Salmos de la Ley

Fue una reunión para nuevos creyentes. El pastor les hablaba de algunas cosas que debían hacer para crecer espiritualmente. Mencionó la necesidad de confesar sus pecados a Dios todos los días. Una señora, perpleja, comentó que no sabía qué debía confesar. Nunca había robado, ni matado, ni cometido adulterio. Sinceramente pensaba que no tenía nada que confesar.

Paradójicamente, los que más reconocen su pecado son los que más crecen espiritualmente y mejor sirven a Dios (Isaías 6:5–8; Lucas 5:8–10). En cambio, los que no confiesan sus transgresiones no agradan al Señor (Lucas 18:9–14; 1 Juan 1:8–10). ¿Cómo podemos estar conscientes de nuestros pecados y librarnos de ellos? Encontraremos una respuesta a este interrogante en nuestro estudio de los salmos de la ley.

¿QUE SON LOS SALMOS DE LA LEY?

Como su título sugiere, estos salmos son los que exaltan la ley de Jehová. Al igual que los sapienciales, anuncian que la obediencia a los mandamientos divinos es necesaria para alcanzar una vida de éxito (Salmos 1:2). Sin embargo, el tema central de estos salmos no es el éxito, sino la ley misma. También guardan cierta semejanza con los salmos de alabanza general. No cuentan mucho de lo que Dios es o ha hecho, más bien lo magnifican al exaltar su palabra.

PROPÓSITO DE LOS SALMOS DE LA LEY:

EXALTAR LA LEY DE JEHOVÁ

Existen dos salmos de este tipo. A continuación veremos algunos detalles interesantes acerca del salmo 119, y luego estudiaremos más detenidamente el 19.

SALMO 119: SALMO DE LA LEY

El salmo 119 es el capítulo más largo de toda la Biblia. Está dividido en 22 partes, de ocho versículos cada una. Dentro de ellas, todos los versículos comienzan con la misma letra hebrea. El nombre de la letra se halla en los 22 encabezados. Todas las 22 letras hebreas se utilizan, en orden alfabético. Los salmos en los cuales las primeras letras de los versículos están en orden alfabético se llaman “acrósticos”.

Hay otros acrósticos en la Biblia: Salmos 9–10; 25; 34; 37; 111; 112; 145; Proverbios 31:10–31; Lamentaciones 1; 2; 3; 4. En casi todos estos poemas cada letra se usa al principio de una oración. En Lamentaciones 3, cada una da inicio a tres oraciones, pero sólo en el Salmos 119 hallamos ocho oraciones consecutivas que comienzan con la misma letra.

De los 176 versículos, 171 mencionan la palabra de Dios. Para no repetirse demasiado, emplean una variedad de sinónimos. Citados en el orden en el cual aparecen por primera vez en el salmo, son: ley, testimonios, caminos, preceptos (v. 4; el vocablo hebreo no es el mismo que en el v. 6), estatutos, mandamientos, palabra y dichos.

A pesar de su énfasis en la ley, el salmo no la adora. Siempre recuerda que los mandamientos son de Jehová. Al exaltar su palabra, lo alaba a él.

SALMO 19: SALMO DE LA LEY

¡PENSEMOS!
Lea todo el salmo 19. ¿Cuál es el tema de los vv. 1–6? ¿Cuál es el tema del 7–10? ¿Cuál es el tema de 11–14?

El Salmo 19 tiene tres partes.

DIVISIONES DEL SALMO 19

1. La revelación de Dios en los cielos

2. La revelación de Jehová en su palabra

3. La obediencia del siervo de Jehová

1–6

7–10

11–14

SALMOS 19:1–6: LA REVELACIÓN DE DIOS EN LOS CIELOS

¡PENSEMOS!
Según el v. 1, ¿qué proclaman los cielos? ¿Cuándo lo proclaman? (v. 2) ¿Dónde lo proclaman? (v. 4) ¿Qué paradoja se ve entre los vv. 3 y 4? ¿Qué significa? ¿En qué parte de los cielos centran su atención los vv. 4c–6? ¿Qué dicen acerca de ella? ¿Por qué hablan de ella?

