UN ESTUDIO SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES (Parte 2)

Y SUS CONCLUSIONES PARA EL DIA DE HOY.

Por Pablo Blanco

PARTE II

Notas.-

1.- Este trabajo está realizado a partir de las notas usadas en la clase de estudio bíblico para adultos desarrollado por el autor en la Iglesia Bautista de Toledo, desde Octubre de 2001 hasta Junio de 2002.

2.- Las notas relativas a la primera parte que componen el estudio de los dos primeros capítulos, por causa de un fallo informático fueron borradas, aunque el autor espera poder ponerlas a disposición de los interesados en un futuro, a partir de las grabaciones.

3.- El autor autoriza la reproducción total y libre de este trabajo siempre que se haga en su integridad. Para reproducciones parciales se deben hacer fracciones que contengan el texto de un capítulo completo. Para fragmentos menores, pedir permiso por e-mail a .(JavaScript must be enabled to view this email address)

Índice de contenido

BREVE INTRODUCCION AL ESTUDIO BIBLICO
1.- Estudio con sinceridad, libertad y auxilio Divino.
2.- Abandono del dogmatismo y sectarismo fanático.
3.- Nunca sabremos lo suficiente.
4.- Un propósito sano para un estudio provechoso.
5.- Admitir la posibilidad de equivocarse.
6.- En la discrepancia buscar el mismo sentimiento.
7.- Asumir que hay cosas difíciles de entender.
8.- Respeto para las Escrituras ocultas.
9.- La lectura profética y algunas claves para su comprensión.

CAPITULO 3 (SEGUNDA PARTE)

TEMA I
1.- Gozaos en el Señor.
2.- «las mismas cosas».
3.- «para vosotros es seguro».
4.- «Guardaos».
5.- Perros
6.- Malos obreros
7.- La concisión
8.- «Porque nosotros somos la circuncisión»
9.- «Los descendientes de Abraham.
10.- Antecedentes del día de Cristo y de la promesa de la bendición universal.
11.- Abraham y los pactos.
12.- Primer pacto: El pacto de simiente y herencia terrenal.
13.- ¿Qué es la circuncisión?
14.- Segundo pacto: El pacto de bendición universal. La gracia por la fe.
15.- «Los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne» (v.3).
16.- Servir a Dios en espíritu.

TEMA II
1.- De Saúl, el judío de Tarso a Pablo, el apóstol de Cristo Jesús.
2.- ¿Apóstol número doce?
3.- Pablo predestinado. Algunos apuntes sobre la predestinación.
4.- Pablo y Saulo. Su instrucción celestial. Viaje a España. El aguijón de la carne.-
4.1 Saúl, Saulo, Pablo (gr. Saoul, Saulos, Paulos)
4.2 Su instrucción celestial.-
4.3 ¿Viaje a España?.
4.4 El aguijón en su carne.-

TEMA III
1.- Pérdidas y Ganancias.
2.- «Mi Señor».
3.- «Lo perdí todo».
4.- «no teniendo mi (propia) justicia, la de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios en la fe».
5.- «el poder de la resurrección y la comunión con sus padecimientos, siendo hecho conforme a la muerte de él».

TEMA IV 40
1.- No que lo haya alcanzado.
2.- «pero prosigo».
3.- Cuantos somos perfectos.
4.- Avanzad.
5.- Imitadores de mi.
6.- Hay muchos que andan…
7.- Los enemigos de la cruz.
7.1 Su dios es su vientre.
7.2 Su gloria es su vergüenza.
7.3.- Piensan en lo terrenal.

TEMA V
1.- Nuestra ciudadanía.
1.1 La Iglesia Católico Romana.
1.2 La Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus asimiladas.
2.- Peca mucho y cree más.
3.- Ecumenismo?
4. – ¿Era Jesús más tolerante que Pablo?
5.- Unidos en lo común para una causa buena.
6.- Consiguiendo un mundo feliz.
7.- ¿Exhortando al mundo incrédulo?
8.- La luz del mundo.
9.- El evangelio como receta social.
10.- Ser uno.
ANEXO:

CAPITULO 4

TEMA I
1.- Evodia y Síntique.
2.- El papel de las mujeres en las iglesias locales de la era apostólica. Breve comentario exegético e histórico.-
2.1 En el Nuevo Pacto.
2.2 Mujer ó esposa.
2.3 En la Iglesia de Cristo.
2.4 Las mujeres en la historia precristiana de Israel.
2.5 Jesús y las mujeres.
2.6 Las mujeres en la iglesia apóstólica.
2.7 Pero… La mujer calle y aprenda en silencio.
2.8 Historia posterior.-
2.9 Tertuliano.
2.10 Otros ejemplos históricos.

TEMA II
1.- Exhortación al gozo.-
2. Gentileza cristiana.
3.- El Señor está cerca y el afán.
4.- Pensando en lo bueno.-

TEMA III
1.- La cooperación económica de los filipenses con Pablo.-
2.- La carga como apóstoles de Cristo.-

3.- Ofrendas y colectas.-
4.- Desde entonces, mil y una treta para sacar el dinero a los cristianos.-
4.1 El purgatorio.-
4.2 Las penitencias pecuniarias.-
4.3 Explotación económica de los servicios eclesiales.-
4.4 ¿Esta vigente el diezmo?-
4.4.1 El diezmo de Israel.-
4.4.2 El diezmo de Abraham y de Jacob.-
4.4.3 El diezmo de Jacob.
5.- Las ofrendas en la iglesia cristiana.-
6.- Dar para Dios.-
7.- Los gastos de convivencia social.-
7.1 Locales y edificios para el culto.
7.2 El robo de iglesias.-
8.- El apoyo a ministerios cristianos.
9.- Viviendo en orden.
10.- Profesionales y famosos «campañeros».-
11.- El evangelio de la prosperidad.-
12.- Viajantes por toda la tierra.
13.- Vivir por fe.
14.- Pastores y obreros asalariados a tiempo completo.-
14.1 ¿Cuánto es eso del tiempo completo?
15.- Los salarios y los cónyuges de los obreros.-
16.- Negocios cristianos.-
17.- Ofrendando con responsabilidad.
18.- Apoyando a los verdaderos siervos de Dios.

BREVE INTRODUCCION AL ESTUDIO BIBLICO

2Co 2:17 Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios: antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.
2Co 3:4 Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios:
2Co 3:5 No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios;
2Co 3:6 El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
2Co 3:12 Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza; (gr. parrhesia: franqueza, libertad, abiertamente)
2Co 3:13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido.
2Co 3:14 Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado.
2Co 3:15 Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
2Co 3:16 Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.
2Co 3:17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
2Co 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.
2Co 4:1 POR lo cual teniendo nosotros esta administración según la misericordia que hemos alcanzado, no desmayamos;
2Co 4:2 Antes quitamos los escondrijos de vergüenza, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por manifestación de la verdad encomendándonos á nosotros mismos á toda conciencia humana delante de Dios.
2Co 4:3 Que si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto:
2Co 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Tras esta introducción de las palabras escritas por el apóstol Pablo, me gustaría aportar unos apuntes creo que necesarios para tener en cuenta antes de empezar cualquier estudio serio de alguna parte de las Sagradas Escrituras. Esta tarea es extraordinaria, pero requiere:

1.- Estudio con sinceridad, libertad y auxilio Divino.

