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¡Recuerden! Deuteronomio 9:1–11:32

¡Recuerden! Deuteronomio 9:1–11:32

El cumplimiento del gran mandamiento era la responsabilidad más grande del pueblo del Señor. Moisés lo consideraba de tanta importancia, que usó seis capítulos (6–11) para exponer el tema. En este capítulo, estudiaremos la última sección de su exposición. Hagamos de cuenta que somos israelitas, que vivimos en la tierra prometida y que vamos a escudriñar esta porción bíblica. ¿Qué lecciones aprenderíamos además del deber ineludible de poner a Jehová en el lugar preeminente de nuestra vida?

Hay tres temas que se repiten constantemente en estos capítulos: ¿Quién es Jehová? ¿Qué ha hecho? ¿Cómo debemos responder? En esta sección enfocaremos la tercera pregunta. Tomando en cuenta la persona y las obras del Señor, ¿qué debemos hacer? Son tres las respuestas: depender de Jehová (9:1–10:11), complacer a Jehová (10:12–22) y obedecer a Jehová (11:1–32). El israelita que hiciera estas tres cosas no tendría problemas con la idolatría. La base de su cumplimiento era el recuerdo de quién era y qué había hecho su Dios. Por eso titulamos este capítulo: “¡Recuerden!”

DEPENDER DE JEHOVÁ 9:1–10:11

Una de las características del ser humano es que quiere ser autosuficiente. Su ego sufre un golpe severo si tiene que depender de otra persona. Esto es especialmente cierto en nuestra cultura y parece que lo fue también para los israelitas. Por tal razón, Moisés hacía hincapié en la necesidad de depender totalmente del Señor y dejar de confiar en sí mismos. Pero en vez de ser dependientes, los hijos de Israel tendían a ser presuntuosos y rebeldes.

No debían ser presuntuosos porque Dios les había dado la tierra 9:1–6a

Una vez dentro de la tierra prometida, el pueblo podría pensar que el Señor se las había dado por causa de algo bueno que hubiera en ellos (su justicia o rectitud). Pero la negativa que encierran los versículos 4, 5 y 6 desmiente esta idea. Su capacidad y virtud no tenía nada que ver con su éxito.

Imposibilidad de la conquista vv. 1–2. Dadas las circunstancias, sería imposible que los israelitas pudieran derrotar a ejércitos más numerosos y poderosos, tomar ciudades bien fortificadas y vencer a gigantes espantosos. Era cosa risible presumir que por sí solos podrían conquistar a sus enemigos.

Pero Jehová… v. 3. No eran ellos, sino la combinación de Jehová con ellos, la que daría la victoria.

DIOS + UNO = LA MAYORÍA

El crédito principal debía atribuirse al Señor. Los cananeos fueron entregados a Israel por el Dios soberano y nunca debían olvidarlo.

¿Por qué los metió en la tierra? vv. 4–6a. Al fin y al cabo, les había regalado la tierra por pura gracia, no porque la merecieran. Ni porque hubiera algo bueno en ellos como pudieran pensar. Según el versículo 5, el Señor tenía dos propósitos para darles su herencia.

  1. Porque los pueblos cananeos eran sumamente impíos. Israel sería el agente usado por Dios para castigar y erradicar esa impiedad. Les dio la tierra para purificarla.
  2. Porque quería mostrarse fiel a sus promesas. Había concertado pacto con los patriarcas y tenía que cumplir su palabra. Así que debían recordar que su triunfo no dependía de ellos, sino del Señor. No había motivo alguno para vanagloriarse. Toda la gloria era para el Omnipotente y debían depender totalmente de él.

No debían ser rebeldes aunque siempre lo habían sido 9:6b–10:11

Moisés se valió de otra técnica para eliminar cualquier autosuficiencia del pueblo. Les recordó que siempre habían sido rebeldes a la voluntad del Señor. En vez de depender de él, siempre hacían lo que él prohibía.

La acusación vv. 6b–7. Durante los cuarenta años de su peregrinación, desde el Exodo hasta llegar a la frontera, siempre se habían caracterizado por ser rebeldes y duros de cerviz. Fíjese en el énfasis que Moisés pone sobre recordar: “Acuérdate, no olvides.” Con sólo hacer memoria de su historia, la soberbia se desvanecería. La gracia y misericordia de Jehová serían reconocidas por los israelitas.

La evidencia 9:8–10:11. Acusar es una cosa; comprobar es otra. ¿Confirmaría la historia que su pueblo era rebelde? Sí. El caudillo seleccionó algunos incidentes acaecidos en el desierto como evidencia que callaría definitivamente las objeciones de los suyos.

  1. Lo sucedido en Horeb 9:8–21, 25–10:11. Estos eventos acontecieron cuarenta años antes de este discurso de Moisés. Lo primero que hizo el pueblo después de recibir los Diez Mandamientos fue romper adrede los primeros dos. La rebeldía era patente y resultó en idolatría, la más crasa abominación delante el Señor. He aquí un resumen de los sucedido en su ordern cronológico.