Cuando estudiamos el paralelismo encontramos que se iluminan varios aspectos del v. 1.

PARALELLSMO EN SALMOS 19:1

Los cielos cuentan la gloria de Dios
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos

El “firmamento” es la bóveda celeste. En Génesis 1:6–8, 17, el mismo vocablo hebreo está traducido “expansión”. Señala que los cielos parecen estar extendidos sobre la tierra como si fueran un inmenso domo. Su uso aquí nos avisa que el salmo no tiene en mente los cielos donde Dios mora, sino la región del sol, la luna y las estrellas.

La tercera columna nos recuerda que vemos la gloria de Dios en los cielos porque reconocemos que son obra de sus manos. En la actualidad, algunos aducen que el universo llegó a existir por eventos puramente casuales. Sin embargo, la belleza, inmensidad y complejidad de los cielos se explican mucho mejor como producto de un Creador inteligente, con sentido artístico y todopoderoso.

Los cielos dan su mensaje todo el tiempo (v. 2) y en todo lugar (v. 4). Se percibe de día y de noche (v. 2). De día el sol domina el cielo (vv. 4c–6). De noche nos damos cuenta de que hay una multitud innumerable de otras lumbreras. Paradójicamente, el lenguaje de los cielos es silencioso (v. 3), no hay ni una parte de la tierra a donde no llegue (v. 4). Su mensaje es visual.

La lumbrera mayor para nosotros es el sol (Génesis 1:16). Los vv. 4c–6 lo describen poéticamente. La bóveda celeste es la tienda donde habita (v. 4c; un tabernáculo es sencillamente una tienda). Cada mañana el sol sale tan resplandeciente como un novio ataviado para su boda (v. 5a). Corre desde un extremo de los cielos hasta el otro con la facilidad de un atleta (vv. 5b–6b). La palabra que se traduce “gigante” significa más bien “guerrero”. En el Antiguo Testamento no había competencias deportivas. Era en las guerras donde se mostraban la agilidad, resistencia y fuerza física (2 Samuel 18:19–27; Salmos 18:29, 36–37).

¿Por qué el salmo dedica tanta atención al sol? Por lo menos hay tres razones.

  1. El sol es la lumbrera que más nos llama la atención, y de la cual más dependemos para nuestra existencia. Por lo tanto, nos hace recordar tanto el poder de Dios como su bondad.
  2. Algunos israelitas adoptaron la costumbre pagana de rendir culto al sol, la luna y las estrellas (Job 31:26–28; 2 Reyes 21:3–5; 23:4–5). El Salmo 19 aclara que el sol, por impresionante que sea, no es un dios, sino, como todas las lumbreras celestiales, obra del único Dios verdadero.
  3. La última oración del v. 6 nos sorprende. Si bien recalca la fuerza del sol, lo hace de manera negativa. No habla de los beneficios de su calor, sino de la imposibilidad de esconderse de él. Así, sutilmente hace un enlace con la sección siguiente. Para los paganos el sol era el dios juez, que veía todo lo que sucedía a su paso por el cielo. La palabra hebrea “calor” se usa también en el sentido de “ira”. Así como nadie puede esconderse del calor del sol, tampoco se puede ocultar del verdadero Juez y su castigo.

LOS CIELOS CUENTAN LA GLORIA DE DIOS (SALMOS 19:1–6)

Los cielos en general

El sol específicamente

vv. 1–4b

vv. 4c–6

¡PENSEMOS!
¿Qué otras partes del mundo natural cuentan la gloria de Dios? ¿Qué dicen acerca de él? ¿Cómo lo hacen? ¿Qué estímulo dan los vv. 1–6 al estudio de las ciencias naturales? A la luz del v. 1, ¿cuál debe ser una de nuestras reacciones cuando contemplamos la naturaleza?