Una disposición personal y espiritual sobre la cual podemos meditar trayendo estas frases escritas por Pablo en su segunda epístola a los corintios. Se requiere en primer lugar acercarse con sinceridad delante de Dios, no como mercaderes falsos que no dudan en manipular la Palabra, tratándola con astucia para acomodarla a intereses propios ó próximos. En segundo lugar, es necesario buscar nuestra suficiencia de parte de Dios. Es del Espíritu Santo de quien debemos buscar la ayuda y dirección precisa. En tercer lugar es muy importante aproximarse a ella con plena libertad, sin otros condicionamientos que nuestra fe en Cristo Jesús. Los que somos de Cristo, en virtud del Nuevo Pacto en su sangre, podemos mirar a cara descubierta todas las cosas, con los únicos límites de nuestra capacidad intelectual y espiritual, impidiendo que intereses de cualquier tipo la sujeten y condicionen a presupuestos denominacionales ó sectarios.

En nuestro estudio nos enfrentaremos, pues, a los diferentes temas sin tener delante ningún velo, mirando cara a cara y no escondiéndonos antes cuestiones difíciles ó delicadas. Es más, dedicándonos principalmente a la exégesis de las cuestiones difíciles y delicadas.

En nuestros días por todas partes se ofrecen a los lectores interesados estudios bíblicos. Cuantas denominaciones cristiano-evangélicas hay y una larga lista de sectas cristianas ó para cristianas, como Testigos de Jehová, Adventistas del 7º Día, Romanistas, Ortodoxos de todas las tendencias, etc. pretenden instruirnos con los tratados desarrollados por sus mejores maestros y teólogos, que apuntan a sostener sus bases doctrinales diferenciales. Pero hay una gran diferencia entre los estudios de las sectas y los que pueda realizar un cristiano maduro, con edad y experiencia en la vida cristiana. Es el mismo talante de libertad cristiana. Las sectas y religiones tienen la pretensión de ser incuestionables en sus doctrinas. Sus seguidores no pueden pensar por si mismos. Se les obliga a creer en el magisterio infalible de su secta, de su cuerpo gobernante, de su «profeta», de sus maestros tradicionales, etc. La pena para los díscolos ó desobedientes es la excomunión, expulsión ó desasociación. Pero esta cuestión de la libertad es la característica esencial para poder afirmar que carecen de la ayuda del Espíritu Santo, porque como afirma Pablo, donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y donde no hay libertad, no está el Espíritu. Será en libertad y con su ayuda que la Palabra revelada que nos hará crecer, madurar y entender muchas cosas a lo largo de nuestra vida espiritual.

Muchas sectas se dedican a preparar unos cuestionarios básicos para sus adeptos en defensa de sus más diferenciales doctrinas. Pero cuando les sacas de esos dos ó tres textos que han aprendido en sus catequesis, en sus salones del reino, ó en su literatura cotidiana, muchos se quedan perplejos. Nunca les habían hablado de esas cosas, ni desde esa perspectiva, desde otra forma de ver y pensar, y abandonan el debate, refugiándose en el hábitat de su propio círculo. Cuando llevan a sus lideres esas inquietudes, siempre les contestan con evasivas, para que se olviden de la cuestión. Una de las pretensiones típicas de las sectas es alcanzar un pensamiento doctrinal uniforme, engañando, amenazando ó coaccionando a los que dudan. Cuando de niño estudiaba la religión romanista y contaba a mis compañeros los errores doctrinales, y estos a su vez los trasladaban al cura que nos instruía, la respuesta era siempre la misma: Esas son cuestiones muy difíciles y para eso están los doctores de la santa madre iglesia. A ellos acudid. Pero ni el cura ni mis amigos conocían a ninguno de esos doctores por lo que o aparcaban las cuestiones en la indiferencia ignorante ó dejaban de creer en todo.

El éxito de la ignorancia es el fanatismo, mientras que el éxito del conocimiento y del estudio es la libertad. Cuando alguien tiene conocimiento puede vivir con sana conciencia tomando decisiones y realizando actos que los ignorantes no pueden hacer sin temor. El ignorante vive siempre encogido, temeroso de Dios y de los hombres, incluso de si mismo, desconociendo si la cuestión es de tal ó cual manera, si ha actuado bien ó mal. Si esto es ó no pecado. Esa vida de temor no es la que corresponde a un cristiano.

Es cierto que a los niños que estudian el primer grado no pueden entender el álgebra aunque se la expliquen con claridad, porque necesitan todavía algunos conocimientos intermedios, pero esto no quiere decir que la enseñanza se detenga, sino que el niño es instruido, incluso contra su voluntad, bajo un sistema progresivo de enseñanza para que al cabo de un cierto tiempo sea capaz de entender y asimilar materias más complicadas. Pablo, el apóstol, también dijo que cuando él era niño pensaba como niño y opinaba como niño, pero cuando creció dejó lo que era de niño (1ª Cor. 13:11). Ese es el proceso sano y normal. A los bebés se les empieza alimentando con leche, luego con papillas, seguidamente con alimento sólido y variado, para que tenga una existencia sana y fuerte.

En Hebreos 5:12-14 leemos sobre esta cuestión que estamos tratando. Algunos cristianos que debiendo ser ya maestros, con conocimiento propio e instruyendo ya a otros, se habían quedado raquíticos e inútiles. Se quedaron convertidos en unos frágiles bebés porque solo se alimentaron de leche, y ahora, en una figura, los podíamos ver con bigote, por la edad, y a la vez con un chupete en la boca, diciendo y opinando tonterías impropias. Raquíticos por su comodidad. Un día entendieron el evangelio, aceptaron el perdón de gracia y decidieron seguir a Cristo. Al poco pensaron que ya con esto tenían lo suficiente y abandonaron su capacidad de profundización en el conocimiento de Dios y de su revelación. Pasó el tiempo, sin dedicarse al estudio sistemático y profundo de las Escrituras y ya no entienden muchas cuestiones básicas, incluso albergan dudas espirituales sobre ciertos asuntos. El problema no radica en que tales cuestiones sean especialmente difíciles de asimilar ó entender. Solo lo son para aquellas personas que durante años no han tenido un deseo de aprender y crecer. Tendrían que estar de vuelta de muchos asuntos, siendo maestros de hermanos más jóvenes, incluso en su familia, y ahora no solo son inútiles hacia los demás, sino que ni siquiera pueden entender muchas cosas.

2.- Abandono del dogmatismo y sectarismo fanático.
§
Debe quedar claro desde un principio que nada de lo que podamos deducir ó entender será una cuestión dogmática, fuera de los contenidos esenciales de la salvación por gracia mediante la fe, porque esa es la piedra angular de la revelación, de la salvación y de la obra redentora realizada por nuestro Señor Jesucristo. El nuestro es un estudio cristiano por el cual tenemos que asumir aquellos presupuestos que son inherentes a la fe, como la existencia de Dios, el pecado del hombre, su condición perdida, la vida eterna, etc.

Exceptuando ese tipo de cuestiones básicas, cuyo desarrollo no es el motivo de nuestro estudio, ninguna de nuestras deducciones tendrá la pretensión de que sea la visión que deba ser aceptada por todos los cristianos, pues por muy allá que llegásemos y por muy acertadas que fuesen nuestras conclusiones, siempre hay cabida para ser mejoradas.

