BUENO

El bueno, el esencialmente bueno, el único bueno, es Dios (Mt 19,17; Mc 10,18; Lc 18,19). También lo es Jesucristo (Mc 10,17; Jn 7,12), que todo lo hizo bien (Mc 7,37). Hay hombres buenos (Mt 12,35; 25,21-23; Lc 6,45; 8,8.15; 19,17; 23,50), pero también los hay malos (Lc 11,13). Y Dios, que es la bondad misma, a todos hace bien, a los buenos y a los malos (Mt 5,45; 7,11; 22,10). En la misma naturaleza hay árboles buenos y malos (Mt 7,17-18), semilla buena y mala (Mt 13,38), peces buenos y malos (Mt 13, 48), sal buena y mala (Mc 9,50). >bien.

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

A. Adjetivo toí†b ( b/f , 2896), “bueno; favorable; festivo; agradable; encantador; bien; bueno; mejor; correcto”. El término se encuentra en acádico, arameo, arábigo, ugarí­tico y en sudarábigo antiguo. Aparece en todos los perí­odos del hebreo bí­blico unas 559 veces. El adjetivo denota “bueno” en todo el sentido de la palabra. Por ejemplo, toí†b se usa con el significado de “agradable” o “encantador”: “Vio que el lugar de descanso era bueno y que la tierra era placentera, e inclinó sus hombros para cargar” (Gen 49:15 rva). Una extensión de esta acepción se puede ver en Gen 40:16 “Viendo el jefe de los panaderos que habí­a interpretado para bien (cf. nrv, bj; “favorable” rva, bla; “bien” nbe), dijo a José”. En 1Sa 25:8, se enfatiza el matiz de “deleite” o “festivo”: “Por tanto, hallen gracia ante tus ojos estos mis jóvenes, porque venimos en un dí­a de fiesta” (rva, bj, bla; “buen dí­a” rv-95, nrv; “dí­a de alegrí­a” nbe). A Dios se le describe como “bueno”, es decir, alguien que da “deleite” y “placer”: “Pero en cuanto a mí­, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras” (Psa 73:28). En 1Sa 29:6, el término describe la conducta humana: “Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo”. Toí†b puede referirse a la belleza natural, como en 2Ki 2:19 “He aquí­, el lugar de esta ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril” (rva). Segundo de Crónicas 12.12 se vale de un matiz similar cuando aplica el vocablo para describir las condiciones en Judá bajo el rey Roboam después que este se humillara delante de Dios: “Las cosas fueron bien”. Toí†b a menudo sirve de calificativo de un objeto o actividad común, pero desprovisto de matices éticos. En 1Sa 19:4, toí†b describe las palabras de Jonatán en favor de David: “Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra de su siervo David, porque ninguna cosa ha cometido contra ti, y porque sus obras han sido muy buenas para contigo”. En 1Sa 25:15 se dice que un pueblo es “amistoso” o “útil”: “Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo en que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo”. A menudo, el término tiene un énfasis aun más fuerte, como en 1Ki 12:7, donde “las buenas palabras”, además de amistosas, hacen que la vida de los siervos sea más llevadera. La “buena palabra” de Dios promete vida en medio de la opresión e inseguridad: “Ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado” (1Ki 8:56). A menudo toí†b describe alguna declaración como importante para salvación y prosperidad (real o imaginaria): “¿No es esto lo que hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (Exo 14:12). Dios juzgó que la situación del hombre sin una esposa o “ayuda idónea” no era “buena” (Gen 2:18). En otro pasaje, toí†b es una evaluación del bienestar de alguna persona, situación o cosa: “Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas” (Gen 1:4 primera vez que se usa). Con toí†b se describe también la tierra y la agricultura: “Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena [fértil] y ancha, a tierra que fluye leche y miel” (Exo 3:8). Lo anterior indica el potencial que tiene aquella tierra para sostener la vida (Deu 11:17). Con la expresión “tierra buena” se está comentando su productividad, tanto presente como futura. En contextos como este, la tierra se considera un aspecto de las bendiciones de salvación que Dios promete; fue por esto que Dios no permitió que Moisés cruzara el Jordán a la tierra que su pueblo heredarí­a (Deu 3:26-28). También quedan incluidos en este aspecto de la “buena tierra” matices de su productividad y de su “encanto”: “Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares” (1Sa 8:14). Toí†b sirve para describir a hombres y a mujeres. En ciertas ocasiones se refiere a un “cuerpo élite” de personas: “Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos” (1Sa 8:16). En 2Sa 18:27, se describe a Ahimaas como “hombre de bien” cuando llega con “buenas” nuevas. En 1Sa 15:28 el término implica matices éticos: “Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú” (cf. 1Ki 2:32). toí†b describe la apariencia fí­sica en otros pasajes: “La joven era muy hermosa [literalmente, “de buena apariencia”; “de muy buen ver” bj]” (Gen 24:16). Cuando el vocablo se refiere al corazón de las personas, describe “bienestar” en lugar de estado moral. Por lo que la idea paralela es “alegre y gozoso”: “Se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios que Jehová habí­a hecho a David” (1Ki 8:66). Morir “en buena vejez” es un calificativo temporal (edad avanzada) antes que una evaluación moral; indica un tiempo cuando, gracias a las bendiciones divinas, morimos satisfechos (Gen 15:15). Toí†b indica que una palabra, circunstancia o hecho dado contribuyen en forma positiva a la condición de una situación. A menudo este juicio no significa que aquello sea en realidad “bueno”; es apenas una evaluación: “Viendo el jefe de los panaderos que habí­a interpretado para bien” (Gen 40:16). El criterio puede ser moral: “No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones †¦ ?” (Neh 5:9). El término puede también representar “estar de acuerdo” o “concordancia”: “De Jehová ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno” (Gen 24:50). A veces, toí†b se usa conjuntamente con ra>ah (“malo”; “perverso”) con la intención de resaltar un contraste: “Cómo es la tierra habitada, si es buena o mala” (Num 13:19). En este caso, la evaluación servirí­a para determinar si la tierra es capaz de mantener al pueblo. En otros contextos puede referirse a “cualquier cosa entre lo bueno [favorable] y lo malo [hostil]”, que es una forma de decir que “no es nada en absoluto”. En Gen 2:9, el contraste entre toí†b y la maldad implica matices éticos: “También el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. La degustación del fruto de este árbol revelarí­a la diferencia entre lo moralmente malo y lo “bueno”. La cita también sugiere que, al comer de esta fruta, la primera pareja intentó determinar para sí­ mismos el “bien” y el mal. B. Verbos yatab (bf’y: , 3190), “ir bien”, agradar, estar encantado, ser feliz”. Este verbo aparece 117 veces en el Antiguo Testamento. El significado del término, tal como lo expresa Neh 2:6, es “agradar”. toí†b (b/f , 2895), “estar alegre, contento; agradar; ser apropiado, atractivo, bueno, precioso”. Toí†b, que tiene cognados en acádico y en arábigo, aparece 21 veces en el Antiguo Testamento. Job 13:9 nos ofrece un ejemplo de su significado: “¿Serí­a bueno que él os escudriñase?”

