Preparación para Bendición Números 1–6
Conforme al testimonio dado por Moisés en Deuteronomio 1, el viaje desde el Monte Sinaí hasta la Tierra Prometida debía hacerse en once días (Deuteronomio 1:2). Sin embargo, al pueblo de Israel le Ilevó cuarenta años terminarlo (1:3). ¿Por qué? Moisés señaló dos causas principales: desobediencia (1:26) e incredulidad. Sin embargo, la primera era consecuencia de la segunda.
El libro que conocemos como Números era designado por los hebreos con el nombre de “En el Desierto”, porque describe los acontecimientos ocurridos durante el tiempo que pasaron vagando en él. James Phillip dice: “este libro no debía haberse escrito”. Al final de él, se nos dice que casi no habían avanzado en su camino, sino que se encontraban en el mismo lugar donde dio principio el relato. El único cambio que se había operado en ellos era que habían adquirido más sabiduría, por lo mucho que habían sufrido a causa de su falta de fe.
Posteriormente, el apóstol Pablo nos advierte que prestemos atención a la historia de Israel y que aprendamos de ellos. Tanto en la actualidad como en aquellos tiempos, las características negativas mencionadas, son trampas que pueden interrumpir nuestra comunión con Dios y estorbar el plan que tiene para nuestra vida. Además, este libro nos enseña que aun cuando no confiemos en el Todopoderoso, él permanece fiel. Aunque desobediente, provee todo lo que su pueblo necesita y lo protege; también utiliza la disciplina para obligarnos a volver a sus caminos. Es por eso que nos conviene observar este ejemplo, para aprender a confiar en él y obedecerle.
EL AUTOR Y LA FECHA
Tal como sucede con los otros libros del Pentateuco, se acepta que Moisés es el autor de Números. Los eventos que describe sucedieron durante los 40 años que el pueblo peregrinó en el desierto y antes de la muerte del escritor. El lapso cubre aproximadamente de 1446 a 1406 a.C. La mayoría de los detalles relatados ocurrieron durante el segundo y último de esos años.
LA SITUACION HISTORICA
El libro de Génesis es Ilamado “de los comienzos”, pues explica el origen de todas las cosas, especialmente en lo que se refiere a Israel. Nos informa de dónde vino el pueblo de Dios y cómo es que Ilegó a la condición de servidumbre en que se encontraba en Egipto en días de Moisés. El relato de Exodo presenta el nacimiento del pueblo escogido, e incluye la historia de su redención y cómo Dios se reveló directamente a ellos. Asimismo, narra cómo aprendieron que el Señor controla la historia y cómo los constituyó en nación. Los compró para sí mismo y los sacó de la esclavitud egipcia. Finalmente, les enseñó la obligación que tenían de someterse a su autoridad.
El libro de Levítico no presenta ningún avance histórico. Sirve para explicar más ampliamente la ley que Dios les había dado durante el Exodo y para informarles cómo debían vivir para mantenerse en comunión con él. En fin, su mensaje central es que para poder gozar de una relación íntima con el único Dios santo, también debían ser santos.
Números continúa la historia de Israel donde Exodo la dejó. Todavía estaban en Sinaí, donde Dios acababa de revelárseles. Iban a ser su pueblo y él sería su Dios, y habitaría en medio de ellos. La ley se les había dado como norma de conducta. Ya habían sido redimidos por sangre, aunque seguirían viviendo en medio de un mundo pagano. Por lo tanto, debían ser diferentes a las naciones que estaban a su alrededor. El Señor les dio instrucciones para que construyeran el Tabernáculo, donde él podría manifestarse a ellos y donde pudieran adorarle.
Al finalizar esta época de preparación, estuvieron listos para ser guiados a la tierra que el Señor había prometido a sus antepasados. Sin embargo, debido a la falta de sometimiento que mostraron a la palabra de Dios, la posesión de ella fue retrasada cuarenta años, mientras daban vueltas en el desierto esperando a que muriera esa generación rebelde. Números narra la historia del fracaso y retraso trágico resultante. Cuando concluye el libro, el pueblo se encuentra en la orilla del Río Jordán cuatro décadas más tarde, alistándose nuevamente para entrar en la Tierra Prometida.
