Recuerde el mundo en que usted creció. ¿Qué cambios ha habido de entonces para acá? ¿En qué aspectos está peor? ¿Cómo le han afectado los cambios negativos? ¿Cuáles ha resistido? ¿Cuáles ha ignorado? ¿A cuáles se ha conformado?
APOSTASÍA, OPRESIÓN Y CLAMOR 10:6–16
Este período de apostasía se explica con más detalle que los anteriores (10:6). El autor enumera siete grupos de dioses, sugiriendo que la infidelidad de Israel a Jehová era total. Todos estos ídolos eran de las naciones vecinas. El pueblo de Dios estaba siendo moldeado por el mundo que lo rodeaba.
¡PENSEMOS! |
¿Cuáles son los “dioses” del mundo que le rodea? ¿De alguna manera los sirve usted? |
El Señor castigó a su pueblo por medio de dos naciones cuyos dioses seguía el pueblo de Israel. Desde el occidente atacaron los filisteos, y los amonitas desde el oriente (10:7). El autor narra primero la opresión de éstos últimos (10:8–12:7), y luego la de los primeros (13:1–16:31).
Los amonitas afligieron más a las tribus que estaban al este del Jordán (10:8), pero también incursionaron en el otro lado del río (10:9). El inicio del v. 8 y la conclusión del v. 9 resaltan la angustia de los oprimidos.
Esta vez también se explica con más amplitud el grito de auxilio del pueblo. Incluye no sólo la súplica pidiendo liberación, sino también la confesión del pecado y el reconocimiento de que Jehová era Dios de Israel (10:10).
Sin embargo, el Señor respondió con una dura reprensión. Les trajo a colación siete de sus actos liberadores del pasado para subrayar que él había sido completamente fiel (10:11–12), pero en cada ocasión, los israelitas le habían pagado con deslealtad (10:13a). Concluyó anunciando que no les salvaría más (10:13b) y encomendándoles con ironía a sus dioses falsos (10:14).
SIETE
OPRESIONES → (10:11–12) |
SIETE
CLAMORES → (10:12) |
SIETE
LIBERACIONES→ (10:12) |
SIETE
IDOLATRÍAS (10:6, 13) |
No obstante, Israel reconocía que Jehová era su única esperanza. Repitieron su confesión de pecado, se sometieron a la voluntad divina, siguieron clamando por su liberación (10:15), e hicieron “frutos dignos de arrepentimiento” (10:16a; ver Mateo 3:8).
¡PENSEMOS! |
¿Israel cambió su conducta antes de la liberación, o después? (10:16) ¿Debe usted cambiar la suya antes de que Dios le libre de un problema, o prometerle que cambiará después de que lo socorra? |
A pesar de la afirmación que se encuentra al final del v. 13, Jehová no resistía ver el sufrimiento de su pueblo arrepentido. Si él hubiera tratado a Israel con justicia, tiempo atrás ya lo habría abandonado. Sin embargo, lo había escogido por su gracia inmerecida y lo amaba a pesar de su infidelidad.
¡PENSEMOS! |
Después de cada clamor y liberación, Israel volvía al mismo pecado. ¿Hay algún pecado que usted ha confesado muchas veces, pero que continúa cometiendo? ¿Le seguirá perdonando Dios? Según Miqueas 7:18, ¿con qué actitud perdonaba Dios a Israel? ¿Por qué tendría esa actitud? (Miqueas 7:19–20) ¿Le perdonará a usted igualmente? ¿Qué relación tiene 1 Juan 1:9 con Miqueas 7:18–20? ¿Perdona Dios aun cuando sus hijos no den frutos dignos de arrepentimiento? |
LA BÚSQUEDA DE PRESTIGIO 11:1–12:7
De refugiado a gobernante 11:1–10
En cierta ocasión, los amonitas invadieron a Galaad (10:17) como lo habían venido haciendo periódicamente por 18 años (10:8–9). En el Antiguo Testamento, el nombre Galaad se usa para referirse a varias partes de Transjordania, pero aquí se refiere a la región delimitada por el río Jaboc en el norte, el Jordán en el oeste, el Arnón en el sur y Amón en el oriente (11:13).