Moisés recibió las dos tablas de la ley directamente de Dios (vv. 8–11) e inmediatamente la revelación de que el pueblo había apostatado y que el plan divino era destruirlo por ese pecado gravísimo (vv. 12–14). Acto seguido, el Dador de la Ley bajó del monte y encontró al pueblo jubiloso con su becerro de oro (vv. 15–16). Su reacción tuvo tres aspectos: rompió las tablas para simbolizar el hecho de que Israel había roto los primeros dos mandamientos (v. 17), intercedió por el pueblo (el hecho se encuentra en vv. 18–20 y el contenido en 25–29) y destruyó la imagen (v. 21).

Entonces Dios, en su gracia, tomó la iniciativa. Renovó el pacto dando nuevas tablas a Moisés (10:1–5). Hizo lo necesario para que el culto genuino siguiera, nombrando un nuevo sumo sacerdote y apartando a los levitas para el ministerio (vv. 6–9). Perdonó al pueblo como respuesta a la intercesión mosaica, y animó a los suyos a que siguieran adelante hasta tomar posesión de su herencia (vv. 10–11).

En medio de este relato, Moisés incluyó otra evidencia de la rebeldía israelita (9:22-24). No expone estos casos. Sólo los menciona.

  1. Lo sucedido en Tabera (v. 22a) cuando se quejaron contra el Señor y fueron castigados (Números 11:1–3).
  2. Lo sucedido en Masah (v. 22b) cuando murmuraron por la falta de agua (Exodo 17:1–7).
  3. Lo sucedido en Kibrot-hataava (v. 22c) cuando pidieron carne en vez de maná (Números 11:4–34). Estos tres sucesos reflejan la inconformidad del pueblo frente a la provisión divina.
  4. Lo sucedido en Cades-barnea (v. 23) cuando desobedecieron el mandato tan claro del Señor. En ese caso, el pecado fue la insubordinación.

CUIDADO CON LOS PECADOS DE IDOLATRÍA,

INCONFORMIDAD,

E INSUBORDINACIÓN

La conclusión v. 24. Después de presentar evidencias tan contundentes en contra del pueblo, la única conclusión que pudo sacar Moisés fue: “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco”.

Para generaciones futuras, el mensaje sería claro: Recuerden su pasado. No sean presuntosos ni rebeldes. Dependan totalmente del Señor.

¡PENSEMOS!
A finales del siglo veinte, es muy fácil que el creyente asuma la pose de autosuficiencia. Nos cuesta abandonar la confianza en nosotros mismos y vivir por fe en el Señor. ¿Qué puede hacer para despojarse de su independencia de Dios? Durante esta semana, ¿en qué punto específico planea vivir por fe?

COMPLACER A JEHOVÁ 10:12–22

Cuando el pueblo estuviera en la tierra, además de depender de Jehová, debía recordar la instrucción de Moisés en cuanto a lo que tenían que hacer para complacer al Señor. Las preguntas claves eran: ¿Qué pide Jehová nuestro Dios de nosotros? ¿Qué tenemos que hacer para agradarle y así disfrutar de sus bendiciones? La contestación mosaica fue cuádruple. Jehová pedía:

Una vida dedicada totalmente a él 10:12–15, 20

Ya que él es el único Dios vivo y verdadero, era necesario que los suyos vivieran vidas que mostraran que él era su Soberano absoluto

Su descripción se encuentra en los versículos 12–13 y 20. Habían de temerle (vv. 12, 20), obedecerle (vv. 12, 13), amarle (v. 12), servirle exclusivamente a él (significa adorarle, vv. 12, 20), seguirle (v. 20) y jurar por su nombre (v. 20). Este tipo de vida produciría la prosperidad para los que la practicaran (v. 13).

Su razón vv. 14–15. Son dos las razones por las que los hijos de Dios debían tener este estilo de vida: porque Jehová es el Soberano sobre toda la creación (v. 14) y porque él escogió a Israel debido a su gracia (v. 15).

Un arrepentimiento genuino 10:16–18

Moisés reconocía que el pueblo no viviría siempre de acuerdo con este ideal. Dada su historia, sabía que caerían en pecado. Cuando eso sucediera, ¿qué debían hacer? El único remedio sería que experimentaran una conversión completa a Jehová y dieran su fidelidad a él.

Su descripción se halla en el versículo 16 bajo dos figuras. La primera (la circuncisión) representa la purificación y la segunda (no endurecer la cerviz) significa sumisión. Por medio de un arrepentimiento genuino, el pueblo mostraría su intención de conservarse puro y sujetarse a Jehová.

Su razón vv. 17–18. Uno tenía que conformarse al carácter y las obras del Señor. Por causa de lo que Dios era y hacía, el pueblo debía arrepentirse y reflejar fielmente la imagen divina en el mundo.

Amor hacia el extranjero 10:19

Este amor debía basarse en el hecho de que Dios ama al extranjero (v. 18) y no hace acepción de personas (v. 17). También provendría de una reflexión concienzuda acerca de su experiencia como extranjeros en Egipto.

