Predicando desde la vida real

por Juan Wesley White

Cuando Jesús estuvo aquí sobre la tierra estableció los precedentes de la predicación evangelística para todos los tiempos. Miraba a su alrededor y señalaba a sus oyentes algún hecho de actualidad, extraía de éste alguna proyección del evangelio y apoyaba su enseñanza mediante citas de las Escrituras.

Otra característica homilética de Jesús es que, casi inmediatamente, hacía la aplicación de esa verdad con referencia al Reino, llamando a sus oyentes al arrepentimiento, la fe, el discipulado, el compromiso. No sólo puede verse este modelo en los evangelios, también los apóstoles siguieron el precedente de nuestro Señor.


Jesús, en Lucas 13, había oído la noticia que se comentaba en la sociedad, referida a “aquellos dieciocho sobre los cuales cayo la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (4-5). Pablo, entonces, cuando sintió en su corazón el predicar en el Aerópago de Atenas referente a que Dios “manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan”, lo hizo señalando a los hechos a su alrededor, a la inscripción que estaba a la vista del público: “Al dios no conocido”.



Mientras el evangelista debe “predicar la Palabra” para realizar la obra de un evangelista o profeta, debe construir “puentes” en la mente y la conciencia de los oyentes con ejemplos extraídos de hechos actuales, los que ocupan el pensamiento y entendimiento de quienes busca ganar para Cristo. Las Buenas Noticias del Evangelio resaltan con su brillo en medio de las malas noticias con que la mayoría de la gente está inundada y el relacionarlas es un gran recurso para persuadir con la Palabra de Dios. El pecado es un hecho desagradable de la vida; la gente pasa una gran parte del tiempo cediendo al mal y aun más tiempo gozándose o al menos interesándose en la maldad de los otros. Al puntualizar el hecho de que nadie puede venir a Cristo sin reconocer su pecado, resulta simple aludir al mal de la borrachera, drogadicción, inmoralidad y crímenes ilegales que resaltan en los diarios, radio y televisión, las discusiones familiares, la trampa entre supuestos amigos. También puede demostrarse efectivamente, con las noticias, el precio terrible en esta vida (sin contaren la venidera) de las consecuencias del pecado.



De las mismas fuentes se pueden extraer constantemente historias de amor Sacrificado: una madre que acude a los noticieros de televisión para salvar a su hijo un padre que tiene doble trabajo para que sus hijos puedan ir al colegio y no mendigar, como ilustrando el hecho de que Cristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros. Nosotros queremos ver a la gente tomar una decisión por Cristo, ya sea que se encuentre en la jungla, en una villa miseria, en una población agrícola o en el centro de una gran ciudad, por eso debemos buscar formas de su ambiente para que valoren el amor de Cristo.



Siempre hay hechos de la actualidad es la conversación de la gente, en la televisión, radios o en los periódicos y revistas, son “registros de las consecuencias” para los que toman las decisiones correctas o los riesgos de dejar de tomarlas. Así es él llamado de Cristo para ir a El. Usted llama a su gato, perro, ovejas, caballo o ganado y ellos vienen; eso quiere decir que reciben alimento y abrigo. Lo mismos sucede cuando Cristo llama: usted debe responder. Predicar la Palabra es el gran desafío de hacer simple y entendible lo grandioso, infinito y eterno. No tema porque está haciéndolo demasiado vívido y sencillo; ellos necesitan entender.



Hacer entendible el mensaje es llevarlo a lo vernáculo, al lenguaje visual de aquellos que busca alcanzar. Y esto sólo puede suceder cuando se está en constante búsqueda de “vehículos” sobre los que el Príncipe de Vida pueda transitar, venas por las que su sangre pueda fluir, voces por las que pueda hablar entendiblemente.