Mientras ministraban al Señor, ayunando, alabando, enseñando, testificando y orando, el Espíritu Santo dijo: “¡Muy bien, amigos, amarren los vagones a los caballos. . . y hacia el oeste! Necesito a Bernabé y a Saulo para el trabajo que los he llamado.” ¿Puede usted imaginar cómo reaccionarían algunos hoy? “No puedes estar hablando en serio. ¿Vas a tomar a dos de nuestros cinco chefs para enviarlos a otro restaurante? ¡Nos vamos a morir de hambre! ¿Nos vas a quitar dos de los mejores maestros que tenemos para llevártelos a un campo misionero distante? Ellos son las dos quintas partes de nuestro liderazgo. ¡No podemos dejar que estos hombres se nos vayan!”
Pero nada de eso sucedió en Antioquía. Tan pronto como estos hombres entendieron que era el Espíritu de Dios quien los estaba enviando, los dejaron ir. Y el cambio ocurrió (¡observen bien esto!) “mientras ministraban.” No sucedió en medio de la quietud, cuando dejar ir a alguien era fácil o durante un período de transición de liderazgo. Dios sacó a esos hombres de ese magnífico ambiente cuando la iglesia estaba en su cima a toda marcha. ¡La gente llegaba por montones, las necesidades más profundas eran solucionadas, las almas estaban siendo salvadas, las vidas eran transformadas, las familias estaban siendo sanadas y el lugar era electrizante! Sin embargo, el Espíritu dijo: “Llegó el momento de un cambio.” ¿Quién lo habría imaginado? Pero Dios está lleno de sorpresas porque Él ve todo el panorama, mientras que nosotros nos enfocamos principalmente en el aquí y el ahora.
Era la manera como Dios les estaba diciendo a Bernabé y a Saulo que había llegado el momento de marcharse. A propósito, fue el Señor quien habló. En aquellos días el Señor se revelaba de varias maneras. Hoy, creo que Él nos habla por medio de su Palabra, a través del suave codazo del Espíritu y a través del testimonio colectivo de su pueblo. Entonces, pudo haber ocurrido durante una visión nocturna o durante el tiempo en que los discípulos estaban orando, meditando en las Escrituras o ayunando. Un par de los líderes sintieron que el Señor los estaba guiando en una nueva dirección. Otros confirmaron la veracidad de la voz. El Señor había dicho, en realidad: “Tengo trabajo para ustedes dos en otro lugar. No para todos ustedes, sólo para dos, y mi plan es el mejor. Dejen ir a Bernabé y a Saulo. Son a ellos a quienes estoy llamando.”
Así que ¡al oeste!
Él ve todo el panorama, mientras que nosotros nos enfocamos en el aquí y ahora.
Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2010 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.