CORONA

v. Diadema, Tiara
2Sa 1:10 tomé la c que tenía en su cabeza, y la
2Ki 11:12; 2Ch 23:11 le puso la c y el testimonio
Psa 21:3 c de oro fino has puesto sobre su cabeza
Psa 89:39 has profanado su c hasta la tierra
Pro 4:9 adorno de .. c de hermosura te entregará
Pro 12:4 la mujer virtuosa es c de su marido
Pro 14:24 las riquezas de los sabios son su c
Pro 27:24 será la c .. perpetuas generaciones?
Isa 28:1 ¡ay de la c de soberbia de los ebrios de
Isa 28:5 Jehová .. será por c de gloria y diadema
Isa 62:3 serás c de gloria en la mano de Jehová
Jer 13:18 la c de vuestra gloria ha caído de
Lam 5:16 cayó la c de nuestra cabeza; ¡ay ahora
Eze 21:26 depón la tiara, quita la c; esto no será
Zec 6:11 tomarás, pues, plata y oro, y harás c
Mat 27:29; Mar 15:17; Joh 19:2 una c .. de espinas
1Co 9:25 ellos .. para recibir una c corruptible
Phi 4:1 así que, hermanos míos .. gozo y c mía
1Th 2:19 ¿cuál es .. gozo, o c de que me gloríe?
2Ti 4:8 está guardada la c de justicia, la cual
Jam 1:12 haya resistido .. recibirá la c de vida
1Pe 5:4 recibiréis la c incorruptible de gloria
Rev 2:10 sé fiel hasta .. yo te daré la c de la vida
Rev 3:11 retén lo .. para que ninguno tome tu c
Rev 6:2 le fue dada una c, y salió venciendo
Rev 12:1 sobre su cabeza una c de doce estrellas
Rev 14:14 que tenía en la cabeza una c de oro


diadema, aro de metal, de flores o ramas, que ciñe la cabeza, sí­mbolo de poder, realeza, nobleza, dignidad, honor, autoridad. Los sumos sacerdotes ceñí­an una diadema de oro, Ex 29, 6; 39, 30; Lv 8, 9. Los reyes llevaban la c., señal de poder, 2 S 1, 10; 2 R 11, 12; 2 Cro 23, 11; lo mismo las esposas de los reyes, Est 1, 11; 2, 17. Las mujeres se adornaban la cabeza con la diadema, Jdt 10, 3. La c. de la estatua de Milcón, dios de los ammonitas, pesaba un talento de oro, algo más de 30 Kg, que David tomó cuando conquistó la ciudad de Rabá, 2 S 12, 30; 1 Cro 20, 2. Las coronas se regalaban a los soberanos con el fin de conseguir favores de ellos o establecer alianzas, 1 M 10, 20; 13, 37; 2 M 14, 4.

En sentido figurado se dice que las instrucciones de los padres son c. para el hijo, Pr 1, 9. Si honramos a la sabidurí­a, ella pondrá en nuestras cabezas una c., una diadema, Pr 4, 9; Si 6, 31; 15, 6. La mujer virtuosa es c. para el marido, Pr 12, 4. Los nietos son la c. del anciano, Pr 17, 6. La experiencia es c. del anciano, Si 25, 6. El temor del Señor es c. de júbilo, Sb 1, 11. Las canas son c. de gloria para el justo, Pr 16, 31.

Cuando Jesús fue llevado al pretorio los soldados romanos lo vistieron de rey, le pusieron en la cabeza una c. de espinas, una caña a manera de cetro, y se burlaban de él, Mt 27, 29; Mc 15, 17; Jn 19, 2-5. En la antigüedad, los atletas eran coronados de laurel, y San Pablo trae a colación este hecho de manera figurada, para indicar que si el atleta lucha por una c. corruptible, el cristiano lo hace por una incorruptible, 1 Co 9, 25. A quienes hayan esperado en el Señor, él les dará c. de justicia, 2 Tm 4, 8. Dios dará la c. de la vida a quienes le aman de corazón, St 1, 12; Ap 2, 10.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Una banda alrededor de la cabeza para designar honor. Hay tres tipos principales de coronas: la corona real, la corona sacerdotal y la corona del vencedor. Entre los términos usados para corona en el AT, están qodhqoth, una parte de la anatomí­a humana, la †œcorona† de la cabeza (Deu 28:35; 2Sa 14:25); zer, lo que rodea la cabeza:
una guirnalda de flores (Exo 25:11); nezer, lo que es un sí­mbolo de dedicación al sacerdocio; y atarah, el término acostumbrado (1Ch 20:2; Pro 4:9). En el NT hay dos términos gr. que se traducen corona: stephanos se refiere a una guirnalda o corona como la que usaba un atleta victorioso, término figurado que usaron Pablo y Juan, simbolizando el triunfo cristiano (2Ti 4:8; Rev 2:10); y diadema que era un sí­mbolo del poder para gobernar.