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

A. NOMBRES 1. crestotes (crhstovth”, 5544), relacionado con C, Nº 1. Denota lo bueno. Véase BENIGNIDAD, B. 2. eudokia (eujdokiva, 2107), puro afecto, buena voluntad. Aparece en el caso genitivo en Luk 2:14, lit.: “hombres de buen placer” (Versión Revisada Inglesa; “hombres en los que está bien complacido”, el genitivo es objetivo); la traducción de la RVR: “buena voluntad para con los hombres”, sigue a los textos inferiores que tienen el nominativo. Véanse AFECTO, AGRADAR, ANHELO, PURO, VOLUNTAD. 3. euergesia (eujergesiva, 2108), beneficio. Se traduce “buen servicio” en 1Ti 6:2: Véanse BENEFICIO, B, Nº l. 4. eunoia (eu[noia, 2133), buena voluntad (eu, bien: nous, mente). Se traduce “sirviendo de buena voluntad” en Eph 6:7: En 1Co 7:3 la RVR traduce “cumpla †¦ el deber conyugal”, lit.: “cumpla la benevolencia debida”. Véase VOLUNTAD.¶ 5. eufemia (eujfhmiva, 2162), buena reputación, buena fama (eu, bien; feme, dicho o informe, cf. el término castellano “fama”). Se usa en 2Co 6:8 “buena fama”. Véase FAMA.¶ 6. kalielaios (kallievlaio”, 2565), olivo de huerto o de jardí­n (de kalos, hermosura, y elaia; véase ACEITUNA), aparece en Rom 11:24 “el buen olivo”. Véase OLIVO.¶ 7. prothumia (proqumiva, 4288), solicitud, buena voluntad (pro, dispuesto; thumos, mente, relacionado con prothumos; véanse DISPONER). Se traduce “buena voluntad” en 2Co 8:19; 9.2. Véanse PRONTO, SOLICITUD, VOLUNTAD. 8. taxis (tavxi”, 5010), disposición, orden (relacionado con tasso, poner en orden). Se usa: de la sucesión fija del curso de los sacerdotes (Luk 1:8); de debido orden, en contraste con la confusión, en las reuniones de la iglesia en una localidad (1Co 14:40); de la condición general de las tales (Col 2:5, algunos le dan ahí­ un significado militar); del carácter o naturaleza divinamente señalados de un sacerdocio, de Melquisedec, como sombra del de Cristo (Heb 5:6,10; 6.20; 7.11, donde también se contrasta el carácter del sacerdocio aarónico; 7.17, en algunos mss., v. 21). Véase ORDEN.¶ B. Verbos 1. euangelizo (eujaggelivzw, 2097) se utiliza de cualquier mensaje para alentar a aquellos que lo reciban. Se traduce predicar, evangelizar, anunciar, o dar buenas nuevas (p.ej., Luk 1:19; 2.10; 3.18; 4.43; 7.22; 8.1; Act 8:12 y 10.36; 14.15; 1Th 3:6 “cuando †¦ dio buenas noticias”; en Heb 4:2 “se †¦ ha anunciado la buena nueva”; similarmente 4.6; en 1Pe 1:25 rema, palabra, se yuxtapone a este verbo: “Esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”). Véanse ANUNCIAR, DAR, EVANGELIO, EVANGELIZAR, NUEVAS, PREDICAR. 2. eudokeo (eujdokevw, 2106), significa estar bien complacido, creerlo bueno (eu, bien, y dokeo, parecer bueno a). No es meramente un entendimiento de lo que es recto y bueno, como en dokeo, sino que acentúa la buena disposición y la libertad de una intención o resolución con respecto a lo que es bueno (p.ej., Rom 15:27 “les pareció bueno”). Véanse ACORDAR, A, Nº 2, AGRADAR, BIEN, B, Nº 9, COMPLACER, COMPLACENCIA, GOZAR(SE), PARECER, QUERER. 3. euthumeo (eujqumevw, 2114) significa, en la voz activa, alentar, alegrar (eu, bien; thumos, mente o pasión); o, intransitivamente, estar alegre (Act 27:25; Jam 5:13). Véanse ALEGRE.¶ 4. eupsuqueo (eupsuceo) (euyucevw, 2174), significa estar de buen ánimo (eu, bien; psuce o psuque, alma) (Phi 2:19). Véase .¶ 5. martureo (marturevw, 3140), ser testigo, dar testimonio, testificar. Significa, en la voz pasiva, tener buen testimonio, “de buen testimonio” (Act 6:3; 10.22; 16.2; 22.12; 1Ti 5:10; Heb 11:2, 39: “alcanzaron buen testimonio”; en Heb 11:39, la RV vierte, “aprobados por testimonio”). Véanse ALCANZAR, ATESTIGUAR, DAR, DECLARAR, TENER, TESTIFICAR, TESTIGO, TESTIMONIO. 6. proeuangelizomai (proeuaggelivzomai, 4283), dar de antemano las buenas nuevas. Se usa en Gl 3.8. Véase ANTEMANO. C. Adjetivos 1. crestos (crhstov”, 5543), Véase BENIGNO, A, Nº 1. 2. agathos (ajgaqov”, 18), Véase BIEN, C, Nº 1. 3. kalos (kalov”, 2570), Véase BIEN, C, Nº 4. 4. filagathos (gilavgaqo”, 5358), amante de lo bueno (véase Nº 2) (Tit 1:8). Véase AMANTE.¶ 5. afilagathos (afilavgaqo”, 865), no amador de lo bueno (a, negativo; fileo, amar o querer; agathos, bueno). Se usa en 2Ti 3:3 “aborrecedores de lo bueno”. Véase ABORRECEDOR.¶ 6. eufemos (eu[fhmo”, 2163), relacionado con A, Nº 5. Primariamente, la pronunciación de palabras o sonidos de buen agüero, y, después, la evitación de palabras de mal agüero, y por ello biensonantes, “de buen nombre”, y así­ se traduce en Phi 4:8:¶ 7. aplous (aJplou`”, 573), simple, sencillo. Se usa en sentido moral en Mat 6:22 y Luk 11:34, aplicándose al ojo (RVR: “si tu ojo es bueno”, “cuando tu ojo es bueno”; RV: “sincero”, “simple”). La sencillez de propósito nos guarda de la red de tener un doble tesoro y, por ende, un corazón dividido.¶ Los papiros nos dan ejemplos de su utilización en otros sentidos que el moral, p.ej., dote matrimonial, ser repagado de una manera pura y sencilla por un marido (Moulton y Milligan). En la LXX, Pro 11:25:¶ 8. ekon (ejkwvn, 1635), de libre voluntad, con buena disposición. Aparece en Rom 8:20 “por su propia voluntad” (RV: “de grado”); 1Co 9:17 “de buena voluntad” (RV: “de voluntad”).¶ En la LXX, Exo 21:13; Job 36:19:¶ Véanse PROPIO, VOLUNTAD. D. Adverbios 1. kalos (kalw`”, 2573), bien, buenamente. Se traduce en Jam 2:3 con la cláusula adverbial “en buen lugar”. Véase BIEN, D, Nº 2. 2. asmenos (ajsmevnw”, 780), con deleite, de buen grado, con gozo. Se halla en Act 21:17: No se halla en 2.41 en los mejores mss. Véanse GOZO, GRADO.¶ 3. euthumos (eu[qumo”, 2115), de buen ánimo (véase B, Nº 3; se halla en los mss. más auténticos en Act 24:10, en lugar del grado comparativo, enthumoteron). Véase .¶ 4. edeos (hJdevw”, 2234), de buena gana. Se traduce así­ en Mc 6.20; 12.37; 2Co 11:19; 12.9; en el v. 15 se traduce como “con el mayor placer”. Véanse GANA, MAYOR.¶ Nota: eudia, buen tiempo, que aparece en Mat 16:2, se trata en TIEMPO.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