PROPOSITO Y TEMA
Números gira alrededor de la disciplina que Dios aplicó al pueblo en el desierto. Cuando concluye, no han terminado su peregrinaje y prácticamente no han adelantado nada en el camino. Se han convertido en un pueblo más triste, aunque más sabio.
El evento central es la rebelión en Cades-barnea. Nos enseña cómo Dios realiza su obra, abriéndonos varias puertas e invitándonos a entrar a la comunión con él, pero por lo regular respondemos que la oferta es demasiado cara. Es así como perdemos la ocasión de acercarnos a él. En el caso de Israel, la hora de oportunidad Ilegó y la rechazaron, pero Dios hablaba en serio.
Este libro fue escrito para revelar las consecuencias severas que traen al pueblo redimido de Dios la falta de fe y el desacato. El fracaso es el asunto central de este documento, y sus resultados se presentan desde dos perspectivas, una negativa y otra positiva.
Por ser el pueblo del pacto divino, debían haber confiado y seguido únicamente al Señor. Su incapacidad para hacerlo trajo resultados nefastos. Su comunión con Dios fue interrumpida y su entrada en la Tierra Prometida se retrasó cuarenta años.
Toda la gente de esa generación, a excepción de Josué y Caleb, murieron en el árido desierto, lo que demuestra lo que pueden acarrear la duda y la inconformidad al plan de Dios. El autor de Hebreos, reconociendo la importancia de ese mensaje para los creyentes del Nuevo Testamento, expresó una advertencia basado en esa situación.
Se debe observar sin embargo, que el libro Ileva también un mensaje positivo. Al Ilegar al final, cuando Israel estaba para entrar en la tierra, se les da la seguridad de que sus actitudes negativas no les habían eliminado para siempre del cuidado divino. Aunque fueron castigados con rigidez, aun al punto de que algunos tuvieron que morir, siguieron siendo el pueblo del pacto.
El libro intenta demostrar la fidelidad de Dios a su pueblo a pesar de que permitió que vagaran por el yermo algunos años. Los protegió y proveyó todo lo que les hacía falta, corrigiéndolos con amor; también los guió y defendió, pues es fiel a sus promesas. Al terminar el tiempo de castigo, los restauró a la tierra de nuevo.
El tema de Números entonces, es que aunque Dios disciplina a su pueblo por su falta de confianza y terquedad, los sigue amando y mostrando su paciencia. Los pactos de Dios son firmes, él cumple lo que ha prometido. No obstante, su bendición viene como resultado de la obediencia, y los efectos de no hacerlo son severos. El libro enseña esta verdad tanto en sus detalles específicos como en el desarrollo de su argumento en general.
AUNQUE DIOS DISCIPLINA A SU
PUEBLO POR SU INCREDULIDAD Y
DESOBEDIENCIA, MUESTRA SU
FIDELIDAD Y AMOR PARA ELLOS
¡PENSEMOS! |
Identifique una o dos ocasiones en que usted haya observado estos principios funcionando, tal como sucedió en los días de Moisés en el desierto. ¿Qué lecciones debemos aprender de estas experiencias? ¿Cómo debe cambiar nuestra vida? |
En cuanto a Dios mismo, Números presenta tres conceptos principales que su pueblo debe aprender. Primero, su soberanía, que se manifiesta por medio de su control de la historia, aun de las naciones paganas más poderosas. Segundo, su fidelidad se hace evidente, porque cumple sus promesas. Finalmente, su paciencia se observa por cuanto soporta al pueblo rebelde. Su amor leal nunca les deja de proteger, aun cuando no crean ni acepten sus dichos.
ORGANIZACION DEL LIBRO
La estructura básica del libro se presenta geográfica y temáticamente, ya que los dos aspectos están relacionados. Se divide en tres partes principales. Primero, se presenta el viaje de Egipto hacia Sinaí (1–14) y cómo Dios estaba preparando al pueblo para entrar en la tierra que él les había concedido. Este tema sigue hasta que empezaron a dudar de las promesas de Dios y se rehusaron a obedecerlo.
