BECERRO

ternero, crí­a de la vaca hasta los dos años, usado para la alimentación Gn 18, 7-9; 1 S 28, 24-25; Am 6, 4; y se ofrecí­a en sacrificio, a partir del octavo dí­a de nacido, Lv 9, 2-3 y 8; 22, 26-27; 1 Cro 15, 26.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver ANIMALES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(heb. `é·ghel).
Toro joven. Los becerros se ofrecí­an en sacrificio (Le 9:2, 3), y en ocasiones o circunstancias especiales se degollaba un becerro engordado y se preparaba para la mesa. (Gé 18:7, 8; 1Sa 28:24; Lu 15:23.)
La expresión †˜cortar el becerro en dos y pasar entre sus pedazos†™ alude a un modo antiguo de entrar en una obligación o pacto solemne. (Compárese con Gé 15:9-21.) Jeremí­as debió usar esta expresión con el fin de recalcar lo sagrado del pacto en el que los judí­os habí­an entrado delante de Dios, y por el que estaban obligados a liberar a los compañeros israelitas que habí­an esclavizado. (Jer 34:17-19.)

Uso ilustrativo. Al Israel infiel se le corrigió como un †˜becerro inexperto que no habí­a sido entrenado†™ al yugo. (Jer 31:18.) Se comparó a los soldados mercenarios egipcios a becerros engordados que no podrí­an resistir a los babilonios y se darí­an a la fuga. (Jer 46:21, 26.) Cuando se reduzca a polvo a los inicuos y presuntuosos, se verá a los que temen el nombre de Dios salir y escarbar el suelo como becerros engordados que han sido soltados del establo. (Mal 4:1, 2.)

Adoración de becerros. Es la primera forma de idolatrí­a mencionada en la Biblia a la que sucumbieron los israelitas después del éxodo de Egipto. Mientras Moisés recibí­a la ley de Dios en la montaña, los israelitas se impacientaron y le pidieron a Aarón que les hiciese un dios. Con los aretes de oro que contribuyeron, Aarón fabricó una imagen fundida de un becerro, un toro joven. (Sl 106:19, 20.) El pueblo lo consideró una representación de Jehová, y la fiesta que tuvo lugar al dí­a siguiente se denominó †œfiesta a Jehovᆝ. Los israelitas hicieron sacrificios delante de aquel becerro de oro, se inclinaron ante él, comieron, bebieron y se divirtieron bailando y cantando. (Ex 32:1-8, 18, 19; Ne 9:18.)
El becerro fundido no tení­a que estar hecho necesariamente de oro macizo, pues Isaí­as dice que el metalario reviste de oro la imagen fundida que manufactura. (Isa 40:19.) Así­ que quizás lo hicieron de madera y luego lo revistieron de oro. Por lo tanto, cuando Moisés quemó la imagen, el interior de madera se convirtió en carbón y la capa de oro que lo revestí­a se fundió parcial o totalmente. Luego se trituró esta mezcla hasta que quedó fina como polvo, un polvo compuesto de carbón y oro que más tarde Moisés esparció sobre la superficie de las aguas. (Ex 32:20; Dt 9:21.)
La adoración idolátrica egipcia representaba a sus dioses por medio de vacas, toros y otros animales, y es probable que eso influyera de manera importante en los israelitas y los llevara a adorar a un becerro poco tiempo después de haber sido liberados de Egipto. Esto lo confirman las palabras de Esteban: †œEn sus corazones se volvieron a Egipto, diciendo a Aarón: †˜Haznos dioses que vayan delante de nosotros†™. […] Así­ que hicieron un becerro en aquellos dí­as y le trajeron un sacrificio al í­dolo y se pusieron a gozar en las obras de sus manos†. (Hch 7:39-41.)
El primer rey del reino de diez tribus, Jeroboán, temí­a que sus súbditos se sublevasen y se volviesen a la casa de David si continuaban subiendo a Jerusalén para adorar, de modo que mandó que se hiciesen dos becerros de oro. (1Re 12:26-28.) El registro bí­blico no dice hasta qué grado influyeron en su decisión de representar a Jehová mediante un becerro factores como los siguientes: la adoración de estos animales practicada antes en Israel, lo que él mismo habí­a observado en Egipto (1Re 12:2) o la religión de los cananeos y otros pueblos, que solí­an representar a sus dioses de pie sobre un toro u otros animales.
Colocó uno de los becerros en la ciudad de Dan, situada en el extremo septentrional del paí­s, y el otro, en Betel, a unos 17 Km. al N. de Jerusalén, y les dijo a sus súbditos que era un esfuerzo demasiado grande ir a Jerusalén para adorar y que el becerro representaba al Dios que los habí­a liberado de Egipto. (Compárese con Ex 32:8.) Como los sacerdotes de la tribu de Leví­ permanecieron fieles a la adoración de Jehová en Jerusalén, Jeroboán nombró sus propios sacerdotes para oficiar en la adoración falsa ante los dos becerros idolátricos de Dan y Betel. (2Cr 11:13-15.) También instituyó una fiesta parecida a la fiesta de las cabañas, que celebraban un mes después de la de Jerusalén. (1Re 12:28-33; 2Cr 13:8, 9; Le 23:39.)
Jehová condenó esta adoración de becerros, y por medio de su profeta Ahí­ya, predijo calamidad para la casa de Jeroboán. (1Re 14:7-12.) Sin embargo, esta adoración continuó arraigada en el reino de diez tribus, y hasta el rey Jehú, que erradicó de Israel la adoración de Baal, dejó que siguiese, probablemente con el fin de mantener separado al reino de diez tribus del reino de Judá. (2Re 10:29-31.) En el siglo IX a. E.C. Jehová levantó a sus profetas Amós y Oseas para que proclamasen la condenación divina de la adoración de becerros, uno de cuyos ritos era besar a los becerros idolátricos, y también para profetizar calamidad sobre el reino de diez tribus. Se llevarí­a al rey de Asiria el becerro de oro de Betel, lo que provocarí­a el lamento del pueblo y de los sacerdotes de los dioses extranjeros. Los lugares altos tendrí­an que ser †œaniquilados†, y sobre los altares usados para la adoración falsa, crecerí­an espinos y cardos. (Os 10:5-8; 13:2; Am 3:14; 4:4; 5:5, 6.) Dicha calamidad llegó cuando el reino de diez tribus cayó ante Asiria en el año 740 a. E.C. Más o menos un siglo después, Jeremí­as profetizó que los moabitas se avergonzarí­an de su dios Kemós tal como los israelitas se habí­an sentido avergonzados de Betel, el centro de su adoración idolátrica de becerros. (Jer 48:13; véanse BETEL núm. 1; íDOLO, IDOLATRíA [Bajo la gobernación de los reyes]; TORO; VACA.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

moscos (movsco”, 3448) denota en primer lugar todo aquello que sea joven, tanto si se trata de plantas como de la descendencia de hombres o animales, siendo el concepto aquello que es tierno o delicado; de ahí­ becerro, toro joven, becerra (Luk 15:23,27,30; Heb 9:12,19; Rev 4:7).¶ Nota: En Act 7:41 aparece el nombre “becerro” como traducción del término moscopoieo, “hacer un becerro”, que se traduce con la cláusula verbal “hicieron un becerro”. Véase HACER.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento