CORINTO

Act 18:1-18.


Corinto (gr. Kórinthos). Antigua ciudad griega que está a unos 8 km al sudoeste del actual canal que cruza el Istmo de Corinto. Al sur habí­a un monte de unos 550 m de altura con laderas abruptas, en cuya cumbre estaba la ciudadela o Acrocorinthus, con un templo de Afrodita. La ubicación de Corinto en la única conexión terrestre entre Grecia por el norte y el Peloponeso, como también el hecho de que la ciudad tení­a puertos en 2 golfos (el de Cencrea, a unos 11 km al este de Corinto sobre el Golfo Sarónico, y el de Leque, a unos 2,5 km al oeste sobre el Golfo de Corinto), la hací­an muy importante y rica. Estaba conectada con Lequeo mediante 2 muros paralelos. Como el canal (construido entre 1881 y 1893, era de unos 8 km de largo a través del istmo) no existí­a en tiempos antiguos, a menudo los barcos pequeños eran arrastrados por tierra sobre unas ví­as (gr. dí­olkos) desde el Golfo Sarónico hasta el Golfo de Corinto y viceversa. Mapa XX, B-3. 135. Mapa del área central de la antigua ciudad de Corinto. Los primitivos habitantes de Corinto no eran griegos. Pero más tarde, los fenicios establecieron allí­ colonizadores que se ocuparon de la fabricación de púrpura a partir de unos moluscos marinos. Introdujeron también la fabricación de tejidos, cerámica y las armaduras. En la última parte del 2º milenio a.C. la gente del ítica tomó Corinto, y más tarde los dorios la conquistaron. La ciudad cayó en manos de Felipe de Macedonia y permaneció bajo control macedónico hasta que fue declarada independiente por los romanos (196 a.C.). Se rebeló contra Roma y fue completamente destruida por Mumio (146 a.C.), y permaneció en ruinas durante un siglo. Julio César comenzó a reconstruir la ciudad (44 a.C.). Llegó a ser la capital de la provincia senatorial de Acaya, con la categorí­a de colonia, por lo que se llamó Colonia Laus Iulia Corinthiensis. Por eso fue la residencia de un procónsul (Act 8:12). Este funcionario tení­a su corte en el centro del ágora, o mercado, como revelaron las excavaciones. En la nueva ciudad habí­a muchos templos, basí­licas, y una gran cantidad de negocios. Muchos romanos viví­an en ella, como también griegos y orientales. También habí­a una comunidad judí­a lo suficientemente grande como para tener su propia sinagoga. Allí­ se encontró un dintel de piedra con una inscripción fragmentaria que dice: “[Sina]goga de los Hebr[eos]” (fig 470). La escritura muestra que procede de un edificio del s IV d.C., el que, sin embargo, pudo haber estado en el mismo lugar de la sinagoga de los dí­as de Pablo (Act 18:4). Los contrastes en el nivel social mixto de la población era grande, pues probablemente 2 1/3 de la población estaba constituida por esclavos. Por ello, muchos eran pobres y unos pocos habitantes inmensamente ricos. 136. Ruinas del tenplo a Apolo en Corinto. A la ciudad se la conocí­a universalmente por su inmoralidad. La expresión “joven corintia” era sinónimo de “prostituta”, y “corintianizar” significaba vivir una vida inmoral. En comedias griegas posteriores, “corintio” se usaba ocasionalmente para designar a un borracho. De acuerdo con Estrabón, habí­a 1.000 jóvenes esclavas como prostitutas del templo en el santuario de Afrodita ubicado en el Acrocorinthus. Una inscripción muestra que tení­a sus propios asientos en el teatro. Estas condiciones arrojan luz sobre las referencias de Pablo a la inmoralidad del mundo pagano en sus 2 cartas a los corintios (1Co 5:1; 6:9-20; 10:8; 2Co 7:1), y en su carta a los romanos (Rom 1:18-32), escrita mientras estaba en Corinto durante su 3er viaje misionero. Pablo llegó a Corinto en su 2º viaje misionero y pasó 18 meses en la ciudad. Durante ese tiempo fundó una iglesia (Act 18:1-18), la que posteriormente ejerció gran influencia. Más tarde, Apolos trabajó en Corinto con considerable éxito (Act 18:24, 27, 28; 19:1; 1Co 3:4). Pablo pudo haber visitado de nuevo la ciudad durante su estadí­a de 3 años en Efeso (2Co 12:14; 13:1). Pasó poco tiempo allí­, probablemente la mayor parte de 3 meses, hacia el fin de su 3er viaje misionero, cerca del invierno del 57/58 d.C. (Act 20:2, 3). En su carta a Timoteo, el apóstol sugiere que hizo por lo menos una visita posterior a Corinto después de su 1er encarcelamiento en Roma (2 Tit 4:20). Dos de sus cartas más largas que se han conservado son las que escribió a la iglesia en Corinto. Se ha perdido por lo menos una carta más dirigida a ella (1Co 5:9). Expediciones norteamericanas han llevado a cabo excavaciones intermitentes desde 1896. Prácticamente se ha excavado todo el ágora, como también secciones del Camino de Lequeo, el Odeón, el teatro, el templo de Esculapio, y algunas otras estructuras aisladas. 253 Estas excavaciones han hecho posible obtener un cuadro sorprendentemente exacto de la vida en la antigua Corinto. Se ha encontrado una inscripción con el nombre de Erasto (quizás el mencionado en Rom 16:23), y también una del mercado de pescado (cf el “mercado de carne” de 1Co 10:25, BJ; figs 113, 191). En el ágora se halló el Bema, el tribunal (“asiento del juicio”) del procónsul (Act 8:12). Fue identificado por una inscripción encontrada en la vecindad (fig 137). 137. El ágora de Corinto con el Bema (el tribunal) de Galio en el centro, hacia la izquierda. Bib.: W. McDonald, BA 5 (1942): 36-48; O. Broneer, BA 14 (1951): 77-96. 254

