Sabiduría para vivir
por Christopher Shaw
La fe afecta la forma en que afrontamos los desafíos del presente
Versículo: Hebreos 11:1-2
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11:1 Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. 11:2 Gracias a ella fueron aprobados los antiguos.
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El autor de Hebreos elige una palabra muy interesante para referirse a la fe cuando emplea el término «garantía». El término, en griego, se refiera al fundamento que sustenta a una persona. Posee la misma connotación legal que se emplea para describir el título de propiedad que posee alguien. Por ejemplo, una persona podría haber heredado una parcela de tierra en Italia, que pertenecía a sus abuelos. Quizás nunca ha viajado a Italia para ver, con sus propios ojos, esa parcela de tierra. No obstante, sus abogados le han presentado un documento que confirma que es la dueña legítima de la tierra que aún no ha podido ver. La fe es el título de propiedad de algo que nos pertenece. La fe, en este sentido, es como el título de propiedad de algo que aún no hemos visto, pero que sabemos que nos pertenece. Tener en nuestras manos el papel que atestigua que somos los verdaderos dueños, nos lleva a comportarnos de manera diferente a la persona que no es dueña de nada. La fe a la que se refiere el autor de Hebreos no es solamente la fe para grandes emprendimientos y proyectos, sino la que también afecta nuestro diario vivir. Nos conduce a tomar ciertas decisiones en el marco de lo cotidiano, porque creemos que eso producirá en nosotros una santidad y una utilidad para los proyectos del Reino, que no podríamos obtener por otros caminos. La fe, entonces, podría llevarnos a optar por no mirar ciertos canales de televisión, o por acercarnos a nuestro cónyuge antes de dormir, para buscar la reconciliación que evitará darle al enemigo ventaja sobre nuestras vidas. Por esta razón, la fe es un componente esencial de nuestra existencia. No es necesario que nos encontremos frente a las grandes decisiones de la vida para sacar a relucir la fe. Más bien, podemos ejercitarla aun a la hora de algo tan sencillo como la inversión de dinero para comprar un par de zapatos. A esto, entiendo, apunta el apóstol Pablo cuando nos exhorta: «Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan» (Efesios 5:15-17 – NTV). Los antiguos, nos dice el autor de Hebreos, recibieron aprobación por vivir de esta manera. El tiempo del verbo es interesante. La aprobación les fue dada por Otro, el único que puede realmente declararnos justos. Del mismo modo que la voz del cielo dio testimonio de Jesús, cuando salió de las aguas del bautismo, esta larga lista de santos también recibieron aprobación por la forma en que habían escogido vivir. El fundamento de sus acciones no fueron las buenas obras, sino la fe, una convicción absoluta en que Aquel que los había llamado era fiel para cumplir en sus vidas todo lo que se había propuesto. Este es, también, el camino que nosotros debemos transitar.
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