QUIENES HACEN LA OBRA COMO YO

Jesús aun siendo el Hijo de Dios, a veces cuando predicaba y estaba concentrado, tenía que echar fiera a algunos que no le inspiraban ni le prestaban toda la atención. En cierta ocasión Él llegó a decir: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra y la hacen.
Él estaba rodeado de un equipo que le creían ciegamente. Estos pueden hoy estar en la iglesia y pagar el precio para poder ser de su círculo. Debemos asociarnos con los humildes, ya que nuestras vidas, son vasos que deben ser llenos y depende de lo que nos rodee, será lo que nos sacie por dentro. Los que somos hijos de Dios para realizar los servicios en el reino, debemos ungirnos, presentándonos aceptos a Él, para ser capacitados a realizar su obra. Los ungimientos deben ser en este tiempo de: humildad, de amabilidad, de excelencia, etc. Los que no se dejan capacitar por Él, permanecerán fuera durante el servicio. (se entiende que se refiere a estar fuera de su Presencia) Todos aquellos que están llevando un servicio o un trabajo en la congregación, nunca deben dejar ese lugar y probar con otro distinto. Su fidelidad será probada allí donde Dios los puso. Un creyente no comprometido, no es apto para el servicio.  Nunca nos debemos dejar ni descuidar en los trabajos del don de Dios puesto en nosotros. Los que se alejan del servicio, equivale a que se están enfriando del fuego inicial de su llamamiento. La mentalidad del necio es fría y alejada del servicio. El necio piensa en si mismo “Por demás está servir a Dios”

Daniel 4:36

4:36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.

Dios nos puede quitar la razón, Él lo puede permitir para que los que no trabajan para Él sean castigados (Esto le pasó al Rey Nabucodonosor pues como dice la escritura le “fue devuelta la razón” al pasar los tiempos) Si el Espíritu Santo viene a la reunión y no halla gloria en lo que hacemos, retira su Presencia de entre nosotros. ¿Quién humilla a los soberbios? Es Dios, únicamente, quien puede hacer estas operaciones en los corazones. Nos pensamos que somos autosuficientes, pero cuando la mano de Dios se retira de nuestro lado, dejamos de existir. Dios en Samaria ha hecho mudar cosas en abundancia, más de las que nosotros podemos ver. El que no reconoce esta obra oculta de bendición dentro de los corazones, se le ha vuelto su corazón de carne, en corazón de soberbia.

Romanos 12:16

12:16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.

Una persona que no tiene sensibilidad, va a la contra en todas las áreas.

2 Corintios 7:6

7:6 Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;

Él solo bendice a los humildes y a los soberbios los resiste. La humildad natural es solamente válida para alcanzar lo justo para vivir, pero los humildes espirituales son los que nada les cambia a la hora de servir a Dios.

Santiago 4:6

4:6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

Sin poder es imposible resistir al diablo y si este, no permanece lejos de nosotros no podemos ejercer el servicio en la congregación.

Filipenses 4:12

4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.

El Pastor no “hace” ministerios, sino que el prepara a los que tienen hambre de servicio, los capacita, los encomienda. El Pastor le pone nota al servicio de los obreros. Josué 1 La cobardía más grande, es aquella que humilla a su familia y a los que le rodean (ej. Hombres machistas o autoritarios). Éstos se creen con derecho de castigar a otros y toda la carga y la culpa la echan en los que tienen a su lado. Nuestra categoría viene determinada por el grado de humildad que poseemos. Los cobardes no temen perderlo todo, sino que se creen dueños absolutos de lo que tienen y poseen. Los soberbios nunca se ven en peligro, ni entienden la necesidad de resistir al diablo. Los cobardes ponen cargas sobre los demás.
“Nuestra victoria está en buscar a Dios en oración”.