¡Sed santos! Deuteronomio 19:1–26:19
LEYES HUMANITARIAS
Todas las leyes que veremos bajo esta categoría son distintas formas en que podemos cumplir el mandato de Levítico 19:18b: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Trato a los pobres
El Señor siempre ha mostrado especial interés en el bienestar de los necesitados. Los extranjeros, huérfanos y viudas ocupan un lugar prominente en el corazón de Dios. Los israelitas debían mostrar el mismo sentimiento y cuidar de ellos en forma singular.
Trato justo 24:17–18. Las personas marginadas tenían ciertos derechos (v. 17a) y la ley general era que siempre debían ser tratados de acuerdo con ellos. La justicia reinaba por medio del derecho.
Préstamos. En Israel, estos no se utilizaban para lucrar o ganar dinero, sino con fines humanitarios para ayudar a los que caían en desgracia. Los más ricos estaban obligados a ayudar a los menesterosos bajo dos condiciones:
- No podían exigir ninguna garantía que pusiera en peligro la vida del pobre (24:6), o que violara la dignidad de su persona u hogar (vv. 10–13). Se dan más enseñanzas acerca de este tema en 15:1–11.
- No podían cobrar intereses por el uso del dinero. La usura estaba terminantemente prohibida entre los israelitas (23:19–20). Tratándose de extraños que fueran comerciantes, sí se les podía cobrar intereses, pero era injusto que uno comerciara con un hermano pobre. Note que había una bendición para los que obedecieran estas instrucciones (23:20b; 24:13b).
Espigueo o rebusco 24:19–22. Los que viven en el campo saben que la cosecha nunca es completa. Siempre queda algo del producto sobre la tierra. Así era en Israel también. A los hijos de Dios se les prohibía rebuscar y recoger toda la cosecha al momento de la siega. Los pobres tenían el derecho a espigar el grano y rebuscar los olivos y las viñas. Rut se acogió a esta ley espigando en los campos de Booz (Rut 2).
Recuerde que los pobres también sacaban beneficio del segundo diezmo al igual que los levitas (14:28–29).
Todas estas medidas ayudarían a aliviar la penuria de los menesterosos.
¡PENSEMOS! |
¿Qué actitud tiene hacia los pobres y oprimidos de este mundo? Sería muy fácil cerrar los ojos e ignorar su condición, pero eso no reflejaría la preocupación divina por ellos. ¿Qué puede hacer para aliviar la situación de los hermanos necesitados en su iglesia? Estudie Gálatas 6:9–10 y Hebreos 13:16 antes de evaluarse y tomar una determinación. |
Conservación de la vida 22:8
Hay que recordar que las casas de aquel entonces no tenían techos de dos aguas. Por el contrario, estos eran planos y en las épocas más calientes, la gente subía para refrescarse y hasta para dormir en la azotea. Para evitar accidentes fatales, el que construía una casa, tenía que poner pretil a su terrado. Esta ley muestra una vez más la preocupación divina por la preservación de la vida.
Protección del prójimo
El israelita tenía la obligación de cuidar a su hermano en toda ocasión. Su cuidado también se extendía a los extranjeros que vivían entre ellos. Tenía que tratar a todos en forma altruista.
Hospitalidad 23:24–25. A los viajeros se les daba el derecho de entrar en los campos de un hermano israelita y recoger espigas y uvas suficientes para satisfacer su hambre del momento. Esto no perjudicaría al dueño. Lo que no podía hacer era llenar un cesto de fruto y llevárselo para otra ocasión. Esto sería robo. Por eso, los discípulos del Señor se sintieron con libertad para recoger espigas y comerlas hasta saciarse (Mateo 12:1–8).
Animales 22:1–4. Ya vimos esta porción desde el punto de vista de la bestia, ahora nos toca verla pensando en el dueño. La esencia de esta ley era que siempre debían apoyar a su hermano en la conservación de su propiedad privada. Lo perdido debía ser cuidado por el que lo encontraba hasta que su dueño lo reclamara, fuera animal (vv. 1–3a), ropa (v. 3b) o cualquier posesión (v. 3c). Cuando los animales estaban en dificultades, el vecino siempre debía ofrecer su ayuda. No había lugar para decir, “no me incumbe”.
SOMOS GUARDA DE NUESTRO HERMANO Y SUS POSESIONES
Secuestros 24:7. El robo de una persona con el fin de hacerla esclava o venderla para ganancia, estaba prohibido. La infracción era muy seria porque privaba a una persona de su libertad y dignidad. Equivalía a esclavizar a alguien que es a la imagen de Dios y por lo tanto, merecía la pena capital.
Refugiados 23:15–16. Esta regla se refería a los esclavos extranjeros que se habían escapado de sus señores y emigrado a Israel. Regresarlos implicaría la muerte casi segura, tomando en cuenta el trato que los paganos daban a los esclavos. Los israelitas debían darles acogida y no oprimirlos. En forma indirecta, esta ley se pronuncia contra la esclavitud.
