CESAR

v. Acabar, Dejar, Terminar
Gen 8:22 no cesarán la sementera y la siega, el
Num 16:48 se puso entre .. y cesó la mortandad
1Sa 7:8 no ceses de clamar por nosotros a Jehová
2Ki 4:6 no hay más .. Entonces cesó el aceite
Ezr 4:23 les hicieron cesar con poder y violencia
Job 16:6 si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de
Psa 77:8 ¿ha cesado para siempre su misericordia?
Pro 19:27 cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas
Pro 22:10 echa .. y cesará el pleito y la afrenta
Jer 7:13 os hablé desde temprano y sin cesar
Jer 7:34 haré cesar de .. la voz de gozo y la voz
Dan 9:27 hará cesar el sacrificio y la ofrenda
Mar 4:39 cesó el viento y se hizo grande bonanza
Act 20:31 tres años .. no he cesado de amonestar
Rom 1:9 que sin cesar hago mención de vosotros
1Co 13:8 cesarán las lenguas, y la ciencia acabará
Col 1:9 no cesamos de orar por vosotros, y de
1Th 5:17 orad sin cesar


César ( gr. Káisar, “cortado” [del vientre]; lat. Caesar). Originalmente el sobrenombre de Gayo Julio César (100-44 a. C). Cuando Julio César adoptó a Gayo Octavio, más tarde emperador Augusto, le confirió el nombre César. De ese modo llegó a ser el apellido de los primeros emperadores. Más tarde siguió siendo el tí­tulo general de todos los emperadores, prácticamente un sinónimo del término “emperador” (Luk 23:2; Joh 19:12,15). El NT menciona a los siguientes: 1. César Augusto (27 a. C.-14 d. C.). Véase Augusto 1. 2. Tiberio César* (14-37 d. C). 3. Claudio* César (41-54 d. C). A Calí­gula, que reinó del 37 al 41, entre Tiberio y Claudio, no se lo menciona en el NT. 4. Nerón (54-68 d. C). A Nerón, el sucesor de Claudio, no se lo menciona por nombre en el NT, pero era el “César” a quien Pablo apeló por su caso y a cuyo tribunal fue enviado (Act_25-28). Sin duda Pablo compareó ante él durante sus 2 encarcelamientos en Roma (cf 2 Tit 4:16,17) Véase Casa de César.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

tí­tulo adoptado por los emperadores romanos, derivado de Cayo Julio César, asesinado en el 44 a. Palestina pasa al dominio de Roma en el 63 a. C. cuando Pompeyo toma a Jerusalén. C. Augusto, emperador del 30 a. C. al 14 d. C., ordenó un censo en Judea, por lo que José y Marí­a fueron de Nazaret, en Galilea, a Belén para empadronarse, y en esta ciudad nació Jesús, Lc 2, 1-7. Bajo Tiberio C., emperador del 14 al 37, se da la predicación de Juan el Bautista y se inicia la vida pública de Jesús Lc 3, 14, y sufre la pasión y muerte, según consta en los Anales, del historiador latino Tácito. Otro C. mencionado en el N. T., es Claudio, emperador del 41 al 54, con motivo de una hambruna que sucedió en su época, Hch 11, 28; en el año 41, Claudio decretó que todos los judí­os debí­an salir de Roma, Hch 18, 2. Estos son los mencionados con nombre propio en el N. T. Como los emperadores se dieron la categorí­a de dioses, esto ocasionó la persecución contra los cristianas, por lo cual San Juan escribió el ® Apocalipsis.

Los fariseos quisieron tentar a Jesús al preguntarle si era lí­cito pagar tributo al C., Mt 22, 15-22; Mc 12, 13-17; Lc 20, 20-25.

