Planeando ser feliz durante toda la vida
por Frank Minirth
Es sorprendente cómo se puede beneficiar a las personas recordándoles cómo mantener la felicidad con consejos prácticos y efectivos. Tome un momento para pensar sobre las siguientes sugerencias y considere en seleccionar algunas para trabajar en ellas durante las próximas semanas y meses.
No es suficiente elegir la felicidad, esto demanda acción. A veces los consejos que se dan en programas de radio o aún en nuestros seminarios y publicaciones suenan como un simple consejo proveniente del sentido común. Y a veces lo son. Sin embargo, es sorprendente cómo se puede beneficiar a las personas recordándoles cómo mantener la felicidad con consejos prácticos y efectivos.
Toma un momento para pensar sobre las siguientes sugerencias y considera en seleccionar algunas para trabajar en ellas durante las próximas semanas y meses.
Está atento a sus sentimientos, pero focalizándole en ganar control sobre tu conducta.
Tenemos un mínimo control sobre nuestras emociones, pero un máximo sobre nuestro comportamiento. Los sentimientos pueden variar, así que tu vida puede ser más estable si la basas sobre conductas saludables que nutrirán sentimientos saludables.
Cambia la forma en que te «hablas a ti mismo».
Todos lo hacemos en nuestros pensamientos. Trata de pensar más en cosas positivas en lugar de vivir pensando en los fracasos o en el rencor.
Desarrolla un plan de acción
Si estás en un momento en el cual puedes usar un plan de acción diario para concentrarte en un crecimiento positivo, por favor considera tus necesidades y metas específicas en cuatro áreas:
- Espiritual
- Física
- Emocional
- Relaciones humanas
Aceptando la responsabilidad personal para cumplir con el plan cada día, por lo menos durante un mes, encontrarás más alegría en tu diaria rutina. El apóstol Pablo dice en Filipenses 4.13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».
¿Deseas comprometerte con un plan diario de acción o estás esperando que otro traiga la felicidad a tu vida?
Minimiza la fatiga.
Evita demasiados cambios importantes en un período corto de tiempo, como comprar una nueva casa, cambiar de trabajo, tener un bebé, o mudarte. Un cambio moderado dentro de la rutina diaria puede aliviar la fatiga menor de la vida. Mucho de cualquier actividad, ya sea en el trabajo, en el estudio o en la tarea de la casa, puede deprimirte.
Elige formas saludables para competir.
Hacer ejercicios físicos es una excelente forma de quitar las tensiones negativas o estrés y transformarlos en bienestar para el cuerpo y la mente. El estar «bien y cansado» por el ejercicio físico nos ayuda a relajarnos, a dormir y a mejorar nuestra apariencia. El ejercicio regular puede resultar en cambios bioquímicos en el cerebro, y estos cambios tienden a compensar la depresión.
Desarrolla nuevos intereses y actividades.
Es fácil entrar en una rutina. Tratar de cambiar las cosas un poco. Vuelve a casa por otro camino. Asiste a actividades de la iglesia. Sal a caminar. Ve al cine. Pero cuida de no sobrecargarte o de enojarte si tu humor no mejora instantáneamente. Sentirse mejor lleva tiempo.
Vuelca tus problemas sobre Dios.
Cuando ores, no sólo digas palabras. Habla con Dios sobre las circunstancias que te han deprimido y cuéntale sobre tus sentimientos. Ora específicamente, enumerando cada área de interés. Dios es más grande que tus problemas.
Medita en la Palabra de Dios.
Dios quiere que no sólo hablemos con él cada día, sino que pasemos tiempo con él mientras meditamos en su Palabra y la aplicamos a nuestras vidas. Uno de mis textos favoritos es Hechos 20.32: «Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados».
La Palabra nos edifica
Desarrolla una amistad profunda.
La mayoría de las personas que están deprimidas sienten que no tienen un sólo amigo íntimo; alguien que genuinamente se interese por ellos, que los cuide, que sea sensible y que los acepte. En Eclesiastés 4.9-10, Salomón dice: «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante».
Acepta que nadie es perfecto.
Todos nosotros pecamos. Todos erramos. No seas demasiado duro contigo mismo ni dudes en perdonarte, trata de no hacer demandas irrealistas de ti mismo o de otros.
Crece en comunión con otros.
Permanecer en un grupo de creyentes que amen al Señor y que disfruten de la vida permitirá que su felicidad penetre en ti. Comparte tiempo, actividades y conversaciones con otros cristianos.
Confiesa y evita acciones pecaminosas.
Admite tus malas conductas ante Dios, hacia otros y aún hacia ti mismo.
Trabaja en mejorar tu auto-imagen.
Mediante el crecimiento en tu relación con Cristo y con otros. Establece objetivos realistas para ti mismo fraccionando las tareas en pequeñas partes de acuerdo a lo que puedas hacer. Si estableces prioridades diarias tendrás éxitos diarios.
Involúcrate con las necesidades de otro.
Recordar que las otras personas tienen necesidades también, te ayudará a mantener tu mente fuera de tu propia situación y de tus dolores. ¡Alcanzar a otro puede ser sanador para ambos!
Pospón las decisiones importantes hasta que la depresión haya desaparecido.
Consultar con otros que puedan tener una visión más objetiva de tu situación te ayudará a no tomar una decisión arrebatada especialmente sobre temas como casarse o cambiar de trabajo.
Trata de ser más afirmativo.
Habla cuando lo necesites, en lugar de ahogar y convertirte en un amargo.
Cuidado con guardar resentimiento y enojarte.
A menos que estés dentro del 5% de las personas que son depresivas porque tienen un tumor cerebral, un desorden en la tiroides u otra causa médica, tu depresión incluye resentimiento. Estás enojado contigo mismo o con otro. Ahogar ese enojo, o no estar alerta al mismo, o querer la revancha puede llegar a enfermarte.
Hay cinco grupos de personas con las que tendemos a enojarnos:
- Padres. Podemos desarrollar muchos amargos sentimientos hacia nuestros padres con el paso de los años. Necesitamos perdonarlos. Nosotros también cometeremos errores con nuestros hijos.
- Esposos. Cada vez que dos personas viven juntas, habrá momentos de enojo. Cada noche que te vayas a la cama, recuerda Efesios 4.26: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo».
- Contigo mismo. A veces perdonamos a otros pero no a nosotros mismos. Esto puede destruir nuestra autoestima.
- Otros. Esta categoría incluye empleados, empleadores, miembros de la familia, o cualquiera hacia quien sientes amargura. Perdónalos por tu propio beneficio.
- Dios. Sé honesto con Dios. Admite que no comprendes algunas cosas y que a veces te enojas con Él porque Su tiempo no es el tuyo, y Sus caminos no son los tuyos.
¿Necesitas abierta y amorosamente confrontar a alguien? ¿Estás dispuesto a perdonarte a tí mismo o a otros cuando las cosas no salen bien?
Aprende a reír.
La risa nos relaja como ninguna otra cosa lo puede hacer. Una buena forma de comenzar es riéndote de tus propios defectos.
Acude por ayuda a un consejero o médico si tu depresión persiste.
Hay muchas personas que pueden ayudarte a encontrar la felicidad pastores, psiquiatras cristianos, psicólogos, psicoterapistas y consejeros profesionales.
No hay respuestas fáciles para la depresión porque el problema es tan complejo que involucra cada aspecto de nuestras vidas. Pero, ¡la depresión es 100% tratable! Decide hacer todo lo necesariamente posible para vencerla.
La felicidad es realmente una elección, ¡tu elección!
© Christian Psychology For Today, Winter 1991. Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen III, número 4. Todos los derechos reservados