Preparación para Comunión Números 7:1–10:10
¿Cómo podemos descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida? ¿Cómo estar seguros de que el camino en que andamos es el que él quiere? Aunque las circunstancias de Israel cuando estaban por Ilegar a la Tierra Prometida son únicas, los pasos previos que tomaron nos señalan cuatro principios que podemos seguir para definir el propósito de Dios.
La organización administrativa que emplearon durante su viaje por el desierto nos enseña la importancia que tiene la dirección divina manifestada a través de los líderes que él ha colocado en puestos de autoridad (1–4), para que dirijan su obra.
Quien quiera hacer la voluntad de Dios, primero debe reconocer la autoridad de los líderes designados por él, y consultar con ellos a fin de coordinar esfuerzos con los otros miembros del grupo. De esta manera podremos realizar en conjunto la obra que Dios ha dispuesto. Normalmente, la tarea no se realiza con muchos individuos aislados, sino por un esfuerzo coordinado, organizado por Dios.
El segundo requisito implícito es que Dios quiere que su pueblo sea distinto a los pueblos paganos que lo rodean. Los judíos debían purificarse y andar conforme a las normas establecidas por él.
Este requisito sigue en pie todavía; él desea que seamos diferentes en nuestro estilo de vida, no siguiendo los patrones del mundo en que vivimos. Si no lo hacemos, ¿cómo podemos esperar que nos siga dirigiendo?
PREPARACION RELIGIOSA 7:9–14
El tercer aspecto importante para descubrir cuál es el propósito de Dios para nuestra vida, es la adoración correcta. Durante el tiempo que pasaron preparándose, entendieron que la adoración verdadera no se basa en planes humanos; el Señor tomó-la iniciativa para establecer las normas que la regirían. Cuando se acercaban a él conforme a lo que había establecido, podían gozar de su comunión, y como consecuencia, les mostraba el camino a seguir. En otras palabras, este requisito indica que debemos allegarnos a Dios siguiendo su dirección. Como resultado, tendremos comunicación directa con él.
El período de preparativos religiosos incluyó la dedicación del tabernáculo, la presentación de las ofrendas especiales y la dedicación de los levitas para el ministerio (7–8). Además, se celebró la pascua como un recordatorio de la misericordia de Dios y como ejemplo de lo que Israel debía hacer en el futuro (9:1–14).
Establecimiento del servicio en el tabernáculo 7–8
Las ofrendas para la dedicación del altar 7:1–88
Para iniciar el servicio religioso, cada jefe de tribu preparó una ofrenda y la Ilevó a Moisés. El relato no menciona ningún mandamiento en ese sentido. Al parecer, fue un acto voluntario para dedicar el altar y para expresar su gratitud al Señor por lo bueno que había sido. Las doce ofrendas fueron iguales, lo que demuestra que los líderes se habían puesto de acuerdo bajo la dirección del Señor.
Algunos comentaristas sugieren que Moisés sintió la obligación de consultar con Dios para averiguar si este acto estaba bien o no (7:4–5). El Señor lo aprobó y ordenó que lo aceptara para el ministerio del tabernáculo.
Al empezar a contar la historia de como se hizo la dedicación, el autor vuelve a recordar los eventos del último capítulo de Exodo. El día en que Moisés terminó de levantar el tabernáculo, lo ungió y consagró, juntamente con todos sus muebles y utensilios (7:1).
Inmediatamente después, los jefes de familia Ilegaron con sus ofrendas, Ilevadas sobre seis carretas tiradas por doce bueyes (7:1–3). Las carretas y los bueyes fueron distribuidos entre los levitas conforme a su necesidad para ayudarles en su ministerio (7:4–10).
Los descendientes de Gersón recibieron dos carretas y cuatro bueyes para Ilevar las cortinas, cubiertas, y velos. Los hijos de Merari, cuatro carretas con ocho bueyes porque estaban encargados de Ilevar las pesadas tablas y columnas. Los descendientes de Coat no recibieron carretas porque tenían que Ilevar los muebles sobre sus hombros, cargándolos con palos. No les estaba permitido usar otro medio de transportación.