Cristo fue acusado ante Pilatos de alborotar al pueblo para que no pagara el tributo al C., Lc 23, 2. A Pilatos le gritaban que si soltaba a Jesús, no era amigo del C., Jn 19, 12. En Tesalónica, predicó Pablo en la sinagoga, y fue acusado por los judí­os de desconocer al C. y decir que el rey era Jesús, Hch 17, 7. Pablo fue apresado cuando predicaba en el Templo, y como era ciudadano romano apeló ante el C. y fue llevado a Roma, Hch 25; 28, 19.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

1. El nombre de una familia ro-mana prominente del siglo III a. de J.C., de la cual Cayo Julio César (c. 102-44) fue, por mucho, el más destacado.
2. El tí­tulo tomado por varios emperadores romanos; p. ej. Augusto César, quien reinaba cuando Jesús nació (Luk 2:1); su sucesor Tiberio César, 14-37 d. de J.C. (Luk 3:1); Claudio César 41-54 (Act 11:28; Act 18:2); y Nerón, bajo quien Pedro y Pablo fueron martirizados, 54-68 (Phi 4:22). Fue bajo Domiciano (81-96) que Juan fue desterrado a Patmos. César es mencionado por nuestro Señor (Luk 20:22-25) tanto lit., refiriéndose a Tiberio, como en sentido figurado, significando cualquier gobernante del mundo. El nombre César vino a ser usado como un sí­mbolo del estado (Mat 22:17, Mat 22:21; Mar 12:14, Mar 12:16-17; Luk 20:22, Luk 20:25).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Augusto, Luc 2:1; Tiberio, Luc 3:1.

– Obligación de tributo: Mat 22:16.

– Falsa acusación a Jesús, Jua 19:15 : – Pablo apela a César, Hec 25:11.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Tí­tulo de los emperadores de Roma. Originalmente fue un sobrenombre de una familia romana. La grandeza de uno de ellos, Julio César, hizo que sus sucesores conservaran el nombre de C., viniendo a ser como el equivalente al tí­tulo de †œFaraón† en Egipto. Cuando nació el Señor Jesús, el C. era †¢Augusto (Luc 2:1). Quien nombró a †¢Pilato como gobernador de Judea fue †¢Tiberio (Luc 3:1), cuya efigie estaba en la moneda que el Señor utilizó para contestar la pregunta sobre el tributo (Luc 20:21-25). Se menciona una gran hambre †œen tiempo de Claudio† (Hch 11:28). Y el C. a quien Pablo apeló fue Nerón (Hch 25:8, Hch 25:10-12). Los convertidos †œde la casa de C.† mencionados en Flp 4:22, no eran miembros de la corte de Nerón, sino personajes del servicio doméstico. †¢Roma. Romanos.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HOAT HONT FUNC

vet, Tí­tulo que se da, desde principios del siglo I d.C., al gobernante supremo y absoluto del Imperio Romano (proviene del sobrenombre “César” de la familia romana Julia). Según Lucas (Lc. 2:1), Jesús nace en tiempos de César Augusto (30 a.C. – 14 d.C.); según Lc. 3:15, empieza la vida pública bajo César Tiberio (14-37 d.C.). Con el mandato de Augusto comienza en el mundo mediterráneo un perí­odo de paz. Era costumbre en el Antiguo Oriente venerar a los reyes algo así­ como a dioses. Ambas circunstancias juntas hacen comprensible que pronto se empezara a tributar culto al emperador, vivo aún, bajo tí­tulos como salvador, liberador, redentor, portador de salvación. Algunos emperadores miraron de fomentar deliberadamente esta “veneración”; pero los más dejaron hacer a los devotos. El cristianismo no podí­a transigir en esta cuestión, por más leal que fuera al Estado. En el Nuevo Testamento se mencionan además otros emperadores romanos: (a) Claudio (41-54) es mencionado en relación con un hambre que habí­a de sobrevenir (Hch. 11:28) y con la expulsión de los judí­os de Roma (Hch. 18:2). Cuando los judí­os (Hch. 17:7) gritan que Pablo y sus compañeros obran contra las órdenes de César, la acusación tiene sentido enteramente general (cfr. Hch. 25:8); entonces mandaba Claudio; en Hch. 25:8, Nerón. (b) A Nerón (54-68) se refieren Hch. 25:10 (Pablo está delante del tribunal del César) y Hch. 25:1 ss (Pablo apela al César; cfr. Hch. 25:21; 26:22; 27:24; 28:19). Los santos de la corte imperial que saludan a los filipenses (Fil. 4:22) son cristianos, libertos o esclavos del palacio de Nerón.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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En principio se denominaba césar, cabeza o gobernante principal, al que se hacia con el poder. El más conocido de los césares fue Julio César (100 a 44 a C.) que se apoderó de Roma el año 49 con sus legiones vencedoras en las Galias. Al superar polí­tica y militarmente a Pompeyo en Farsalia el año 48, quedó unico dueño del imperio, aunque cayó asesinado el 44 antes de que su poder se consolidara del todo. Sus reformas sociales quedaron en suspenso. Pero su prestigio de gran general se mantuvo vivo a lo largo de los siglos.

