Biblia

Rebeldía en el Camino Números 12:16–14:45

Rebeldía en el Camino Números 12:16–14:45

La falta de fe en Dios produce inconformidad con sus mandatos. Y ¡cuánto daño puede causar la desobediencia! En el caso de Israel, provocó la pérdida de las bendiciones que Dios les había prometido, cuarenta años malgastados, vagar por el desierto sin rumbo y la muerte de toda una generación. El ejemplo de Israel debe motivarnos a hacernos la pregunta: “¿En verdad pueden hacernos mucho daño la incredulidad y rebeldía?”.

Al terminar el recuento de las quejas de los israelitas y los problemas menores relacionados con ellas, surgió la prueba más grande. Las murmuraciones y rebeldía anteriores no habían sido más que síntomas del verdadero problema que aquejaba a la nación. Cuando por fin Israel arribó a la entrada a Canaán, se hizo más evidente la gravedad de su contumacia y desacato a los mandatos divinos.

LA MISION DE LOS DOCE 12:16–13:33

El nombramiento 12:16–13:16

Después que María quedó libre de la lepra y pasaron los días de su purificación, el pueblo reanudó su marcha hacia la Tierra Prometida. Establecieron su campamento en el desierto de Parán, a poca distancia de la entrada sur de Canaán. Desde allí Dios les ordenó que enviaran a doce líderes del pueblo, uno por cada tribu, para que exploraran los contornos y averiguaran en qué condiciones se encontraba la tierra donde iban a entrar.

Las instrucciones 13:17–20

Moisés instruyó a los espías conforme a lo que Dios le había mandado. Tenían que hacer un reconocimiento detallado de los alrededores y presentar un informe completo ¿Cómo era la gente, fuerte o débil? ¿Eran muchos o pocos? ¿Cómo era la tierra, fértil o mala? ¿Cómo eran sus ciudades, abiertas o fortificadas? ¿Era el terreno apto para la agricultura? ¿Tenía arboles o no? Por último, debían intentar Ilevarles una muestra de los frutos que allí se producían para que los conocieran y se animaran a luchar y dominar el terreno.

La misión de los espías 13:21–25

Los enviados salieron y recorrieron la tierra. Permanecieron en ella cuarenta días y trajeron con ellos un racimo tan grande de uvas, que se necesitaban dos hombres para cargarlo sobre un palo.

El informe 13:26–29

Después rindieron su informe. Fue en esa coyuntura que el pueblo manifestó su falta de fe y contumacia. El testimonio de los mensajeros confirmó lo dicho por el Señor acerca del lugar. La describieron como tierra que “fluye leche y miel”, un modismo judío que denota la abundancia y prosperidad que puede dar la tierra. La muestra del fruto impresionante confirmaba la fidelidad de Dios al cumplir su promesa al pie de la letra.

Sin embargo, haciendo a un lado la evidencia de la provisión divina, más bien enfatizaron los aspectos negativos. Reportaron que los habitantes de la zona eran pueblos fuertes y temibles, que sus ciudades eran grandes y fortificadas, y que los hombres eran muchos y poderosos.

Así resulta muchas veces en la vida que se vive por fe. El Señor envía una bendición para acrecentarla, y junto con ella manda una prueba con objeto de que demos otro paso en el camino de la fe. No obstante, en lugar de aceptarla, así como el nuevo reto, preferimos abandonar el favor para evitar la aflicción. Nos da miedo aceptar los riesgos.

LA PROSPERIDAD DE LA TIERRA ERA

PRUEBA DE LA FIDELIDAD DE

DIOS. PERO EN VEZ DE VER SUS

FRUTOS, SE ATEMORIZARON

POR SUS HABITANTES.

¡PENSEMOS!
Identifique alguna ocasión en su propia vida en que Dios le haya enviado una evidencia de su bendición o dirección especial juntamente con otra oportunidad para probar su fe y crecer más. ¿Cómo respondió en esa ocasión? ¿Cómo resultó? ¿Qué debía haber hecho?

La discusión 13:30–33

La fe de Caleb 30

No todos los espías estuvieron de acuerdo en cuanto a la interpretación de lo que habían visto. Caleb afirmó que sí podrían subir y tomar posesión de la tierra. La conquistarían porque el mismo Jehová que la había preparado también les daría la victoria sobre sus habitantes.

