Biblia

Un Mandamiento Nuevo

Un Mandamiento Nuevo

por Christopher Shaw

Aun en la hora de su entrega, Cristo seguía comprometido en amar.

Versículo: Juan 13:21-35

13:21 Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró: __Ciertamente les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.13:22 Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a cuál de ellos se refería. 13:23 Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús amaba, estaba a su lado. 13:24 Simón Pedro le hizo señas a ese discípulo y le dijo: __Pregúntale a quién se refiere.13:25 Señor, ¿quién es?  preguntó él, reclinándose sobre Jesús.13:26 Aquel a quien yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato  le contestó Jesús. Acto seguido, mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. 13:27 Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en él. __Lo que vas a hacer, hazlo pronto  le dijo Jesús.13:28 Ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso Jesús. 13:29 Como Judas era el encargado del dinero, algunos pensaron que Jesús le estaba diciendo que comprara lo necesario para la fiesta, o que diera algo a los pobres. 13:30 En cuanto Judas tomó el pan, salió de allí. Ya era de noche. 13:31 Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo: __Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. 13:32 Si Dios es glorificado en él, Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto.13:33 »Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para estar con ustedes. Me buscarán, y lo que antes les dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.13:34 »Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 13:35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.

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Hemos remarcado, en los devocionales de esta semana, que los últimos días del peregrinaje terrenal de Cristo son días en los que se acelera el tiempo de definiciones. Los que están con él quedarán abiertamente identificados y los que están en contra llevarán su oposición hasta sus últimas y terribles consecuencias. Es en este espíritu que Jesús escoge identificar al que lo va a traicionar, Judas. Ante esta sorprendente revelación los «discípulos se miraban unos a otros, y estaban perplejos sin saber de quién hablaba» (v. 22). El detalle de la reacción de los doce revela las marcadas limitaciones a que estamos sujetos como seres caídos. Aunque los doce habían caminado juntos a los largo de tres años, no tenían ni la más leve sospecha acerca de la identidad del traidor. En parte, esto se debe a nuestra tendencia a evaluar los méritos visibles de una persona, sin discernir la realidad de su corazón. La ley suprema del pueblo de Dios es el amor. El amor no tiene límites ni categorías en su expresión. Jesús siempre respondía a lo que veía en el interior de las personas, por eso su ministerio fue tan impactante. Esta necesidad de moverse con pasos seguros es lo que lleva al Espíritu a capacitar a algunos dentro del cuerpo con el don de discernimiento (1Co 12.8) Aun cuando la congregación local ha creado espacios para el ejercicio y el desarrollo de este discernimiento, debemos entender también que existe un período de tiempo en el que Dios mantiene encubierta la identidad de quienes no son verdaderamente parte del pueblo escogido. Cristo manifestó esto en la parábola de las cizañas, señalando que había un tiempo preestablecido para quitar la cizaña: «Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: «Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero»» (Mt 13.30). Esto salva a la Iglesia de las «cacerías de brujas» que distraen al pueblo del llamado a vivir vidas que edifican y contribuyen al bienestar de la sociedad. Incluso cuando Jesús entregó el pan a Judas, los otros discípulos seguían sin entender de qué se trataba el asunto. Es notorio, sin embargo, que es dentro del marco de la traición que Jesús pronuncia una de las frases más memorables de los evangelios: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.» La ley suprema del pueblo de Dios es el amor. El amor no tiene límites ni categorías en su expresión, extendiéndose aun hacia aquellos que, en las palabras de Lucas, son ingratos y perversos (6.35). En la hora de su entrega, Cristo seguía comprometido en amar a Judas. Dejó un ejemplo del camino a seguir y señaló la única característica que nos identificaría como discípulos suyos: la manifestación visible del amor los unos por los otros. En ninguna circunstancia se ve con tanta nitidez este amor como en aquellas situaciones donde amamos a quienes nos perjudican

Por: Christopher Shaw, Director General de Desarrollo Cristiano Internacional. Producido y editado para DesarrolloCristiano.com. Copyright ©2003-2010 por Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.