De interés especial es la corona de espinas puesta sobre Jesús (gr., akanthinos stephanos, Mat 27:29; Mar 15:17; Joh 19:2). Es imposible determinar la variedad particular de espinas usada aquí­; muchas palabras en la Biblia se usan para las plantas espinosas y la palabra gr. es un término genérico y no especí­fico.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Objeto ornamental que se utiliza sobre la cabeza como señal de autoridad, realeza, nobleza o alta posición. El término atarah se emplea para designar una ornamentación bella en la cabeza, que podrí­a ser un tocado especial, pero mayormente se refiere a una c., como en Eze 23:42 (†œ…pusieron pulseras en sus manos, y bellas c. sobre sus cabezas†). David conquistó Rabá †œy quitó la c. de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tení­a piedras preciosas† [2Sa 12:30]). La investidura de un rey se mostraba con su coronación, como puede verse en el caso de †¢Joás (2Re 11:12). La c. es el sí­mbolo real por excelencia (Sal 21:1-3). Como figura poética se usa la palabra para señalar una honra especial de alguien. Así­, †œla mujer virtuosa es c. de su marido† (Pro 12:4). †œLas riquezas de los sabios son su c.† (Pro 14:24). †œc. de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia† (Pro 16:31). †œc. de los viejos son los nietos† (Pro 17:6), etcétera.

