RESULTADO DE LA CONSAGRACION

Si no escuchamos la palabra no estamos en unidad con Dios.
En cada reunión, el Pastor, debe hacer venir el agua para que el pueblo no pase sed.
Debemos seguir el protocolo divino. Los ángeles le hicieron protocolo a Jesús en su nacimiento. Y nuestra fiesta debe de ser en Cristo, en el Espíritu.
El ministrador, que es el Pastor, no recibe para sí, sino para ministrarlo al pueblo.
A Jesús se le cumplieron 360 profecías desde su nacimiento hasta que lo crucificaron.
La vida es Cristo y fuera de Él hay muerte. La vida únicamente la podemos encontrar en el autor, pues dice:

“Yo soy el autor de la vida”.

Muchos ofrecen vida a un bajo precio, pero solo consiguen engañar a los pequeñitos.

Estamos en los tiempos de la prolongación de la Gracia. Tenemos el nuevo pacto en los evangelios. La palabra de Dios debe fluir en nuestros corazones para que ésta nos vivifique.
En el Pastor de Samaria encontramos el protocolo del Espíritu, no el protocolo humano. Debemos de someternos a prueba y saber hasta donde nuestra mente está sumisa al Espíritu.
Delante del Padre está la Sangre del Hijo.
Salmo 132

El protocolo de Dios está formado por personas que viven y andan en el Espíritu. Solo les vale su actitud y no su juramento. Si no estamos preparados, nos molestará la bendición de los demás.
Debemos imitar la fe de nuestros pastores.
Sin unción no hay regocijo. La vida de este mundo, no se puede comparar con la vida que ofrece el Señor
Vivimos por guardar su Palabra y ésta debe morar en nosotros.
Dios es el único que te puede impresionar con maravillas sin número. Debemos conocer la unción del siervo. Dios a escogido a Samaria para establecer pacto. Al Señor únicamente le importa cuanto tenemos de Él en nuestros corazones, pues somos santuario suyo. Cuando hay palabra la lámpara está encendida.
Dios nos ha hecho para Él.
Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién decís que soy yo?” y Pedro contestó: “Yo digo que tu eres el hijo del Dios viviente” y Jesús le contestó: “Bienaventurado eres Pedro, pues esto no se te ha revelado por sangre ni carne.”
Jehová elige a personas como Pedro, que están concentradas y los llama bienaventurados.
Necesitamos tener carácter divino. Dios va a hacer una obra grande en esta Iglesia pues así lo ha querido.
Lo que el Señor me dé es para mí. Nuestro Padre celestial nos disciplina para provecho. Se pastorea una Iglesia con la palabra viva.
Dependemos de la aprobación de Dios, de si nos ha elegido o no. El Señor necesita personas que sean imitadoras suyas. David era conforme al corazón de Dios. El secreto de Job era su paciencia y Lot era un intercesor. Cuando santificamos a Jesús, Él nos santifica a nosotros.

Regocijémonos de que nuestro nombre esté escrito en el libro de la vida. Dios quiere que seamos su morada para adorarle.
La consagración nos llevará a verle antes de ser arrebatados.