El miedo de los cobardes 31–33

Sin embargo, los otros enviados contradijeron su testimonio. Aunque habían visto la misma evidencia, lo hicieron con una perspectiva distinta, totalmente humana. Se fijaron únicamente en los aspectos superficiales del caso al comparar el tamaño y fuerza física de los oponentes. Notaron que el trabajo de mantener produciendo esos campos tan fructíferos, sería excesivo, sin considerar que ese era el motivo por el cual eran tan fuertes los habitantes de la tierra. Así que desde su punto de vista, serían para los canaanitas como langostas, fáciles de ser pisoteados.

El problema fue que estos diez espías no valoraron la situación según la visión de Dios, sino que se metieron en consideraciones que no les correspondían. Se les había comisionado para examinar la tierra y si era posible, que trajeran muestras de sus frutos; no se les pidió su opinión en cuanto a la posibilidad de conquistarla o no. El Señor sabía que si dependiera de la apreciación humana, jamás lo lograrían, pero él les iba a dar la victoria y les entregaría la tierra porque así lo había prometido.

Por otro lado, Caleb evaluó la escena desde otro aspecto, el divino. Se dio cuenta de que estando Dios con ellos, serían capaces de dominarla; quería animarles a subir y conquistar a los gigantes en el nombre de Jehová.

EL ERROR DEL PUEBLO 14:1–10

Su queja 14:1–4

Desafortunadamente, la gente estuvo más dispuesta a aceptar la opinión pesimista. Empezaron a llorar y a quejarse contra Moisés y Aarón por haberles llevado hasta allí, diciendo que hubiera sido mejor quedarse y morir en paz en Egipto o en el desierto. Al expresar esta lamentación, sin quererlo también emitieron una profecía. Sus deseos se vieron cumplidos cuando los juzgó el Señor por su incredulidad y desobediencia y permitió que murieran en el desierto sin ver la Tierra Prometida.

Aunque protestaron contra los líderes, estos se daban cuenta de que el problema verdadero era la duda. Todos sabían que la nube de Jehová era la que los había Ilevado hasta donde estaban; la pregunta de por qué Dios los había dirigido a morir en esa tierra, puso de manifiesto su falta de confianza en el Señor.

Su rebelión 14:5–10

A pesar de la súplica de Moisés y la emocionante arenga de Josué y Caleb para convencerlos, el pueblo se rehusó a seguir adelante. Con denuedo, los caudillos les recordaron la riqueza de la tierra y que era buena en gran manera. Además, les aseguraron que Jehová podría entregárselas si tan sólo creyeran en él. Los exhortaron a confiar, obedecer, y recibir el regalo que Jehová quería darles. Sin embargo, la reacción del pueblo fue la de apedrearles.

EL CASTIGO DEL PUEBLO 14:11–45

El enojo de Jehová 14:11–12

En ese momento intervino Dios mismo. Reveló su gloria en medio de ellos y emitió su juicio: toda la nación sería aniquilada inmediatamente. Los iba a destruir y empezar de nuevo con un nuevo pueblo proveniente de Moisés.

La intercesión de Moisés 14:13–19

Aunque esta decisión era ventajosa para Moisés y su familia, no le interesó. Estaba más preocupado por la preservación del pueblo de Dios y por el testimonio de Jehová delante de las naciones paganas que los rodeaban. Por eso, intercedió a favor de ellos delante de Dios.

Empezó por recordarle que todas las naciones, desde los egipcios hasta los habitantes de la Tierra Prometida, habían oído de la presencia de Jehová con ellos y de sus cuidados especiales. Si los destruyera, todos dirían que lo había hecho porque no podía entregarles lo que les había prometido (14:13–16).

En lugar de que llevara a cobo el castigo, Moisés trata de convencerlo de que sería mejor demostrar su misericordia y perdón y ser glorificado por medio de ellos (14:17–19). Pide que les perdone una vez más, tal como lo había hecho tantas veces.