En el NT se usan las palabras stephanos y †œdiadema†. Al Señor Jesús le pusieron una c. (stephanos) †œtejida de espinas† (Mat 27:29; Mar 15:17; Jua 19:2-5). Lo hicieron para burlarse de él, señalando que esa era su c. como †œrey de los judí­os†. Los creyentes, empero, †œvemos … a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte† (Heb 2:9). Juan lo ve en Apocalipsis con †œmuchas diademas† sobre su cabeza (Apo 19:12). Y él promete †œla c. de la vida† a los que son fieles (Apo 2:10) y soportan la tentación (Stg 1:12). También dará †œla c. de justicia … a todos los que aman su venida† (2Ti 4:8). La autoridad temporal de las fuerzas del mal se ilustra con las visiones que tiene Juan, que nos describe a un dragón que tení­a muchas cabezas y †œsiete diademas†, así­ como en la bestia con †œdiez diademas† en sus cuernos (Apo 12:3; Apo 13:1). †¢Diadema.
menciona también en el NT la c. que se daba a los atletas en los juegos. éstas consistí­an en una guirnalda de hojas de laurel o de otros árboles, que representaba así­ la gloria de su triunfo. Pero esas c. se marchitaban pronto. Pablo dice que esos atletas luchaban †œpara recibir una c. corruptible, pero nosotros, una incorruptible† (1Co 9:25), que es la que recibirán los pastores que cuidan fielmente de su rebaño (†œla c. incorruptible de gloria† [1Pe 5:4]), la cual colocarán los santos a los pies del Cordero, reconociendo que todo homenaje debe ir a él, que es quien lo merece †œLos veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono … y echan sus c. delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria…† [Apo 4:10-11]).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Tocado simple o con adornos que llevaban las personas distinguidas, tales como reyes, reinas, otros gobernantes, sacerdotes y aquellos a los que se tení­a que dar una honra o recompensa especial. Después del Diluvio, las coronas se usaron como sí­mbolos de autoridad, dignidad, poder, honra y recompensa.
Al parecer, la forma primitiva de la corona fue la diadema (heb. né·zer), una simple cinta que en un principio probablemente se usó para sujetar hacia atrás el cabello largo, pero que más tarde llegó a ser un tocado real, incluso entre los pueblos que tení­an la costumbre de llevar el cabello corto. Estas cintas aparecen en esculturas halladas en Egipto, Ní­nive y Persépolis. En tiempos posteriores solí­a distinguirse a aquellos a quienes se querí­a honrar mediante el uso de diademas de diversos colores y tipos de tejidos o dibujos. Algunas de estas cintas medí­an unos cinco centí­metros de ancho y estaban hechas de lino, seda e incluso de plata y oro. En ocasiones, la diadema se llevaba atada alrededor de un gorro o casquete. También existí­a la diadema radiada, de cuya cinta salí­an puntas, todo alrededor, a modo de rayos solares. Otras estaban adornadas con piedras preciosas.
Además de significar †œdiadema† (2Cr 23:11), la palabra hebrea né·zer puede referirse a algo singularizado, separado o dedicado, como en el caso de †œla señal de la dedicación, el aceite de la unción de su Dios†, que estaba sobre el sumo sacerdote. (Le 21:10-12; compárese con Dt 33:16, nota.) En vista de este significado básico, la Traducción del Nuevo Mundo traduce né·zer por †œseñal de dedicación† cuando se refiere a la lámina de oro que llevaba el sumo sacerdote de Israel en el turbante. En esta lámina áurea se hallaban inscritas las palabras †œLa santidad pertenece a Jehovᆝ. (Ex 29:6; 39:30, nota; Le 8:9.)
Los reyes hebreos, entre ellos Saúl, llevaban diademas como sí­mbolos de realeza. (2Sa 1:10.) Sin embargo, la palabra hebrea principal para referirse a la corona en el sentido usual y que suele traducirse de ese modo es `ata·ráh, de `a·tár, que significa †œcercar†. (Compárese con Sl 5:12.) Este término no se refiere necesariamente a una diadema. Cuando David derrotó a la ciudad ammonita de Rabá, tomó como botí­n la corona (`ata·ráh) que llevaba en la cabeza el í­dolo Malcam. No se dice su forma, aunque se especifica que †œera de un talento de oro en peso [c. 34 Kg.], y [que] en ella habí­a piedras preciosas†. †œLlegó a estar sobre la cabeza de David†, lo que posiblemente quiera decir que se la puso solo un momento para indicar así­ su triunfo sobre esa deidad falsa. (1Cr 20:2; véase Mí“LEK.)
Algunas coronas se hací­an de oro refinado (Sl 21:3) y las habí­a que llevaban piedras preciosas engastadas. (2Sa 12:30.) A veces se combinaban varias bandas, o diademas, y parece ser que así­ se formaban las †˜magní­ficas coronas†™. (Job 31:36.) La expresión †œmagní­fica corona†, que aparece en Zacarí­as 6:14, en hebreo es literalmente †œcoronas†, pero va acompañada de un verbo en singular, de modo que al parecer es un caso de plural de excelencia o grandeza.
Concerniente al infiel Sedequí­as, el último rey de Judá, Jehová decretó: †œRemueve el turbante, y quita la corona†. Puede ser que esta frase haga referencia a un turbante real, sobre el que se llevaba una corona de oro. (Compárese con Sl 21:3; Isa 62:3.) Estos dos sí­mbolos de poder real se removieron, y el decreto divino indicó que la gobernación activa sobre el †œtrono de Jehovᆝ (1Cr 29:23) tendrí­a que esperar hasta la llegada del rey mesiánico de Dios. (Eze 21:25-27; Gé 49:10.)
En Ester 1:11; 2:17; 6:6-10, se menciona un †œadorno de realeza† para la cabeza. La palabra hebrea usada en este relato (ké·ther) se deriva de ka·thár (cercar). (Compárese con Jue 20:43.) La Biblia no describe este †œadorno de realeza† persa, aunque los monarcas de Persia solí­an utilizar un gorro rí­gido, posiblemente de tela o fieltro, que tení­a alrededor una franja azul y blanca a modo de diadema.
Cuando el Alto y el Bajo Egipto se unieron bajo un mismo monarca, se hizo una corona combinada. La corona del Bajo Egipto (un gorro rojo de forma troncocónica con un apéndice vertical en la parte posterior, de cuya base arranca hacia el frente una tira que termina en espiral en la parte delantera) se superpuso a la del Alto Egipto (un gorro blanco, alto y redondo, terminado en un botón). Por lo general, la corona llevaba en el frente el sí­mbolo del áspid sagrado egipcio. El tocado del rey asirio era como un gorro de forma cónica parecido al fez moderno, pero más alto. Solí­a estar adornado con figuras de flores y se confeccionaba con bandas de seda o lino. Las coronas griegas y romanas eran más simples; podí­an ser tan solo diademas radiadas o guirnaldas.
Jehová habló de hombres que poní­an brazaletes en las manos de Oholá y Oholibá y †œhermosas coronas† sobre sus cabezas. (Eze 23:36, 42.) Las mujeres árabes distinguidas y pudientes han llevado en siglos recientes coronas circulares de oro colocadas alrededor de tocados redondos. Es posible que algunas mujeres de la antigüedad llevaran tocados parecidos.
La palabra griega sté·fa·nos se traduce †œcorona†. Los soldados romanos entretejieron una corona de espinas y se la pusieron a Jesús para burlarse de su realeza y, probablemente, hacer más dolorosa su agoní­a. (Mt 27:29; Mr 15:17; Jn 19:2.) Ha habido distintos puntos de vista sobre qué planta se usó para la confección de esta corona, pues ninguno de los escritores de los evangelios especifican cuál fue.
En las competiciones atléticas a los vencedores se les entregaban como premio guirnaldas de flores. (2Ti 2:5.) En Grecia, los ganadores de los juegos recibí­an coronas o guirnaldas por lo general hechas de hojas de árboles trenzadas y adornadas con flores. Por ejemplo, los vencedores de los juegos pí­ticos recibí­an una corona de laurel; en los juegos olí­mpicos el premio era coronas de hojas de acebuche, y a los vencedores de los juegos í­stmicos, que se celebraban cerca de Corinto, se les entregaban coronas hechas de ramas de pino.
En las Escrituras también se usa la palabra †œcorona† para referirse a la parte superior y posterior de la cabeza, lo que en español se denomina †œcoronilla†, un diminutivo de corona. (Gé 49:26; Dt 28:35; Sl 68:21.)