LEYES RELACIONADAS CON LA GUERRA SANTA
Este tema tiene bastante importancia a través de todo el libro de Deuteronomio. Además de las porciones que veremos bajo este punto, uno debe consultar 7:1–5, 16–26; 9:1–6 y 31:1–8. Todos estos pasajes instruyeron a los israelitas en cuanto a cómo debían pelear y conquistar la tierra prometida después de cruzar la frontera del río Jordán.
Ley general 20:1–18
Esta es la porción más extensa sobre el tema de la guerra santa. En ella encontramos todas las estipulaciones generales.
Bases vv. 1–4. Cuando salieran a guerrear, los israelitas no debían atemorizarse frente al enemigo aunque fuera más poderoso, porque el Dios que los había sacado milagrosamente de Egipto, estaría con ellos para darles la victoria. Lo único que tenían que hacer era confiar en él.
Exenciones vv. 5–9; 24:5. Estos textos enseñan claramente que los problemas de familia tenían precedencia sobre la guerra santa. Estaban exentos de presentar servicio militar los que tenían asuntos pendientes en el hogar (20:5–7). Asimismo, los recién casados no tenían que salir a pelear por un año (24:5). Además, los cobardes debían regresar a sus casas para evitar que corrompieran el ánimo de los demás (20:8).
Trato a las ciudades enemigas lejanas vv. 10–15. Estas poblaciones se encontraban fuera de la tierra prometida y por eso debían tratarse con más compasión. Los pueblos que se rindieran sin pelear, serían tributarios y siervos de Israel (vv. 10–11) y los que insistieran en pelear, serían sitiados, conquistados, y se daría muerte a los varones. El botín sería para que los conquistadores lo disfrutaran (vv. 12–15).
Trato a las ciudades cercanas vv. 16–18. Todas las ciudades que estaban dentro de la tierra prometida, serían completamente destruidas y todos sus habitantes eliminados con el fin de que no contaminaran a los hijos de Dios con sus idolatrías y cayeran bajo anatema (7:25–26; Josué 6:17–19; 7:11–15). Las cosas que estaban bajo anatema se dedicaban a Jehová para ser enteramente destruidas.
LA GUERRA SANTA ERA NECESARIA
PARA PROTEGER EL MONOTEÍSMO
ESTRICTO DE ISRAEL
Leyes específicas
Moisés dio dos instrucciones negativas y dos positivas. Las primeras dos tenían que ver con las prácticas que seguían los ejércitos paganos y que las tropas israelitas debían evitar.
No desnudar la tierra 20:19–20. Estaba estrictamente prohibido talar los árboles frutales cuando tenían sitiada una ciudad.
No violar a las mujeres 21:10–14. A través de la historia, las tropas conquistadoras han acostumbrado dar mal trato a las mujeres. Pero ante los ojos divinos, la mujer tenía tanto valor como el hombre, y por eso se debía preservar su dignidad. El israelita podía tomar una cautiva, pero no tener relaciones con ella hasta después de un mes de tenerla en casa, y sólo después de que ella se hubiera despojado de todo lo que la hacía fisicamente atractiva. Si todavía la quería, al final del mes, el judío podío tomarla como mujer. En caso de que no le agradara, la ley requería que le diera su libertad y no la tratara como esclava.
Mantener la pureza 23:9–14. Para asegurar la bendición divina sobre la campaña (v. 14), los soldados tenían que mantenerse ceremonialmente limpios. Moisés dio dos ejemplos de cosas que los harían ritualmente impuros. Note bien que no se involucra el pecado o la impureza moral, sino la ceremonial.
Porque Dios lo decretó así, el hombre que tuviera una emisión nocturna se consideraba impuro por un día, y tenía que permanecer fuera del campamento. Las necesidades fisiológicas habían de aliviarse fuera del mismo y en forma adecuada, para no perjudicar a los demás. El campamento, en medio del cual el Señor radicaba, tenía que mantenerse ritualmente santo.
Destruir a los amalecitas 25:17–19. “Acuérdate… no lo olvides” (vv. 17a, 19b). Israel siempre debía acordarse del trato malévolo que Amalec les había dado en el desierto (vv. 17–18). Jamás debían olvidarse del mandato de destruirlo del todo (v. 19). Pasaron varios siglos hasta que el Señor dijo que era tiempo de llevar a cabo la orden y aún entonces, la obediencia fue parcial (1 Samuel 15:2–9).
¡PENSEMOS! |
Hoy en día no practicamos la guerra santa, pero eso no quiere decir que el Señor no esté interesado en nuestra santidad. Debemos ser tan perfectos y santos comó nuestro Padre celestial (Mateo 5:48; 1 Pedro 1:15–17). ¿Qué medidas debe tomar para tener victoria en la batalla espiritual y conservarse puro? |
LEYES RELACIONADAS CON EL CULTO
En la cultura israelita, toda la vida estaba influenciada por la religión, porque toda la existencia estaba bajo el señorío de Jehová. Por esta razón, tenían que tener mucho cuidado en conservar la santidad en el culto.
