce el segundo. Ya no solo es “la paz de Dios” como virtud divina, sino que ahora disfrutamos de la:

Comunión con Dios: “y el Dios de paz estará con vosotros.” Por supuesto esto no es nuevo, el mismo Señor lo anticipó: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” –Mat.28:29- Pues hay verdades que el mismo Espíritu de Dios tiene que recalcar frente a nuestra frágil memoria o permanente característica de “hombres de poca fe.” Dios no solo tiene como propósito de su comunión un fin en sí mismo, sino que además ella sirva para que nuestras vidas den testimonio de él como lo hicieron Pedro y Juan frente al Sanedrín que maravillado: “…les reconocían que habían estado con Jesús.” – Hch. 4:13b-

Es el deseo insistente de nuestro buen Padre y Dios es que aprendamos a confiar incondicionalmente en él. Varios pasajes más nos alientan a esto:

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” – Sal.37:5

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará.” – Sal. 55:22ª.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” –Mt. 11:28

“Echar toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros.”- 1ª P. 5:7-

¿Lo vamos a hacer? O seguiremos preocupándonos y enfermándonos por todo.