Este es el problema de publicar un libro con las conclusiones de un estudio, que en muchas ocasiones, con el paso del tiempo y si nuestra capacidad de conocimiento no ha disminuido, al leer nuestros propios trabajos descubrimos una incómoda sensación de incapacidad. Probablemente nuestra opinión sobre ciertas cosas haya cambiado mientras nuestros libros estén todavía en las estanterías de venta de las librerías. Probablemente nos parecerá insolente algún énfasis que habíamos hechos y del que no estamos tan seguros… O descubrimos que algo ha quedado débil y ahora vemos con mucha más claridad…

De lo único que puedo afirmar con respecto a este trabajo mío ó a otros artículos anteriores es que era honesto en las exposiciones que hice en el momento en que las hice. Es por esto que nada de lo que escriba ó predique, al menos yo, tiene cualquier pretensión que va más allá que la de ser de ayuda y bendición. Incluso, presentar un punto de reflexión ó meditación para contrastar junto con otros para que el lector se forme una propia opinión tomando información de un lado y de otro.

El paso del tiempo es un enemigo cruel para los dogmáticos y sectarios. Por ejemplo, muchas de las doctrinas de la secta exclusivista de los Testigos de Jehová, presentadas como la revelación del esclavo fiel y discreto, que así se llaman a si mismos los mandamases de turno, fueron escritas por personas que ya ni pertenecen a esa organización, ni siquiera las creen, sino que años más tarde las han rebatido en libros y artículos.

Por estas razones es necesario cultivar un talante tolerante y no dogmático, respetando los argumentos de personas que tienen otros puntos de vista en todas las materias opinables. Pero sobre todo es importante discernir cuales son doctrinas básicas y cuales son creencias y opiniones sobre cuestiones no elementales.

Lo único exigible a los que enseñan es que lo hagan con sana conciencia delante de Dios, aunque esa sana conciencia les enfrente con los hombres, los grupos ó las denominaciones. Que persuadidos de aquello que dicen, son consecuentes con sus afirmaciones y al mismo tiempo enseñen y reconozcan sus limitaciones. El hecho de que una persona haya predicado ó enseñado hace tiempo ciertas cosas y ahora enseñe otras diferentes son la lógica consecuencia de quien no ha dejado de crecer ni de estudiar. Las personas sanas, maduran, suman experiencias, estudio, reflexión y sus conceptos cambian en ocasiones, siendo entonces la consecuencia lógica de su integridad que ahora expliquen y enseñen las cosas con su perspectiva actual

3.- Nunca sabremos lo suficiente.
§
1ª Cor. 8:2 «Y si alguno se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debe saberse». Vaya reto con este versículo. Una cura de humildad para los que pretenden que lo saben todo. Esta verdad la habíamos comprobado ya todos los que estudiamos con un cierto rigor las Escrituras. Hemos descubierto que son una fuente inagotable de conocimiento, sabiduría y poder. Y aunque el conocimiento pleno no se alcance nunca, también hemos entendido que con la aportación progresiva del estudio de muchos hermanos, hoy ya sabemos más y mejor de cosas mejor que nuestros antepasados. Si alguno se imagina que de cualquier tema ya lo sabe todo, es seguro que si se pone a reestudiarlo bajo las condiciones que antes hablábamos, con tiempo, meditación y voluntad de ser de bendición, va a descubrir nuevas enseñanzas que jamás hubiera imaginado.

4.- Un propósito sano para un estudio provechoso.
§
Estudiar por estudiar es tan inútil como sembrar por el mero hecho de sembrar y desentenderse de la cosecha. Hay muchos propósitos por los que la gente actualmente estudia la Biblia y algunos de ellos son insanos. Algunos la estudian con la intención de desacreditarla ó de negar a Dios. Otros por curiosidad intelectual ó para convertirse en eruditos, satisfaciendo su ego. Algunos lo hacen para destacar ó medrar en su círculo, congregación ó iglesia. Otros para buscar una justificación a conductas injustificables. Pero el único propósito por el que el Espíritu Santo, que todo lo escudriña (1ª Cor. 2:10), puede ayudarnos es cuando la meta propuesta sea producir la bendición propia, creciendo en madurez, para servir a la iglesia y a la causa del evangelio.

No se trata de buscar conocimiento, sino llegar a ser de bendición a través del conocimiento. El Salmo 1 habla de la dicha que alcanza aquella persona que medita en Su ley día y noche, porque será como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará. El fruto a su tiempo del que carecían aquellos a los que se refería el texto de Hebreos 5:12-14. Cuando llegó el tiempo de ser maestros, no solo de ser maduros consigo mismo, sino que ya podrían estar discipulando a otros y siendo de utilidad, resultaba que ni daban fruto hacia los demás, y seguían siendo como niños dependientes. Pero todo aquel que se prepara con ansia, cuando llega la necesidad tiene la capacitación, el texto, la exhortación ó la enseñanza adecuada con la que ayudarse a si mismo ó ser de ayuda para los demás. Y prosperará, y las cosas irán bien porque sus consejos serán correctos, y sus actos producto de la sabiduría.

Pablo dice en 2ª Tim. 3:16 que las Escrituras han sido inspiradas por Dios con el propósito de ser un instrumento útil en el camino de la salvación y equipar adecuadamente al creyente. Por medio de ellas complementamos nuestra capacitación. No es lo único de nuestra relación con Dios y sus asuntos, porque también debemos cultivar la adoración, la alabanza, la oración, el testimonio, la virtud y la evangelización, pero sin ellas la vida como creyentes ni va a ser sana, ni estaremos preparados para desempeñar las obras y los proyectos que Dios tenga planeados nuestra vida.

5.- Admitir la posibilidad de equivocarse.
§
Es importante asumir que en nuestro estudio habrá cosas en las que estaremos más ó menos acertados y otras en las que posiblemente estaremos desacertados. Esto no nos conduce al desaliento porque tenemos otra certeza fundamental, y es que nada de lo que nosotros pensemos, enseñemos, opinemos ó expongamos va a cambiar lo que Dios tiene determinado hacer. Tampoco cambiará lo que Dios ya ha hecho, lo entendamos ó no nosotros. Todo cuanto Dios ha predeterminado y diseñado, lo hará perfecto y bien, aunque nosotros lo entendamos o lo interpretemos mal. Esto es una tranquilidad puesto que tanto lo que Dios es como Ser así como Sus obras no están afectadas por nuestras ignorancias ni equivocaciones.

6.- En la discrepancia buscar el mismo sentimiento.
§
Es legítimo y enriquecedor pensar sobre muchas cosas en formas diferentes, pero es fundamental sentir lo mismo. Saber que todos los que aman a Dios y han sido rescatados por la sangre de Jesucristo están orientados en la misma dirección. Todos construyen en la misma trayectoria. Buscan lo mejor unos para los otros y para la obra del evangelio. Cuando estamos en la misma orientación, las opiniones diferentes otorgan perspectivas más amplias, cubren diferentes posibilidades y campos. Es fantástico. Cuando verdaderamente no hay el mismo sentimiento, sino envidias, celos, rencores, pasiones egocéntricas, es cuando la discrepancia produce sectas, contiendas y divisiones. Obviamente me estoy refiriendo a la divergencia en cuestiones que no son la esencia del evangelio y de la obra de Jesucristo en la cruz, como veremos a lo largo del estudio cuando tratemos la cuestión del legalismo y la postura y enseñanza de Pablo a las iglesias.

