Libros de la Biblia para hoy es Jonás
1:1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: 1:2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
1:3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.
Jonás había desobedecido a Dios en su huida, atrajo consigo la ira de Jehová contra la barca que lo llevaba hacia Tarsis.
Los hombre de la nave al ver la tempestad que les azotaba empezaron a tirar los enseres de la carga pero no sabiendo que la carga más pesada la llevaban dentro de la nave donde ya hacia durmiendo Jonás.
Muchas veces también pasa lo mismo en nuestras vidas, ¿cuantas veces el altísimo nos habla y nos dice que hacer y en vez de obedecer a su mandato decidimos huir de ello?
He allí cuando nos viene las tribulaciones, la perdida de la confianza en nosotros mismos, y empezamos a decir; pero por qué Dios me ha abandonado.
Dios nunca nos deja de la mano, simplemente nos deja hacer lo que queremos por un tiempo, y en el transcurso de este tiempo el enemigo se apodera de su fe, de su confianza en Dios, y en usted mismo.
Por lo falta de ánimo y el no querer botar las asperezas y el acomodamiento que tenemos en la vida, tendemos a culpar a Dios de lo que nos pasa, pero a Dios no le agrada los hombres perezosos.
El apóstol Pablo nos da una gran lección en el libro de 1 Timoteo 4:7, donde nos habla de mantenernos atentos y no descuidarnos de un privilegio tan grande como es servirle a Dios, y a nuestra congregación.
En el versículo 1:17 nos dice la lamentable tragedia de Jonás cuando fue tragado por ese gran pez, y estuvo allí por 3 días.
Yo no sé cuánto tiempo lleva usted en ese mismo hoyo donde no puede salir, ya que no tira la carga más pesada que le mantiene atrapado, y aun siendo pesada no quiere admitir ese pecado que le inquieta.
La desobediencia tiene consecuencias las cuales tenemos que saber sobrellevar al tiempo que reconozcamos que fue por nuestra causa.
Dios nos amó mucho antes de la creación del Mundo, y no quiere que ninguno de sus escogidos perezca en ese lago eterno de fuego. El reconocer que estamos fallando en algo que no le agrada a Dios, él es justo y misericordioso, nos perdona una y otra vez. No importa las veces tú tienes que luchar por alcanzar la meta hacia el varón perfecto (que significa maduro en la fe).
Solo recuerda que debemos deshacernos esa carga extra que nos impide avanzar en nuestra vida espiritual como lo es la avaricia, el sentirnos autosuficientes, la mentira, la pereza y entre otros que nos alejan de la voluntad de Dios y la promesa que tiene para nuestra vida.
2:1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, 2:2 y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste.
Como un hijo que sabe que su padre le escuchara aun desde lo profundo del mar, él escuchara nuestro clamor. Jonás tenía la certeza de que estaría con Dios en su morada santa, aun así quiso hacer su voluntad.
Cuidado con jugar con esto hermanos. El ser salvos no nos da libre camino para desobedecer a Dios cuando queremos, simplemente porque él nos perdonara cada vez que se los pedimos.
Apocalipsis 19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es la justicia de los santos.
Como creyentes debemos esperar en Dios, estar siempre atentos, botar toda injusticia de nuestra vida, palabras necias que desagradan a Dios. Velemos como vela un pastor por sus ovejas para que no se la coman los coyotes (el enemigo).
No descuidemos lo más hermoso que Dios nos ha ofrecido por gracia.
Dios me los bendiga
Es clave el marcar aquí que ese era el modo en que hablaba a los que se hallaban bajo la ley, pero nuestro señor Jesús instituyó un nuevo y mejor pacto, y ahora nos hallamos bajo la gracia. Puesto que tenemos un mejor pacto hecho por nuestro señor Jesús, no desechemos sus palabras acerca del perdón, observemos la Palabra de Dios en el evangelio según Mateo, leamos en Mateo 6:14-15: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” Reforcemos esto en Mateo 5:38-39: al leer “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” Bueno aquí es claro notar lo que el Señor ha hablado.
¡Hermanos perdonemos para que también Dios perdone nuestras ofensas! Puesto que si no puedes perdonar, ¿esperas que Dios te perdone? Amados, cuando entendemos la magnitud del perdón incondicional de Dios hacia nosotros, resulta más fácil perdonar a los que nos ha hecho algún agravio, ya que ¿cuán grande puede ser el pecado de mi prójimo contra mí, en relación a los que yo he cometido contra Dios? También algo muy importante que notar es que en muchas situaciones nos resulta fácil el perdonar a otros, pero nos resulta difícil el perdonarnos a nosotros mismos. Así que confiemos en Dios porque si Él ya nos ha perdonado como dice en su palabra, toda otra acusación que pueda venir en contra de nosotros es solo mentira del enemigo, veamos esto en Apocalipsis 12:10: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.”