El término heb. es ṭôḇ (‘agradable’, ‘gozoso’, ‘placentero’), que primariamente significa lo que gratifica los sentidos, y por derivación lo que proporciona satisfacción estética o moral. La LXX trad. ṭôḇ por agathos, la voz gr. regular para bueno como cualidad moral o física, y a veces por kalos (lit. ‘hermoso’, por lo que tanto en el gr. clásico como en el bíblico tenemos “noble”, “honorable”, “admirable”, “digno”). El NT reproduce este uso, empleando los dos adjetivos en forma intercambiable (cf., p. ej., Ro. 7.12–21). Pablo se basa en la LXX y emplea el sustantivo agathosynē para la bondad del cristiano, con el acento especialmente en su caridad o bondad (Ro. 15.14; Gá. 5.22; Ef. 5.9; 2 Ts. 1.11; para la trad. véanse los comentarios). También utiliza jrēstotēs (“bondad”, “amabilidad”) para la misericordiosa benignidad de Dios (Ro. 2.4; 11.22).

El elemento común del significado en las muchas aplicaciones del término “bueno” en todos los idiomas es la de aprobación, ya sea del valor inherente, del efecto benéfico, o de ambos. No hay nada distintivo acerca de los diferentes sentidos no morales en que la Biblia habla de las cosas como “buenas” (p. ej. “útil”, como la sal, Mt. 5.13; Lc. 14.34; “de gran calidad”, como el oro, Gn. 2.12, o el ganado, Gn. 41.26; “productivo”, como los árboles, Mt. 7.17, la tierra, Lc. 8.8, etc.). Pero el concepto bíblico de lo que es bueno moral y espiritualmente es decididamente teológico, y contrasta notablemente con el concepto antropocéntrico del bien que elaboraron los griegos y los pensadores posteriores encuadrados en la tradición helenística. Este punto de vista bíblico puede analizarse de la siguiente manera:

a. Dios es bueno: porque es moralmente perfecto y gloriosamente generoso.

El reconocimiento de que Dios es bueno es el fundamento de todo el pensamiento bíblico sobre el bien moral. “Bueno” en las Escrituras no es una cualidad abstracta, ni un ideal humano secular; “bueno”, en primer lugar, y principalmente, significa lo que es Dios (“Jehová es bueno” , Sal. 100.5, et al.), luego lo que él hace, crea, manda, y da, y finalmente lo que aprueba en la vida de sus criaturas. No es que los escritores bíblicos evalúen a Dios en función de un concepto anticipado de lo bueno, sino más bien que, al contemplar la suprema gloria de las perfecciones de Dios, le aplican el termino ordinario para el reconocimiento de mérito. Al hacerlo, sin embargo, dan a esa palabra una nueva profundidad en su significado. Definen lo bueno en función de Dios y no a la inversa. En consecuencia, la posición bíblica es que Dios, y solamente Dios, es bueno sin limitaciones (Mr. 10.18 y pasajes par., sobre los cuales véase B. B. Warfield, The Person and Work of Christ, 1950, pp. 149ss); y él es el árbitro y juez, como así también la norma y el patrón, del bien en sus criaturas. El hombre es bueno, y las cosas también son buenas, en la medida en que se encuadran en la voluntad de Dios. Ay de aquellos, entonces, que invierten la escala divina de valores, y dan el nombre de bueno a lo que Dios llama malo, y viceversa (Is. 5.20).

En el AT frecuentemente se invoca la bondad de Dios como tema de alabanza y argumento de plegaria (cf. 2 Cr. 30.18; Sal. 86.5). Su bondad aparece en el bien que hace (Sal. 119.68), en la actividad benéfica de su buen Espíritu (Neh. 9.20; Sal. 143.10), en las muchas facetas de su generosidad cósmica (Sal. 145.9); y especialmente en su bondad hacia el necesitado y en la fidelidad a su pacto (Sal. 25.8; 73.1; Lm. 3.25; Nah. 1.7). Jeremías cita también la reiterada exhortación del Salmista a alabar y dar gracias a Dios, “porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia” (Sal. 106.1; 107.1; 118.1; 136.1; cf. 100.4s; tamb. 1 Cr. 16.34; 2 Cr. 5.13; 7.3), como lema característico de la adoración de Israel (Jer. 33.11).

b. Las obras de Dios son buenas: porque revelan sus atributos de sabiduría y poder (véase Sal. 104.24–31), y son objeto de su propia aprobación.

Cuando se llevó a cabo la creación, “vio Dios todo lo que había hecho, y de aquí que era bueno en gran manera” (Gn. 1.31, cf. vv. 4, 10, 12, 18, 21, 25). Todo el orden material, como tal, al ser obra de Dios, es bueno (1 Ti. 4.4; cf. Ro. 14.14). No hay lugar para el dualismo maniqueo en la Biblia.

c. Los dones de Dios son buenos: porque expresan su generosidad, y hacen al bienestar de quienes los reciben.

“Beneficioso”, “ventajoso” es uno de los significados seculares corrientes de “bueno” como adjetivo; así como “prosperidad”, “bienestar” lo es del sustantivo correspondiente. La Biblia integra este uso en su teología al enseñar, no simplemente que todos los dones de Dios son buenos, tanto en intención como de hecho, sino también que todo lo bueno es en realidad don de Dios (Stg. 1.17; cf. Sal. 4.6). Es característico de Dios hacer bien al necesitado, como lo fue también de Jesús, el ungido de Dios (Hch. 10.38; Mr. 3.4). Dios hace el bien a todos los hombres en su providencia ordinaria, derramando abundantemente sobre ellos las bendiciones de la naturaleza (Hch. 14.17; Sal. 145.9; Lc. 6.35); y, como Padre perfecto, sabe cómo dar buenos dones a los que son sus hijos a través de Jesucristo (Mt. 7.11). La promesa de Dios de “hacer el bien” a su pueblo es una promesa inclusiva de bendición (Jer. 32.40, cf. 24.6s), como la plegaria de que Dios les “haga bien” es una oración inclusiva para que así sea (Sal. 51.18; 125.4). En tales pasajes el “bien” en cuestión es la prometida bendición del pacto; virtualmente es la “salvación” (cf. Is. 52.7). “Buena” en el nivel material fue la bendición prometida del antiguo pacto (con el “mal”, el estado de privación de la bendición, como su alternativa: Dt. 30.15), y “bueno” en el dominio del privilegio espiritual, el “bien” que no se disfrutó bajo el antiguo pacto, es el don del nuevo (He. 9.11; 10.1). Ambos testamentos, sin embargo, autorizan al pueblo fiel de Dios a descansar en la seguridad de que en el momento que Dios ha dispuesto, todo lo que es verdaderamente bueno para ellos les será concedido (Sal. 84.11; 34.10, cf. 85.12; Ro. 8.32; Ef. 1.3).

