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Sembrar

Sembrar

por Christopher Shaw

El sembrador tiene la responsabilidad de sembrar la semilla, su compromiso no es con los resultados sino con el proceso.

Versículo: Mateo 13

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Más allá de las razones por las cuales el Señor optó por un cambio de estrategia en su ministerio de enseñanza, debemos reconocer cuán apto es la parábola como portadora de verdad. Logra presentar, mediante una breve anécdota que utiliza elementos de la vida cotidiana, las más profundas verdades acerca del reino de los cielos. Aunque cada parábola encierra una verdad central, también encontramos en sus detalles valiosas perspectivas del mundo espiritual. No obstante, debemos tener cuidado de no forzar el significado más allá de la intención original de Jesús. Siguiendo la costumbre que tenía, Cristo aprovechó la presencia de grandes multitudes para enseñar la Palabra (v. 2). La primera de estas enseñanzas gira entorno de la parábola del sembrador, la única para la cual Cristo mismo proveyó una explicación. Podemos observar en el relato algunos detalles interesantes acerca de la tarea de sembrar semilla, la cual tiene que ver con la extensión del reino. Los resultados en el reino de los cielos se tornan cada vez más visibles con el pasar del tiempo. En primer lugar notamos lo más obvio, que el sembrador toma por sentado que existe en su trabajo cierta cantidad de semilla «desperdiciada». Es decir, si quisiéramos expresarlo en términos de números, de cada cuatro semillas esparcidas, tres no dan ningún fruto. No creo que esta sea una representación exacta del trabajo de un campesino, pues esto implicaría una enorme pérdida en el trabajo de sembrar la tierra. No obstante, la parábola señala la realidad de quienes siembran en el mundo espiritual. Pone de manifiesto que la mayoría de las personas que escuchan la Palabra no van a responder en forma positiva.Esta es una realidad del proceso y no debe, de ninguna manera, llevar al sembrador a desistir de su tarea. Más bien trabajará con perseverancia, sabiendo que no se trata de un proceso aritmético. En segundo lugar, se observa que las semillas que caen sobre buena tierra producen un fruto que supera la inversión inicial «cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno». De este modo, aunque los resultados iniciales pueden ser magros, la semilla que cae en buena tierra acaba produciendo una cosecha que supera lo perdido en la siembra. Los resultados en este proceso no se miden en lo inmediato, sino a largo plazo. De la misma manera, los resultados en el reino de los cielos se tornan cada vez más visibles con el pasar del tiempo. En demasiadas ocasiones, no obstante, hemos respondido con entusiasmo porque una campaña produjo una gran cantidad de «decisiones» para Cristo. El verdadero fruto de ese esfuerzo, sin embargo, no se podrá ver sino con el pasar de las semanas, los meses y los años. Muchos de los que tomaron decisiones quedarán en el camino, tal cual lo señala la parábola. No obstante, el sembrador tiene igualmente responsabilidad de sembrar la semilla, porque su compromiso no es con los resultados sino con el proceso de compartir lo que ha recibido de Dios. La tarea de sembrar la semilla es un reflejo de su identidad como ciudadano del reino de los cielos. Lea los detalles de la explicación que proveyó Cristo para sus discípulos (vv. 18-23). ¿Cuáles son los elementos que «compiten» con la Palabra? ¿Qué responsabilidad tenemos en los resultados? ¿Podemos ser más eficientes en nuestro trabajo?

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