SALMOS 19:7–10: LA REVELACIÓN DE JEHOVÁ EN SU PALABRA

¡PENSEMOS!
¿Qué nombres dan los vv. 7–9 a las Escrituras? ¿Qué idea predomina en estos nombres? ¿Qué adjetivos usan los vv. 7–9 para describir a las Escrituras? ¿Qué ideas predominan en ellos? Según los vv. 7–9, ¿qué cosas hacen las Escrituras? ¿A qué cosas las compara el v. 10? ¿Qué significan estas comparaciones?
¿Qué nombre se usa para el Señor en los vv. 7–9? ¿Cuántas veces aparece? ¿Qué nombre se usó en la sección anterior? ¿Qué significa esta diferencia?
¿Qué relación hay entre los vv. 7–10 y los vv. 1–6?

Las primeras palabras del v. 7 anuncian dos cambios. En vez de la revelación de Dios en la naturaleza, el tema es ahora su revelación en las Escrituras. En lugar del nombre “Dios” (v. 1), el cual se aplica especialmente al Señor en su relación con todo el mundo, hallamos “Jehová”. Este nombre se emplea más en relación con Israel. Efectivamente, aquí pasamos de la revelación con Israel. Efectivamente, aquí pasamos de la revelación general de Dios a todo el mundo, a su revelación especial encomendada a su pueblo escogido.

¡PENSEMOS!
¿Es usted miembro del pueblo de Jehová, salvo por la fe en Jesucristo (ver 1 Pedro 2:9–10), o guarda la misma relación con Dios que el resto del mundo creado?

Cada oración que aparece en los vv. 7–9 tiene la misma estructura. Comienza con un sinónimo de la palabra de Jehová (a menos que el v. 9a sea una excepción), seguido de una descripción de ella, y luego menciona algo que la misma hace.

ESTRUCTURA DE SALMOS 19:7–9

Nombre de la palabra + Descripción de la palabra + Actividad de la palabra

Los nombres son: ley, testimonio, mandamientos, precepto, temor y juicios (en cada caso “de Jehová”). Se aplican a los mandamientos de la ley de Moisés, pero pueden referirse al resto de la Biblia también. Recalcan que la palabra de Dios debe ser obedecida.

Los adjetivos son: perfecta, fiel, rectos, puro, limpio y verdad. Nos aseguran que podemos confiar en los mandamientos y exhortaciones de la palabra de Dios para guiarnos, pues siempre son justos.

No cabe duda que la Biblia “convierte el alma” (v. 7). La naturaleza revela que Dios existe y que es eternamente poderoso (Romanos 1:20), pero sólo las Escrituras nos señalan nuestro pecado y explican el camino a la salvación por medio de Jesucristo (Romanos 10:13–17).

Sin embargo, el salmista tenía en mente otra cosa en el v. 7a. La frase hebrea que se traduce como “convierte el alma” significa “restaurar el ánimo”. Ya explicamos la misma frase en Salmos 23:3 (ver capítulo 6). Aquí hace pareja con “alegran el corazón” (v. 8). La ley de Jehová conduce a una vida de ánimo y alegría (ver la exposición de Salmos 1:1–3 en el capítulo 7).

El “sencillo” (v. 7) es aquel carece de sabiduría. Aun a éste las Escrituras lo convierten en sabio. Los mandamientos le “alumbran los ojos” (v. 8), señalándole el camino a una vida de éxito (Salmos 119:104–105; ver la definición de “sabiduría” en el capítulo 7).

El temor de Jehová (v. 9) es más que solamente reverencia. Incluye miedo. Sin embargo, no se trata de terror a un Dios irascible e irracional (Éxodo 20:18–20a). Más bien, es temer desobedecer al Padre, creyendo que él nos puede bendecir o castigar (Éxodo 20:20b). Este temor “permanece para siempre” (v. 9). A diferencia de la senda de los malos, no perecerá, sino que conducirá a la prosperidad y felicidad eternas (Salmos 1:6).