“Bueno”, adjetivo, se emplea en diferentes sentidos instrumentales en relación con la benevolente actividad de Dios de hacer el bien a los hombres. Se lo utiliza para la palabra de Dios, que anuncia bendición; para la mano y la obra de Dios, que nos la hace llegar; para el curso de acción que lleva a disfrutarla; y para los días en que se experimenta ese disfrute (véase 1 R. 8.56; Is. 39.8; Jer. 29.10; He. 6.5; Esd. 7.9; 8.18; Fil. 1.6; 1 R. 8.36; Jer. 6.16; Sal. 73.28; 1 P. 3.10; cf. Sal. 34.12).

Aun cuando Dios quita el “bien” de la prosperidad exterior de su pueblo y le proporciona el “mal” (tribulaciones) en su lugar (cf. Job 2.10), todavía hay un sentido en que les está haciendo bien. “Es bueno” para el hombre tener esas aflicciones; por medio de ellas recibe corrección, para su propio beneficio posterior (cf. He. 12.10), y se ejercita refuerza en la fe, la paciencia, y la obediencia (Sal. 119.67, 71; cf. Lm. 3.26s). Todo lo que lleva al hombre a acercarse a Dios es para su bien, y las tribulaciones temprarias de los cristianos, bajo Dios, le sirven de “eterno peso de gloria” (2 Co. 4.17). En consecuencia, Pablo tiene todo el derecho de insistir en que “todas las cosas (incluyendo las aflicciones) les ayudan a bien a los que aman a Dios” (Ro. 8.28). El cristiano debe considerar toda circunstancia, por ingrata que sea, como uno de los dones de Dios para él, la expresión de un propósito benéfico, y, si se la emplea correctamente, como medio seguro para el logro de beneficios duraderos.

d. Los mandamientos de Dios son buenos: porque expresan la perfección moral de su carácter y, al mostrarnos cómo podemos agradarle, nos marcan la senda de la bendición (Sal. 119.39; Ro. 7.12; 12.2).

El ideal moral en la Biblia es hacer la voluntad de Dios, como su ley nos la revela. Cuando el joven rico preguntó a Jesús qué cosa buena debía hacer para obtener la vida eterna, Cristo inmediatamente lo orientó al Decálogo (Mt. 19.17ss). En un mundo sin ley ni amor los cristianos deben resistir la tentacion de hacer como se les hace, y frente al mal deben buscar el “bien” que prescribe la ley (Ro. 12.9, 21; 1 Ts. 5.15, 21), y mantenerse aferrados a él en su conducta.

e. La obediencia a los mandamientos de Dios es buena: porque Dios la aprueba y acepta (1 Ti. 2.3), y los que obedecen reciben provecho (Tit. 3.8).

Los hombres no redimidos no obedecen ni pueden obedecer la ley de Dios porque viven en la esclavitud, “bajo pecado” (Ro. 3.9ss; 8.7s). El árbol malo (el hombre tal como es en Adán) debe convertirse en árbol bueno antes de poder dar buen fruto (cf. Mt. 12.33–35). Pero los que están en Cristo han sido libertados de la esclavitud del pecado, precisamente para que puedan practicar a justicia que prescribe la ley (Ro. 6.12–22). La frase neotestamentaria característica para esta obediencia cristiana obligatoria es “buenas obras”. Las buenas obras deben constituir una ocupación constante del cristiano; fue para esto que Dios lo salvó (Ef. 2.10; Col. 1.10; 2 Co. 9.8; Tit. 2.14; Mt. 5.14–16). El cristiano debe estar listo para llevar a cabo todas las buenas obras que sus circunstancias admitan (2 Ti. 2.21; Tit. 3.1), de modo que es una terrible condenación de la profesión cristiana de las personas cuando se dice de ellas que son “reprobadas en cuanto a toda buena obra” (Tit. 1.16; cf. Stg. 2.14–26). Las buenas obras son el adorno del cristiano (1 Ti. 2.10); Dios se goza de ellas y le dará su recompensa (Ef. 6.8).

