Uno de estos pequeños que confía en mí
por Sam Doherty
¿Cree usted que un niño puede llegar a creer realmente en Jesucristo como Salvador y Señor? Sam Doherty nos lleva a reflexionar acerca de la apatía de varias iglesias a evangelizar a los niños. ¿Qué piensa usted?
Primer artículo de la serie: Ellos necesitan convertirse
El mandato del Señor Jesús en Marcos 16:15 de evangelizar a todos es un mandato absoluto, y no depende de ninguna manera de los resultados de tal evangelización. Es decir, el mandato de evangelizar rige aun cuando los que escuchan el mensaje por algún motivo no aceptan o ni siquiera entienden lo que predicamos.
Pero a la vez es un gran incentivo y motivo de ánimo para nuestra evangelización, como también un motivo válido, si es posible y factible que crean en Jesucristo como su Salvador los que oyen el mensaje. Qué enorme aliento puede ser para nosotros como evangelistas si nos damos cuenta que los que nos escuchan en verdad pueden confiar en Jesucristo cuando el Espíritu Santo obra en sus corazones.
En consecuencia, uno de los motivos por los cuales evangelizamos a niños es porque sabemos que la Palabra de Dios dice que sí es posible que un niño, aun un niño pequeño, ponga su confianza en Jesucristo como su Señor y Salvador y sea salvo. Es lamentable que en muchas iglesias evangélicas en realidad no se cree que un niño puede ser salvo, excepto en circunstancias excepcionales. D.L. Moody, el conocido evangelista norteamericano, en cierta ocasión dijo: «Es impresionante cuánta infidelidad hay en la iglesia con respecto a la conversión de niños. Son pocos los que creen que los niños pueden se pueden convertir, pero gracias a Dios, asoma un nuevo día».
El Dr. Andrew Bonar, un conocido pastor en Escocia del siglo XIX y biógrafo de Robert Murray McCheyne escribió: «Hay un error muy difundido entre el pueblo de Dios. Todos dicen creer que el Espíritu Santo puede convertir almas sin importar su edad, y que la conversión debe darse cuanto antes, y sin embargo, no se ocupan de la conversión de niños con la misma viva fe que para con los mayores. Los mismos entusiastas creyentes que se esfuerzan por ganar a los mayores, y no se sienten satisfechos hasta que se conviertan, ni sienten ni actúan así en cuanto a niños. No insisten, como lo hacen con los mayores, en la urgente necesidad de aceptar a Cristo.»
El Doctor Armin Mauerhofer dice: «Los niños pueden entender el mensaje de salvación de manera profunda. Yo me entregué a Cristo a los diez años de edad y estaba disgustado con todos aquellos que no me creían. Sentí gratitud hacia los que me tomaron en serio. Sigo siendo creyente hoy.»
Lo que hacen muchos de los que trabajan con niños es enseñarles historias bíblicas. Con frecuencia la enseñanza incluye el camino de la salvación. Pero esto se considera sencillamente como «sembrar la semilla». No se espera cosechar hasta la adolescencia.
El Doctor Donald G. Barnhouse, pastor de una iglesia grande en Filadelfia, quien tuvo un extenso ministerio radial y fue expositor en la Convención Keswick en Inglaterra, escribió:
«¿De qué le sirve a un niño saber qué distancia hay entre Jerusalén y Nazaret si no conoce la distancia que separa al corazón humano de Dios?»
En consecuencia, en muchas iglesias y escuelas dominicales la evangelización de niños es escasa o aun inexistente, y el principal motivo es porque no creen ni esperan que los niños puedan ser salvos.
Sin embargo, la Biblia deja muy en claro que un niño sí puede ser salvo.
Tomado y adaptado del libro ¿Por qué evangelizar a los niños?, Sam Doherty, Desarrollo Cristiano Internacional, 2002, pp. 3334