¡PENSEMOS!
El interés de Moisés en el bienestar de su pueblo y su propia humildad y mansedumbre se observan en su intercesión a favor del pueblo, aún cuando iba en contra de sus propios intereses. ¿Cómo habría respondido usted?
¿Qué debemos aprender de ese ejemplo? ¿Bajo qué circunstancias podríamos imitarlo? ¿Qué debe hacer para mostrar una actitud similar en la situación en que usted se encuentra?

El juicio de Jehová 14:20–38

Frente a su intercesión, Dios acepta parcialmente la petición de Moisés. Ya les había perdonado otras diez veces. Ahora aprenderían que no se puede jugar con Dios y salir ileso. Tendrían que pagar las consecuencias de su incredulidad y desobediencia, pero no los destruiría a todos de inmediato. Les perdonaría y permitiría que siguieran siendo su pueblo, pero esa generación descreída y rebelde quedaría excluida de la promesa de recibir la Tierra Prometida.

DIOS LES PERDONO SU

INCREDULIDAD Y DESOBEDIENCIA,

PERO TUVIERON QUE PAGAR LAS

CONSECUENCIAS DE SU PECADO

Ya no podrían entrar en ella y gozar de la bendición que les brindaría, sino que morirían en el desierto, conforme a sus propias palabras (14:20–23). La única excepción sería Caleb, quien había manifestado un espíritu distinto, de fe y obediencia (14:24). Después, se reveló que Josué también fue incluido en esta promesa, por haber mostrado el mismo carácter (14:30).

Al dar la orden de regresar al desierto, Dios les anunció que por el momento dejaría la región en manos de los amalecitas y los cananeos (14:25). Les recordó sus palabras y dijo que todo sucedería de acuerdo con ellas: esa generación, de veinte años para arriba, perecería antes de que el pueblo entrara en la tierra (14:26–30). Después de que pasaran cuarenta años en el desierto, los hijos pequeños recibirían la promesa que habían desechado (14:31–35).

Los diez espías responsables de la murmuración y la falta de confianza en el Señor, recibieron su castigo al ser enviada una plaga contra ellos, y murieron de inmediato. De nuevo el autor menciona que Josué y Caleb fueron librados por su actitud de fe en Jehová (14:36–38).

La derrota del pueblo 14:39–45

Israel no había aprendido todavía que la incredulidad y la falta de sometimiento a las órdenes de Dios traen consecuencias severas. El pueblo se arrepintió y trató de regresar, pero ya era demasiado tarde. Dios había hablado. El ya no estaría con ellos, y sin su ayuda, jamás podrían conquistar a los gigantes de la tierra (14:39–43).

SE ARREPINTIERON DEMASIADO

TARDE, CUANDO YA NO

HABIA REMEDIO

Una vez más tuvieron que sufrir la disciplina por causa de su rebelión. Intentaron tomar la tierra por su cuenta, a pesar de la advertencia divina, y fueron derrotados. Por fin se dieron cuenta de lo inevitable y volvieron al desierto (14:44–45). Aprendieron demasiado tarde los resultados que trae tratar de luchar sin contar con la presencia de Jehová a su favor.

¡PENSEMOS!
Esta parte de la historia demuestra el peligro que hay si tratamos de servir a Dios en la carne, es decir, con nuestros propios esfuerzos. Pusey dijo: “La naturaleza humana no quiere servir a Dios cuando él nos lo exige, pero intenta hacerlo cuando él lo prohibe”. ¿Cómo se manifestó este principio en la experiencia de Israel?
¿Será cierta esta observación? ¿Cómo se manifiesta hoy? Identifique alguna circunstancia en su propia vida en que se haya confirmado. ¿Qué aprendió de esa experiencia? ¿Qué cambio debe provocar esto en su vida?
Considere una vez más este detalle de la historia de Israel en Cades-barnea. En 1 Corintios 10 y Hebreos 4:1–4 el Nuevo Testamento utiliza este relato para advertir a los cristianos de no caer en la misma trampa. ¿Qué advertencias se derivan de estos pasajes? ¿Qué lecciones debemos aprender para nuestra vida?

Porter, R. (1989). Estudios Bı́blicos ELA: Fracaso en el desierto (Numeros) (33). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.