El enemigo sin descanso lanza dardos de ira, de rencor y remordimiento, para que estos al controlar la vida de una persona produzcan en ella un andar desesperanzado, triste y lleno de aflicción. Quiero que escuches esto con atención, si tu andar es de esta manera con dudas, desesperanzas y aflicciones, y si tú te has acercado a la presencia de Dios arrepentido e implorando perdón por medio de la sangre de Cristo, por la autoridad de la Palabra de Dios te digo que Él ya te hay perdonado y no sólo eso sino que ya se ha olvidado de todo tu pecado. Observa detenidamente lo que dice aquí “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” Entonces todos esos pensamiento y ese andar con dudas y desesperanzas son solamente un ataque del acusador, ése es su oficio acusar de día y de noche para alejarnos de la presencia de Dios.
Así que aférrate a la Palabra de Dios y repele todo ese ataque. Cuando el enemigo lance su ataque contra ti con misiles directamente a tu mente, repele rápidamente su ataque y contrataca esos misiles con la Palabra de Dios. Recuerda que Jesús no vino para acusarte, sino para proveer salvación; miremos esto en la Palabra de Dios, vayamos a Lucas 18:11: “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”
Amados, se genera otra pregunta en medio de nosotros, y oigo es la misma que Pedro le hizo a nuestro señor Jesús, y es esta ¿hay un límite para perdonar?, leamos en Mateo 18:21-22: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” ¿Qué quiso decir Jesús con esto? Pues que el límite para perdonar no existe. Y esto es algo que si podemos hacer, lo haremos cuando el amor de Dios en Cristo Jesús haya sido derramado en nuestros corazones. Hace un tiempo atrás vi un documental acerca de un atroz asesinato del hijo de una pareja de ancianos. Y el asesino fue capturado, juzgado y sentenciado por aquel crimen. Pero lo que en sí me llamó la atención fue que la pareja de ancianos perdonó a aquel hombre asesino de su hijo. Y además fueron hacia el juez en el día de la sentencia y le suplicaron que no le condenaran a muerte. Debido a esto el juez determinó imponerle una larga sentencia. Pero aún hay más, luego de esto la pareja de ancianos fueron a visitar al asesino de su hijo y le llevaron el mensaje de la salvación por medio de la fe en Cristo. Y aún hay más, ya que aquel hombre aceptó a Cristo y fue salvo y en este momento tiene un ministerio dentro de la prisión. Amados, y esto solo lo lograron porque el amor de Dios fue derramando en sus corazones. Sólo cuando conocemos verdaderamente a Cristo y su amor, es que podemos perdonar a otros de una forma genuina.
Para concluir. Hermanos aún tenemos esta pregunta: ¿Cuál es el punto principal de todo esto? Meditemos algo que puede contestar nuestra interrogante. ¿Qué sería de nosotros si el perdón de Dios no hubiese llegado a nuestras vidas? Es fácil responder a esta pregunta, cuando recordamos primero de donde vinimos. Así que algunos dirán: -Pastor estaría perdido y cada vez más condenado a causa de mis muchos pecados. Es verdad eso, ya que la ley no puede darnos salvación, la ley nos conduce a aquel que puede darnos salvación. Pero la ley en sí misma a nadie podrá justificar nunca, leamos eso en Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Pero Dios que es rico en amor nos dio a su hijo, leamos en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.”
Él ha quitado nuestros pecados, nos ha perdonado y nos ha dado la salvación que nunca podríamos obtener. Es solo en Cristo que somos considerados justos ante Dios. Así que amados meditemos en esta palabra la cual es el perdón, y pensemos en todas aquellas personas que nos han causado algún agravio, alguna ofensa y perdonemos genuinamente, pensemos en cuán grande fueron nuestros pecados contra Dios, en comparación con los que nos hayan hecho a nosotros, y oremos a Dios por ellas para que ellas también tengan convicción por sus acciones.
Miremos lo que nos enseña la Palabra de Dios en Efesios 4:31: “Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Amados, recuerden que Dios olvida todas nuestras transgresiones y promete no acordarse de ellas por grandes que sean. Amados, qué es el pecado del hombre contra nosotros, en comparación a nuestros pecados contra Dios. Pues las ofensas de las personas contra nosotros no llegan ni a las laderas de nuestros pecados contra Dios. Así que meditando en esto hermanos, vayamos y perdonemos a todos nuestros ofensores, perdonemos y olvidemos.
Fuente: www.centraldesermones.com