Uso figurado. A la esposa capaz se la considera †œuna corona para su dueño†, porque su buena conducta honra a su esposo y lo eleva en la estimación de otras personas. (Pr 12:4.) La mujer simbólica Sión tení­a que llegar a ser †œuna corona de hermosura† en la mano de Jehová, lo que posiblemente quiera decir que serí­a admirada como si fuera la obra de Jehová que El sostiene en su mano. (Isa 62:1-3.)
El ministerio de Pablo y de sus compañeros viajantes resultó en la formación de una congregación cristiana en Tesalónica, a la que Pablo consideraba su †œcorona de alborozo†, una de sus mayores causas de gozo. (1Te 2:19, 20; compárese con Flp 4:1.)
La canicie es como una gloriosa †œcorona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia†, pues una vida dedicada al servicio de Jehová le es agradable a sus ojos y merece el respeto de los demás seres humanos. (Pr 16:31; véase Le 19:32.) Al igual que una corona, la sabidurí­a ensalza a su dueño y le hace merecedor de respeto. (Pr 4:7-9.) Jesucristo, que habí­a sido hecho †œun poco inferior a los ángeles†, fue †œcoronado de gloria y honra [como espí­ritu celestial que ha sido ensalzado muy por encima de los ángeles] por haber sufrido la muerte†. (Heb 2:5-9; Flp 2:5-11.) Los seguidores ungidos de Jesús reciben en los cielos como recompensa por su fidelidad †œla inmarcesible corona de la gloria†, †œuna [corona] incorruptible†. (1Pe 5:4; 1Co 9:24-27; 2Ti 4:7, 8; Rev 2:10.) Sin embargo, la infidelidad que resulta en la pérdida de la mayordomí­a sobre los bienes que el Amo tiene en la Tierra también resulta en la pérdida de esta corona celestial. Por eso Jesucristo advirtió después de su resurrección: †œSigue teniendo firmemente asido lo que tienes, para que nadie tome tu corona†. (Rev 3:11.)
En las Escrituras Griegas Cristianas aparece la palabra di·á·de·ma, que en las versiones modernas se traduce †œdiadema†. Siempre se usa como sí­mbolo de dignidad real, ya sea verdadera o solo pretendida. El †œdragón grande de color de fuego† (Satanás el Diablo) tiene una diadema sobre cada una de sus siete cabezas. (Rev 12:3, 9.) Cada uno de los diez cuernos de la †œbestia salvaje† simbólica de siete cabezas que asciende †œdel mar† está adornado con una diadema. (Rev 13:1.) El que se llama Fiel y Verdadero, a saber, Jesucristo, tiene sobre su cabeza †œmuchas diademas†, en su caso procedentes de Jehová, la Fuente legí­tima de autoridad y poder. (Rev 19:11-13; 12:5, 10.) En Revelación 6:2 y 14:14 también se representa a Jesucristo con una corona (sté·fa·nos).