Dios ordenó que la celebración de dedicación del altar durara doce días, para dar oportunidad a que cada tribu presentara su ofrenda (7:11). Como reconocimiento, el autor describe detalladamente cada ofrenda para demostrar la gran cantidad de ellas (7:12–83).
El total de lo presentado, además de las seis carretas y doce bueyes, fue de doce platos y doce tazones de plata, doce recipientes de oro, treinta y seis bueyes, setenta y dos carneros, setenta y dos corderos, y setenta y dos machos cabríos (7:84–88).
Se debe observar que no eran parte de los diezmos normales, ni en lugar de ellos. Aun cuando estaban pasando por días difíciles y tiempos caracterizados por rebeldía y murmuración contra Dios y su representante, Israel ofrecía sus diezmos, y aparte traía estas ofrendas espontáneas al Señor. Sólo unas semanas antes se habían recogido los materiales para la edificación del tabernáculo en tal abundancia, que habían sobrepasado la meta y se les había pedido que no trajeran más (Exodo 35:4–36:7). Ahora, sólo unos pocos días después, volvieron a ofrendar libremente al Señor. Dios les había bendecido mucho y ellos deseaban corresponderle.
¡PENSEMOS! |
Las generosas ofrendas voluntarias de Israel a su Dios deben enseñarnos algo en cuanto a nuestra actitud y responsabilidad económica frente a él. Considere las acciones de Israel al darlas. Apunte algunos principios en cuanto a los diezmos y ofrendas. En base a lo que Dios nos ha dado a nosotros, ¿cuál sería la respuesta lógica? ¿Qué quiere Dios que usted haga? |
El mensaje de Jehová en el tabernáculo 7:89–8:26
Cuando se terminó la construcción del tabernáculo y la dedicación del altar, Dios habló con Moisés. Primero estableció la base de la comunión con él y después la personal y la nacional (7:89).
El Señor dio instrucciones a Moisés en cuanto al servicio en el tabernáculo y para la dedicación de los levitas. Las lámparas alumbraban hacia el frente del candelabro, tal como Dios lo había ordenado y de acuerdo al modelo celestial que le había revelado (8:1–4).
Los levitas fueron purificados para que pudieran realizar su ministerio delante de Jehová (8:5–22). No podían hacerlo si estaban contaminados por el mundo (8:6–7). Los demás israelitas se identificarían con ellos por medio de la imposición de manos (8:9–10). De esta manera, permanecerían apartados de los otros miembros del pueblo para ser posesión especial de Dios, en lugar de los primogénitos (8:14–18), y serían aptos para servir de ayudantes a los sacerdotes (8:19). En todo esto obedecieron al pie de la letra lo que el Señor les había ordenado (8:20–22).
LOS LEVITAS PERTENECIAN A
DIOS. TENIAN QUE PURIFICARSE
PARA PODER SERVIRLE
¡PENSEMOS! |
Los representantes de Dios tenían que identificarse con él y mantener un estilo de vida distinto. Para entrar al ministerio, tenían que purificarse con sangre. Si el Nuevo Testamento demuestra que somos un pueblo adquirido por Dios, sacerdotes elegidos por él (1 Pedro 2:5, 9), ¿cómo debe ser nuestra vida? ¿Qué nos pide Dios a nosotros? |
Dios estableció cual debía ser el período de servicio de los levitas; desde los veinticinco años hasta cumplir los cincuenta. Entonces deberían jubilarse, aunque podrían continuar colaborando con los responsables para ayudarles si quisieran, pero no ejerciendo formalmente el ministerio (8:23–26).
La celebración de la pascua 9:1–14
Al terminar la dedicación del altar y la purificación de los levitas, Dios mandó que se prepararan para la celebración de la pascua en la fecha designada (9:1–5). Una vez más el pueblo obedeció conforme a todo lo que les ordenó.