La milicia israelita salió al encuentro de los invasores, pero su ejército se hallaba acéfalo (10:17–18). Por lo tanto, sus jefes acordaron que quien les librara de este trance sería gobernante sobre todo Galaad. Sin embargo, nadie aprovechó esta oportunidad, porque temían perder la vida a manos de los amonitas (comp. 1 Samuel 17:24–25).
En esa coyuntura, el autor introduce en la historia a Jefté. La descripción que hace de él como “galaadita” y “esforzado y valeroso” (11:1) nos hace sospechar que era la persona indicada para llenar el vacío de liderazgo. No obstante, vivía en el exilio. Había sido desheredado por ser hijo de una prostituta (11:2), y aparentemente había sido amenazado también por sus hermanos, ya que tuvo que huir a Tob, que estaba al oriente de Manasés y al norte de Amón (11:3a). Allí se había hecho jefe de una banda de mercenarios (11:3b). La palabra que se traduce como “ociosos” es la misma que se usa para referirse a los asesinos contratados por Abimelec (9:4–5). Sería mejor verterla como “sin principios éticos”. Se refiere a personas que se venden al mejor postor. “Salían” aquí es un modismo hebreo que significa “salían a combatir” (comp. 2:15; 4:14; 5:4; 2 Samuel 11:1).
Después de la “interrupción” de 11:1–3, el autor retoma en 11:4 la narración donde la dejó en 10:18. Como ningún militar había aceptado encabezar la lucha, los ancianos de Galaad viajaron a Tob para reclutar al renombrado mercenario (11:5). Pensando conseguir baratos sus servicios, no le ofrecieron el puesto de gobernante, sino sólo el de “jefe” (11:6). El vocablo hebreo significa “jefe militar”.
Jefté no aceptó tan fácilmente. Más bien, los acusó de no haberle defendido contra sus hermanos y de mostrarle amistad ahora solamente porque tenían necesidad de él (11:7). Tan desesperados estaban los ancianos, que le dieron la razón y le ofrecieron el gobierno de los galaaditas (11:8).
Habiendo sufrido antes por las maniobras de estos ancianos (11:7), Jefté ahora aclaró con mucho cuidado que sería mandatario no solamente antes de la batalla, sino también al terminarla (11:9). Los ancianos no tuvieron otra alternativa más que aceptar sus términos (11:10).
El mercenario entonces viajó con ellos a Mizpa (11:11; comp. 10:17), donde la milicia lo reconoció desde el principio tanto como su gobernante como su jefe militar (en el contexto militar, la palabra “pueblo” muchas veces se refiere al pueblo armado, es decir, el ejército).
DE MARGINADO A GOBERNANTE
11:1–3
Despreciado Amenazado Desterrado Mercenario |
11:5–14
Buscado Aclamado Gobernante Jefe militar |
¡PENSEMOS! |
Compare 10:6–16 con 11:1–11 y haga una lista de las semejanzas que hay entre la relación Jehová-israelitas y la relación Jefté-galaaditas. ¿Cuál será el significado de estos paralelos? ¿Qué relación tendrán con 1 Juan 4:20–21? |
¿Ha sido desechado usted por alguna mancha que hay en su familia o algún otro defecto? ¿Cómo se siente al respecto? ¿Hasta qué grado quisiera ser aceptado y honrado por los que le han marginado? |
¿Conoce a alguien que esté en circunstancias similares? Cómo lo trata, ¿con amor y justicia, o con desprecio, discriminándolo? |
¿Cómo se sentirá esa persona? ¿Qué puede hacer usted para ayudarla? |
Defensa diplomática 11:11–28
Primero, Jefté procuró resolver el problema con los amonitas por la vía diplomática. Iniciando el diálogo a través de mensajeros, estrenó su autoridad hablando como si fuera rey de Galaad. Preguntó a su homólogo amonita por qué había invadido su territorio (11:12) y éste respondió diciendo que el territorio no era de Israel, sino de él (11:13).
Entonces, Jefté presentó una serie de argumentos para demostrar que no era cierto: (1) Cuando Israel subió de Egipto, no tomó Galaad de los amonitas ni de los moabitas, sino de los amorreos (11:15–22). (2) Israel tenía derecho de posesión sobre lo que Jehová le había entregado (11:23–24). (3) Balac, que era rey de Moab cuando Israel tomó la tierra de los amorreos, nunca la reclamó (11:25). (4) Israel había poseído Galaad por 300 años, sin oposición alguna de parte de los amonitas (11:26).
Las frecuentes referencias a Moab en estos argumentos sugieren que los amonitas habían dominado a los moabitas también en esa época, e hipócritamente presentaron su reclamo en nombre de ese pueblo subyugado por ellos. Jefté concluyó protestando una vez más la invasión, y encomendando la disputa a Jehová, el juez justo (11:27).
El rey de los amonitas no prestó atención a este discurso (11:28). Al fin y al cabo, no buscaba hacer justicia, sino apoderarse de la tierra. Seguramente Jefté sabía esto. Expuso sus argumentos más que nada para animar a su propio pueblo y para demostrar la justicia de su caso ante el único Juez justo.
Triunfo a toda costa 11:29–40; 12:7
El magistrado divino decidió a favor de Jefté e Israel. Envió su Espíritu sobre el caudillo, quien luego atravesó Galaad y Manasés reclutando más efectivos (11:29). A la hora de la confrontación, Jehová le concedió no solamente expulsar al opresor, sino también conquistar una veintena de sus ciudades (11:32–33).
Sin embargo, ¡antes de entrar en el conflicto Jefté intentó sobornar al Juez de los cielos! Desesperadamente deseaba retener su nueva autoridad y fama en Galaad, y reconocía que para eso era necesario que Dios le diera la victoria en la batalla (ver 11:9). Así que juró pagarle el triunfo ofreciendo en holocausto a cualquier persona o animal que saliera de su casa a recibirlo cuando regresara (11:30–31; el ganado se albergaba en las casas). Para agregar peso a su voto, dijo que estaba dispuesto a arriesgar hasta a su propia hija. Sólo así, pensaba él, podría estar seguro del apoyo divino.
En efecto, fue su hija quien salió a su encuentro (11:34). La última parte del v. 34 recalca que ella era su única descendiente y los vv. 37–39 resaltan que ella tampoco tenía hijos. De manera que el voto que había hecho demandaba a Jefté no sólo matar a su hija, sino también quedar sin descendencia. En el mundo antiguo, esto era una tragedia mayúscula, ya que quien muriera sin descendencia estaba en peligro de caer en el olvido (2 Samuel 18:18).
Pensando sólo en sí mismo, ¡Jefté echó la culpa de su dilema a su propia hija! (11:35a) Según él, no podía retractarse (11:35b). ¿Por qué no? Temía que si no cumplía, Jehová le quitaría el puesto de gobernante que había obtenido gracias a su voto. Para retener la fama, respeto y poder en la misma sociedad que lo había rechazado, sacrificó a su única hija (11:39).
Lo más triste es que Jefté no se dio cuenta de que Jehová de ninguna manera deseaba los sacrificios humanos. Ignoraba que la ley de Moisés los había prohibido (Deuteronomio 12:31; 18:10). Su concepto de lo que Dios quería estaba distorsionado por las religiones de las naciones vecinas (ver 10:6; Salmos 106:34–38), especialmente las de Moab (ver 2 Reyes 3:26–27) y Amón (comp. 1 Reyes 11:7, 33 con Levítico 18:21; 20:2–5; 2 Reyes 23:10; Jeremías 32:35). Dios había librado a Galaad no a causa del voto, sino por amor a su pueblo (ver 10:16) y por ser un Juez justo.