El tí­tulo de “César” se aplicó luego a los Emperadores romanos. César Augusto, hijo adoptivo de Julio César, asumió su nombre y su herencia y la ejerció desde el 45 a C. hasta el 14 d. C. Era el que imperaba al nacer Jesús y propiamente el primer Emperador, pues se impuso al Senado, que quedó como algo ornamental en el gobierno del Imperio.

Tiberio César era el emperador gobernante al ser condenado a muerte Jesús el año 30. Nerón fue otro de los césares.

Jesús habló del César cuando los fariseos le pusieron a prueba. “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. (Mc 12. 17; Mt. 22. 21; Lc. 20. 25)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
“César” es el sobrenombre (en latí­n ) del genial militar, dictador y escritor romano Cayo Julio César y designa su familia —para nosotros equivaldrí­a al apellido—, mientras que “Julio” es el nombre (nomen) de la tribu o gens , que se tení­a por descendiente de Eneas, y “Cayo” es lo que llamarí­amos nombre propio (praenomen). Después de su muerte adoptó su sobrino segundo Octaviano, a quien C. Julio César habí­a dejado por heredero, el sobrenombre “César”, tí­tulándose “César, hijo de Cesar” y, más tarde en año 27 a.C., “Emperador Cesar Augusto, hijo del Dios”. Al desaparecer con la muerte de Calí­gula (41 d.C.) la gens , es decir, la estirpe julia, los sucesores adoptaron el César como parte del tí­tulo de prí­ncipe romano hasta Diocleciano inclusive.

En NT aparece la palabra “César” 29 veces, de las cuales 18 pertenecen a los Evangelios, 10 a Hechos y 1 a Fil 4,22. Los césares mencionados en los evangelios son los siguientes: César Augusto (30 a.C. hasta 14 d.C.), en cuyo reinado nació Jesucristo (Lc 2,1); Tiberio (14-37 d.C.) en cuyo principado inauguraron Juan el Bautista y Jesús sus respectivos ministerios públicos (Lc 3,1.3.21; 4,14-15); la simple mención del tí­tulo “César” en los otros pasajes de los evangelios se refiere a Tiberio (Mt 22,17.21; Mc 12,14.16-17; Lc 20, 22.24-25; 23,2; Jn 19,12.15).

En cambio “César” se refiere al emperador Claudio (41-54 d.C.) en He 11,28 [con ocasión de la mención de un hambre general] y en 18,2 [al indicar Lucas la expulsión de los judí­os de Roma], mientras que la referencia de 17,7 con ocasión del alboroto contra Pablo en Tesalónica es general, si bien en ese tiempo gobernaba Claudio. “César” se refiere a Nerón (54-68) en He 25,10-12: Pablo apela al César (cf. también 25,8.21; 26,32; 27,24; 28,19). En Fil 4,22 “los santos, sobre todo los de la casa del César” son cristianos, bien se trate de libertos o esclavos de la corte imperial de Efeso; algunos autores piensan en la corte imperial de Roma.