Mantener las distinciones religiosas
Era de suma importancia que Israel se mantuviera diferente a las demás naciones. Debían tomar todas las medidas necesarias para evitar que el culto pagano se infiltrara en la religión hebrea.
Exclusión de ciertos grupos de la congregación. Varias leyes normaban a quienes no podían participar en el culto para protegerlo de perversiones paganas.
- Los que habían mutilado sus cuerpos haciéndose eunucos como parte del culto pagano (23:1).
- Los que habían nacido de una relación incestuosa, de casamiento entre israelita y pagano, o como resultado de la prostitución ritual (23:2).
- Los amonitas y moabitas (23:3–6).
- Los edomitas y egipcios de las primeras dos generaciones (23:7–8).
- Los leprosos (compare 24:8–9 con Levítico 13:46). La palabra “lepra” se usaba para describir varias enfermedades dades de la piel y no sólo se refiere a la lepra en sí. Representaba cualquier cosa que hiciera a uno ceremonialmente inmundo.
- Los que prostituían sus cuerpos de ambos sexos y especialmente los que se involucraban en sexo ritual en los cultos paganos (23:17–18).
No mezclar las cosas que Dios había separado 22:5, 9–11. Los ejemplos que se dan atañen a violaciones del orden natural, como juntar dos cosas que el Señor ha separado. Por ejemplo, un transvestista que trata de borrar la distinción entre los sexos (v. 5). Esta práctica era peligrosa, porque abría la puerta al homosexualismo. Las tres prohibiciones de los versículos 9–11 se relacionan con combinaciones antinaturales. Lo natural ya había sido determinado por Dios mismo. Es probable que todas estas mezcolanzas eran de procedencia pagana.
QUE NO HAYA MEZCLA DE
ELEMENTOS PAGANOS Y SANTOS
EN NUESTROS CULTOS
Usar flecos 22:12. En la porción paralela (Números 15:37–41), se llaman franjas, y se revelan sus propósitos: a) recordar la ley del Señor para obedecerla (v. 39a), b) no hacer caso de la cultura pagana (39c) y c) lograr un pueblo santo (v. 40c).
Cumplir con los votos 23:21–23
El israelita agradecido al Señor podía hacer un voto que involucrara el pago de una cantidad de dinero (vv. 21, 23). El voto se incluía como uno de los sacrificios en 12:6, 11, 17 y 26. Pero este pago no sería aceptable si procediera de fuentes inaceptables (23:18). La promesa se hacía voluntariamente (v. 22), pero una vez hecha, tenía que cumplirse prontamente (v. 23). La falta de cumplimiento era pecado (vv. 21, 22).
Participar en dos ritos 26:1–15
Es importante observar que estos ritos se realizarían después de que cruzaran la frontera y conquistaran la tierra prometida para poderla cultivar. Cuando llegara el momento, los israelitas como familias debían celebrar estos rituales con el fin de agradecer al Señor el regalo que les había dado (vv. 1–3).
Primicias vv. 1–11. Cada familia debía ir al santuario central con su ofrenda y presentarla ante el sacerdote (vv. 1–4). La médula del rito era la confesión del oferente (vv. 5–10a). En ella, repasaba la historia de Israel desde los días de Jacob (“Un arameo a punto de perecer” v. 5) hasta entrar en la tierra y tener la primera cosecha (v. 10a). Muchos creen que estos versículos combinados con 6:20–25 son el credo básico de la fe de Israel. La ceremonia terminaba con la adoración gozosa a Jehová (vv. 10b–11). Todo el énfasis está en el hecho de que el Señor dio a Israel como regalo la tierra prometida (vv. 1, 2, 3, 9, 10a, 11).
Diezmos del tercer año vv. 12–15. La porción paralela es 14:28–29. La confesión admitía que el oferente no había usado nada del diezmo para fines personales (vv. 13–14). La petición, suplicando la bendición de Jehová sobre la tierra, se hacía a base de la obediencia (v. 14b).
¡PENSEMOS! |
Haga una evaluación de su vida religiosa pensando en cómo se distingue de la de su vecino incrédulo. ¿Qué tan bueno es en cumplir sus promesas hechas al Señor? ¿Cómo es el contenido de sus cultos? ¿Contribuye todo a resaltar la santidad de Dios y la suya? |
EXHORTACIÓN FINAL 26:16–19
Este pequeño trozo es la conclusión del segundo discurso de Moisés (4:44–26:19). Como era de esperarse, termina con una exhortación a la obediencia (v. 16). En los últimos dos versículos, encontramos cierta terminología técnica relacionada con los pactos. El verbo “declarar” se usaba cuando cada pactante aceptaba los términos del pacto y se comprometía a cumplir con su parte. En el versículo 17, el pueblo acepta la alianza prometiendo obediencia y en 18–19, Jehová reafirma su promesa. El cumplimiento final de ella tendría que esperar al establecimiento del reino mesiánico.
Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (102). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.