Dos cosas que los seres humanos siempre hemos deseado son el dinero y la comida sabrosa. En el Antiguo Testamento se usaba la plata como dinero, pero el oro tenía todavía más valor. El manjar más delicioso era la miel. Sin embargo, los mandamientos divinos son más deseables aun que el oro más puro y la miel más rica (v. 10), ya que conducen a la verdadera prosperidad y felicidad (v. 11).

¡PENSEMOS!
¿Qué alegría le ha traído la palabra de Dios? ¿Qué luz le ha dado para llevar una vida de éxito? ¿Cómo aprende de ella? ¿Usted teme desobedecer a Dios, o piensa que puede pecar con impunidad?

SALMOS 19:11–14: LA OBEDIENCIA DEL SIERVO DE JEHOVÁ

¡PENSEMOS!
¿Cómo se llama el autor a sí mismo en los vv. 11 y 13? ¿Por qué se denomina así?
Según el v. 11, ¿qué hacen las Escrituras? ¿De qué clases de pecados ruega el salmista ser librado en los vv. 12–13? ¿Qué aspectos de su vida deseaba que fueran gratos delante de Jehová? (v. 14) ¿Por qué no pidió que sus acciones también fueran gratas?
¿Qué figuras utiliza el autor para referirse a Dios al final de su salmo (v. 14)? ¿Qué significan?
¿Qué relación hay entre la oración de los vv. 12b–14 y el tema de los vv. 7–11?

En esta sección, dos veces el autor se llama a sí mismo “tu siervo”, indicando así su deseo de obedecer a Dios. Sabía que las Escrituras le ayudarían a alcanzar esa meta. Le amonestarían (v. 11), revelándole su pecado.

En los vv. 12–14 el salmista eleva una oración a Dios. Reconoce que ni siquiera la palabra de Dios puede erradicar el mal de su vida si no cuenta con el poder divino.

A veces, no estamos conscientes de algunos pecados. Pueden llamarse “errores”, o pecados “ocultos” (v. 12). Aun éstos nos los señalan las Escrituras, pues son ofensa seria delante de Dios (Números 15:27–29).

Por el otro extremo está la desobediencia deliberada, la que se comete con soberbia (v. 13). Esta es todavía más grave (Números 15:30–31), pues constituye una abierta rebelión contra nuestro Amo.

El salmista no está contento sólo con sus acciones agradables a Jehová. Se da cuenta que es mucho más difícil controlar la lengua (Santiago 3:2–12), y más aún la mente. En el v. 14 ruega a Dios que limpie aun lo más íntimo de su ser.

Llama la atención que la concluir no llame a Jehová “juez” o “acusador”, sino “roca” y “redentor”. La roca era el lugar de refugio y protección en la batalla (Salmos 71:3). El redentor era el individuo pudiente que defendía y socorría a un pariente necesitado (la misma raíz hebrea se usa en Levítico 25:25, 47–49; Rut 4:4). David no tenía en sí mismo la capacidad de limpiarse, pero confiaba en que su roca y redentor estaría a su lado para defenderlo de la tentación y fortalecerlo para obedecer.

LA PALABRA Y EL PODER DE DIOS NOS LIBRAN DE:

PECADOS INCONSCIENTES

PECADOS DELIBERADOS

PECADOS DEL HABLA

PECADOS MENTALES

v. 12

v. 13

v. 14

v. 14

¡PENSEMOS!
¿Cómo le ha ayudado la Biblia a reconocer sus errores? ¿Cómo le ha guardado de pecado deliberado? ¿Cómo le ha fortalecido Dios para obedecer sus mandamientos? ¿Puede dar algunos ejemplos?
¿De qué clase de pecado necesita más ser librado? ¿Cómo puede usted combinar el conocimiento de las Escrituras con la oración y la confianza en Dios para buscar esa liberación? ¿Lo está haciendo? Si no, ¿cuándo comenzará?

Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Alabanza y clamor a Dios (Salmos) (69). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.