Rodrí­guez Ruiz

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Nombre de una familia romana que con el tiempo se convirtió en un tí­tulo. En el año 46 a. E.C., se nombró a Cayo Julio César dictador de Roma por un mandato de diez años, aunque fue asesinado en el año 44 a. E.C. Su nombre personal era Cayo, mientras que César constituí­a el sobrenombre de una rama de la familia romana Julia. Este sobrenombre pasó a su hijo adoptivo Cayo Julio César Octaviano (Octavio), quien acabó siendo su sucesor. Octavio comenzó a gobernar sobre el imperio en el año 31 a. E.C., y en 27 a. E.C. el senado romano le otorgó el tí­tulo de Augusto, de modo que se le llegó a conocer como César Augusto. (Lu 2:1-7.)
Los cuatro emperadores que le sucedieron (Tiberio, Cayo [Calí­gula], Claudio y Nerón), tomaron el nombre bien por consanguinidad bien por adopción. Este apelativo llegó a estar relacionado tan estrechamente con la posición de gobernante soberano, que se retuvo como tí­tulo regio equivalente al de emperador incluso después del fin de la dinastí­a de los césares, y de él se derivaron las formas posteriores káiser (alemán) y zar (ruso).
En la tabla adjunta aparecen los césares que gobernaron durante el perí­odo que abarcan las Escrituras Griegas Cristianas, así­ como los acontecimientos bí­blicos más sobresalientes que tuvieron lugar en ese perí­odo. En la Biblia se menciona por nombre únicamente a tres césares: Augusto, Tiberio y Claudio. Si se desea hacer un examen más completo, véanse los artí­culos correspondientes a sus nombres.

Dios y César. Tan solo hay registro de una ocasión en la que Jesús hiciera mención de César, aquella en la que estableció el siguiente principio: †œPor lo tanto, paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios†. (Mt 22:17-21; Mr 12:14-17; Lu 20:22-25.) Jesús hizo esta declaración en respuesta a una cuestión sobre el pago de la †œcapitación† de los judí­os al Estado romano. Por lo tanto, la pregunta tení­a que ver con una ley implantada o práctica común, de lo que se deduce que ni la pregunta ni la respuesta se circunscribí­an a Tiberio, quien entonces estaba gobernando. (Compárese con Mt 17:25.) †œCésar† significaba o simbolizaba la autoridad civil, el Estado, personificado en sus representantes debidamente nombrados, lo que Pablo llama †œlas autoridades superiores†, y Pedro, †œun rey† y sus †œgobernadores†. (Ro 13:1-7; Tit 3:1; 1Pe 2:13-17; véase AUTORIDADES SUPERIORES.)
En consecuencia, las †œcosas† de César eran el pago debido por los servicios que prestaba el gobierno civil, servicios por los que el gobierno exigí­a impuestos o tributo. A pesar de su prepotencia, el estado romano prestaba numerosos servicios a sus súbditos: la construcción de carreteras, un sistema de correos, el mantenimiento del orden civil y la protección contra los delincuentes. El pueblo pagaba estos servicios por medio de los impuestos. Y esto fue lo que subrayó Jesús al referirse a la moneda del César como †œla moneda de la capitación†. (Mt 22:19.)
La autoridad del †œCésar† para exigir tributo incluso de los cristianos no le permití­a interferir en las obligaciones de estos para con Dios, pues Jesús dijo que habí­a que pagar †œa Dios las cosas de Dios†. (Mt 22:21.) Los apóstoles de Jesús mostraron que entendí­an que la obediencia que debí­an a las autoridades humanas tení­a ciertos lí­mites —esto es, era relativa y no absoluta—, pues cuando se les llevó delante del Tribunal Supremo judí­o, declararon con firmeza: †œTenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres†, es decir, siempre que las leyes o requisitos humanos estuvieran en conflicto con los de Dios. (Hch 5:29.)

El juicio de Jesús. Cuando se llevó a Jesús a juicio delante del gobernador romano Poncio Pilato, los lí­deres religiosos le acusaron de ofensas tan graves como estar †œsubvirtiendo a [la nación judí­a], y prohibiendo pagar impuestos a César, y diciendo que él mismo [era] Cristo, un rey†. (Lu 23:1, 2.) En realidad, con esta triple acusación se le estaba culpando de alta traición o, como lo denominaban los romanos, crimen laesae majestatis (crimen de †œlesa majestad†). Así­ lo entendió Pilato, pues más tarde les dijo: †œUstedes me trajeron a este hombre como amotinador del pueblo†. (Lu 23:13, 14.) La ordenanza del año 48 a. E.C. conocida como lex Julia majestatis consideraba un delito participar en cualquier actividad contraria al poder soberano de Roma. A esta ley se le dio una aplicación muy amplia, de modo que para el tiempo de Jesús a una persona se la podí­a acusar de traición por cualquier insulto al César o actividad con visos de sedición. El César que gobernaba en ese tiempo, Tiberio, era particularmente sensible a la crí­tica o la oposición, y su mandato se caracterizó por el fomento de los †œdelatores†, que acusaban a supuestos traidores.
En ninguna parte del Imperio romano podí­a gobernar un rey sin el consentimiento del César. Al parecer este fue el motivo por el que Pilato concentró el interrogatorio de Jesús en la cuestión de la realeza de este. (Mt 27:11; Mr 15:2; Lu 23:3; Jn 18:33-37.) El mismo trató de libertar a Jesús declarándolo inocente, pero los lí­deres religiosos gritaron: †œSi pones en libertad a este, no eres amigo de César. Todo el que se hace rey habla contra César†. (Jn 19:12.) La expresión †œamigo de César† era un tí­tulo honorí­fico que a menudo recibí­an los gobernadores de las provincias; no obstante, es probable que en esta ocasión los lí­deres religiosos lo hayan usado en un sentido general, dando a entender que a Pilato mismo se le podí­a acusar de tolerar alta traición. El temor a un emperador receloso fue un factor importante para que Pilato dictase sentencia de muerte contra un hombre inocente. Mientras tanto, los sacerdotes proclamaron en voz alta su lealtad al trono imperial, diciendo: †œNo tenemos más rey que César†, y de ese modo rechazaron cualquier gobierno teocrático. (Jn 19:13-16; compárese con Isa 9:6, 7; 33:22.) Además, intentaron en vano cuestionar el tí­tulo de †œrey de los judí­os† que Pilato habí­a colocado en el madero de Jesús. (Jn 19:19-22.) Los romanos tení­an la costumbre de clavar una inscripción que identificaba el crimen por el que se condenaba al criminal.