Sin embargo, surgió un problema por causa de las circunstancias extraordinarias en que se encontraban. Algunos que se consideraban inmundos por haber tocado a un muerto, y que querían participar en la festividad, se les permitió celebrarla un mes más tarde, porque tenían que cumplir exactamente las mismas normas establecidas para los demás. Más adelante, habría oportunidad para que colaboraran, por la gracia de Dios, pero no se podían seguir otras reglas. Dios exigía el cumplimiento exacto de lo que había ordenado (9:6–12).
Quienes no estaban inmundos tenían obligación de intervenir en la fiesta, so pena de ser cortados de su pueblo (9:13). Los extranjeros presentes entre ellos también podían compartir con ellos, pero siempre siguiendo lo establecido por el Señor (9:14). Nadie podría acercarse a él sino por el camino indicado por él mismo.
PARA ACERCARSE A DIOS ES
NECESARIO SEGUIR EL CAMINO
ESTABLECIDO POR EL
PREPARACION PARA EL VIAJE 9:15–10:10
A continuación se hicieron los preparativos para iniciar el viaje. Dios estableció la forma en que guiaría al pueblo en su movilización a la Tierra Prometida. En esta coyuntura se establece el cuarto principio para averiguar la voluntad del Señor para nuestra vida. Debemos seguir la luz que Dios envía para señalarnos el camino en que debemos andar. Muchas personas siguen el principio de la puerta abierta: entran en cualquier lugar que ofrece entrada. Ocasionalmente, sin embargo, cuando Dios guiaba al pueblo por medio de la columna de fuego, los llevaba por lugares donde la puerta estaba cerrada. Algunas veces desobedecian la dirección divina por considerar que el camino no era por ahí. Por eso, es importante que sigamos la luz que Dios nos da, confiando en lo que dice su voz. Esto sólo se logra cuando andamos en comunión con él.
Dirección por medio de la columna de fuego 9:15–23
La nube y columna de fuego marcaban cuándo debían levantar el campamento o establecerlo. De día y de noche contaban con esta manifestación de la presencia de Dios. Por medio de ellas veían el reflejo de su gloria con sólo mirar hacia el tabernáculo. Nunca tuvieron dudas en cuanto a la dirección en que Dios quería que fueran. Sin embargo, frecuentemente se oponían o se quejaban de sus indicaciones.
DIOS ESTABA EN MEDIO DE
SU PUEBLO PARA GUIARLO
Las trompetas de plata 10:1–10
Las dos trompetas de plata se utilizaban para convocar al pueblo o para dar la orden de reiniciar la marcha. Cuando escuchaban el sonido de las dos, la asamblea se reunía; cuando sólo una tocaba, se congregaban los jefes de división. El toque de alarma servía para empezar la marcha (10:1–7).
Después de que poseyeran la Tierra Prometida, se utilizarían perpetuamente en el ministerio sacerdotal en todas las fiestas y sobre los holocaustos y cuando fueran a la guerra, para ser recordados por Dios, no porque él tuviera falta de memoria, sino como testimonio público de su dependencia de Jehová y para ser librados de sus enemigos. Tanto en la guerra, como en su culto religioso, todo descansaba en la obra de Dios a favor de ellos (10:8–10).
LA VICTORIA DEL PUEBLO
DEPENDIA DE JEHOVA
Cuando todos los preparativos para el viaje estuvieron terminados según las indicaciones que Dios había ordenado, estuvieron listos para iniciar la marcha hacia la Tierra Prometida.
¡PENSEMOS! |
Identifique los cuatro principios que nos enseña este libro para definir la voluntad de Dios. Evalúe su vida a la luz de ellos. ¿Qué tiene que cambiar para estar seguro de andar conforme a la dirección divina? ¿Qué quiere Dios que usted haga? |
Porter, R. (1989). Estudios Bı́blicos ELA: Fracaso en el desierto (Numeros) (17). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.