Las buenas obras son buenas desde tres puntos de vista: se hacen (i) de acuerdo con una norma correcta (la ley bíblica: 2 Ti. 3.16s); (ii) por un motivo correcto (amor y gratitud por la redención: 1 Ts. 1.3; He. 6.10; cf. Ro. 12.1ss); (iii) con un propósito correcto (la gloria de Dios: 1 Co. 10.31; cf. 1 Co. 6.20; Mt. 5.16; 1 P. 2.12). Son obras de amor hacia Dios y el prójimo, ya que “el amor es el cumplimiento de Ia ley” (Ro. 13.8–10; cf. Mt. 22.36–40). Esto no significa, por cierto, que lo único que se requiere de un cristiano es que tenga motivos correctos; la cuestión es, más bien, que debemos considerar los actos concretos que prescriben los mandamientos como otras tantas expresiones de amor, de modo que sin un corazón amante no existe la posibilidad de cumplir los mandamientos. No es que un espíritu correcto pueda servir para excusar faltas a la letra de la ley, sino que la rectitud en la letra no es el cumplimiento de la ley cuando falta una actitud de amor. El hombre verdaderamente bueno no es menos que el que es verdaderamente justo; porque así como el hombre verdaderamente justo observa tanto el espíritu como la letra de la ley (cf. Mt. 5.18–20), el hombre verdaderamente bueno observa su letra tanto como su espíritu. Tampoco el hombre verdaderamente bueno es más que el verdaderamente justo. En Ro. 5.7, pasaje en el que Pablo por un momento coloca al hombre bueno por encima del justo en cuanto a mérito, el apóstol está hablando en un nivel popular, no teológico. El mundo considera la justicia simplemente como una rectitud negativa, y la bondad y la generosidad, que son las marcas del hombre bueno, como algo mayor que la justicia; pero la teología bíblica relaciona de modo efectivo la justicia con la bondad, y la bondad con la justicia, al insistir en que lo que la ley exige es, en realidad, amor.

Se desprende que las buenas obras son obras de amor, y por su naturaleza el amor se expresa dándose a la persona amada. El amor a Dios se expresa en el don de la devoción personal, por costosa que resulte (cf. las “buenas obras” de María, Mr. 14.3–6). El amor hacia los hombres se expresa en el “bien” que se les hace al ofrecer los recursos personales para satisfacer sus necesidades y buscar su bienestar en todas las formas posibles (Gá. 6.9s; Ef. 4.29; cf. Sal. 34.14; 37.3, 27). El sistema de ayuda a los pobres en la iglesia de Jerusalén (Hch. 2.44s; 4.34ss), y la colecta de Pablo para los santos (cf. 2 Co. 7–9) son buenas ilustraciones de esto. “Bondadoso”, “generoso” son algunos de los significados seculares comunes de “bueno” al describir las personas (cf. 1 S. 25.15; 1 P. 2.18); la Biblia los incluye en la ética cristiana, y hace del amor de Dios y de Cristo el modelo y la norma de la bondad y la generosidad que se requiere de los cristianos (cf. Ef. 5.1s; Jn. 13.14, 34).

El creyente que de esta manera busca cumplir la ley tiene “buena conciencia” (Hch. 23.1; 1 Ti. 1.5, 19; He. 13.18; 1 P. 3.16, 21), no porque se considere perfecto y sin pecado, sino porque sabe que tiene la relacion correcta con Dios, fundada en fe y arrepentimiento verdaderos. Un cristiano así será para los demás un “varón bueno” (así Bernabé, Hch. 11.24).

Bibliografía. J. Díaz y Díaz, “Bueno”, °EBDM, t(t). I, cols. 1248–1252; H. J. Stoebe, “Bueno”, °DTMAT, t(t). I, cols. 902–918; E. Beyreuther, “Bueno”, °DTNT, t(t). I, pp. 188–194; W. Eichrodt, Teología del AntiguoTestamento, 1975, t(t). II, pp. 348ss; A. V. M Callin, “Bueno, el bien, bondad”, °DT, pp. 92–93.

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J.I.P.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico