por Miguel Angel de Marco
Los últimos años han sido caracterizados dentro de la vida de la Iglesia, por el crecimiento en la unidad. Hemos madurado nuestro amor, el Señor nos ha desarrollado en el respeto mutuo, en el reconocimiento y la honra de los unos para con los otros.
Los últimos años fueron marcados por el sectarismo, las rencillas, la abundancia de críticas de una denominación para con la otra, la ignorancia consciente y el desinterés por el ministerio ajeno. Que al final de cuentas era ajeno al enemigo, pero no a cualquiera que perteneciese al Cuerpo de Cristo.
También estoy persuadido de que todavía sobrellevamos varios problemas en este campo, algunos bastante serios. Por eso creo que debemos seguir trabajando y rogando a nuestro Dios, para que nos conceda el seguir creciendo en la unidad espiritual de su Iglesia, como El lo soñó desde hace mucho. Desterrar todas las actitudes carnales, muchas de las cuales devienen del temor al ecumenismo, al sincretismo, a la mezcla. Es inconcebible que se desees contrarrestar la acción del enemigo con actitudes carnales, deshonrosas y faltas de misericordia (si ecumenismo y al sincretismo no se los combate negando el amor y la honra a quienes debemos amar y honrar por mandato divino).
Sin embargo, hemos adelantado; ahora nos queremos más, nos toleramos y reconocemos mucho más que antes. Apreciamos la obra de Dios en otros grupos en una forma mucho más grande, y eso demuestra el poder de Dios,… a pesar de nosotros. Ahora, entonces, viene el paso. Estemos más adelante pero no para permanecer contemplando lo lograda El próximo paso para una iglesia unida es la cooperación; el coordinar esfuerzos y planes. Habiendo ganado la batalla del reconocimiento mutuo y el respeto por el ministerio del hermano, debemos esforzamos para administrar mejor las fuerzas y no para competir entre nosotros. Llegó el momento de sentarnos y comparar estrategias, de cooperar en las funciones y batallar hombro con hombro.
Escribo esto con temor y temblor, porque no quiero ser mal interpretado como buscando la unión hegemónica y uniforme de todos los cristianos. «Si seguimos dando pasos, -preguntarán los escépticos-, ¿cuál será el que sigue a la cooperación?». Y debo responderles que no sé. No se nos ha llamado a diseñar nuestro futuro sino a vivir y servir en el que Dios nos prepara de antemano.
La cooperación es básica e infaltable si nos apreciamos como miembros de la Iglesia Universal. Si dos iglesias están evangelizando en el mismo barrio, pues allí hay superposición de esfuerzos. Y si no lo han planeado estratégicamente -que bien podría ser-, pues no les vendría nada mal el que sus lideres se sentaran y coordinaran la forma de hacerlo. El testimonio frente a quienes desean ganar será muy diferente.
Aun en las pequeñas ciudades están proliferando tos estudios de grabación para música, programas radiales y televisivos cristianos. Si se hiciera un estudio del equipamiento existente y la inversión comprometida en relación a las horas que por día se usan esos equipos, se encontraría que en no pocos casos el tiempo ocioso es demasiado grande como para justificarlo ante el Cielo. En esos casos, la cooperación y coordinación hubiera permitido a unos estar equipados para un ministerio y a otros para diferentes ministerios, pudiendo asistirse mutuamente según sus provisiones y carencias.
Pero como todas las cosas, los grandes logros comienzan por casa, en las pequeñas cosas. Si yo coopero con el ministerio de mi hermano, formaré en mí un carácter cooperativo -y seré de gran bendición a muchos-. La cooperación es una actitud de corazón, independientemente del volumen y resonancia de lo involucrado. El quid de la cuestión está en disponernos a servir y a depender. Servir a mi hermano, grabando sus programas en mi estudio, aunque sus oraciones sean más nudosas, o más quietas que las mías.
También está el depender de él, debiendo someterme a los horarios que él tiene disponible para prestarme el proyector de películas o la cámara de televisión. Por supuesto que es más fácil tener mis propios equipos y hacer las cosas cuando mejor conviene a mi agenda, pero… ¿es la mejor administración de recursos?
Tenemos ejemplos pequeños. En nuestra iglesia hay un empresario que tiene su oficina cerca del colegio donde asiste nuestra hija. En más de una oportunidad él ha corrido quince o veinte minutos sus horarios para ayudarnos a llevar a Eugenia a la escuela, debido a que yo tenía otro compromiso impostergable. ¡La agenda de un director de empresa cede ante una necesidad colegial! Eso es espíritu cooperativo.
Tenemos también ejemplos trascendentales. Radio Trans Mundial, La Voz de los Andes y La Voz del Lejano Este, tres verdaderos emporios radiofónicos cristianos en el mundo, han decidido coordinar sus o esfuerzos y programaciones. El objetivo: cubrir el globo terráqueo con programas radiales que lleven la Palabra de Dios en la mayor cantidad de idiomas posibles. Preferimos buscar blancos en el aire y no superponer ondas en tos mismos territorios, dicen sus directivos.
Con la vista en los años por venir deberemos caminar fortaleciendo la unidad, pero también buscando la cooperación y coordinación en los avances misioneros, en las publicaciones, las estrategias evangelista, etcétera, a fin de que el Reino de Dios no se estorbe a sí mismo en la batalla frente al reino de las tinieblas. Entonces, no sólo nos apreciaremos y toleraremos más entre nosotros, sino que también nos gozaremos juntos y alabaremos al Señor por el otro paso adelante que El nos llevó a dar.
Apuntes Pastorales, Volumen VIII número . Todos los derechos reservados.