La segunda sección describe los cuarenta años de retraso, al tiempo que daban vueltas por el desierto (15–19). Asimismo, se presentan las consecuencias de la rebelión de Israel, a la par que la fidelidad y la obra de Dios se hacían manifiestas en medio de ellos.
Al terminar el texto, se relata cómo Dios ordenó la movilización de la gente nuevamente (20–36), la restauración del pueblo y los pasos previos que tuvieron que dar para poder tomar posesión de la nueva tierra. El paralelismo entre la primera y la última sección del libro es evidente, si comparamos el primer censo con el que se hizo al final.
El aspecto triste de la crónica es que tuvieron que repetir una vez más todos los preparativos iniciales. Lo que podría haber sido un viaje corto se convirtió en una experiencia larga y trágica por causa de su incredulidad y desobediencia. No obstante, Dios permaneció fiel; los Ilevó adonde había prometido; los protegió y proveyó todo lo que necesitaban durante los cuarenta años en el desierto. Al final del libro, por la gracia de Dios, estaban a la entrada de la tierra que fluía leche y miel, listos para tomarla en cuanto Dios diera la señal.
PREPARACION PARA ENTRAR
EN LA TIERRA PROMETIDA 1–14
RETRASO EN EL DESIERTO 15–19
MOVILIZACION DEFINITIVA HACIA
LA TIERRA PROMETIDA 20–36
PREPARACION PARA ENTRAR EN LA TIERRA PROMETIDA
Preparación administrativa 1–4
Antes de que el pueblo del pacto pudiera viajar desde Sinaí a la tierra que Dios les había prometido, tuvieron que tomar algunas providencias (1–10:10). Moisés tuvo que organizar a la nación para el viaje que tenían por delante. Puesto que su número había crecido a más de dos y medio millones de personas, no podían empezar el viaje sin contar con una organización eficiente.
Enumeración de la fuerza militar Cap. 1
Primeramente, tenían que determinar el número de hombres disponibles para la campaña militar. No podían enfrentarse a las naciones enemigas que hallarían en su camino sin tener un ejército adecuado. Por eso Dios ordenó que levantaran un censo que incluyera a todos los varones de veinte años para arriba, conforme a las familias de las cuales descendían. Al efecto, nombraron un capitán por cada tribu y se le asignó la responsabilidad de contar a los miembros de ella (1:1–19).
Después, Moisés anotó el número total de cada uno de los doce clanes, menos Leví. El lugar dejado por ellos fue ocupado al dividir la heredad de José entre sus dos hijos, Efraín y Manasés. De esa forma, quedaron las mismas doce tribus para contribuir al esfuerzo guerrero (1:20–43). El conjunto de los censados fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta (1:44–46).
Los levitas no fueron incluidos porque no participarían en la acción militar, sino que habían sido Ilamados a un ministerio distinto, como encargados del tabernáculo. Mientras los demás portarían un estandarte de campaña, ellos serían identificados por el tabernáculo (1:47–54).
¡PENSEMOS! |
¿Cuál era el símbolo alrededor del cual cada tribu debía acampar (52)? ¿Y los levitas (53)? ¿Cómo colaboraban éstos con sus compatriotas? ¿Era importante su tarea? ¿Por qué? |
¿Qué debemos aprender del ejemplo de los levitas, y la tarea que Dios les asignó? |
Arreglo del campamento de Israel Cap. 2
Después del censo, el campamento fue organizado de acuerdo a las tribus representadas para determinar el orden en que debían acampar y marchar. A cada una se le asignó un lugar rodeando al tabernáculo (2:1–2). La sección oriental quedó bajo el liderazgo de la familia de Judá, e incluía a los clanes de Isacar y de Zabulón. Juntos, marcharían en primer lugar (2:3–9).
La parte sur, dirigida por la familia de Rubén, estaba apoyada por los grupos de Simeón y de Gad. Estos irían en segundo lugar (2:10–16). A continuación, en medio de todos los ejércitos, se colocaría al contingente de los levitas, Ilevando el tabernáculo (2:17).
