Poderoso estímulo
por Christopher Shaw
La naturaleza confiable del que promete nos infunde confianza ante las dificultades que afrontamos
Versículo: Hebreos 6:18
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6:18 Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros.
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En la reflexión que compartí sobre la persona de Abraham (ver Promesas futuras), preguntaba cuál era el sentido de divulgar una promesa cuyo cumplimiento se encuentra en el futuro lejano, si nada puede hacer la persona para acelerar ese proceso. El autor ahora nos provee de una respuesta concreta. Las «dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta» nos ofrecen un poderoso estímulo. La palabra poderoso, en el griego, es el término ischuros. Se refiere a una fortaleza interior, una actitud de firmeza que permite afrontar agresiones o derribar obstáculos. La confianza inamovible en la Palabra de Dios, entonces, produce una transformación en el presente, como se ha señalado, que nos permite afrontar la vida con otra actitud enteramente distinta a la de la persona que vive sin esperanza. De hecho, la NVI emplea la frase «poderoso estímulo» dando a entender que esa esperanza nos impulsa, como lo haría un motor, a movernos con una seguridad y convicción que sencillamente no poseen los que están abrumados y desconcertados por las circunstancias que viven. Los que buscan refugio en el Señor encontrarán que sus temores, de manera misteriosa, se convierten en confianza.Este estímulo no está a disposición de cualquiera. Es para aquellos que han buscado refugio en el Señor. La palabra que emplea el autor es el mismo que la Septuaginta utiliza para traducir el concepto de Deuteronomio 4.42. Allí, Moisés daba instrucciones acerca de la opción que tenía alguien que mataba, sin querer, a su prójimo. Podía huir a ciertas ciudades que habían sido destinadas como lugares de refugio. Mientras permanecía en esa ciudad la ley impedía que los que buscaban vengarse por la muerte del prójimo pudieran echar mano de él. Del mismo modo, el autor de Hebreos espera de aquellos que están en aflicción que huyan al Señor y se refugien en su persona. En ese lugar podrán echar mano de las promesas inmutables de Dios, las cuáles le volverán a infundir ánimo, valentía y esperanza en medio de la tormenta que enfrentan. Volvemos, en el texto de hoy, a encontrarnos con la palabra «aferrarnos» (krateo). La idea es que debemos amarrar las promesas, sujetarlas, atarlas, arrestarlas, detenerlas. Todas estas palabras indican que la confianza en las promesas es huidiza, asustadiza; que fácilmente tiembla ante la primera dificultad. El esfuerzo que debemos realizar nosotros es el de aferrarnos fuerte a esa confianza, de manera que no perdamos el efecto transformador que produce la Palabra en nuestro interior. La mejor manera que conozco de lograr esto, frente a las circunstancias amenazantes o intimidantes, es declarar, en voz audible, la confiabilidad de las promesas y de Aquel que promete. En ocasiones debemos hablar, con nuestra alma, y decirle: « ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!» (Salmos 42.11 – NVI).
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