Apelación de Pablo y encarcelamiento. Cuando los lí­deres religiosos judí­os de Tesalónica formaron una chusma para tratar de detener la predicación de Pablo y Silas, también inventaron una acusación similar de traición al trono imperial. (Hch 17:1-9.) Claudio era el César en ese tiempo (41-54 E.C.). (Hch 11:28.)
El resto de las referencias bí­blicas a César tienen que ver con Nerón, que gobernó del año 54 al año 68 E.C., cuando se suicidó a la edad de treinta y un años. Nerón fue el César a quien Pablo se refirió cuando se le estaba juzgando en Cesarea delante de Festo, alrededor de 58 E.C. Pablo negó ser culpable de acciones contra el César y rehusó someterse a juicio en Jerusalén, diciendo: †œEstoy de pie delante del tribunal de César, donde debo ser juzgado. […] ¡Apelo a César!†. (Hch 25:1, 6-11.) Pablo ejerció en esta ocasión sus derechos como ciudadano romano. Tal apelación a César podí­a hacerse después del juicio o en cualquier momento durante el mismo. Como parecí­a que Festo no deseaba pronunciarse y un juicio en Jerusalén no ofrecí­a ninguna garantí­a de justicia, Pablo solicitó formalmente que lo juzgara el Tribunal Supremo del imperio. Parece ser que en algunas ocasiones podí­a negarse la apelación, como, por ejemplo, en el caso de un ladrón, pirata o sedicioso sorprendido cometiendo el delito. Es probable que esta fuera la razón por la que Festo consultó primero con †œla asamblea de consejeros† antes de admitir la apelación. La audiencia subsiguiente delante del rey Agripa II, que estaba de visita, tuvo lugar a fin de que Festo pudiese tener una información más clara para remitir el caso de Pablo a Nerón, el †œAugusto†. (Hch 25:12-27; 26:32; 28:19.) La apelación de Pablo sirvió también para otro propósito: ir a Roma, cumpliendo así­ con su deseo expresado con anterioridad. (Hch 19:21; Ro 15:22-28.) Tanto la promesa profética de Jesús como el mensaje angélico que se recibió después confirmaron la dirección divina sobre el asunto. (Hch 23:11; 27:23, 24.)
Al parecer, Pablo escribió su carta a los Filipenses durante su primer encarcelamiento en Roma (c. 60-61 E.C.). En la conclusión de esta carta, Pablo transmite saludos de los hermanos de Roma y †œespecialmente [de] los de la casa de César†. (Flp 4:21, 22.) La expresión †œla casa de César† no se refiere necesariamente a la familia inmediata de Nerón, quien gobernaba para ese entonces, sino que podí­a aludir a quienes formaban parte de la administración pública, esclavos del César y funcionarios de segundo orden. No se especifica si estos cristianos de la casa de César fueron fruto de la predicación de Pablo. Si estaba detenido en un lugar próximo adonde se encontraba la guardia pretoriana (Flp 1:13), se hallaba en las inmediaciones del palacio de Nerón y, por lo tanto, cerca de muchos miembros de la casa de César, a los que pudo haber predicado. (Hch 28:16, 30, 31.) Prescindiendo de cómo entrara en contacto con estos cristianos de la casa de César, es obvio que ellos tení­an un interés especial en los hermanos de Filipos. Como esta ciudad era una colonia romana donde habí­a muchos soldados retirados y funcionarios estatales, es posible que muchos cristianos tuviesen allí­ parientes o fuesen amigos de aquellos a quienes Pablo transmití­a saludos.
Un gran incendio asoló Roma en el año 64 E.C. y destruyó más o menos una cuarta parte de la ciudad. Circuló el rumor de que Nerón era el responsable, así­ que, según el historiador romano Tácito, trató de protegerse echando la culpa a los cristianos. (Anales, XV, 44.) Como consecuencia, se detuvo a mucha gente. Se torturó y ejecutó indiscriminadamente tanto a los cristianos como a los sospechosos de pertenecer al cristianismo, y a algunos de ellos hasta se les quemó vivos en público. Esto parece haber marcado el principio de una gran ola de persecución, no por parte de opositores religiosos, sino de estamentos polí­ticos resueltos a exterminar la congregación cristiana. Es probable que Pablo fuese libertado después de dos años de encarcelamiento en Roma (c. 59-61 E.C.), pero parece ser que sufrió un segundo encarcelamiento (c. 65 E.C.) y que más tarde fue ejecutado por orden de Nerón. (Compárese con 2Ti 1:16, 17; 4:6-8.)
La revuelta judí­a empezó en 66 E.C., dos años antes de la muerte de Nerón, pero no se sofocó hasta 70 E.C., durante el reinado de Vespasiano (69-79 E.C.). Se cree que el apóstol Juan fue exiliado a la isla de Patmos cuando gobernaba Domiciano (81-96 E.C.), un enconado opositor del cristianismo. (Rev 1:9.)