El tercer ejército, señalado para proteger la parte occidental, estaba formado por el conjunto de Efraín, Manasés y Benjamín (2:18–24). Finalmente, los que constituían el flanco del norte, eran los clanes de Dan, Aser y Neftalí (2:25–31).
Fue así que se hizo el censo de la nación y la designación de responsabilidades, tal y como Dios lo había mandado. Había seiscientos tres mil quinientos cincuenta varones de guerra, sin tomar en cuenta los de la tribu de Leví (2:32–34).
La posición privilegiada de los levitas 3–4
Debido a que habían sido asignados al ministerio espiritual, se les excluyó de la obligación de prestar servicio militar. Sin embargo, para que realizaran adecuadamente su trabajo delante de Dios, también debían organizarse (3–4). Sus tareas fueron distribuidas conforme a las casas de sus padres.
Los hijos de Aarón fueron apartados para dedicarse especialmente al sacerdocio. Aunque tuvo cuatro hijos, los dos mayores habían muerto en el desierto por no ofrecer los sacrificios ordenadamente, y por desoír las advertencias de Dios. Su ejemplo enseñó a los demás, así como a las generaciones futuras de sacerdotes, que no se puede jugar con Dios; él es santo y debe ser respetado (Levítico 10:1–3).
Puesto que ninguno de ellos tuvo hijos, sus linajes quedaron eliminados del sacerdocio para siempre. Sólo permanecieron Eleazar e Itamar los hijos menores, para satisfacer junto con Aarón su padre, la necesidad que la nación tenía de sacerdotes que ofrecieran los sacrificios ante Jehová (3:1–4).
Además de los mencionados, los otros descendientes de esa familia servían en el tabernáculo como ayudantes en el ministerio espiritual. El orden para efectuar el servicio en el santuario era como sigue: los hijos de Aarón serían los sacerdotes y los levitas, sus ayudantes. Cualquier persona que tratara de acercarse a los lugares santos, que interfiriera en el culto o que se atreviera a ofrecer sacrificios, moriría (3:5–10).
Conforme a la Palabra de Dios revelada posteriormente a la liberación de Israel de la esclavitud egipcia, todos los primogénitos pertenecían al Señor (Exodo 13:1–2, 10–16), porque él había evitado que murieran la noche en que los había sentenciado a muerte en Egipto. Más adelante, tomó un acuerdo con el pueblo en el sentido de que los levitas serían los sustitutos de los primogénitos. Debido a ello, desde ese momento en adelante constituirían una tribu especial, apartada para servirle en lugar de los hijos mayores de cada familia (Números 3:11–13).
Puesto que no les habían contado en el censo militar, ahora Jehová ordena enumerar a los descendientes de Leví conforme a las casas de sus padres para asignar las responsabilidades de cada familia (3:14–39). A diferencia de la primera ocasión en que sólo se incluyeron los varones de veinte años para arriba, considerados útiles para la lucha armada, en este caso se tomaron en cuenta a todos los que tenían arriba de un mes de edad. Les interesaba averiguar cuántos hombres podían dedicarse al servicio de Dios.
Al comparar la cantidad de levitas con los primogénitos de todas las tribus, descubrieron que el número era casi idéntico. Sólo faltaban doscientos setenta y tres (3:39–45), que podrían ser redimidos conforme al precio estipulado en la ley (3:46–51). Así que Dios aceptó a los levitas como sustitutos de los primogénitos de toda la nación. Vendrían a ser suyos, dedicados a su servicio. El dinero recibido del pueblo en pago del rescate de los que faltaban, fue dado a Aarón para el ministerio del tabernáculo.
Moisés y Aarón junto con sus familias, establecerían sus tiendas frente a la entrada del tabernáculo, donde fungirían como representantes del pueblo delante de Dios. Se prohibió expresamente que cualquier otra persona se acercara, bajo pena de muerte.
Posteriormente, Moisés especificó las tareas de cada familia principal cuando llegara el momento de mover el campamento (4:1–33). El primer paso lo darían los sacerdotes, entrando a cubrir todos los muebles para el viaje. Los demás levitas no debían ver el mobiliario ni los utensilios directamente, ni tocar ninguna cosa sagrada (4:1–15a).