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(gr., Korinthos, ornamento). Una ciudad de Grecia sobre el estrecho istmo entre el Peloponeso y el continente. Bajo los romanos, Atenas era todaví­a el centro educativo de Grecia, pero Corinto era la capital de la provincia romana que ellos llamaron Acaya y era la ciudad más importante del paí­s. El tráfico terrestre entre el norte y el sur de Acaya tení­a que pasar por la ciudad y mucho del comercio entre Roma y el Oriente se traí­a a sus puertos.

En tiempos de los romanos, Corinto era una ciudad de riqueza, lujo e inmoralidad. No tení­a rival como una ciudad de vicio. †œVivir como un corintio† significaba vivir una vida de libertinaje y corrupción. Se acostumbraba ver a un corintio llegar borracho a un escenario. Los habitantes eran devotos a la adoración de Poseidón, porque mucha de su riqueza provení­a del mar; pero su mayor devoción era para Afrodita, la dio sa del amor. Su templo en el Acrocorinto tení­a más de 1.000 hierodouloi, sacerdotisas del vicio que no se encontraban en otros templos de Grecia. Atraí­a adoradores de todo el mundo antiguo. Los juegos í­stmicos, que se celebraban cada dos años, hicieron de Corinto un gran centro de la vida helénica.

Pablo visitó Corinto por primera vez en su segundo viaje misionero (Hechos 18). Conoció a Aquila y Priscila, compañeros cristianos que, como él, eran tejedores de tiendas. Durante su permanencia de un año y medio residió en su hogar.

Luego que Pablo se encontró con fuerte oposición de los judí­os, volvió su atención a los gentiles (Act 18:6) y muchos fueron convertidos. Los judí­os llevaron ante Galión una acusación contra Pablo de que predicaba una religión contraria a la ley romana. Sin embargo, Galión rehusó admitir el caso para juicio y los despidió. La acción de Galión fue sumamente importante, porque tuvo el valor de ser una decisión autorizada de un alto oficial romano que la predicación de Pablo no podí­a interpretarse como una ofensa contra la ley romana. Pablo abandonó Corinto para ir a Jerusalén y Antioquí­a, deteniéndose brevemente en su camino en Efeso.

Apolos fue enviado de Efeso a Corinto y allí­ ejerció un ministerio de influencia (Act 18:27-28; 1Co 1:12). Más tarde Pablo escribió dos epí­stolas del NT a esa iglesia y cuando menos una carta más (1Co 5:9). Escribió también la carta a los Romanos mientras estaba en Corinto (Rom 16:23).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