Fuente: Diccionario de la Biblia

En el NT existen dos palabras griegas para «corona», diadēma y stephanos. La primera se encuentra sólo en Apocalipsis (12:3; 13:1; 19:12). Originalmente significaba «el símbolo de la realeza entre los persas, una banda azul combinada con blanco, sobre la tiara» (Arndt, p. 181). Así, el término sugiere un símbolo de realeza.

Por otra parte, stephanos (también se usa como nombre propio: Esteban) significa, «la guirnalda … dada como un premio por la victoria, como un ornamento, o como un honor público por un servicio distinguido o por un merecimiento personal» (AS, p. 27). Se usaba como un laurel que se presentaba al victorioso en una competencia atlética (cf. 1 Co. 9:25). Significa «premio» o «recompensa» (Arndt, p. 775).

Esto agrega patetismo al uso de la «corona de espinas» puesta sobre la frente de Jesús (Mt. 27:29; Mr. 15:17; Jn. 19:2, 5). La recompensa que él recibió de aquellos a los que había ministrado con amor fue una cruel corona de espinas.

La expresión «corona de vida» aparece dos veces (Stg. 1:12; Ap. 2:10). En ambos casos la idea de recompensa por la fidelidad es lo que aparece destacado. «De vida» probablemente es el genitivo de la definición; por ejemplo, «la corona que consiste en la vida eterna» (J.B. Mayor, The Epistle of St. James, Zondervan Publishing House, Grand Rapids. Mich., n.d., p. 49).

Trench (p. 78) insiste que en tanto que diadēma significa una corona de realeza, stephanos siempre significa una corona de victoria. Es «siempre del conquistador y no del rey» (ibid., p. 79). Sin embargo, admite que una corona de espinas sugiere una burla de la realeza (ibid, p. 81).

Una inscripción del segundo siglo en el teatro de Efeso, dice: «El luchó tres veces y dos de ellas fue coronado» (Deiss LAE, p. 309). Otra inscripción, del segundo siglo después de Cristo, relata que se rindió honores a un hombre por servicio público con «una corona de oro» (ibid. p. 312). En ambos casos se usó stephanos.

BIBLIOGRAFÍA

Arndt; AS; Deiss LAE; Mayor; Trench.

Ralph Earle

Arndt Arndt-Gingrich, Greek-English Lexicon

Deiss Deissmann, Light from the Ancient East

Trench Trench’s Synonyms of the New Testament

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (129). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Prenda característica para cubrir la cabeza, a menudo ornamentada, que llevaban los reyes y otros personajes destacados.

I. En el Antiguo Testamento

La diadema del sumo sacerdote era una lámina de oro con la inscripción “santidad a Yahvéh”, y estaba unida a la mitra o turbante por medio de un cordón azul, emblema de consagración (Ex. 29.6; 39.30; Lv. 8.9; 21.12). Después del exilio, en 520 a.C., Dios ordenó a Zacarías (6.11–14) que hiciera coronas de oro y plata y las colocara en la cabeza de Josué, el sumo sacerdote; posteriormente estas coronas se pusieron en el templo como emblemas del favor de Dios. Pueden haberse combinado en una sola corona doble para unir las investiduras sacerdotales y reales en una sola persona.