[Recuadro en la página 465]

Nombre Años de Acontecimientos bí­blicos
gobernación importantes durante su reinado
Augusto 31 a. E.C.– Nacimiento de Juan (el Bautista);
(Octavio) 14 E.C. decreto de inscripción; nacimiento
de Jesús en Belén (Lu 2:1); muerte
de Herodes el Grande
Tiberio 14-37 E.C. Ministerios de Juan y Jesús (Lu 3:1);
muerte de ambos. Pentecostés de
33 E.C. y primeras actividades de la
congregación cristiana recién
formada. Conversión de Saulo (Pablo)
Cayo 37-41 E.C.
(Calí­gula)
Claudio 41-54 E.C. Primeros dos viajes misionales de
Pablo y parte del tercero. Gran
hambre; judí­os desterrados de Roma
(Hch 11:28; 18:2)
Nerón 54-68 E.C. Primer juicio de Pablo en Roma.
(Hch 25:21; 26:32.) Comienza una
fuerte persecución oficial contra
los cristianos después del gran
incendio de Roma; probablemente
también segundo juicio de Pablo y
ejecución. Se inicia la revuelta
judí­a (66 E.C.)
Galba 68-69 E.C.
Otón 69 E.C.
Vitelio 69 E.C.
Vespasiano 69-79 E.C. Destrucción de Jerusalén (70 E.C.)
Tito 79-81 E.C.
Domiciano 81-96 E.C. Exilio del apóstol Juan en Patmos
(Rev 1:9)
Nerva 96-98 E.C.
Trajano 98-117 E.C. El canon de la Biblia probablemente
se completó durante el primer año de
su reinado

Fuente: Diccionario de la Biblia

A. VERBOS 1. pauo (pauvw, 3973), parar, cesar, terminar. Se usa principalmente en la voz media, significando terminar, tomarse un descanso, cesar voluntariamente; en contraste con la voz pasiva, que denota una cesación forzosa; de un discurso (Lucas 5.4, RVR: “terminó”, RV: “cesó”); de una tormenta (8.24, RV, RVR: “cesaron”); de una oración de Cristo (11.1, RVR: “terminó”; RV: “acabó”); de enseñar y de predicar (Act 5:42, RV, RVR: “no cesaban”); de hablar en contra (6.13, RV, RVR: “no cesa”); de hacer lo malo (13.20, RV, RVR: “¿(no) cesarás?”); de un disturbio (20.1, RV, RVR: “cesó”); de amonestar (20.31, RV, RVR: “no he cesado”); de azotar (21.32, RVR: “dejaron”; RV: “cesaron”); de las lenguas (1Co 13:8, RV, RVR: “cesarán”); de dar gracias (Eph 1:16, RV, RVR: “no ceso”); de la oración (Col 1:9, RV, RVR: “no cesamos”); de sacrificios (Heb 10:2, RV, RVR: “cesarí­an”); de cesar de pecado (1Pe 4:1, RVR: “terminó”; RV: “cesó”). Se usa en la voz activa en 1Pe 3:10 “refrene su lengua del mal” (RV, RVR). Véanse DEJAR, REFRENAR, TERMINAR.¶ 2. dialeipo (dialeivpw, 1257), lit., dejar entre; esto es, dejar un intervalo, sea de espacio, o de tiempo (dia, entre; leipo, dejar); de ahí­, desistir, dejar, cesar. Se usa en Luk 7:45 de la acción de besar los pies del Señor, “no ha cesado”.¶ 3. kopazo (kopavzw, 2869), cesar por estar agotado, dejar de rugir (de kopos, labor, trabajo; kopiao, trabajar). Se dice solo del vient o (Mat 14:32; Mc 4.39; 6.51). Véase CALMAR.¶ Nota: El adjetivo akatapaustos, incesante, (de a, negativo; kata, abajo; pauo, cesar), se usa en 2Pe 2:14 de aquellos que no pueden cesar de pecar, esto es, de aquellos que no pueden refrenarse, “no se sacian de pecar”. Véase SACIAR.¶ B. Adjetivo adialeiptos (ajdiavleipto”, 88), incesante (de a, negativo; dia, a través; leipto, dejar). Se usa de un dolor incesante de corazón (Rom 9:2 “contí­nuo”, RV, RVR); y en 2Ti 1:3, de tener memoria en oración, “sin cesar” (RV, RVR); el significado en cada pasaje no es el de una continuidad ininterrumpida, sino sin omitirlo en ninguna ocasión. Cf. A, Nº 2. Véase .¶ C. Adverbio adialeiptos (ajdialeivptw”, 89), incesantemente, sin cesar. Se usa con el mismo significado que el adjetivo, no de aquello que es ininterrumpido, sino de aquello que está teniendo lugar repetidas veces de una manera constante; en Rom 1:9 y en 1Th 5:17, de la oración; en 1Th 1:3, del acordarse del trabajo, actividad, y paciencia de los santos; en 1Th 2:13, de la acción de gracias.¶ Notas: ektenes, lit., extendido, significa intenso, ferviente; “sin cesar” (Act 12:5, RVR); “ferviente amor” (1Pe 4:8, RV, RVR). Véase FERVIENTE.¶ (2) ektenos se traduce “más intensamente” (Luk 22:44 RV, RVR); “entrañablemente” (1Pe 1:22, RV, RVR). Véanse ENTRAí‘ABLEMENTE, INTENSAMENTE (MíS).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Nombre de una rama de la familia aristocrática de los Julios que lograron imponerse sobre la república romana con el triunfo de Augusto (31 a.C.) y mantuvieron su posición hasta la muerte de Nerón (68 d.C.). Esta “hegemonía” (como lo expresa delicadamente Lc. 3.1, gr.; cf. °vp “gobierno”; “reinado” [ °nbe ], “imperio” [ °vrv2 ] resultan demasiado precisos) era una mezcla asistemática de poderes legales y sociales, nueva para la tradición romana en su monopolio del liderazgo más bien que en su forma o teoría. No era técnicamente una monarquía. Su éxito produjo una reorientación tan profunda del gobierno, sin embargo, que, al ser eliminada la familia de los césares, su posición quedó institucionalizada y su nombre fue asumido por los que la ocuparon posteriormente.

