Todos le adorarán
por Desarrollo Cristiano
Dios no se limita a un solo método, ni utiliza el mismo medio cada vez que nos habla.
La imagen de los hombres del oriente adorando al pequeño Jesús revela el más profundo deseo del Señor para con las naciones. Aunque la historia del Antiguo Testamento se centra mayormente en las aventuras y desventuras de Israel, el proyecto original siempre contempló extender la bendición del Señor hasta los confines de la tierra, tal cual lo expresó el profeta Isaías: «Dice El: poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra» (49.6).Conviene que caminemos por la vida con la disposición de ser sorprendidos, pues nunca sabremos cuándo ni cómo él puede llegar a acercarse a nosotros. Y otra vez, en el capítulo 51: «Prestadme atención, pueblo mío, y oídme, nación mía. Porque de mí saldrá una ley, y estableceré mi justicia para luz de los pueblos. Cerca está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; por mí esperan las costas y en mi brazo ponen su esperanza» (vv. 4 y 5).
En el Nuevo Testamento Pedro también advierte a sus lectores, a quienes llama reino de sacerdotes y nación santa, sobre el anhelo de Dios de alcanzar a todos: «El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (2 Pedro 3.9). Es por esto que el Señor no puede quedarse quieto ante la indiferencia de su pueblo hacia aquellos que aún no han sido alcanzados por su luz admirable.
Utilizó una feroz persecución contra su Iglesia de los primeros tiempos para que se dispersara y así compartiera las buenas nuevas con los más alejados. Por esto, no debemos dudar de que echará mano de los medios que sean necesarios para crear en nosotros un compromiso no solamente con los de Jerusalén, sino también con los de Judea, Samaria y los que viven en los confines de la tierra.
La presencia de los magos en los primeros días de vida del Mesías claramente indica que la llegada del Salvador es en beneficio de toda la humanidad, y no solo de un pequeño grupo selecto. Los magos, por su parte, nos dejan ejemplo de lo que significa adorar. Un acto de adoración afecta la totalidad de nuestra vida, ya sea en una postura física —como es postrarse— o en la entrega de nuestros bienes —como el significado de los «obsequios de oro, incienso y mirra». El verdadero adorador no guarda nada para sí mismo, porque no le alcanzan los medios para expresar su devoción hacia la persona que adora.
Dios utilizó una estrella, un rey indigno y un sueño para guiar a estos sábios de oriente. Él no se limita a un solo método, ni utiliza el mismo medio cada vez que nos habla. Conviene que caminemos por la vida con la disposición de ser sorprendidos, pues nunca sabremos cuándo ni cómo él puede llegar a acercarse a nosotros. No obstante, ¡bienvenido sea cuando llegue!
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