Entre las coronas reales, la corona de oro de David era emblema del origen divino de su reinado (Sal. 21.3; cf. 132.18; retiro del don de Dios—y de la corona—, cf. Sal. 89.39; Ez. 21.25–26). La ceremonia de coronación de Joás está registrada (2 R. 11.12; 2 Cr. 23.11). David capturó la corona con piedras preciosas del rey (o dios Milcom) de Amón, que pesaba un talento (2 S. 12.30; 1 Cr. 20.2). Hay estatuas amonitas que muestran a los reyes y los dioses con coronas grandes y altas (véase F. F. Bruce, Israel and the Nations, 1969, lám. I; trad. cast. Israel y las naciones, 1979). Para diademas con piedras preciosas cf. Zac. 9.16. La gran corona regia de Vasti, la reina de Asuero (Est. 1.11), fue colocada en la cabeza de Ester (2.17), y entre las vestiduras reales que recibió Mardoqueo figuraba una corona de oro (Est. 6.8; 8.15).

Además de ser símbolo de realeza (Pr. 27.24), la corona se convirtió en metáfora de gloria (Job 19.9; Is. 28.5; 62.3; Jer. 13.18; Lm. 5.16; Pr. 4.9; 12.4; 14.24; 16.31; 17.6), y a veces, en desafortunado contraste, de orgullo (Job 31.36; Is. 28.1, 3).

El mundo bíblico ofrece muchos ejemplos de variados tipos de coronas. En Egipto el rey y los dioses llevaban una diversidad de coronas altas y primorosas de diversa significación, como así también sencillos adornos de oro o diademas. La más característica es la gran corona doble del Egipto superior e inferior combinados, que incorpora la corona roja del Egipto inferior (gorra chata con espiral al frente y proyección alta en la parte posterior), y por encima, la corona blanca del Egipto superior (alta y cónica con una borla en la parte superior). Las diademas del faraón siempre tenían en el frente el uraeus o cobra real. En Mesopotamia, los reyes as. llevaban un gorro cónico truncado adornado con bandas de bordados de colores o piedras preciosas, o una diadema simple. Los reyes de Babilonia llevaban una mitra curva terminada en punta; véase H. Frankfort, Art and Architecture of the Ancient Orient, 1954, láminas 87–89, 95, 109–110, 114, 116, 120.

En las excavaciones llevadas a cabo en Palestina se ha encontrado una serie de diademas o adornos circulares; para mayores detalles sobre una de ellas, de láminas de oro moteadas, véase W. M. F. Petrie, Ancient Gaza III, 1933, láminas 14: 6, 15. Para otros ejemplos véase además K. Galling, Biblisches Reallexikon, 1937, cols. 125–128 y figuras.

Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 150–162; R. Earle, “Corona”, °DT, pp. 124. K.A.K.

II. En el Nuevo Testamento

Aquí tenemos que considerar dos términos. El más importante es stefanos, que denota propiamente corona (de flores) o adorno redondo. Se lo emplea para la corona de espinas de Cristo. “Espinas en gr. no es una palabra más específica que en castellano, de modo que es imposible saber de qué planta se trataba. Lo que resulta claro es que esta “corona” se usó como símbolo burlesco de realeza, y quizás también de divinidad (véase H. St J. Hart, JTS, s.n. 3, pp. 66–75). Pero aunque stefanos puede denotar una corona que simboliza realeza (Ap. 6.2, etc.), más comúnmente se usaba para la corona de laureles que se otorgaba al vencedor en los juegos olímpicos, o para una corona que se llevaba en ocasiones festivas. En estos usos se basa la mayor parte de las referencias del NT. De este modo, Pablo recuerda a los corintios que los atletas se esfuerzan por recibir “una corona corruptible”, y añade, “pero nosotros, una incorruptible” (1 Co. 9.25). Es importante que el que busca la corona “luche legítimamente” (2 Ti. 2.5). A veces la corona cristiana está aquí y ahora, como cuando Pablo piensa en aquellos que él ha convertido como su corona (Fil. 4.1; 1 Ts. 2.19). Con mayor frecuencia se lo aplica a la vida futura a modo de “corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Ti. 4.8). También se hace referencia a una “corona de vida” (Stg. 1.12; Ap. 2.10), y a “una corona incorruptible de gloria” (1 P. 5.4). Es posible perder la corona, porque se exhorta a los cristianos a retener lo que tienen, para que ninguno tome su corona (Ap. 3.11). Dios ha coronado al hombre con “gloria y honra” (He. 2.7), así como Jesús fue coronado “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (He. 2.9).

diadēma no aparece frecuentemente (Ap. 12.3; 13.1; 19.12). En el NT es siempre símbolo de realeza u honor.

L.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico