¡Sea usted misma!

por Gabriele Rienas

Un matrimonio ministerial desmoronado deja efectos realmente adversos para la iglesia.

Un reto que toda esposa de pastor debiera enfrentar para superar el desánimo en el ministerio

 

¿Qué significa ser una buena esposa de pastor? Las respuestas a esta pregunta podrían ser tan diversas como las personas que la respondan. La esposa de un pastor se ve obligada a enfrentarse a las expectativas de la congregación y de su esposo, y también a las suyas propias.

 

Las expectativas es un asunto que se da por descontado en toda relación. No existe relación alguna que se halle totalmente libre de ellas. Por consiguiente, no todas son erróneas o inadecuadas.

 

En toda relación es vital negociar las expectativas. El problema surge cuando esas expectativas no son realistas. No es realista esperar que la esposa de un pastor sea perfecta todo el tiempo: que siempre sea amistosa, encantadora y simpática, y que sus hijos sean intachables. Con demasiada frecuencia este tipo de presión se complica con las normas poco realistas que ella se ha impuesto a sí misma. Tratar de estar a la altura de esas expectativas es como apuntar con arco y flecha a un blanco escondido en movimiento: por completo frustrante e inútil. O bien luchará sin alcanzar el éxito, o se dará por vencida en su frustración.

 

Las expectativas de sí misma

Las primeras expectativas con las que tiene que enfrentarse la esposa de un pastor son las suyas propias. Todo lo que ella puede hacer es luchar por ser ella misma y usar sus dones para favorecer el reino de Dios. Él no espera más de ella. Dios siempre nos equipa para la tarea que quiere que cumplamos. No obstante, es común que la esposa de pastor luche  en contra de identificar sus puntos fuertes. En nombre de la humildad, muchas veces rehúsa evaluarse a sí misma. De esa forma sus dones permanecen sin desarrollar y su potencial no es reconocido.

 

Lo primero que debe hacer es un examen de sí misma sin apresurarse y con sinceridad. Responda a preguntas como estas: ¿qué me encanta hacer? Cuando hay una lista de actividades por realizar, ¿hacia cuál me dirijo yo primero? ¿En qué tarea me fascina ocuparme en cualquier momento durante un largo período de tiempo? Elabore una lista de sus experiencias relacionadas con el ministerio y pregúntese: ¿en cuál de estas actividades me sentí más realizada? Lo más probable es que encuentre tareas en las cuales usted se sienta más cómoda y que le sean más gratificantes que otras. En estos aspectos, es posible que otros la admiren y, sin embargo, usted no siente que esté haciendo nada difícil ni particularmente especial. Usted triunfa en estos aspectos porque Dios le ha dado dones y rasgos de carácter que sirven para realizar los propósitos de él para su vida.

 

Cuando la esposa de un pastor halla la libertad necesaria para ser ella misma, puede ser firme y bondadosa a la vez respecto a aquellas expectativas de la congregación que no sean realistas.

 

El pastor desempeña un papel de gran alcance al apoyar a su esposa en cuanto a la labor que ella decida llevar a cabo dentro del Cuerpo. Si él la confirma en público en cuanto al uso de sus dones, ese respaldo servirá notablemente para animar a la congregación a brindarle su apoyo también. Esto lo lograría de muchas formas: al referirse de manera positiva a las contribuciones de ella al ministerio, al hablar de ella desde el púlpito, al expresar admiración por sus puntos fuertes. Debería procurar estar presente de manera provechosa cuando ella trabaje mediante el uso de sus dones, pues tal estímulo le proveería mucha motivación. No debería pasar por alto referirse a ella en los escenarios sociales destacando sus aptitudes. Por ejemplo, si se sabe que ella evangeliza a sus vecinos mientras los asiste en sus dificultades, el pastor puede mencionar un suceso concreto, expresando su admiración: «Ayer, Sara se pasó la mayor parte del día en el hospital acompañando a nuestra vecina, y hablaron de la fe y de la sanidad. Ella es muy capaz para derribar ese tipo de barreras».

 

Las expectativas de su esposo

También es importante negociar las expectativas del pastor con respecto a su esposa. Este es un tema que puede provocar conflictos en una relación matrimonial. ¿Qué sucede si un pastor espera que su esposa invite con frecuencia a la gente a cenar, pero a ella la aterra la idea de preparar una cena?

 

El esposo de Cristina pensó que ella debía tomar a su cargo la «iglesia infantil» cuando la líder se mudó de ciudad. Ciertamente, Cristina tenía un título en educación para niños pequeños, pero también tenía dos hijos pequeñitos y un padre enfermo a quien ayudaba a cuidar. Su resistencia pareció caer en oídos sordos. Su esposo estaba convencido de que ella era justo la persona para llenar aquel vacío. El mejor arreglo es enfocar este tipo de conflicto como se enfocaría cualquier otro conflicto en un matrimonio.

 

La esposa del ministro también tiene que confrontar su propia tendencia a asumir demasiadas responsabilidades para cubrir las necesidades que nadie satisface en la iglesia. Debe hacer las paces con sus limitaciones. Cristina debe explicar con firmeza, aunque con calma, por qué cree que en estos momentos no es capaz de encargarse de esta responsabilidad. Puede negociar con aceptar un papel con menos responsabilidad. Debe explicarle a su esposo por qué se siente abrumada, y comunicarle también su preocupación por el dilema en el que él se encuentra. Aun podría sugerir otras opciones que su esposo debería tomar en cuenta para llenar el vacío.

 

Si las expectativas del cónyuge causan conflictos continuos, esto refleja una complicación de mayores proporciones dentro del matrimonio, por la cual los conflictos no se negocian con el éxito esperado. Entonces resulta imprescindible actuar al respecto para corregir ese asunto mayor. Las dificultades matrimoniales constituyen un elemento destructivo en el ministerio.Un matrimonio ministerial desmoronado deja efectos realmente adversos para la iglesia.

 

Busque en el número anterior de Apuntes Pastorales el primer reto para que la esposa de pastor supere el desánimo en el ministerio, también, en el próximo número consiga el siguiente reto: «El reto de procurar el equilibrio entre el trabajo y la iglesia».

La autora, ha sido esposa de pastor por más de veintiocho años y es consejera profesional; radica en Beaverton, Oregon. Es oradora en retiros y conferencias a nivel mundial.

Se tomó de Enrichment Journal, Verano de 2006. Se usa con permiso de la autora. Todos los derechos reservados por la autora.