La alabanza de su pueblo 10:21–22

Dios debía ser el único objeto de su alabanza. Era necesario que recordaran todas sus obras, y especialmente la multiplicación milagrosa del pueblo, que había aumentado de setenta cuando llegaron a Egipto, hasta alcanzar unos dos millones. El agradecimiento a su Dios por todas sus ricas bendiciones serviría para asegurar la adoración exclusiva de él.

¡PENSEMOS!
Esto es lo que Dios pedía y sigue pidiendo: la entrega total, el arrepentimiento genuino, el amor sin reservas y la alabanza exclusiva. ¿Qué sucede en su vida? Haga una evaluación franca de su comportamiento basándose en estas normas bíblicas. ¿Dónde falla? Arregle cuentas con el Señor y ¡adelante!

OBEDECER A JEHOVÁ 11:1–32

Este capítulo es el clímax de esta sección del segundo discurso de Moisés y su mensaje está claro: Lo más importante es obedecer al Señor en toda circunstancia. El capítulo comienza (v. 1) y termina (v. 32) con una exhortación a la obediencia. Tres veces en medio del capítulo, al inicio de cada nueva sección, la amonestación se repite (vv. 8, 13, 22). También podemos mencionar que en los versículos 27 y 28, el verbo oir significa obedecer. El énfasis es clarísimo: la obediencia es primordial.

LO MÁS IMPORTANTE ES OBEDECER

Para animarse a ser obedientes, los israelitas debían valerse de su memoria. Habían cuatro cosas que debían recordar.

Las grandes maravillas que Jehová había hecho a su favor 11:1–7

Ellos habían experimentado en carne propia los grandes portentos realizados por el Señor en relación con el Exodo y la peregrinación por el desierto. El recuerdo de estas experiencias personales debería impulsarlos a la obediencia. Su pensar debía ser: ¿Cómo puedo desobedecer al que tanto ha hecho por mí?

Que todas las bendiciones dependen de la obediencia 11:8–17,22–25

Cada una de las tres subsecciones de este punto comienza con una exhortación a la obediencia indicando que su contenido depende de ella

La entrada en la tierra vv. 8–12. Acatar los mandamientos era el requisito para entrar y poseer la tierra que era una posesión muy especial, ya que gozaba de agua abundante que el Señor enviaba en forma de lluvia. No tendrían que regar sus hortalizas como en Egipto. Además, era una tierra privilegiada porque Jehová cuidaba de ella como de ninguna otra.

El gozar de las bendiciones de la tierra vv. 13–17. Note la relación que hay entre el amor a Dios y la obediencia resultante (v. 13). El mismo nexo se encuentra en los versículos 1 y 22. El que ama, obedece. No hay otra alternativa.

EL AMOR SE DEMUESTRA POR LA OBEDIENCIA

Las lluvias tempranas caían en forma de aguaceros fuertes durante octubre y noviembre, y las tardías con las tormentas de marzo y abril. Note que la apostasía, el seguir a dioses ajenos, resultaría en desastres agrícolas (vv. 16–17).

La victoria sobre todos los enemigos vv. 22–25. El pueblo ocuparía toda la tierra cuyas límites generales se mencionan en el versículo 24.

Sin lugar a duda, sin obediencia no habría bendición divina. Los israelitas habían de recordar esto.

Que las palabras del Señor dadas por Moisés deberían ocupar un lugar prominente en sus vidas 11:18–21

Estos versículos suenan muy similares a 6:6–9. En formas concretas, el pueblo debía mantener la ley siempre en su mente. Los padres tenían la responsabilidad de enseñarla a sus hijos.

Que bajo el pacto, la obediencia trae bendición, y la falta de ella, maldición 11:26–32

Estos versículos son una de las declaraciones más claras de este principio bíblico. El versículo 27 expone el aspecto positivo y el 28, el negativo. Ellos tenían que escoger entre las dos opciones (v. 26). Hasta les dio una lección objetiva de esta verdad (vv. 29–30). Ella se expone más ampliamente en Deuteronomio 27 y vemos su práctica en Josué 8.

El capítulo termina con unas palabras de ánimo, asegurándoles que iban a poseer y habitar en la tierra (v. 31) y una exhortación final a la obediencia (v. 32).

Si Israel olvidara todas las cosas vistas en estos capítulos, quedaría expuesto a la posibilidad de violar el primero y segundo mandamientos y negar el “shema”. Jehová es el único Dios vivo y verdadero, y exige obediencia y adoración. Ir en pos de otros dioses los pondría en peligro de castigo y hasta de ser destruidos (muerte física).

¡PENSEMOS!
Nuestro Padre exige obediencia a todas sus instrucciones. Haga un estudio breve de Efesios 4:25–32. Apunte cada uno de los mandatos. Analice su significado. Evalúe su comportamiento. ¿Cuánta bendición recibirá del Señor por ser obediente?

Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (54). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.