La antigua Corinto estaba ubicada sobre el golfo de Corinto, ca. 8 kms. , al suroeste del moderno canal que corta el istmo. La excavación de la ciudad empezó en 1896 bajo la supervisión de la Escuela Americana de Estudios Clásicos en Atenas.
Debido a su posición favorable en los dos puertos Corinto era uno de los grandes puertos marí­timos de la antigua Grecia. Su puerto oriental, Cencrea, estaba en el golfo Sarónico, un brazo del mar Egeo; su puerto occidental, Lechaeum, estaba sobre el golfo de Corinto, un brazo del mar Jónico. Así­ Corinto serví­a como el cruce entre el oriente y el occidente. Tení­a la reputación de una moral corrompida hasta el punto de que la expresión †œmuchacha corintia† vino a significar †œprostituta† y el verbo †œvivir como un corintio† significaba vivir una vida disoluta. La prostitución ritual en el templo de Afrodita en la Acrópolis de Corinto (denominada acrocorinto) era en parte responsable de esta reputación. De acuerdo con Strabo (VII. 378–82) que visitó la ciudad poco después de su restauración por los romanos en el 44 a. de J.C. , habí­a ca. mil sacerdotisas esclavas del templo en Corinto. En las ruinas del templo se descubrió un asiento de piedra que tení­a la inscripción †œde las muchachas† que muestra que las esclavas del templo tení­an sus propios asientos reservados en el teatro.
La excavación de implementos de piedra y jarros de cerámica indica que el sitio de Corinto fue ocupado ya en el perí­odo neolí­tico. La presencia de herramientas de metal muestra la transición a la primera edad del bronce ca. el año 3000 a. de J.C. Alrededor de 2000 a. de J.C. , el sitio fue devastado y no hay restos significativos hasta el principio del primer milenio cuando los remanentes de los griegos dorios empiezan a aparecer. Corinto fue una ciudad floreciente durante la edad de los tiranos (los siglos VIII a. de J.C. ) y de nuevo en el perí­odo helénico hasta cuando los romanos destrozaron la ciudad en el año 146 a. de J.C. Sobre las ruinas de la antigua Corinto, Julio César fundó una colonia romana en el año 44 a. de J.C. , la cual se convirtió en la capital de la provincia de Acaya en el año 27 a. de J.C. Galión (Hch. 18:12–17) llegó a ser procónsul de Corinto en el 52 d. de J.C.
Cuando los romanos bajo L. Mullius destruyeron Corinto (146 a. de J.C. ), destruyeron la mayorí­a de los monumentos griegos, con el resultado de que la mayorí­a de los remanentes que han sido traí­dos a luz en las excavaciones han sido los del Corinto romano. En el 174 d. de J.C. , el viajero romano Pausanius escribió su Descripción de Grecia, del cual el libro dos ha servido como guí­a para los arqueólogos que trabajan en Corinto.
La ví­a Lechaeum, que conduce directamente al centro de Corinto, tení­a columnas y tiendas alineadas por cada lado. Sobre los almacenes en el lado occidental estaba la *basí­lica, más allá de la cual en una prominencia separada estaba el gran templo de Apolo construido en el siglo VI a. de J.C. Siete de sus 38 columnas originales aún permanecen. En el extremo de la ví­a Lechaeum estaba el ágora rodeada de almacenes, basí­licas y otros monumentos. Entre las áreas alta y baja del ágora habí­a una hilera de almacenes centrales en medio de los cuales estaba el bema, una plataforma alta levantada sobre dos escalones con una superestructura y bancas. El bema, construido de mármol blanco y azul, serví­a como plataforma para hablar públicamente. Este es sin duda el lugar donde Pablo fue traí­do †œante el tribunal† en Corinto (Hch. 18:12–17).
Las columnas de uno de los pórticos del sur daban acceso a almacenes y edificios adicionales. Muchos de estos almacenes parecen haber sido tabernas, ya que la cerámica descubierta aquí­ consistí­a mayormente de vasos para tomar inscritos con palabras tales como Dionisio, Zeus, Salud, Seguridad y Amor.
Cerca del teatro de Corinto habí­a una plaza de diecinueve metros pavimentada con piedra caliza. En uno de los bloques estaba la inscripción, que se piensa data de mediados del primer siglo d. de J.C. : ERASTVS-PRO-AED/S-P-STRAVIT. La inscripción en latí­n podrí­a leerse así­, Erastus pro aedilitate suapecunia stravit. †œErasto, en pago por la edilidad, colocó el pavimento pagando con su propio peculio.† El oficial romano conocido como †œel Edil† estaba a cargo de varios trabajos públicos. Pablo, en Romanos 16:23 menciona un Erasto, †œtesorero de la ciudad†, probablemente de Corinto desde donde el apóstol estaba escribiendo. Dado que el término traducido †œtesorero† puede tener otras connotaciones como †œadministrador, gerente†, es posible que los dos hombres llamados Erasto sean la persona que llegó a ser amiga de Pablo.
Las inscripciones descubiertas en la vecindad del ágora identifican almacenes como macellum y piscario, †œel mercado de carne† y el †œmercado de pescado†. Pablo usó el término griego makellon, †œmercado de carne† en 1 Corintios 10:25. Otra inscripción, ahora parcialmente destruida, lleva las palabras †œsinagoga de los hebreos†. El estilo de escritura indica que fue hecha después del tiempo de Pablo, que primero arribó a Corinto en el 50 d. de J.C. , aunque la inscripción que habí­a sido labrada en el dintel de la sinagoga podí­a ser la sucesora de la que Pablo usó para predicar (Hch. 18:4).
BIBLIOGRAFIA: T. H. Shear, †œExcavations in the Theatre District and Tombs of Corinth in 1929†, AJA , XXXIII (1929), págs. 525–526, O. Broneer, †œCorinth, Center of Paul†™s Missionary Works in Greece†, BA , XIV, 1951, págs. 77–96. W. A. McDonald, †œArchaeology and St. Paul†™s Journey in Greek Lands. Part III: Corinth†, Corinth†, BA , 5, 1942, págs. 36–48. H. J. Cadbury, †œErastus of Corinth†, JBL , L, 1931, págs. 42–58. †œThe Mecellum of Corinth†, JBL , I, 1934, págs. 34–41. American School of Classical Studies at Athens, Ancient Corinth, A Guide to the Excavations (6th. ed. , 1954).

