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Últimos acontecimientos en la vida de Moisés Deuteronomio 32:48–34:12

Últimos acontecimientos en la vida de Moisés Deuteronomio 32:48–34:12

Estos capítulos nos llevan al final de una de las épocas más importantes en la historia de Israel. Relatan los últimos sucesos de la vida del caudillo más grande de la nación y también son la conclusión de la sección del canon hebreo que los judíos llaman “La Ley de Moisés” o Tora. Nosotros denominamos a esta porción de nuestra Biblia el pentateuco, porque se compone de cinco libros. Esta instrucción (sentido literal de la palabra hebrea “tora”), incluía todo lo que la nación necesitaba saber para vivir una vida holgada dentro de la tierra prometida. Cualquier persona de cualquier época que viva de acuerdo a las normas generales de esta ley, disfrutará de bienestar total.

MANDATO DE SUBIR EL MONTE 32:48–52

Esta porción es una de las muchas que hablan del final de la vida de Moisés. Para tener el cuadro completo, se tiene que estudiar conjuntamente con los siguientes textos: Números 20:1–13, 22–29; 27:12–14; Deuteronomio 1:37; 3:25–27; 4:21; 31:2; 34:1–4. La gran cantidad de referencias a este acontecimiento indica que es un tema de mucha importancia. A continuación, intentaremos sacar la enseñanza completa de todas las citas enumeradas.

¿Cuándo recibió el mandato?

Parece que Moisés escuchó este mandato divino por lo menos en dos ocasiones

Primera ocasión. Esta se encuentra en dos porciones: Números 27:12–14 y Deuteronomio 3:26–27. Sucedió en el contexto del primer discurso cuando Moisés comenzó la preparación del pueblo.

Última ocasión 32:48–52. Al cabo de aproximadamente un mes, tiempo que ocupó para dar sus discursos, recibió por segunda y última vez el mandato de subir al monte. Según el versículo 48, el Señor le dio la instrucción en el mismo día en que terminó de enseñar su cántico a la nación.

¿A dónde subió?

Esta es una pregunta algo dificil de contestar, porque hay muchas referencias que se deben armonizar. He aquí una forma de interpretar la evidencia.

  1. El monte se encontraba en la tierra de Moab (Deuteronomio 32:49; 34:1, 6).
  2. La región dentro de Moab se llamaba Mosera (Deuteronomio 10:6).
  3. Era una de las montañas en la sierra de Abarim (Números 27:12; Deuteronomio 32:49).
  4. El campamento de los israelitas se encontraba en las faldas del monte Nebo en un lugar denominado monte Hor (Números 20:22–28; 33:37–38; Deuteronomio 32:50).
  5. De las faldas subió al monte Nebo (Deuteronomio 32:49; 34:1). (Otra interpretación es que Hor y Nebo son dos nombres para la misma montaña).
  6. La cumbre de Pisga era el pico más alto de la montaña (Deuteronomio 3:27; 34:1; Números 20:28). Moisés llegó a la cima para poder ver la tierra sin estorbo alguno.

¿Con qué propósito subió?

Las Escrituras son claras en este punto. Tenía dos fines al escalar la montaña.

Ver la tierra prometida Deuteronomio 32:49b, 52. Casi todas las porciones paralelas contienen el registro de la prohibición de entrar en la tierra y, a la vez, la promesa de que la iba a ver de lejos.

Morir Deuteronomio 32:50. La enseñanza consistente de todos los textos es que el caudillo iba a morir estando a solas con Dios en el monte.

¿Por qué no pudo entrar en la tierra?

Esta es una pregunta que se tiene que contestar. Ya que había tanta insistencia en el hecho de que no entraría, es lógico hacerla.

El incidente histórico Números 20:1–13. El pueblo se hallaba en el desierto de Zin y pensaban que morirían de sed. En esta situación se pusieron en contra de Moisés y Aarón acusándolos de haberlos sacado de Egipto para morir en el desierto. Los líderes consultaron al Señor y él les dio el plan a seguir. Habían de hablar a la piedra para que saliera agua de ella. Moisés la golpeó dos veces, e inmediatamente brotó un manantial de agua.

El pecado cometido Deuteronomio 32:51a. La porción que estudiamos dice sencillamente que Moisés había pecado. ¿Cuál fue el delito específico? Los textos mencionan por lo menos tres cosas.

  1. No ejerció la fe (Números 20:12b). La porción acusa: “no creísteis en mí”. Parece que pensaba que no era suficiente con sólo hablar a la peña, como le instruyó el Señor. No confió en la Palabra de Dios.
  2. No santificó al Señor (Números 20:12c; 27:14b; Deuteronomio 32:51). Este es el pecado que más se menciona. Su acción fue una negación de la soberanía divina con la cual no se discutía ni jugaba. Había de doblegarse y hacer exactamente lo que Jehová había mandado. Primera de Pedro 3:15 y Mateo 6:33 indican que santificar al Señor significa darle el lugar que sólo él merece, el primero. En el concepto del pueblo, Moisés quitó al Señor del sitio preeminente de su vida y de la nación entera.

EL SEÑOR MERECE SER PREEMINENTE EN NUESTRA VIDA

Isaías 8:13 enseña que no santificarlo equivale a no temerlo o reverenciarlo.

  1. Fue rebelde (Números 27:14a). Esta es la única denuncia positiva. La rebeldía es igual a la desobediencia directa. Por un acto de su voluntad, Moisés había dicho no al Señor. Decidió que su método era mejor. La rebeldía se equipara con la idolatría (1 Samuel 15:22–23). Con este acto rebelde, el caudillo violó públicamente los primeros dos mandamientos y el gran mandamiento. Jehová no podía tolerar esta desobediencia de parte del líder del pueblo y tenía que castigarla severamente.

La prohibición de entrar. Esta negativa divina se encuentra registrada no menos que ocho veces (Números 20:12; 27:13; Deuteronomio 1:37; 3:25–26; 4:21; 31:2; 32:52; 34:4). Sin lugar a duda, a Moisés le fue muy difícil aceptar este castigo tan severo, pero la seriedad de la disciplina reflejaba la de la infracción.

¡PENSEMOS!
Es muy fácil descuidarnos e incurrir en algún pecado. A veces, a nuestro modo de ver, es insignificante, pero con frecuencia es bastante serio. Creemos que el Señor pasará por alto nuestras transgresiones porque nos ama. Pero no es asi. Somos responsables y recibiremos la disciplina merecida para cada pecado no confesado. Aprovechémonos constantemente de la promesa de 1 Juan 1:9.

LA BENDICIÓN DE LAS TRIBUS 33:1–29

El último acto de Moisés antes de subir a la montaña fue bendecir a las tribus de Israel. En esta forma se despidió de la nación. Este capítulo se puede comparar con Génesis 49 en el que Jacob bendijo a sus hijos. La costumbre era que el líder bendijera a los suyos antes de fallecer. Muchos intérpretes modernos dicen que estas palabras no son de Moisés, sino de diferentes autores en épocas distintas de la nación. Dicen que se escribieron en un contexto histórico específico y después se compilaron por un editor que las atribuyó a Moisés. La interpretación evangélica es que todo el capítulo procede de boca del caudillo (v. 1) y en esencia son profecías. En cada trozo tenemos un pequeño vislumbre de cosas que sucederían a las tribus respectivas.

El capítulo se puede bosquejar como sigue:

ALABANZA VV. 2–5

BENDICIONES VV. 6–25

ALABANZA VV. 26–29

Note que las bendiciones están enmarcadas dentro de la alabanza. La verdad es que uno puede pasar del versículo 5 al 26 sin interrumpir el pensamiento del autor. Por esta razón, vamos a tratar primero la alabanza y después las bendiciones.

Alabanza 33:2–5,26–29

Esta se puede dividir en dos partes. Ambas contienen bendiciones generales que Jehová derramaba sobre la nación como una totalidad.

Por lo que había hecho en el pasado vv. 2–5, 26–27. La alabanza comienza con la perspectiva pretérita, recordando una vez más las grandes maravillas realizadas por Jehová a favor de su pueblo. El primer portento fue que Dios les dio la ley por mediación de Moisés (vv. 2, 4). Sigue el hecho de que el Señor, por amor al pueblo, los había dirigido durante los cuarenta años en el yermo (v. 3). En tercer lugar, actuó como Rey y Dios de Jesurún para ayudarles cabalgando como guerrero (vv. 5, 26–27a). Finalmente, los llevó a la tierra y destruyó a sus enemigos de delante de ellos (v. 27b).

Por lo que haría en el futuro vv. 28–29. Una vez introducidos en la tierra, el Señor los mantendría allí (“habitará confiado,… habitará sola” v. 28a). También les colmaría de bendiciones (vv. 28b–29). Tendrían las condiciones óptimas para que el suelo produjera abundantemente (v. 28b). Su salvación vendría constantemente de Jehová, quien sería su escudo y espada (v. 29a). Su victoria sobre sus enemigos estaba garantizada (v. 29b).

Bendiciones de las tribus 33:6–25

Todas ellas enfocan la fidelidad del Omnipotente en cuidar a los suyos en todas las circunstancias de la vida

Rubén v. 6. Aparentemente esta tribu llegaría al punto en que por alguna crisis quedaría cerca de la extinción, por esto Moisés pidió que sobreviviera y que aumentara el elemento varonil.

Judá v. 7. Según Números 2:9, los de Judá iban al frente de las tropas en tiempos de guerra. Necesitaba de protección especial que se solicita en esta bendición.

Leví vv. 8–11. Ya que no entraban en guerra ni poseían territorio, Moisés tenía que bendecirlos en la esfera de su trabajo de dirigir al pueblo por medio del uso del Urim y Tumim, enseñar la ley y ofrecer sacrificios. También pidió protección contra todos sus adversarios.