7.- Asumir que hay cosas difíciles de entender.
§
La variedad en la interpretación de muchos pasajes no solo es legítima, sino también la consecuencia lógica de la complejidad de algunos de los asuntos que estamos tratando. Pedro dice en 2ª Ped. 3:16 que en las epístolas de Pablo, y vamos a estudiar una de ellas, hay cosas difíciles de entender. Y aunque parezca de Perogrullo, si son difíciles, no son fáciles, por lo tanto alcanzar un acuerdo en todo no será fácil, ni siquiera posible. Muchas cosas no las podremos entender ni a la primera, ni a la vigésima lectura. Se requieren constancia en la meditación e inteligencia en el análisis y además la ayuda del Espíritu Santo, que nos ayudará, pero no nos sustituirá en el papel que nos corresponde a nosotros, que es el de escudriñar y reflexionar. Son las conclusiones ignorantes y precipitadas de indoctos e inconstantes las que tuercen muchos aspectos del entendimiento de la vida cristiana, acarreando daño para si mismos y para las iglesias.

8.- Respeto para las Escrituras ocultas.
§
Hay cosas en las Escrituras que están «selladas», ocultas (Dan. 12:4 y 9). Si sobre algún tema se han escrito toneladas de tonterías, han sido sobre las cuestiones escatológicas: Profecías y milenarismo. Casi todo lo que se ha escrito sobre el fin del mundo y los cumplimientos proféticos de muchos pasajes ha sido un desastre, porque no solo han trabajado sobre temas oscuros, sino que están sellados por voluntad divina. Pero el mayor problema de todas estas especulaciones no es que hayan concluido en un rotundo fracaso, sino que han acarreado incontable daño a muchos creyentes.

Muchos osados «maestros» han afirmado, calculado y deducido enormes disparates. Algunos se han obsesionado con estos asuntos y soñado con ellos de tal manera que han asumido la pretensión de que sus elucubraciones se las había revelado Dios sueños ó visiones, mostrándoles cuando y como serían estas cosas. Este es el motivo por el que el fin apocalíptico fue anunciado ya en tantas ocasiones por sectas y grupos conformados por legiones de ignorantes y liderados por iluminados maestros y profetas.

En el siglo II, los montanistas ya profetizaron y esperaban el fin del mundo y el descenso de la Nueva Jerusalén en Pepuza (Asia Menor). Y en el siglo III, Hipólito narra que el obispo de una iglesia siria profetizó el fin para una fecha que se cumpliría un año después de que este obispo afirmase haber tenido una revelación profética, que obviamente resultó falsa, pero que sumió en la desgracia a muchos de los fieles de su iglesia porque dejaron de trabajar y se retiraron al desierto para encontrarse con Cristo, lo cual no sucedió. Sin embargo el mismo Hipólito no resistió a la tentación de hacer su propio cálculo milenarista según el cual, el reino milenial de Cristo se establecería en la tierra en torno al año 500 (Seis mil años después de Adán que Hipólito calculó que había sido creado en el año 5500 a C.). El caso más sonado de los últimos siglos fue el gran chasco de Guillermo Miller que lo había profetizado para 1843 y 1844, consiguiendo que más de 100.000 personas en los EEUU se creyesen su fantasía, saliesen de sus iglesias y le siguiesen en su error. Cuando llegó la fecha pronosticada, muchas de ellas, se vistieron de ropas blancas para esperar la llegada de Jesucristo. Luego el honor del error le correspondió a los Testigos de Jehová que profetizaron diversas fechas, siendo la ultima la de 1975, engañando a sus fieles desde 10 años antes con que Cristo vendría en ese año, empleando una versión actualizada de la antigua teoría de Hipólito. Y en el campo de las iglesias tradicionales de nuestro suelo patrio, aun recuerdo una carta de 1999 de un presunto profeta radicado en Asturias advirtiéndonos a las iglesias evangélicas de España de que el fin llegaría en el año 2000.

Al estudiar la Biblia hay que respetar las reglas, y si estas palabras están selladas, aceptarlo. Jesús dijo a sus discípulos cuando le preguntaron sobre la cuestión: No os toca a vosotros saber los tiempos (Hch. 1:7), pero si no obedecemos y nos dedicamos a especular sobre algo que no nos toca a nosotros saber, solo podemos resultar errados.

9.- La lectura profética y algunas claves para su comprensión.

Una de las equivocaciones más frecuentes es la de introducirse en la profecía sin comprender que este tipo de revelación está sujeta a unas condiciones especiales. Así muchos ignoran que la revelación profética no tiene por objeto dar a conocer de forma clara para el lector cuantas cosas van a suceder en el futuro y divulgarlas anticipadamente con todos sus detalles. Cuando uno afirma algo como esto se da cuenta de la cara de asombro y desconcierto de muchos de sus oyentes y lectores. Pero sin embargo es cierto.

Dios, ha hablado muchas veces y de muchas maneras en el pasado a nuestros antepasados por los profetas, (Heb. 1:1). Unas fueron más claras, otras fueron bastante oscurecidas en su momento. En muchas ocasiones la profecía corresponde a un lenguaje de «tipos» (La Pascua, el Tabernáculo, el Maná, la serpiente del desierto, Moisés, la esclavitud en Egipto, David, Ciro, etc.). Pero en otras la revelación celestial estaba oculta dentro de un relato histórico, al que solo mucho tiempo más tarde se le ha entender su proyección profética futura.

La mayoría de las profecías bíblicas pertenecen a esta forma. Aunque esta cuestión es muy extensa intentaré ser conciso con un ejemplo. Muchas veces perdemos la perspectiva de que nos encontramos en medio de un conflicto cuyas dimensiones nos sobrepasan. Dios tiene un plan inteligente y coherente, como lo son todas sus obras y actos, que está desplegando con vistas a un desenlace de enormes dimensiones eternas. Pero a su vez también tiene un adversario fuerte que se le opone. Aunque gran parte de esta lucha es invisible para nosotros, tiene efectos y consecuencias visibles que a nuestra realidad material y a nosotros mismos, porque Dios está trabajando y actuando con la perspectiva de que ese adversario no frustre sus proyectos, y además aprovecha sus movimientos para cumplir con Su plan previamente trazado.

Paralelamente a esto, Dios se ha propuesto rescatar a un pueblo para el que tiene reservados tales proyectos. En el cumplimiento de ese programa, Dios ha hablado informando de la salvación que ha preparado, de cómo se llevaría a cabo la redención y de muchas otras cosas que sucederán. Esta revelación contenida en las Sagradas Escrituras esta orientada informar y tranquilizar a «los suyos» que viven en el área del conflicto. Algo parecido a lo que un país en guerra hace para comunicarse y transmitir información a sus agentes y fuerzas que están en medio de la nación enemiga, para animarles ó instarles a que resistan, ó para que actúen, etc. Este tipo de información estratégica desde siempre se envía protegida y a menudo codificada y oculta en medio de otra mucha información, reconociendo que puede ser vista por el enemigo, pero evitando que este la entienda, y la frustre. En el caso de la revelación de Dios, también está expuesta a la lectura y el escrutinio tanto de los suyos como de su adversario. La prueba de que Satanás conoce perfectamente el texto bíblico la tenemos en la forma en que tentó a Jesús, mencionando las Escrituras. Así que Dios trató en su forma de revelación que aquellos que confían en Él, pudiesen encontrar las verdades proféticas destinadas a ellos y discriminarlos del conjunto del texto. Entiendo que esto para escépticos y ateos es algo complicado de entender, pero estamos tratando asuntos que tienen que tienen una dimensión trascendente, y entran claramente en el campo de la fe. Pero no quiero que el lector piense que estas consideraciones que estoy escribiendo son algo de mi invención, sino lo que ya lo escribió Pablo, el apóstol, en su epístola a los Corintios, llamándolo «sabiduría ocultada», (1ªCor. 2:7). No se trata de que sea ocultada, dentro de un concepto gnóstico, para unos pocos iniciados, sino destinado para los que son de la fe. Los que creen, como consecuencia de esa fe, encuentran no solo las evidencias subjetivas y objetivas de la propia fe en su vida, sino que en la meditación y aplicación de las Escrituras Sagradas, descubren a su debido tiempo significados que nunca antes habían comprendido.

Una parte importante de toda esa revelación fue profética cuando se redactó, y se encuentra salpicada aquí y allá, en forma velada, como cifrada, no para que el receptor aventure ó dogmatice divagando sobre acontecimientos futuros sino para que los que creen reconozcan en los hechos, «a medida que se cumplen», los diversos estadios del programa y la mano de Dios desarrollando ese complejo plan estratégico. Por tanto Dios ha otorgado esa revelación fragmentada, como con las piezas de un puzzle, con el propósito de que su pueblo adquiera post-eventum, la confirmación de que tales acontecimientos estaban previamente anunciados, y de esta forma fortalecer su fe. Si Dios hubiese entregado un informe conciso y claro de todas y cada una de las iniciativas que tenía determinado realizar, en un lenguaje comprensible para cualquier lector, no cabe duda de que muchas partes del mismo serían saboteadas. Pablo menciona en dos ocasiones como ejemplo de esta estrategia el caso de la muerte de Jesucristo, una en Hechos 13:27-29 y también en 1Cor. 2:8, y dice que, ninguno de los príncipes y eminentes de este mundo, pese a leer los textos y conocerlos perfectamente logró alcanzar a comprender claramente lo que estaba sucediendo, porque si lo hubiesen entendido entonces nunca habrían crucificado al Cristo, (no por bondad, sino para hacer fracasar el plan de Dios) pero así, actuando en su ignorancia, al condenarlo, cumplieron lo preestablecido, y no pudieron evitar que el plan de la salvación se consumase.

El apóstol Pedro afirma sobre esta cuestión que Jesús fue entregado a la muerte y crucificado siguiendo los pasos de un plan prediseñado y conocido anticipadamente por Dios (Hch. 2:22,23), en cuyo cumplimiento participaron sin saberlo, pero a la vez actuando en la libertad de sus propias decisiones confabulándose impíamente aquellos judíos contemporáneos de Jesús. Sin embargo, después de que todo sucediese, se puede entender y encontrar que todo estaba profetizado y descrito hasta en sus últimos detalles, y eruditos bíblicos han logrado encontrar en el Antiguo Testamento hasta 300 profecías cumplidas en el nacimiento, vida y ministerio de Jesucristo.

Bajo esta forma de revelación, los autores del texto bíblico, en muchas ocasiones no tenían conciencia del alcance de la información que estaban proporcionando y sin duda actuaban convencidos de que pertenecían exclusivamente a su contexto histórico. En ocasiones, como en el caso de la consulta de Herodes sobre el nacimiento del Mesías, algunos de los más eruditos rabinos podían haber encontrado alguna información, como que nacería en Belén de Judea (Mat. 2:4-6), pero sin embargo no pudieron entender pasajes que nos parecen tan evidentes como Isaías 53 ó el Salmo 22, para atribuirlos a la vida del Mesías, y no lo pueden entender aún hoy en día porque tienen el velo de Moisés, como hemos mencionado en nuestra cita inicial de 2ª Cor. 3:14-15.

Abundando sobre la cuestión, Pedro en su primera epístola dice que aquello que les fue revelado, no era para si mismos, para los propios escritores de los textos, sino para nosotros. Que aquellos estaban administrando sin saberlo cosas que ahora forman parte del mensaje del Evangelio (1ª Pe. 1:12). También podemos un ejemplo de esta estrategia en los tiempos actuales de guerra, cuando mucha de la información estratégica y consignas circulan a través de medios públicos de comunicación. También se ha escrito mucho sobre esto relacionado con ejemplos de la pasada guerra mundial, ó de la guerra fría, en que los locutores de radio que transmitían emisiones con consignas ignoraban el texto que se encontraba oculto en las mismas. Los destinatarios de la información eran quienes después de procesarla, la escudriñaban y encontraban los contenidos de los mensajes. De la misma manera también nosotros nos gozamos al ver cumplidas en Cristo no solo las profecías que le señalan, sino también las expectativas de nuestra fe y la seguridad de que de la misma forma que aquellas se cumplieron, también se cumplirán las que esperamos.

Cuando Jesús llama e instruye a sus discípulos, les manifiesta quien es y que viene a realizar a través de obras providenciales, milagros y un original mensaje de buenas nuevas: el evangelio del reino. Pero cuando se cumplen sus tres años de ministerio todavía aquellos hombres no tenían una clara constancia de lo que Jesucristo representaba en el contexto de las profecías del Antiguo Testamento. Aunque llegaron a aceptar que era el Mesías de Dios, desconocían casi todas las claves de su ministerio porque Jesús tampoco se las podía explicar con claridad hasta que fuesen consumadas. Realmente no lo hizo hasta el final (Jn. 16:25-29), cuando ya nada podía ser cambiado.

Durante su ministerio anterior Jesús decía a los judíos: Escudriñad las Escrituras… porque ellas dan testimonio de mí (Jn. 5:39). No decía leed, sino buscad, escrutad, investigad, pero en esta ocasión no les decía mirad aquí, ó mirad allí, y ved esto ó aquello. No les podía desvelar aún las claves de la interpretación profética. Pero después consumar su sacrificio y resucitar, Jesús ya pudo explicarles detalladamente todo el contenido profético consumado en él. Y la primera lección magistral de profecía fue dada a aquellos discípulos que iban camino de Emaús, explicándoles claramente, ahora si, todo lo que había sido cumplido. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas? Y comenzando desde Moisés… les interpretó (diermeneusen autois) lo que las Escrituras decían de él, Es necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos, Luc. 24:44. Jesús ahora les muestra como y donde encontrar aquellos textos que sin duda conocían, y que se referían a él, aunque estuvieran escondidos en historias pasadas, y a ellos les ardía el corazón al ver como todo aquello era el cumplimiento exacto de la revelación de Dios.

Pero hay en las Escrituras una gran cantidad de información sobre acontecimientos futuros, algunos pasajes parecen bastante comprensibles, otros son ciertamente más obscuros, pero las claves del desarrollo de la historia que concluirán en determinadas situaciones están obvia y deliberadamente ocultados, así como sus tiempos. Por ese motivo no debemos especular ni jugar con los acontecimientos futuros. Sabemos que el Señor vendrá y que cuando lo haga será por sorpresa. El mundo, sin que se de cuenta, se encontrará en el marco de los acontecimientos prediseñados y se cumplirá toda la revelación profética contenida en las Escrituras. Y, cuando eso suceda se podrá ver con claridad que hasta los más mínimos detalles estaban realmente revelados y escritos, pero mientras tanto que esto sucede, el deseo del conocimiento se tiene que sujetar a la obediencia a Dios, depositando nuestra fe en Él.
CAPITULO 3 (SEGUNDA PARTE)

TEMA I

Pablo da un giro grande al tono de su epístola abandonando el asunto de Epafrodito y las cuestiones coloquiales de las visitas previstas, y este capitulo empieza con la palabra «por lo demás», que es una forma que Pablo suele usar en otras ocasiones tanto para cambiar radicalmente de tema como para enfocar las últimas cuestiones de sus epístolas. (ver Ef. 6:10, 1Ts. 4:1, 2Ts.3:1).

1.- Gozaos en el Señor.
§
La mención del gozo es continua en la epístola. Es como una puntilla a los diversos temas aludidos. ¿Qué predican por contienda?, 1:18, pues «me gozo en el Señor». ¿Qué voy a ser liberado?, 1:25, «pues para el gozo de la fe». ¿Qué mi proceso judicial no acaba bien?, 2:17, «me gozo por todos vosotros». 4:4 En todo momento y situación gozaos en el Señor.

El gozo es una constante de la vida de Pablo, tan llena de problemas como de consuelo y alegría. Le hemos visto en la prisión de Filipos cantando después de ser apaleado injustamente. Lo escribe de una forma gloriosa a los corintios, en 2ª Cor. 12:10: Me gozo en las debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones y estrecheces por Cristo, porque cuando soy débil (por mí mismo), entonces soy -de veras- poderoso, porque es entonces cuando se resalta por la fe el poder de Cristo.

Pablo tiene una meta y un propósito claro: acabar su carrera con gozo, Hch. 20:24, y que nada ni nadie le pueda arrebatar el gozo y le suma en tristeza y pesar. Quiere conservar el gozo que un día alcanzó encontrándose con su Salvador, quien le otorgó una entrada a su reino, que no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, paz ó serenidad y gozo impartido por el Espíritu Santo (Rom. 14:17). El gozo es una parte de su fruto (Gal. 5:22). Como cristianos todos debemos igualmente cultivar y guardar el gozo por las muchas bendiciones que hemos alcanzado inmerecidamente. El gozo por la salvación. El gozo por el perdón. El gozo por la fe. El gozo por la esperanza. El gozo por la consolación. El gozo por la presencia de Dios. El gozo por el Espíritu Santo. El gozo por la herencia de los santos. El gozo por las Escrituras. El gozo por la oración. El gozo por el sustento. El gozo por lo que tenemos. El gozo por lo que no tenemos. El gozo por lo vivido. El gozo por el presente y gozo por el porvenir. Pablo dice en imperativo: Vosotros también gozaos, como él se goza.

2.- «las mismas cosas».
§
En la frase «escribiros las mismas cosas» encontramos el punto crucial, el principal énfasis, de la predicación y el ministerio de Pablo entre los iglesias. El contenido esencial del evangelio es la salvación por gracia, a través de la fe y sin las obras de la ley. Al escribir aquí sobre repetir por escrito las mismas cosas, y dado que no tenemos constancia de ninguna otra epístola a los filipenses, probablemente se refiera a las copias de las epístolas escritas a otras iglesias con anterioridad y que se repartían entre las iglesias como fuente de instrucción para que en ausencia suya ó de sus colaboradores más calificados, tuviesen por escrito una referencia doctrinal básica, sobre la cual estudiar, meditar y crecer en el conocimiento, así como una documentación apologética contra las influencias y doctrinas de los judaizantes o legalistas.

Si esto es así, se estaría refiriendo probablemente a copias de las epístolas a los Gálatas y a los Romanos, o algún resumen doctrinal en forma de tratado ó compendio escrito a partir de ellas. Yo me inclino a pensar que en cada lugar donde una iglesia se consolidaba, posiblemente Pablo mandaba copiar ejemplares de todas sus otras epístolas, escritas antes. Esa sería la razón por la cual recibieron tan rápida expansión y conocimiento en todo el mundo cristiano, de modo que párrafos enteros eran citados textualmente por los apologistas del siglo II, aunque estuviesen situados en lugares bien alejados unos de otros. Entonces a partir de este punto Pablo va a insistir sobre aspectos doctrinales que formaban parte del cuerpo de las otras epístolas anteriores cuyos contenidos los filipenses ya conocían y estaban instruidos.

Tanto Pablo como Pedro (Ver 2Ped. 1:12-15) quieren dejar clara por insistencia machacona los pocos conceptos que son pilares fundamentales de la fe cristiana. Se trata de puntos esenciales que por muy conocidos que se tengan, no debe importar su insistencia, porque constituyen la base doctrinal de nuestra fe. En el caso de Pablo es determinante su insistencia en la comprensión de las cuestiones relativas a la ley y la gracia; en Pedro se trata de la ocupación diligente y continuada en el camino de la santificación. Uno y otro eran entonces y ahora básicos.

Encontramos como una práctica reiterativa de Pablo basar sus apologías sobre los contenidos de las Escrituras. Las utiliza como una firme ancla. Vemos por Hch. 28:23 ó 17:3 como era un hombre pegado a las Sagradas Escrituras, y sin duda ese mismo carácter lo transmite en las iglesias donde ejerce su ministerio. Sabe que basar la doctrina en simples experiencias personales otorga una fragilidad y subjetividad impropias de la solidez necesaria del edificio que está construyendo como colaborador de Dios, aunque es cierto que en varias ocasiones encontramos relatos de su experiencia personal. El suceso de su encuentro con Cristo no puede ser olvidado por Pablo cuando se refiere su testimonio y a la razón de su militancia cristiana, pero en cuanto a la base de la doctrina, busca la solidez profética basándose en los contenidos de las Escrituras, mencionando a Adán, Abraham, Sara, Agar, Isaac, Ismael, Moisés, los pactos, profecías, escritos y salmos, tanto en las referencias de sus epístolas como en las de sus predicaciones.

En 2ª Timoteo 4:13, carta escrita durante su definitivo encarcelamiento en Roma, pide a Timoteo que le traiga los libros y los pergaminos que dejó en casa de Carpo, cuando abandonó Troas. Ello nos muestra como viaja normalmente en compañía de los libros y las copias de sus epístolas en pergaminos, pues si solo pretendiese conseguir un ejemplar de la Septuaginta, no le sería difícil obtenerlo en cualquier población que contase con una sinagoga. Pero casi con toda seguridad se refiere allí a las copias de las epístolas.

Este intercambio entre las iglesias de los escritos apostólicos continuó después de la desaparición de estos, y de ello dan fe las palabras de la epístola de Policarpo a los filipenses, párrafo XIII: Las cartas de Ignacio que él me envió, y tantas otras cartas como hay en posesión nuestra, os las enviamos, según nos encargasteis; y van incluidas con esta carta; de ellas vais a recibir gran beneficio. Porque hay en ellas fe y resistencia y toda clase de edificación, que pertenece a nuestro Señor.

3.- «para vosotros es seguro».
§
La importancia del conocimiento de la base doctrinal no pretende crear teólogos ni proporciona la salvación, pero ayudan a caminar con seguridad en la senda de la fe. También permiten presentar una defensa seria y razonada de nuestra fe ante los ataques que antes o después, desde afuera o desde adentro, padecemos, y no dejarse mover ante cualquier idea nueva ó pretensión que se haga en nombre de Dios ó de Jesucristo, sin que corresponda con las claves de la revelación que nos fue dada a través de las Sagradas Escrituras.

Pablo aconseja a los filipenses tres vigilancias concretas sobre los peligros que asediaban el cristianismo de aquellos tiempos, y que constituyen los tres puntos esenciales de las doctrinas de la secta cristiano-legalista, cuyos seguidores no contentos con el revés sufrido en la reunión de Jerusalén, continuaban su cruzada herética sobre las iglesias de los gentiles para predicarles y someterlos a la esclavitud de la ley, y de esta forma contaminar el evangelio de la gracia. En el capítulo 1:17 de esta carta, ya Pablo había expresado su papel en la defensa del evangelio, y a lo largo de todo este capítulo 3, esa defensa se hace apasionada y firme.

4.- «Guardaos».
§
Tres advertencias orientadas a cuidarse de los peligros de los «perros» (gr. kunas), «malos obreros» (gr. kakouv ergatav), y «mutilación» (gr. katatomh). Tres calificativos diferentes y contundentes para definir al mismo tipo de gente sectaria y su doctrina herética, que se mostraban muy activos para el trastorno de las iglesias gentiles y confusión de sus miembros menos instruidos y vigilantes. Pablo se hace reiterativo e insistente al repetir tres veces la palabra «blepete», que en nuestra versión se traduce por «guardaos», aunque más literalmente quiere decir «mantener bajo vigilancia estrecha». El estilo de Pablo en esta frase, como cuando el que más adelante tratemos de los versículos 18 y 19, igualmente relativos a los legalistas, es contundente, y mordaz. Esta forma de lenguaje habla mucho de la relación de complicidad que existe entre él, como autor, y los filipenses como sus lectores primarios, que entenderían en las frases del apóstol la expresión de sus severas críticas hacia los que perturbaban la doctrina y la propia fe de los creyentes. Aquí empieza la cuestión llamándolos «perros», «malos obreros» y a su propuesta de circuncisión como complemento a la fe en Cristo, «mutilación». Más adelante los califica de «enemigos de la cruz de Cristo», de personas «cuyo dios es el vientre» y «que solo piensan en lo terrenal».

5.- Perros

Pablo usa el término «perros» con el mismo sentido despectivo que los legalistas a los gentiles incircuncisos con relación a su presunción por ser los hijos de Abraham y de la promesa. De la misma forma que los militantes de la religión judaica se referían a los gentiles, también los judeo-cristianos ó legalistas lo hacían con respecto a los gentiles cristianos que no se circuncidaban. Jesús empleó esa misma forma de hablar popular, aunque en una versión menos hiriente, «perrillos» (gr. kunarion), para probar la profundidad de la fe de una mujer gentil, sirofenicia, que le pidió un acto milagroso a favor de su hija, según el relato de Mr. 7:27.

Como antecedente, sabemos que después de Pentecostés, muchos de los fariseos que habían creído en el evangelio de Jesucristo siguieron apegados a una gran parte de los prejuicios de la religión judaica sin alcanzar a entender la dimensión del nuevo pacto establecido por Jesucristo con su sangre. Y en aquellas comunidades donde eran fuertes en número y también a dondequiera que viajaban promocionaban una mezcla de Cristo y Moisés, de gracia y ley. Una forma mixta semejante a la que adoptaron aquellas gentes que fueron trasladadas a Samaria por el rey de Asiria, y cuya historia encontramos en 2ª Reyes 17. De quienes dicen las Escrituras: Temían a Jehová y honraban a sus dioses, según la costumbre de donde habían sido trasladados, sobre los cuales concluye la historia diciendo en el vers. 41: «Así temieron a Jehová aquellas gentes y juntamente sirvieron a sus ídolos».

En forma semejante estos promocionaban la doctrina de que para salvarse era necesario, además de creer en Cristo Jesús, circuncidarse y guardar la ley de Moisés (Hch. 15:1,5). Esta cuestión la vamos a tener delante hasta el final del capítulo y volveremos a ella en más ocasiones. Pablo al llamarles con la misma palabra que ellos llamaban a otros: «perros», también pretende aplicarle un sentido semejante al que aquellos le concedían. Para los legalistas los incircuncisos eran «perros», porque no eran «hijos» de Abraham. Y Pablo les llama entonces a ellos también «perros» para negarles su condición de «hijos» de Dios», porque esta condición se alcanza solo por gracia, y por medio de la fe en el sacrificio suficiente de Jesucristo. Ahora aquellos que pretendían las iglesias gentiles menos instruidas y vigilantes. galistaes e no contentos con el revo. s ubicacique la obra de Jesucristo en si misma no era suficiente sin el complemento de la ley de Moisés, se habían caído de la gracia, como afirma rotundamente en Gál. 5:2-4. De ahí lo apropiado del calificativo para ellos mismos. Perros, no hijos.

6.- Malos obreros

Con esta frase Pablo no se refiere a «obreros» en el aspecto de funcionarios al servicio de la iglesia de Cristo que operen mal, como si se tratase de evangelistas ó profetas con ministerio reconocido aunque con ideas erróneas sobre doctrina: Recordemos que las personas con este tipo de doctrina quedaron totalmente desautorizadas desde la reunión de Jerusalén y copias de la carta con la decisión de los apóstoles, ancianos y la iglesia de Jerusalén estaban en poder de las iglesias gentiles para poder frenarles. No se trataban pues de obreros comisionados sino de particulares que visitaban las iglesias, afirmando ser seguidores de Cristo, comilitantes en la fe, pero que traían una doctrina que pretendía que tanto judíos como gentiles permanecieran ligados a la ley de Moisés y a sus tradiciones nacionales, no entendiéndolas como tales tradiciones, sino dándole una importancia como valor espiritual necesario para la justificación.

Siendo así, el sentido de la palabra obreros (ergates), tendría también igualmente una intención mordaz empleada en el mismo sentido de Lucas 13:27, donde se traduce por los «obradores». Promotores de obras. ¡Cuidaos de «los malos obradores»! Cuidaos de ese tipo de personas religiosas que siempre llevan las obras por delante, pero de pura palabrería, porque ellos en realidad no viven en consecuencia con el discurso de perfección que predican, sino que son de la clase de «los que dicen, pero no hacen», y que en este contexto Jesús había denunciado a los escribas y fariseos en Mateo 23:3,4: «No hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen. Porque atan pesadas cargas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo las quieren mover». Y Pedro, delante de todos en Jerusalén, reconoció que ni ellos ni sus antepasados habían podido cumplirla, Hch. 15:10.

En la doctrina cristiana se enseñaba que la ley de Moisés, se había manifestado como un código de perfección imposible para de cumplir por los hombres a causa de su naturaleza caída. Y que el propósito de la ley nunca fue conseguir que el hombre alcanzase a justificase delante de Dios a través de su cumplimiento. La ley fue dada al pueblo de Israel para que fuese consciente de su incapacidad y pecado. Dice Pablo en Romanos que se introdujo para que el pecado creciese (Rom. 5:20). Es decir, para que todo judío comprendiese su incapacidad de ser perfecto por sus propias fuerzas, cumpliendo todos sus puntos y durante toda su vida. El plan de la ley era demostrar que eran infractores y merecedores del castigo por su infracción.

El pueblo de Israel ante la ley que le fue dada, tenía que experimentar incapacidad propia, convencimiento de culpa, maldad y pecado, así como una visión de la justicia de Dios, y del justo castigo de su trasgresión. Entendido esto, incapaces y desesperados, sin escapatoria posible, Dios se acercaría a ellos en Cristo Jesús ofreciendo el perdón por gracia, establecido sobre la base de que el castigo de nuestra paz ha sido descargado sobre el santo, puro e inocente, en cuyo nombre y obra se otorga el perdón de los pecados. Así la ley había sido un ayo para llevarles a Cristo, para que fuesen justificados por la fe, Gal. 3:24. Cuando Pablo escribe a los gálatas emplea la primera persona del plural, «llevarnos», «fuésemos», pero no por que le otorgue una aplicación universal para todos los hombres, sino porque está escribiendo desde su perspectiva de judío, como miembro del pueblo de Israel y descendiente de Abraham en la carne. Así, la ley equivalía, en el ejemplo que Pablo emplea para explicárselo a los gálatas, al papel que desempeñaba aquel paidagogos, una clase de esclavo común entre los griegos y los romanos, que se ocupaba y responsabilizaba de guardar y conducir a los niños hasta la escuela, donde los dejaba al cargo y cuidado del maestro. Había sido la ley una facilidad adicional, subsidiaria, es decir, una ayuda extra de Dios, por amor a Abraham, para el pueblo de Israel, su simiente en la carne, que los dejaba humillados y necesitados de la gracia y la misericordia de Dios, prometida en el Mesías, Cristo Jesús.

Recordemos que la ley no fue dada a los gentiles, a quienes Pablo llama los «sin ley» (Rom. 2:12-15; 1ªCor. 9:21), en relación con la de Moisés, porque nunca estuvo el hombre sin una ley de parte de Dios, sino que todos nacemos con una ley de parte de Dios escrita en nuestros corazones (Rom. 2:14-15), por la cual tenemos conciencia del bien y del mal, y podemos reconocernos infractores y buscar a Dios, quien habla al ser humano con el lenguaje de la obra de sus manos (Sal. 19:1-4), y se halla cercano para dar al que pide, ser encontrado del que busca y abrir su misericordia al que le llama, Mt. 7:8.

Esta no es una nueva doctrina paulina, aunque en las epístolas de Pablo tiene un énfasis especial debido a las circunstancias de acoso y proselitismo que los legalistas desplegaron en torno a las iglesias gentiles. Pero Pedro ya lo había dejado claro en Jerusalén muchos años antes en la cita ya usada de Hch. 15:10-11: ¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos». Las obras delante de Dios para la justificación, como dijo Jesús en Jn. 6:29, no son el cumplimiento de la ley de Moisés, sino que se resumen en una sola, y es: «creer en aquel a quien El ha enviado».

Las buenas obras de los salvos, como ya hemos considerado en anteriores partes de nuestro estudio, son otra cosa, y volveremos a una descripción más amplia en posteriores capítulos. Justifican la existencia de la fe. Dan un testimonio visible de lo que hay en el corazón del creyente por gracia. Son la prueba de la obra interior que lleva a cabo el Espíritu Santo. Demuestran el deseo del salvo por agradar a Dios y andar delante de él con arreglo a su honra debida, a su santidad excelsa, y en obediencia y sujeción a los términos que Dios requiere y demanda de sus hijos, pero no justifican de los pecados. La ley nunca puede justificar a nadie, porque ese no es su propósito, solo denuncia al infractor y establece una pena ó sanción. La paga del pecado es muerte. Y alguien tiene que morir para que su sentencia se cumpla. Y en caso de ser sustituido, no puede serlo por otro infractor, porque sería reo de su propia culpa, sino por alguien a quien la ley declara inocente. Y ese alguien es solamente Cristo Jesús, que nunca hizo pecado ni en él se encontró maldad. (Is. 53).

Así los que pretendían justificarse delante de Dios por las obras, antes y ahora, para complementar un pretendido insuficiente sacrificio de Jesucristo, están intentando ignorar la justicia de Dios, de salvarnos en Cristo, e intentan establecer una justicia basada en su propio criterio y norma, haciendo «la mala obra» de no sujetarse a la justicia de Dios que determinó y estableció (Rom. 10:3).

7.- La concisión

Cuando Pablo escribe aquí: «Guardaos de la concisión», está refiriéndose con esta palabra al acto en si, pero como este no se produce por generación espontánea, luego lo que los filipenses tenían que mantener bajo vigilancia era a los promotores de la «concisión», aquellos legalistas que quieren someter a la circuncisión a los cristianos gentiles. En nuestro lenguaje actual irónico diríamos «los cirujanos», no por su especialidad médica, sino por su obsesión y promoción de la cuchilla. Vamos, es como decir: «mucho cuidado con estos que en cuanto te despistas te operan, te circuncidan».

Pero es importante entender que no se trata de que Pablo esté condenando ó anulando un mandato que Dios hizo en un momento de la historia humana y recogido en las Sagradas Escrituras, ni tampoco a aquellos que practicaban la circuncisión en orden a los supuestos establecidos como descendientes de Abraham en la carne, sino a los que intentaban hacerlo bajo un propósito diferente: El de la necesidad de hacerlo para ser salvos. Y, repito, Pablo está calificando a los legalistas en clave mordaz, dentro de una complicidad que seguro era perfectamente entendida por los filipenses. Con seguridad mucho les había instruido ya antes al respecto en las diferentes ocasiones en que tuvo ministerio entre ellos, o a través de las instrucciones de sus colaboradores, y seguro que había empleado ya adjetivos similares.

8.- «Porque nosotros somos la circuncisión»
§
«Nosotros». ¿A quienes engloba consigo mismo Pablo dentro del grupo? El apóstol está escribiendo a la iglesia de los filipenses, que es una iglesia formada por gentiles, pero él es judío en la carne, como sigue expresando. Aquí «nosotros» es un grupo heterogéneo en nacionalidad y linaje, él judío, ellos gentiles, pero homogéneo en que «no tiene confianza en la carne», que comparten la certeza de que las cosas materiales no tienen valor delante de Dios, sino que han entendido la dimensión espiritual del evangelio. Un grupo que no espera beneficios materiales, sino celestiales y eternos. El grupo de todos aquellos que han creído en el propósito de Dios para bendecirles por pura gracia en Cristo Jesús, y que le «adoran en espíritu y verdad» (Jn. 4:23), y a ese grupo pueden pertenecer lo mismo judíos que samaritanos ó cualquier gentil que acepta el don de Dios y, con un corazón sincero, se acercan a Cristo.

«Somos la circuncisión». Esta afirmación no es una novedad teológica de Pablo como algunos creen, porque está presente y perfectamente identificada durante el ministerio de Jesús, como vamos a ver: En el evangelio de Juan, capitulo 8, se produce una conversación en el patio del Templo de Jerusalén entre Jesús y algunos judíos que simpatizaban con su doctrina (8:31), que acaba tan crispada como que intentan apedrearle. Dice textualmente que con Jesús debatían algunos que creían en él, pero el contexto del relato pone de manifiesto que no se trataba de que creyesen que era el Mesías, el Hijo de Dios que venía a salvarles, sino que creían de él que era un enviado de Dios, un auténtico profeta, un rabí cuya enseñanza, sabiduría y poder provenía de Dios, en contraposición con aquellos otros de los fariseos y de los escribas que afirmaban que su poder procedía de Satanás, (Mt. 9:34 y 12:24; Mr. 3:22) .

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