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Ciudad griega de gran importancia. Situada en el istmo que lleva su nombre, el cual conecta Grecia central con el Peloponeso. Este istmo tiene una anchura de sólo unos siete km, de manera que C. vení­a a quedar en una situación muy estratégica para el comercio y las comunicaciones, ya que las naves se ahorraban centenares de km al no tener que rodear todo el Peloponeso, fuera que vinieran de E a O, o viceversa, haciendo una travesí­a que era, además, muy peligrosa. Por esa razón, se pasaba por tierra las cargas, y a veces hasta en naves sobre rodillos, entre los dos puertos de la ciudad, †¢Cencreas, en el O del istmo y †¢Lequeo, al E.

C. fue destruida por los romanos en el año 146 a.C., y estuvo deshabitada por más de un siglo, hasta que Julio César la reconstruyó en el 44 a.C., y se convirtió de nuevo en una ciudad riquí­sima, con una gran población de comerciantes, artesanos y funcionarios romanos. Habí­a también muchos esclavos, los cuales formaban dos tercios del total. C. era capital de la provincia romana de †¢Acaya. Era gobernada por un procónsul. El de los tiempos de Pablo se llamaba †¢Galión (Hch 18:12).
mezcla de culturas era muy pronunciada, como puede verse por las distintas deidades que se adoraban, contándose entre ellas muchas orientales, como Isis y Serapis, pero el santuario principal era el de la diosa Afrodita, situado en la Acrópolis, donde habí­a más de mil prostitutas †œsagradas† ejerciendo su oficio. De ahí­ la fama de C. por su promiscuidad. Tanto así­, que la expresión †œuna muchacha corintia† vino a ser equivalente a mujer de malas costumbres. Y †œser un corintio† casi equivalí­a a libertino y borracho. Usar de †œpalabras corintias† vino a significar, en la cultura griega, hacer pretensión de conocimientos de filosofí­a y literatura. Como Pablo escribió su carta a los Romanos desde C., es evidente que este ambiente influyó en las palabras que Pablo usa en Rom 1:18-32.
de C. se celebraban los Juegos ístmicos, lo que posiblemente diera pie a las palabras que Pablo usa en 1Co 9:24-27. Las visitas de Pablo a C. aparecen registradas en Hch 18:1-18 y 20:2. Las palabras de Pablo en 2Ti 4:20 sugieren otro viaje del cual no se tienen más noticias. Aunque se ha encontrado un fragmento de inscripción de una sinagoga de C., no se sabe si se trata de la misma donde Pablo predicó (Hch 18:4).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