Uno de los fundamentos del poder de un César lo constituía su prolongada posesión de un mando provincial que abarcaba la mayor parte de las fuerzas fronterizas de Roma. Judea siempre se encontraba dentro de dicha región, y de allí la apelación de Pablo (Hch. 25.10–11) contra la decisión del procurador, lo cual no hubiera sido posible en caso de que el gobernador hubiese sido un procónsul plenamente competente y por ello igual al César. De allí también la costumbre judía de hacer referencia al César como si fuese rey (Jn. 19.12, 15). La familia dinástica era desde el punto de vista de ellos monárquica. Incluso donde técnicamente los poderes no estaban en manos del César se emplea, no obstante, la misma terminología (Hch. 17.7; 1 P. 2.13, 17). La fuerza de las tradiciones helenísticas acerca de la soberanía real sobre las repúblicas, redirigida por el juramento universal de lealtad personal a la casa de los césares, y la asociación de aquellas en el culto imperial, invalidó el concepto estrictamente romano sobre la posición del César. Su función cuasi monárquica en todo caso simplificaba la tarea imperial de Roma. Pero el culto al César llegó a plantear un problema angustioso a los cristianos (Plinio, Ep. 10. 96–97, y tal vez Ap. 13).

Los césares a los que se alude en el NT son, en los evangelios, Augusto (Lc. 2.1), y también Tiberio, y en Hechos, Claudio (Hch. 11.28; 17.7; 18.2), y Nerón.

Bibliografía. °EBDM, t(t). II; Plutarco, Vidas paralelas, 1948; W. Durant, César y Cristo, 2 t(t). 1955. Suetonio, Vidas de los césares; Tácito, Anales; CAH, 10–11; F. Millar, The Emperor in the Roman World, 1977.

E.A.J.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico