Rechazo del Líder Iracundo Números 20:1–13
¿Cuántas veces ha luchado contra el enojo en su vida? ¿Hasta qué punto puede afectar su comunión con Dios, su vida espiritual, y su relación con otros hermansos? ¿Qué alternativas existen para no ser víctimas de esta emoción? ¿Con qué recursos contamos para vencerla?
Aunque Moisés era el vocero del Señor y había dedicado su vida a servirlo, nunca dominó totalmente ese problema. A pesar de que trataba de cumplir los propósitos divinos, cuando intentó hacerlo por su propio esfuerzo, resultó en gran daño no sólo para su testimonio, sino que afectó la gloria de jehová delante del pueblo. Moisés, el hombre que es conocido como el más manso de toda la tierra (Números 12:3), se dejó Ilevar por la ira, perdió el control de sí mismo y como consecuencia, el privilegio de guiar al pueblo da Dios hasta la Tierra Prometida.
Cuando llegaban a su fin los cuarenta años que debían vagar por el desierto, Israel dirigió sus pasos hacia el lugar indicado por Dios (20–36). El aspecto más triste de esta historia es que tuvieron que repetir todos los preparativos que ya habían hecho, según, según se describe en la primera parte del libro. Un viaje que podia haber sido breve y sencillo, llegó a ser una experiencia larga, cansada y trágica, debido a su incredulidad y desobediencia.
Sin embargo, aun en medio de estas tristes circunstancias, Dios permaneció fiel. Había prometido darles una tierra y llevarlos hasta ella; los había protegido durante el camino; y había provisto todo lo necesario.
LA MUERTE DE MARIA 20:1
El autor llama nuestra atención al hecho significativo de que en el primer mes de ese año, el pueblo había vuelto a Cades una vez más. El viaje definitivo estaba por empezar después de cuarenta años de retraso, precisamente en el mismo lugar donde habían desafiado a Dios. Se trasladarían desde Cades hasta la meseta de Moab, frente a Jericó,desde donde avanzarían para conquistar Canaán (20–22:1).
Los primeros eventos nos muestran la naturaleza transicional del período porque el juicio divino estaba acercándose a su fin. Los líderes de la generación anterior habían muerto y sus descendients habían tomado el mando.
A continuación, se narra la muerte de maría, una mujer muy prominente, precursora de la movilización de Israel. Era hermana de Moisés así como compañera y colaboradora suya. Fue sepultada en el mismo lugar. Mientras Moisés todavía estaba de luto, sufriendo la pérdida de su hermana, el pueblo empezó a murmurar contra él y Aarón una vez más.
LA TRAGEDIA DE MERIBA 20:2–13
La queja 2–5
Debido a la falta de agua, reanudaron sus protestas. Culpaban a los hermanos de haberlos sacado de Egipto. Decían que hubieran preferido morir cuando se había castigado a los rebeldes anteriormente por oponerse al liderazgo de Moisés, y que no deseaban quedarse allí a padecer de sed. Ya habían olvidado que las bendiciones prometidas se habían retrasado debido a la rebeldía de sus antepasados cuarenta años antes en ese preciso lugar. Este desierto debía haberles recordado cuál era la causa de su sufrimiento y que la culpa no era de Moisés o Aarón, y mucho menos de Dios.
Al surgir esta situación, se pusieron de manifiesto varios problemas. En primer lugar, insensibilidad ante la pena de Moisés por el deceso de su hermana. Segundo, ingratitud a Dios y falta de aprecio por su provisión, como si el Señor nunca les hubiera ayudado antes. Esto los Ilevó a dudar de que Dios seguiría protegiéndolos en el futuro. La deslealtad y carencia de fe provocaron la queja contra los mensajeros de Dios.
LA INGRATITUD Y FALTA DE
CONFIANZA EN DIOS PRODUCEN
INCONFORMIDAD CON LO QUE TENEMOS
¡PENSEMOS! |
Estos dos elementos siempre producen descontento con las circunstancias que nos toca vivir o con lo que tenemos. Identifique alguna ocasión en que no haya sentido gratitud hacia Dios por algún hecho. Haga lo mismo respecto a alguna prueba que tuvo y en que dudó de él. ¿Qué sucedió en ambas situaciones? |
¿Qué diferencia habría producido una actitud de gratitud y confianza en Dios? ¿Cómo debemos responder frente a las pruebas que se nos presentan? |
La oración 6
Frente a esta actitud negativa, Moisés y Aarón dejaron la asamblea y se dirigieron a la puerta del tabernáculo donde se postraron delante de Jehová. Aunque no se revela qué propósito tenían, es obvio que querían estar cerca del Señor.
No se nos relata qué pidieron en su oración. Es posible que como en otras ocasiones, intercedieran en favor de sus compatriotas para que Dios no los juzagara por sus malas acciones. Otra alternativa es que pidieran la protección divina, pues era posible que trataran de matarlos.
El remedio 7–9
Aparentemente, ni siquiera tuvieron oportunidad de hablar. El Señor tomó la iniciativa para comunicarse con ellos, interviniendo en favor del pueblo. No los amenazó ni mostró que iba a juzgarlos por su rebelión. Esta vez, Moisés deseaba vengarse, pero Dios reveló su gracia.
Aunque no merecían la provisión sino el castigo de Dios, él manifestó su fidelidad. Ordenó a sus representantes que proveyeran de agua para todos. Moisés debía tomar su vara en la mano y hablar con la peña frente a todos para que manara el vital líquido no sólo para ellos, sino también para sus animales. La misericordia de Dios suplió abundantemente todo lo que hacía falta. Así es la gracia divina; provee agua para los sedientos, pan para los que tienen hambre, descanso para los fatigados y perdón para los pecadores, por su infinito amor, que otorga sus favores sin acepción de personas.
La desobediencia 10–11
Moisés empezó bien. Tomó la vara tal como Dios se lo había ordenado y reunió a la congregación frente a la peña. A partir de ese momento, se alejó del plan divino. Se le había dicho que hablara a la peña, no a la gente, pero él decidió que tenía una idea mejor e insistió en dirigirse a ellos. Primero los regañó, algo que no le había sido indicado.
En contraste con otras ocasiones, en que había dado todo el crédito de sus proezas al Señor, esta vez se adjudicó parte del milagro. Les preguntó: “¿Os hermos de hacer salir aguas de esta peña?” En realidad, la respuesta a esta pregunta sería que no. Moisés nunca había obtenid o agua de una roca; sólo Dios podría hacer tal cosa.
En ese momento, movido por la intensidad de la ira, dio otro paso de su propia iniciativa que Dios no había contemplado. En lugar de solamente hablar a la peña, la golpeó dos veces. Al hacerlo, mostró públicamente su desobediencia delante de la asamblea. Jehová tenía que hacer algo para enseñarle que nadie puede rebelarse así y quedar sin castigo. El problema era mayor todavía porque se trataba del representante elegido por el Altísimo.
A pesar de un desafío tan flagrante, la gracia divina se siguió mostrando al conceder al pueblo necio y quejumbroso el agua tan necesaria. La hizo brotar en gran cantidad, para que todos, junto con sus animales, gozaran de ella.
LA GRACIA DE DIOS PROVEE
LO NECESARIO AUN CUANDO
NO LO MEREZCAMOS
El juicio 12–13
No obstante, el pecado de Moisés exigía justicia. Dios los salvó de morir de sed, pero no podía evitar castigar al siervo iracundo y rebelde; y dictaminó que tendría que ser otro el que los guiara a la Tierra Prometida.
Esta falta destruyó la credibilidad del líder. Su mal comportamiento en público fue demasiado obvio para dejarlo pasar sin tomar ninguna acción. Era necesario que todos aprendieran que la desobediencia trae consecuencias severas.
Al dirigirse a Moisés y a Aarón, Dios los acusó de los mismos pecados que habían caracterizado a la nación. No habían creído, y por lo tanto, no se habían sujetado a sus mandatos (12). Ante los ojos de Dios y del pueblo, este hecho negaba la santidad del Altísimo. No lo habían considerado como un ser Santo, superior a todo, ca paz de determinar lo que era mejor para el pueblo, sino pretendieron hacer las consas a su manera.
Debido a ello, Moisés perdió el derecho de guiar a Israel para que entrara en Canaán. El deber del siervo del Señor, es respaldar las acciones de la divinidad, someterse a su autoridad y obedecer sus órdenes sin discutir.
NINGUN SIERVO DE DIOS PUEDE
HACER LAS COSAS A SU MANERA
SINO QUE DEBE SOMETERSE
A LA AUTORIDAD DIVINA Y
OBEDECER SUS ORDENES
¡PENSEMOS! |
También en la actualidad hay quienes intentan hacer la obra de Dios siguiendo sus impulsos, en lugar de hacerlo conforme a lo establecido por Dios. Se pueden perder algunos privilegios, aunque no la salvación en sí, como por ejemplo, las oportunidades de prestar un mejor servicio, la posibilidad de ser más útiles al Señor, o ser apartados del plan divino. |
¿Cómo afecta el enojo a la obra de Dios en nuestra vida? ¿Qué peligro corremos por causa de él? ¿Qué debemos hacer al respecto? |
Es un hecho que somos incapaces de controlarlo por nuestro propio esfuerzo. Nuestra naturaleza, aunque ponga todo de su parte, produce ira y contención. Sin embargo, sólo el Espíritu de Dios nos da el poder para vivir conforme a su plan y de una manera que le glorifique. ¿Cómo debe transformar su vida este conocimiento en cuanto al problema del enojo? Pídale a Dios ayuda para vencerlo. |
Porter, R. (1989). Estudios Bı́blicos ELA: Fracaso en el desierto (Numeros) (61). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.