sit, a9, 255, 212

vet, Ciudad sobre el canal que divide el istmo del mismo nombre, en la divisoria entre el Peloponeso y la Hélade. Era la capital de la provincia de Acaya. Pablo visitó la ciudad fundada por Julio César un siglo después de la caí­da de una Corinto anterior en la misma localidad. Era un gran centro de tráfico comercial en la ruta de Roma hacia Oriente. Era también rica y muy inmoral, tanto que para designar la manera licenciosa de vivir de sus habitantes, se acuñó el término “corintizar”. En su primera visita Pablo se detuvo allí­ dieciocho meses (52-53 d.C.), y desde allí­ escribió las dos epí­stolas a los Tesalonicenses. Allí­ creció una iglesia, a la que Pablo escribió sus dos epí­stolas a los Corintios. Volvió a visitar Corinto en el año 58 d.C., permaneciendo allí­ tres meses (Hch. 20:2, 3), escribiendo entonces la Epí­stola a los Romanos. Los judí­os tramaron un complot contra su vida, y dejó entonces la ciudad (Hch. 18:1, 11; 19:1; 1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1, 23; 2 Ti. 4:20). En tiempos de Pablo tení­a de 700.000 a 800.000 habitantes, de los que 400.000 eran esclavos.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Corinto era una ciudad célebre del Peloponeso, la capital Corintia; tení­a como
400.000 personas y era la ciudad más importante de Grecia en la época de Pablo. Estaba situada en un istmo grande; tení­a tres buenos puertos y dominaba el tráfico de ambos mares del este y los mares del oeste. La población se componí­a de griegos, judí­os e italianos, una multitud mixta de todas partes. Marineros,
comerciantes, aventureros y refugiados de todo el mundo se agolpaban en la ciudad, trayendo con ellos los males de cada paí­s. Prevalecí­a el punto de vista comercial y materialista, y pronto se desarrollaron muchas formas de degradación humana. Se podí­an hallar indicios en las artes industriales (tintorerí­a y tejido), y también en la religión y la mitologí­a. El culto corintio a Afrodita y a otros dioses es de origen fenicio. Tení­an mucho orgullo en varias artes, y también en el embellecimiento de la ciudad y en el adorno de los templos. Habí­a muchos pintores y allí­ se originó el estilo de arquitectura llamado corintio. Los juegos del istmo los tení­an dos veces al año.
La ciudad fue destruida en 147 a. de J.C. y sus grandes tesoros fueron llevados a
Roma. Julio César la restauró en 46 a. de J.C. y entonces llegó a ser el centro
comercial más importante en Grecia; hacia el siglo segundo de nuestra era se habí­a hecho una de las más ricas, si no la más rica ciudad del mundo.
En el tiempo de Pablo habí­a mucha iniquidad allí­. La religión y la filosofí­a habí­an sido prostituidas a propósitos bajos. Apreciaban la vida intelectual más que la vida moral, y negaban la vida futura, solo para poder gratificar sin restricción la vida presente. Pero vino la calamidad. Un terremoto, el paludismo y el austero gobierno turco la arrasaron finalmente, sin dejar nada, sino solamente siete columnas de un templo dórico antiguo, que es el único objeto que sobresale de la tierra. Eso y una aldea cercana, marcan el sitio de esta antigua ciudad de riqueza, lujo e inmoralidad.
La iglesia de Corinto fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero
(Hechos 18:1-18) durante una estancia de 18 meses. Aunque muchos judí­os se habí­an congregado en Corinto como un centro de comercio, la iglesia se componí­a principalmente de gentiles, y de las clases más pobres. Pablo no pensaba quedarse mucho tiempo en Corinto, y habrí­a regresado a Tesalónica, si una revelación divina no le hubiese instruido que se quedase. Hallando fuerte oposición en la sinagoga dejó a los judí­os y se fue a los gentiles: Crispo y su casa y muchos otros se hicieron creyentes. Silas y Timoteo vinieron de Berea como 45 dí­as después de que Pablo habí­a llegado. Esta fue la razón por qué Pablo escribió 1 Tesalonicenses (1
