Todo es conocido
por Christopher Shaw
Para los que andamos en luz nuestra vida completa debe ser vivida a plena vista de los demás.
Versículo: Lucas 8:40-56
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8:40 Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo. 8:41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, 8:42 porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban. 8:43 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. 8:44 Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.8:45 ¿Quién me ha tocado? preguntó Jesús. Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo: __Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.8:46 No, alguien me ha tocado replicó Jesús ; yo sé que de mí ha salido poder.8:47 La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.8:48 Hija, tu fe te ha *sanado le dijo Jesús . Vete en paz.8:49 Todavía estaba hablando Jesús, cuando alguien llegó de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: __Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.8:50 Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: __No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.8:51 Cuando llegó a la casa de Jairo, no dejó que nadie entrara con él, excepto Pedro, Juan y *Jacobo, y el padre y la madre de la niña. 8:52 Todos estaban llorando, muy afligidos por ella. __Dejen de llorar les dijo Jesús . No está muerta sino dormida.8:53 Entonces ellos empezaron a burlarse de él porque sabían que estaba muerta. 8:54 Pero él la tomó de la mano y le dijo: __¡Niña, levántate!8:55 Recobró la vida y al instante se levantó. Jesús mandó darle de comer. 8:56 Los padres se quedaron atónitos, pero él les advirtió que no contaran a nadie lo que había sucedido.
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El relato del evangelista cita: «entonces, cuando la mujer vio que había sido descubierta, vino temblando y, postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa lo había tocado y cómo al instante había sido sanada. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.»» Preguntábamos, ayer, por qué Jesús insistió en identificar a la persona que lo había tocado cuando la obra de sanidad ya estaba completa. Queda claro que Cristo no tenía en mente agregarle nada a este aspecto de la obra que el Padre había realizado en la vida de la mujer. Ella, naturalmente, estaba enteramente enfocada solamente en el aspecto físico de su vida. La entendemos, porque esto había consumido sus energías y recursos económicos durante más de diez años.El bendice para que otros también sean bendecidos con la bendición que hemos recibido No obstante, creo que Jesús deseaba ministrarla también en lo emocional y espiritual. No nos cabe duda de que padecía también necesidades en esas áreas por la forma en que se presentó delante de Jesús al ser descubierta. Vino «temblando y se «postró a sus pies».Este comportamiento, sumado al hecho de que se había acercado a Jesús en forma solapada, parecería indicar un corazón temeroso y, quizás, derrotado. Posiblemente muchos en la multitud la conocían. De todos modos, es evidente que creía que no podía «molestar» al Mesías por algo que ningún otro había podido solucionar. ¿No es acaso, también, esta convicción la que frecuentemente nos lleva a nosotros a dudar de que nuestro buen Padre celestial tenga disposición de ayudarnos? Sin darnos cuenta, nos encontramos haciendo «buena letra», para que nuestra petición y nuestro deseo sea recibido con mayor agrado. Es como si sintiéramos que nos estamos tomando una atribución que no nos corresponde. Todo esto revela lo poco que conocemos el corazón del Dios cuyo deleite es hacerle bien a los suyos. Note la total ausencia de reproches en las palabras de Cristo hacia la mujer. Su declaración confirma que el Padre le daba, libremente, lo que ella había procurado. Es como si él le estuviera diciendo: «no hacía falta venir a escondidas; mi corazón es un corazón lleno de compasión, y todos son bienvenidos en mi presencia». Es posible, también, que Cristo deseara que ella diera testimonio público de lo que había experimentado. Como hemos visto en otros relatos, la bendición de Dios nunca es para ser disfrutada a escondidas. Él bendice para que otros también sean bendecidos con la bendición que hemos recibido, lo que incluye la posibilidad de que se gocen con nosotros en nuestra restauración. Para los que andamos en luz nuestra vida completa debe ser vivida a plena vista de los demás, renunciando a todo lo que nos lleva a obrar en forma encubierta. En las palabras de Jesús la mujer encontró liberación de la vergüenza y la opresión que su aflicción le habían traído.
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