Biblia

Procurando la paz

Procurando la paz

por Christopher Shaw

Son hijos de Dios aquellos que se interesan y están involucrados en proyectos del Padre.

Versículo: Mateo 5:13-20

5:13 »Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.5:14 »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. 5:15 Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 5:16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. 5:17 »No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. 5:18 Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. 5:19 Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. 5:20 Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los *maestros de la ley.

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A medida que avanza el proceso de transformación, producto del accionar de Dios en nuestras vidas, según las características que hemos visto en los devocionales anteriores, estamos cada vez en mejores condiciones para compartir con los de nuestro alrededor una verdadera bendición espiritual. Las relaciones entre los seres humanos necesitan desesperadamente de esta bendición, pues están plagadas de toda clase de conflictos.  El simple hecho de convivir dos personas en una misma casa lleva a situaciones de tensión, pues los intereses de uno interfieren con los del otro.  Cuando trasladamos esas tensiones a la sociedad, donde los compromisos con el prójimo son mucho más débiles, es fácil entender por qué los desacuerdos y las contiendas abundan a nuestro alrededor.  Dios nos ha creado para convivir en paz y armonía los unos con los otros, pero la presencia del pecado en nuestras vidas muchas veces hace que esto sea una imposibilidad a la hora de llevarlo a la práctica. Los que buscan la paz también asumen el compromiso de intervenir en toda situación de probable conflicto. Es dentro de este marco que Jesús declara: «bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios».  No es posible llevar las relaciones al plano de la paz que en la Palabra se refiere a mucho más que la ausencia de conflictos, salvo que sea por medio de una acción sobrenatural.  El hombre a intentado imponer la paz por sus propios medios, pero siempre termina siendo un acto de agresión hacia los demás.  Así fue con Pedro, cuando quiso defender al Cristo arrestado usando su espada, o de Moisés cuando quiso bendecir a sus hermanos hebreos por medio del asesinato de un egipcio.«La ira del hombre no obra la justicia de Dios», nos advierte el apóstol Santiago (1.20). Es precisamente por la obra del Espíritu que Cristo podría pedirle al Padre, en su momento más oscuro, que no tomara en cuenta el pecado de los que lo crucificaban.  Así también Esteban oraba por los que le estaban apedreando, aun cuando se encontraba en medio de un agónico proceso de muerte. Los pacificadores son aquellos que desean que la plenitud de la bendición de Dios alcance a los que están a su alrededor, permitiendo que los hombres disfruten de las relaciones sin la permanente tendencia a la ofensa.  Los que buscan la paz también asumen el compromiso de intervenir en toda situación de probable conflicto, evitando que un pleito llegue a desencadenar en una conflagración de proporciones incontrolables. Entienden que el principio de una contienda es como el soltar de muchas aguas (Pr 17.14). La consecuencia de esta actitud es que los tales serán llamados hijos de Dios.  Debemos tomar especial nota de esta declaración, pues nos hemos acostumbrado a pensar que la condición de hijos es consecuencia de una realidad pasiva.  No obstante, parece que las palabras de Cristo claramente indican que son hijos de Dios aquellos que se interesan y están involucrados en los mismos proyectos que ocupan el corazón del Padre.  Vemos, una vez más, que es imposible divorciar las relaciones humanas de la relación con Dios.

Producido y editado por Desarrollo Cristiano para www.DesarrolloCristiano.com. © Copyright 2010, todos los derechos reservados.