Tesalonicenses 3:6). Durante la administración de Galión los judí­os acusaron a
Pablo, pero el procónsul no permitió que el caso fuese llevado a la corte. Aquí­
Pablo conoció a Aquila y Priscila con quienes él vivió e hizo carpas, y a quienes más tarde llevó a Efeso. Pablo probablemente se fue de Corinto para asistir a la fiesta en Jerusalén (Hechos 18:21) y muy poco se sabe de esta iglesia después de su partida.
Si recordamos que los miembros de la iglesia eran solamente recién convertidos del paganismo al cristianismo, que estaban rodeados de costumbres y prácticas paganas de una de las ciudades más corrompidas de los tiempos antiguos, podremos ver el problema de ajuste al que se enfrentaban y el camino que estaban abriendo para nosotros. Como en ningún otro lugar, el cristianismo tuvo su prueba aquí­. Se encontró con toda prueba de maldad y toda clase de pregunta filosófica. Las dos cartas que Pablo escribió a esta iglesia tienen que ver en gran parte con estos asuntos prácticos y sentar los principios que han de guiarnos en la solución de muchos de los problemas de la vida ordinaria. Esto hace que estas cartas sean más importantes para nuestro estudio.
Durante su segundo viaje misionero Pablo pasó 18 meses aquí­, Hechos 18:1-18.
Apolos ejerció gran influencia allí­, Hch, 18:27, 28; 1 Corintios 1:12; 2
Corintios 3:1.
Pablo, personalmente, bautizó a algunos allí­, 1 Corintios 1:14-16.
Tito y Timoteo fueron enviados allí­, 1 Corintios 4:17; 2 Corintios 7:13-15. Pablo no se hubiera quedado allí­ por mucho tiempo, de no haber sido por instrucción divina, 1 Tesalonicenses 2:17, 18; Hechos 17:1; 9, 10.
La iglesia se compone principalmente de no judí­os de las clases humildes, 1
Corintios 1:26; 12:2.
Erasto viví­a allí­, 2 Timoteo 4:20.
Pablo les escribió dos cartas, Primera y Segunda Epí­stolas a los Corintios.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Una de las ciudades más antiguas e importantes de la antigua Grecia, situada a unos 5 Km. al SO. de la ciudad moderna. La importancia de Corinto se debió en gran parte a su ubicación estratégica en la orilla occidental del istmo que conectaba la parte central o principal de Grecia con el Peloponeso, la pení­nsula meridional. Todo el tráfico terrestre, fuera comercial o de otra clase, que viajaba hacia el N. o hacia el S., tení­a que pasar por Corinto cuando atravesaba el istmo, cuyo punto más estrecho tan solo tení­a unos 6 Km. de ancho. Además, el tráfico marí­timo internacional también era atraí­do hacia Corinto, puesto que los navegantes por lo general preferí­an usar este istmo que separaba el golfo de Corinto del golfo Sarónico, en vez de arriesgarse a hacer un recorrido largo y peligroso alrededor de los cabos barridos por tormentas del extremo meridional de la pení­nsula. En consecuencia, los barcos procedentes de Italia, Sicilia y España navegaban hacia el mar Jónico a través del golfo de Corinto y atracaban en las aguas profundas de Lequeo, la ciudad portuaria occidental, unida a Corinto por dos murallas continuas. Los barcos que procedí­an de Asia Menor, Siria y Egipto llegaban a través del mar Egeo y anclaban en el puerto oriental de Cencreas o en el pequeño puerto de Skonos. (Ro 16:1.) Las mercancí­as de los grandes barcos se descargaban en un puerto y se transportaban a unos cuantos kilómetros de allí­ a otro puerto para ser transbordadas. A los barcos más pequeños se les remolcaba con sus cargas a bordo a través del istmo por una pista de madera para el arrastre de naví­os llamada dí­Â·ol·kos (literalmente, †œtiramiento a través†). Con razón al istmo de Corinto se le conocí­a como el puente del mar.

Historia. Corinto ya florecí­a en el siglo VII a. E.C., cuando se instituyeron en el istmo, concretamente en el templo de Poseidón (el dios griego del mar, equivalente al dios romano Neptuno) los juegos í­stmicos. Precisamente en estos juegos basó el apóstol Pablo algunas de sus ilustraciones más notables. (1Co 9:24-27.) A partir del siglo IV a. E.C., Corinto estuvo la mayor parte del tiempo bajo la dominación macedonia, hasta que los romanos la liberaron en el año 196 a. E.C. Como ciudad-estado independiente, se unió a otras ciudades para formar la Liga Aquea, se opuso a Roma y fue destruida por el cónsul romano L. Mummio en el año 146 a. E.C. Los romanos mataron a los hombres y vendieron a las mujeres y los niños como esclavos. Durante un siglo la ciudad permaneció prácticamente desolada, hasta que en el año 44 a. E.C. (algunos opinan que en 46 a. E.C.), Julio César la reedificó como colonia romana, la Colonia Julia Corinthus. En el transcurso de la gobernación de César Augusto, Acaya —como llamaban los romanos a Grecia sin la región de Macedonia— llegó a ser una provincia romana senatorial con la capitalidad en Corinto.

Industria y edificios. La ciudad de Corinto a la que Pablo llegó hacia el año 50 E.C. era un activo centro comercial y polí­tico. El peaje que se recaudaba de las cargas transportadas de un puerto a otro del istmo contribuyó notablemente a su riqueza; además, la ciudad era un centro industrial famoso por su alfarerí­a y objetos de bronce. Corinto estaba edificada sobre dos niveles, entre los que mediaba un desnivel de unos 30 m. En el centro se encontraba la espaciosa plaza del mercado, el ágora, bordeada de columnatas y edificios públicos. Habí­a hileras de tiendas que daban a la plaza del mercado, y algunas de las ruinas que se han descubierto muestran que allí­ se vendí­a carne, otros productos alimenticios y vino. En una inscripción aparece la palabra macellum con relación a una tienda. Este vocablo es el equivalente latino de la palabra griega má·kel·lon, usada por Pablo al referirse a †œla carnicerí­a† en 1 Corintios 10:25. En otra inscripción hallada sobre una grada se lee lo siguiente: †œLucio, el carnicero†.
Cerca del centro del ágora, las excavaciones han sacado a la luz una plataforma elevada al aire libre para los oradores llamada bema o rostra, que se extendí­a desde la terraza que dividí­a los niveles superior e inferior del ágora. Junto a la plataforma, construida con mármol blanco y azul y decorada ricamente con tallas delicadas, habí­a dos salas de espera con suelos de mosaico y bancos de mármol. Se cree que esta bema fue el †œtribunal† al que llevaron a Pablo los judí­os que estaban opuestos al mensaje cristiano para que compareciera en audiencia delante del procónsul Galión. (Hch 18:12-16.) Una inscripción hallada en Delfos, ciudad situada en la parte septentrional de la bahí­a de Corinto, contiene el nombre de Galión e indica que era procónsul. (Véase GALIí“N.)
Al NO. de la plaza del mercado habí­a dos teatros, uno de ellos con capacidad para unas 18.000 personas. Los cristianos corintios podí­an entender bien las palabras de Pablo de que los apóstoles eran †œun espectáculo teatral al mundo†. (1Co 4:9.) En una plaza próxima al teatro, los arqueólogos hallaron una inscripción en la que se menciona a un tal Erasto, que tení­a el tí­tulo latino de aedilis (edil), tí­tulo que algunos han traducido †œcomisionado de asuntos públicos†. Este Erasto pudo haber sido †œel mayordomo de la ciudad† mencionado por Pablo cuando escribió a los romanos desde Corinto. (Ro 16:23.) El significado básico de la palabra griega usada por Pablo para †œmayordomo† (oi·ko·nó·mos) es †œadministrador doméstico o encargado de la casa†. (Compárese con Tit 1:7, nota; véase ERASTO núm. 2.)

Religión y cultura. A pesar de la importancia que le conferí­a ser sede de la autoridad gubernamental y la principal ciudad comercial de Grecia, para muchas personas Corinto era un sí­mbolo de libertinaje y lujo desenfrenado, hasta el grado de que la expresión †œcorintianizar† vino a significar †œpracticar inmoralidad†. Esta sensualidad era consecuencia de la adoración que se rendí­a en Corinto, en particular a la diosa Afrodita (que correspondí­a con la Venus de los romanos, la Astarté de fenicios y cananeos y la Istar de los babilonios). Habí­a un templo dedicado a su adoración en la cima del Acrocorinto, un promontorio rocoso y empinado que se elevaba 513 m. por encima del ágora. (GRABADO, vol. 2, pág. 336.) Por lo tanto, Pablo tení­a buenas razones para dar a los cristianos corintios consejo y advertencia enérgicos con respecto a la conducta moral. (1Co 6:9–7:11; 2Co 12:21.) Por supuesto, en Corinto también habí­a otros templos dedicados a la adoración de muchos dioses y diosas. Por ejemplo, en el templo de Asclepio (Esculapio), el dios de la medicina, los arqueólogos han hallado representaciones de partes del cuerpo humano en arcilla cocida de color carne. Los adoradores las dejaban en el templo como exvotos, que simbolizaban cada uno el miembro afectado en particular (mano, pie, ojo, etc.).
Además de griegos, también viví­an allí­ una cantidad considerable de italianos, descendientes de los primeros colonizadores. Muchos de los discí­pulos corintios tení­an nombres latinos: Justo, Tercio, Cuarto, Gayo, Crispo, Fortunato y Acaico. (Hch 18:7; Ro 16:22, 23; 1Co 1:14; 16:17.) También se habí­a afincado allí­ una gran cantidad de judí­os, quienes habí­an fundado una sinagoga y atraí­do a algunos griegos. (Hch 18:4.) Una inscripción griega hecha en un dintel de mármol hallado cerca de la puerta de Lequeo confirma la presencia de judí­os en Corinto. La inscripción lee †œ[Sy·na·]go·gue He·br[ái·on]†, y significa †œSinagoga de los hebreos†. Habí­a asimismo un constante fluir de viajeros y comerciantes, además de aquellos que llegaban en busca de placer a este centro atlético y de entretenimiento. Sin duda, todo ello contribuyó a crear una mentalidad más liberal que en el resto de las ciudades que visitó el apóstol, incluida Atenas, el centro de la cultura griega. Pablo recibió una visión en la que se le aseguraba que en Corinto habí­a muchas personas de buena disposición, por lo que permaneció un año y seis meses en esta encrucijada entre Oriente y Occidente. (Hch 18:9-11.) Es probable que en el transcurso de este tiempo escribiese sus dos cartas a los Tesalonicenses.

La congregación cristiana. íquila y Priscila, compañeros cristianos de Pablo y sus socios en la confección de tiendas de campaña, le acompañaron cuando finalmente se embarcó en el puerto oriental de Cencreas rumbo a Efeso (Asia Menor), al otro lado del mar Egeo. (Hch 18:18, 19.) Apolos, hombre elocuente, continuó la actividad de Pablo regando las semillas sembradas en Corinto. (Hch 18:24-28; 19:1; 1Co 3:6.) Pablo se interesó mucho por la congregación que habí­a formado en Corinto, a la que escribió dos importantes cartas y también envió a Tito en su nombre en dos ocasiones. (2Co 7:6, 7, 13; 8:6, 16, 17; 12:17, 18.) Cuando iba camino a Macedonia, le fue imposible detenerse para visitar a la congregación como tení­a previsto (2Co 1:15, 16, 23); no obstante, más tarde permaneció tres meses en Grecia, probablemente en 55-56 E.C., y pasó parte del tiempo en Corinto, desde donde escribió su carta a los Romanos. (Hch 20:2, 3; Ro 16:1, 23; 1Co 1:14.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Ciudad de Grecia situada en el extremo occidental del istmo entre Grecia central y el Peloponeso, que controlaba las rutas comerciales entre el N de Grecia y el Peloponeso y a través del istmo. Esta ruta tenía especial importancia porque una buena proporción del comercio se realizaba con preferencia cruzando el istmo en lugar de rodear los tormentosos promontorios al S del Peloponeso. Había dos puertos, Lequeo, 2, 5 km al O del golfo de Corinto, conectado con la ciudad por medio de largos muros; y Cencrea, 14 km al E sobre el golfo Sarónico. De esta manera Corinto se convirtió en un floreciente centro comercial, como también industrial, dedicado principalmente a la cerámica. La ciudad está dominada por el Acrocorinto (566 m), una empinada roca de forma plana en la parte superior, coronada por la acrópolis, que en tiempos antiguos contenía, entre otras cosas, un templo de Afrodita, la diosa del amor, cuyo servicio dio motivo a la proverbial inmoralidad de la ciudad, notoria ya en los tiempos de Aristófanes (Estrabón, 378; Ateneo, 573).

Desde fines del ss. IV hasta 196 a.C. Corinto estuvo principalmente en poder de los macedonios; pero en ese año fue liberada, junto con el resto de Grecia, por T. Quincio Flaminino, y se unió a la liga aquea. Después de un período de oposición a Roma, y de una revolución social bajo el dictador Critolaus, la ciudad fue asolada por el cónsul L. Mummio en el año 146 a.C., y sus habitantes fueron vendidos como esclavos.

En el año 46 a.C. Corinto fue reedificada por César y comenzó a recuperar su prosperidad. Augusto la transformó en capital de la nueva provincia de Acaya separándola de Macedonia, y en adelante fue gobernada por un gobernador proconsular propio.

Se ha podido establecer la fecha de los 18 meses de la estada de Pablo en Corinto en su segundo viaje misionero (Hch. 18.1–18) mediante una inscripción de Delfos que demuestra que Galión llegó a Corinto como procónsul en 51 ó 52 d.C. (Hch. 18.12–17; * Pablo, sección II). Su bēma, o tribunal (Hch. 18.12) también ha sido identificado, como también el macellum, o carnicería (1 Co. 10.25). Una inscripción cerca del teatro menciona un edil de nombre *Erasto, posiblemente el tesorero de la ciudad a que se refiere Ro. 16.23.

Bibliografía. °DBA, pp. 200–203; G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975, pp. 380–384; G. Cornfeld; Arqueología de la Biblia, 1980.

Estrabón, 378–382; Pausanias, 2. 1–4; Ateneo, 573; Corinth I-VIII (Princeton University Press), 1951 en adelante; EBr, s.v. “Corinth” (con bibliografía más antigua); informes anuales sobre excavaciones desde 1896 en AJA, JHS, Hesperia; J. G. O’Neill, Ancient Corinth, 1930; H. G. Payne, Necrocorinthia, 1931; H. J. Cadbury, JBL 53, 1934, pp. 134ss; O. Broneer, BA 14, 1951, pp. 78ss. Se pueden ver excelentes láminas en A. A. M. van der Heyden y H. H. Scullard, Atlas of the Classical World, 1959, pp. 43s.

J.H.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico