por Dr. Lucas Leys
Cuando hablamos del ministerio juvenil efectivo no me refiero a tener un grupo multitudinario ni exclusivamente a un tipo de crecimiento numérico. Los números pueden ser un elemento de evaluación importante pero no son «el» núcleo del ministerio juvenil efectivo.
Sé como se siente que te anden preguntando cuántos jóvenes tienes e incomodarte con la respuesta. Créeme, me la han hecho mas veces de las que puedo contar y seguramente si todavía no te la hicieron pronto lo harán. Pero esa es una pregunta que muchas veces denota «ingenuidad». La palabra «cuántos» suele pasar por alto conceptos como: proceso, tiempo, contexto, visiòn pastoral, temporadas y propòsitos, por nombrar algunos.
El Señor me ha dado el regalo de poder servirle en una iglesia cuando apenas tenía setenta miembros y también en una de más de siete mil. De la experiencia de años trabajando en distintas iglesias locales, de distintas denominaciones y en diferentes países, más mi labor en diversas organizaciones, he podido precisar la consideración de algunos elementos como fundamentales para cualquier ministerio juvenil sano, sea cual sea la situación contextual.
Antes creía que el ministerio juvenil era hacer una linda reunión de jóvenes cada fin de semana. Para mí el liderazgo era tener el acceso al micrófono y participar en las decisiones acerca de quién predicaba, quién dirigía la alabanza y cuándo y dónde iban a ser las actividades especiales. Sin ser del todo consciente de ello, lo ùnico que me interesaba era que el resto de los jóvenes de la iglesia pensara que si yo sabía estar al frente. Nunca había reflexionado demasiado en las verdaderas necesidades de los jóvenes que estaba afectando y menos que menos pensaba en los jóvenes de fuera de la frontera de las paredes del templo de mi congregación. No me mal entiendas: constantemente hablábamos de evangelismo. Se suponía que nuestros sermones de tanto en tanto eran evangelìsticos y cada vez que algún grupo de música tocaba siempre se suponía que lo hacía con el «único» objetivo de evangelizar. Si bien los elementos estaban dando vueltas por el ministerio que tenía a la mano hacer, nunca había podido visualizarlos claramente y ni hablar de ubicarlos en algún tipo de estructura u orden para elaborar una estrategia inteligente a la juventud. Creo que me ocurría como tantas veces como las que pierdo mis llaves. Las busco y las busco como loco y termino encontrándolas en el lugar mas obvio. Es que los elementos los tenemos en la nariz. Sin embargo, la gran mayoría de los líderes juveniles nunca hicieron una profunda reflexión en ello y puedo dar testimonio de cómo muchas veces no supe ni de qué se trataban. Pero no te hago esperar más; aquì van:
Elementos básicos del ministerio juvenil efectivo; Los siguientes son los elementos que citaremos:
- Elemento 1:Adolescentes y jóvenes. ¿Qué sucede en el interior de ellos y qué necesitan verdaderamente?
- Elemento 2:Propósitos. ¿A dónde nos dirigimos en el ministerio juvenil y qué queremos lograr?
- Elemento 3:Programas. ¿Cómo deben ser las actividades y la programación para atraerlos a la iglesia, satisfacer sus necesidades y movilizarlos a los propósitos?)
- Elemento 4:Relaciones ¿Cómo retener a los jóvenes en la iglesia y lograr mejores resultados con sus vidas personales?
- Elemento 5: Liderazgo (¿Cuáles son las características fundamentales de las y los líderes juveniles efectivos y qué de los distintos estilos?)
- Elemento 6: Contexto cultural (¿Cómo es la cultura y cuáles son las tendencias en los comportamientos de los adolescentes que queremos alcanzar?)
Estos seis elementos no se tratan de componentes aislados. Es muy importante analizar cómo interactúan y por esa razón también los vamos a llamar variables. Sea tu iglesia carismática o conservadora, grande o pequeña, histórica o independiente, se encuentre en Alaska o la India, estos elementos variables deben ser cuidadosamente puestos en su lugar.
Usado con permiso, tomado del libro titulado: El Ministerio Juvenil Efectivo del Dr. Lucas Leys, www.EspecialidadesJuveniles.com