Benjamín v. 12. Merecía un lugar privilegiado, muy cercano la Señor. Siglos después, el templo fue construido en el territorio de esta tribu.

José (Efraín y Manasés) vv. 13–17. Esta es la bendición más larga de todas. Primeramente pidió prosperidad agrícola. Note la serie de frases que se introducen con la preposición “con” (vv. 13–16a). También solicitó el cuidado de la gracia divina que sería una bendición espiritual (v. 16b). En el v. 17, usó símbolos que ilustraban el poder militar que tendrían.

Zabulón e Isacar vv. 18–19. Por alguna razón juntó estas dos tribus, tal vez porque eran pequeñas y colindaban una con otra. La primera sería agresiva (“cuando salieres”) y la segunda más sedentaria (“en tus tiendas”). Tendrían algo de dominio sobre los demás y se harían sacrificios en sus tierras. Aunque no estaban en la costa Mediterránea, sacarían mucho provecho del mar porque su territorio iba a ser atravesado por las rutas comerciales.

Gad vv. 20–21. Ryrie comenta que era “veloz y fuerte como un león (v. 20), obtuvo una heredad propia de un gobernador, además ayudó a las otras tribus en la conquista de Canaán (cap.v. 21b)” [Biblia de Estudio Ryrie, p.320].

Dan v. 22. La porción de él quedaba en el sur, pero siendo guerreros vigorosos, emigraron al norte y radicaron en Basán.

Neftalí v. 23. Una bendición general se pidió para esta tribu que heredó territorios en la ribera sudoccidental del mar de Galilea.

Aser vv. 24–25. Sería una tribu muy próspera por la abundancia de olivos de su tierra. Mojar los pies en aceite era un verdadero lujo. Siendo la más norteña, necesitaba de fuerza especial para proteger la frontera.

Simeón. Hay que notar que esta tribu no se incluyó en la lista. La razón probable es que su herencia quedaba en el centro de la de Judá, y muy pronto fue absorbida por ella (Josué 19:1–9).

¡PENSEMOS!
El Señor siempre sabía cómo bendecir a su pueblo en todas sus necesidades. ¿Piensa que se puede decir lo mismo acerca de su pueblo actual, la iglesia y sus componentes? ¿Sabe Dios lo que nos depara el futuro, o vivimos en un mundo gobernado por la casualidad? Recuerde que Jehová es siempre fiel a sus promesas.

LA MUERTE DE MOISÉS 34:1–8

Es obvio que este capítulo no vino de la pluma de Moisés. La mayoría de los intérpretes cree que fue escrito por Josué poco después de los acontecimientos.

Cumplimiento del mandato 34:1a

Por fin el caudillo pudo obedecer la instrucción de subir el monte Nebo. Me imagino que Moisés se llenó de emoción como en ninguna otra ocasión de su vida.

Cumplimiento de los propósitos 34:1b–8

Recordará que había dos fines al subir el monte. Ambos se cumplieron. En forma milagrosa, el Señor le mostró toda la tierra prometida. Comenzó de norte a sur en sentido contrario a las manecillas del reloj. Una vez más, Jehová le aseguró que cumpliría con el pacto hecho con los patriarcas (vv. 1b–4). Su muerte sucedió inmediatamente después de contemplar la tierra. Aparentemente, fue sepultado por Dios mismo, en un lugar desconocido para que no fuera objeto de adoración (vv. 5–7). Como era costumbre, el pueblo estuvo de luto por treinta días antes de seguir su marcha hacia Canaán (v. 8).

INSTALACIÓN DE JOSUÉ 34:9

En cumplimiento de las promesas hechas en el capítulo 31, Josué recibió una porción especial del Espíritu Santo para poder gobernar al pueblo. Desde ese momento, la nación comenzó a obedecer a Josué como lo habían hecho con Moisés.

EL ESPÍRITU SANTO CAPACITABA PARA GOBERNAR

ELOGIO A MOISÉS 34:10–12

Es muy apropiado que este libro y el pentateuco terminen con unas palabras de alabanza para el hombre que había sido el protagonista principal de los acontecimientos de Exodo hasta Deuteronomio. Se le recuerda como profeta único en su clase (v. 10) y como hacedor de milagros que nadie igualaba (vv. 11–12).

¡PENSEMOS!
Si el Señor no viene a arrebatarnos, todos moriremos y seremos sepultados. ¿Cómo lo recordará la gente? ¿Qué características suyas se elogiarán en su sepelio? O, ¿es que no tendrán nada bueno que decir de usted? Prepárese ahora porque ese día llegará.

Todo estaba listo. Por medio de la instrucción de Moisés, el pueblo había sido preparado para cruzar la frontera y para gozar de todas las bendiciones de su herencia. Todo les iría bien mientras se acordaran de que eran responsables ante “Jehová tu Dios”. El cumpliría su pacto incondicionalmente, pero el disfrutar de las bendiciones permanentes dependía de la obediencia del pueblo. Lo mismo sucede con nosotros, los cristianos que vivimos a finales del siglo veinte.

Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (137). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.