Después entrarían los hijos de Coat para llevar todo fuera del tabernáculo (4:15b–20); pero Aarón y sus hijos eran los responsables de supervisar toda la tarea. A continuación, los hijos de Gersón cargarían las cortinas y cubiertas de piel con los velos (4:21–28). Finalmente, los hijos de Merari Ilevarían todo lo que quedaba: las tablas y columnas de madera (4:29–33).
Volvieron a sumar a los encargados de este ministerio. Esta vez incluyeron sólo a los varones entre treinta y cincuenta años de edad, quienes eran los indicados para realizarlo. El número total de levitas que servían en el tabernáculo era de ocho mil quinientos ochenta (4:34–49).
Preparación espiritual Caps. 5–6
Una vez terminada la organización administrativa del pueblo, se pasó a hacerlo espiritualmente. Todo esto era necesario a fin de que fueran una nación diferente, que verdaderamente glorificara a Jehová con su estilo de vida, que fuera ejemplo a todos aquellos que les rodeaban.
Se apartó del campamento a todos los inmundos, para que los que se acercaran a Dios fueran santos y puros delante de él (5:1–4). Se establecieron normas y procedimientos para la confesión y restitución cuando alguien ofendiera o hiciera daño a otra persona (5:5–10). Esto último exigía que quien afectara a otra persona, debía compensar el daño sufrido mas la quinta parte, y además que ofreciera el sacrificio prescrito.
Simultáneamente se presentó un plan para resolver el problema en caso de que un marido sospechara que su esposa había sido infiel (5:11–31). El procedimiento permitía comprobar la inocencia o culpabilidad de ella y propiciaba la justicia divina contra la culpable, pero además protegía a las mujeres en caso de que el esposo quisiera abandonarlas, acusándolas falsamente. En las naciones paganas que les rodeaban, la palabra del hombre era suficiente para condenar a una mujer. Nadie hacía caso de sus protestas de inocencia; sino que eran despreciadas. Dios mostró que no aceptaría un trato semejante en su pueblo.
ISRAEL NO DEBIA SER IGUAL
DEBIAN DESTACARSE COMO
PUEBLO SINGULAR
ENTREGADO A DIOS
La ley del nazareo fue dada como voto de dedicación o de separación especial a Jehová por parte de algún hombre o mujer (6:1–21). Mientras estuvieran en este estado, no podrían beber ni comer ninguna parte de la vid; afeitarse o cortarse el pelo. Tampoco acercarse a los muertos, aunque fuera de su propia familia. Durante la vigencia del voto, tendrían que dedicarse a Dios y no violar ninguna de estas condiciones (6:1–8).
Si por alguna circunstancia imprevista y no intencional, la persona se llegara a contaminar, se estableció un procedimiento de purificación a través de sacrificios, en cuyo caso, el tiempo invertido sería anulado y estaría bajo la obligación de empezar de nuevo (6:9–12). Al finalizar el tiempo de la promesa, celebrarían una ceremonia especial con ofrendas a Dios (6:13–21).
Finalmente, Aarón recibió por medio de Moisés una bendición especial que impartiría al pueblo, donde pedía que Dios los bendijera, que hiciera resplandecer su rostro sobre ellos y que los guardara y protegiera, dándoles paz (6:22–27). La impartición de ella tendría dos propósitos. Desde la perspectiva de Israel, les recordaría su dependencia y la importancia de identificarse con el nombre del Señor. Desde la perspectiva divina, serviría como una oración pidiendo la preservación y bendición de su pueblo.
Todos estos aspectos de preparación espiritual eran necesarios para que Israel recordara la obligación que tenía de ser un pueblo que con su forma de vivir diferente, glorificara a Dios ante las otras naciones.
¡PENSEMOS! |
Señale algunas de las lecciones más importantes que se nos enseñan en estos capítulos en cuanto a la preparación para la guerra espiritual que enfrentamos. ¿Cuál sería el principio más importante que debemos recordar en base a lo que hemos visto en esta sección de Números? ¿Por qué? ¿Cómo debe cambiar su vida? |
Porter, R. (1989). Estudios Bı́blicos ELA: Fracaso en el desierto (Numeros) (5). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.