El gobierno por el cual Jefté sacrificó a su hija duró seis cortos años (12:7). En todo el libro de los Jueces, sólo el malvado rey Abimelec estuvo en el poder menos tiempo (9:22).
¡PENSEMOS! |
¿En qué formas podemos sacrificar a nuestros hijos en nuestra búsqueda del éxito? ¿Qué otros errores podemos cometer en nuestro afán de alcanzar puestos de importancia y prestigio? |
¿En qué maneras podemos sacrificar a nuestros hijos por entender mal lo que Dios quiere que hagamos? |
¿En qué maneras pueden los conceptos que están en boga en nuestro mundo distorsionar nuestra adoración a Dios? |
Una masacre entre hermanos 12:1–6
Después de la victoria espectacular de Jefté, la tribu de Efraín repitió la misma actitud que había mostrado con Gedeón, aunque ahora incluyó una amenaza (12:1; comp. 8:1). Jefté no respondió con el espíritu conciliatorio de Gedeón (ver 8:2–3), sino con el mismo que empleó contra los amonitas: refutó su acusación (12:2–3; comp. 11:12–27) y luego los venció en batalla (12:4–6; comp. 11:32–33).
El insulto de los efrateos (12:4b) inflamó las pasiones de los galaaditas a tal grado que no se contentaron con expulsarlos de su territorio, sino que mataron a casi todos uno por uno, como ganado que va al matadero (12:5–6). Dios no se menciona ni una sola vez en el relato de esta lamentable guerra.
¡PENSEMOS! |
¿Qué influencias paganas se ven en la conducta de la tribu de Efraín en este episodio? ¿Qué influencias paganas se ven en la de Jefté y los galaaditas? ¿Cómo se manifiestan éstas en el mundo de usted? |
¿Qué peligros de usar lenguaje abusivo se notan en este episodio? ¿Cómo ha visto usted estos peligros en su propia experiencia? |
¿Por qué Jefté se incluye entre los héroes de la fe en Hebreos 11:32? ¿Qué hay de positivo en él que debemos imitar? |
CINCO JUECES MENORES 10:1–5; 12:8–15
Tola (10:1–2), Jair (10:3–5), Ibzán (12:8–10), Elón (12:11–12) y Abdón (12:13–15) son llamados jueces menores porque los informes sobre ellos son escuetos. De hecho, son tan breves que nos preguntamos por qué se incluyen en el libro de los Jueces.
Una razón tal vez sea para que el número total de jueces que aparecen en el libro sea de doce. Este número sugiere que ellos y su conducta representan a Israel.
Tola fue un libertador (10:1), pero Jair, Ibzán y Abdón parecen haber gobernado durante épocas de paz y prosperidad (10:4; 12:9, 14). El número de sus hijos resalta la tragedia de Jefté, que no tuvo descendencia y cuya historia está enmarcada por las de ellos. El autor específicamente menciona las 30 hijas y 30 nueras de Ibzán (12:9), el juez que sigue a Jefté; aparte de estos dos, el libro no menciona las hijas de ningún otro juez.
Dios no se menciona en estos párrafos. Esto tal vez sugiera que los jueces menores no dependieron mucho de él. Con esta posibilidad concuerda el hecho de que Ibzán casó a sus hijos con jóvenes de otros pueblos (12:9; comp. 3:6), seguramente para concertar alianzas políticas (ver 2 Samuel 3:3; 1 Reyes 3:1; 16:31; 2 Reyes 8:18, 26).
LOS JUECES MENORES
- Completan el número de 12 jueces.
- El gran número de hijos que tuvieron resalta la tragedia de Jefté.
- Uno fue libertador.
- Tres fueron prósperos.
- Uno casó a sus hijos con paganos.
- Dios no se menciona en sus historias.
Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (54). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.